La ciudadanía española anda despistada. Una multitud
de noticias y movimientos, en los momentos más difíciles de este país, se
acumulan de forma controvertida, cuya intención es difícilmente comprensible,
dando la sensación de que aquí se está jugando una partida de poder fuera de
las esferas que la democracia otorga al ejercicio del mismo… no sé si se me
entiende.
Lamentablemente, cuando se debería estar enfocando
todo el esfuerzo en atacar a la crisis, primero sanitaria y luego económica,
los políticos gastan sus energías en una batalla fratricida y cainita. Es
indudable que los errores son inherentes a las decisiones del ser humano, tanto
a nivel de gobierno central, como de gobiernos autonómicos, o de partidos, de
técnicos, etc. de toda índole; siempre
se dijo que de sabios es rectificar, lo que implica que hasta los sabios se
equivocan, ¿cómo no se va a equivocar el político que de sabio no tiene
nada? Solo hay que darse una vuelta por
la hemeroteca y descubrir las incongruencias de todos y cada uno para acabar
tomando una posición de sensatez, que diluye las sospechas en la inmensidad de
ese mundo político canallesco, donde se dijeron tantas barbaridades desde el
principio, barbaridades que hoy muchos niegan, aunque se sigan manifestando
otras que luego también serán negadas. A la vista de ello se observa una
tendencia de determinados políticos a manipular, a presentar a los otros como
“malos de la muerte” y ellos como santos varones por la Gracia de Dios,
expresión cargada de significado histórico.
Noam Chomsky es un hombre sabio, por lo que se puede
equivocar también, tiene una frase que me da la sensación no es, en absoluto,
un error. En ella dice: “La población general no sabe lo que está ocurriendo, y
ni siquiera sabe que no lo sabe”. O sea,
que estamos confundidos, en el sentido de confusión generalizada, con respecto
a opiniones muy cuestionables, pues se percibe una tendencia a manipular a la
gente y sembrar en ella opiniones mal fundadas que responden a intereses de
grupo. Algo está ocurriendo, algo previsiblemente muy discutible, porque aflora
un terremoto artificioso que confronta a la oposición elevada a tal por las
urnas con el gobierno encumbrado también por ella. Se ve claramente un problema
de deslealtad entre ellos, deslealtad que pudiera acabar en tentaciones de
ejercer golpes de mano bananeros para cambiar las cosas, obviando las urnas que
hablaron recientemente para proponer que hablen de nuevo, sin contar con quien
tiene la autoridad para la convocatoria de elecciones, o sea el gobierno.
Tal vez estén jugando con fuego algunos políticos,
un fuego que acabara quemándonos a los de siempre para que ellos puedan
calentar sus intereses. Cuando un político, en lugar de resolver problemas, se
dedica a crearlos, cuando en lugar de cultivar la concordia ciudadana procura
la confrontación cainita y fratricida, mal político es; y lo que es peor, al
ser elegido por el pueblo y enfrentar al pueblo, acaba implicando al pueblo en
una batalla de consecuencias desestabilizadoras, que podrían calificarse de
conductas políticas suicidas. Digo suicidas porque el alboroto puede acabar con
la democracia, si es que esta democracia está consolidada, en beneficio de
grupos herederos y defensores de ideas totalitarias que creíamos superadas.
Con estupor veo la confrontación. El debate ha
pasado a ser batalla, donde la consolidación del argumento ha saltado de la
descalificación, eso es soportable, al insulto, que ya no lo es. Especial
mención quiero hacer a la señora Cayetana Álvarez, que realmente sí es marquesa
consorte, según creo, por su osadía y desvergüenza con su improcedente comentario
a Pablo Iglesias sobre su padre; no lo diga solo por la falta de respeto y la
difamación que ello implica, sino por su petulancia egocéntrica que desarmó
hasta la estrategia de su propio partido tomando para sí el protagonismo de la
sesión y descargando de presión al objetivo
del ataque del PP, que no era otro que le ministro Marlasca. No me extraña que
hasta sus propios compañeros de bancada estén pensando en sacarla de la
portavocía. Espero que esto no pase de lanzar dardos verbales, más o menos
envenenados, a navajazos traperos como camino previo a justificar las bombas.
Ellos están hablando para sus hooligans más fervorosos, pero lo malo de esto es
que el hooligan sigue sembrando el odio y el desencuentro, sumando a su bando
de intransigencia nuevos adeptos. Eso potenciales adeptos, normalmente
razonables, pueden perder la racionalidad en su discernimiento para dejarse
llevar por viejas emociones y empezar a pensar con las vísceras en lugar del
cerebro. En los conflictos, la emoción rompe la razón y da pábulo a la ira, de
ahí pasamos al odio y del odio al desprecio y la indiferencia ante la suerte
del semejante, convertido ya en enemigo, al que hay que liquidar.
Nosotros tenemos una historia reciente que, al
parecer, no ha dejado enseñanzas en determinados grupos. El franquismo
pretendió eliminar la democracia y brotó a los cuarenta años. La democracia
pretendió eliminar al franquismo y revivió a los cuarenta años. La cuestión es
bien sencilla y deberíamos aprenderla: Las ideas no se matan, aunque mates a
quien las tiene, sino que se combaten con otras ideas que las suplan en la
mente del ser humano; porque, llevadas a un extremo donde las emociones suplen
la razón, dejan los argumentos y se transforman en armas de guerra de la mano
de quienes están dispuestos a confrontar hasta ese nivel. Es ahí, en ese caso,
donde la idea que proclama la confrontación bélica e impositiva se ha de
desechar, incluso, con la violencia propia de la autodefensa para no perder la
libertad. Por tanto, a la vista de lo pasado, hay que evitar a los que pretende
llevar la confrontación a situaciones de irracionalidad que aboquen al
conflicto irreparable que debemos evitar.
Y ¿qué debemos hacer los ciudadanos desde la
sensatez? Yo creo que lo primero es no dejarnos llevar por la manipulación y
los intentos de desinformación de determinados grupos; lo segundo es no caer en
la trampa de dar crédito a los bulos, las falsas noticias y mentiras
interesadas que desestabilizan la convivencia; tercero no hacer de correa de
transmisión de esos bulos y noticias falsas haciéndoles el caldo a los
intoxicadores; cuarto reivindicar el ejercicio leal de la política; quinto no
apoyar nunca la política canalla de insultos y desafueros que nos puede llevar a
la confrontación irracional y sexto (aunque puede haber más) antes de emitir un
juicio basado en lo que dice otro, es aconsejable ejercer el uso de la crítica
razonable y razonada, o sea del razonamiento propio y no del hooliganismo, bajo
un intento de neutralidad, si ello es posible.
Mi preocupación y la de muchos con quienes he
mantenido contacto respecto al momento político, es manifiesta. No sé a dónde
pretenden llegar los personajes tóxicos de nuestro país, aunque, por desgracia,
me lo sospecho y me da miedo pensarlo. Os recuerdo la frase de Chomsky: “La
población general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo
sabe”. Es bueno tomar conciencia de aquella sabia expresión: "Solo sé que
no sé nada", de esa forma arriesgaremos menos argumentos baladíes.
2 comentarios:
... bueno, amigo Antonio, de acuerdo en la práctica totalidad de tu artículo, salvo en el resumen final donde creo, que todo estaba ya contado, pesado y medido desde el derrumbamiento de las torres gemelas de Nueva York, ése fué uno de los puntos de inflexión del cambio en el nuevo orden mundial..., < Resumiendo, la tercera guerra mundial-biológica perfectamente tramada > ..., y a la gente dentro de unos tres meses máximo, y ojalá me equivoque, se le hará saber el nuevo estatus de cómo quedará ésta vieja bola que no para de girar.. /// ... un cordial saludo, amigo.
Gracias, Modesto, por tu aportación.
Otro cordial saludo para ti, amigo.
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