Por Carlos Guillermo Navarro.
Miembro de la Asociación Andaluza
de Escritores y Críticos Literarios (AAEC) y de la Asociación Colegia de
Escritores (ACE).
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La exposición tiene un eje conductor por el que el narrador-autor nos
lleva a la infancia, a su lejano terruño infantil y de juventud. La fecha que
aparece en cada uno de los capítulos acentúa la capacidad como relato de lo que
se cuenta, porque fueron escritos en momentos diferentes aunque con un eje
central común, evocar su pasado. Pero el autor también ahonda en determinados
capítulos, en el relato en su más natural acepción, de estilo viejo, como él lo
llama, donde surge una mera narración, algo distante de su personalidad, entre
las diferentes personas que desarrollan la historia.
El mismo Antonio define en su prólogo, la razón de ser de su narrativa, y nos dice:
“se incluye un amplio abanico de relatos con temática diversa; cosas de la infancia, fantasías amorosas, crisis relacionales, recuerdo del ayer y alguna fábula al viejo estilo”.
Esta mezcolanza nos hace que centremos la mayoría de los apartados en esa remembranza, recuerdos y acercamiento al narrador-autor del que he hablado.
De lo expuesto se deduce una escritura que acoge el mundo de la evocación de sus tiernos tiempos infantiles, pero que a veces se le escapa hacia una fantasía que fragua su propia mente. Así es significativo su relato inicial, La semilla, donde mezcla el recuerdo infantil de la espera de su padre y madre que lleguen de la labranza, y la concienciación que surge de escuchar la Radio España Independiente “La Pirenaica”, que por aquel entonces era muy conocida. Las dos historias son evocaciones, las dos forman parte del recuerdo, pero son puntos distintos de un pasaje histórico de su vida: la emotividad y añoranza del recuerdo de su familia, y la conciencia social que va abriendo su mente a cuestiones políticas como consecuencia de los acontecimientos históricos que se dieron en aquel tiempo, y donde se nos enfocan ideas muy diferente a la mentalidad que tenía una gran parte de la sociedad española victoriosa en la guerra. No obstante, esta visión está más cerca de un libro de memoria que de relatos.
Sin embargo, el segundo capítulo, se nos muestra también desde el punto de vista del narrador. Pero si el primero es un recuerdo fruto de la experiencia personal y evocadora del autor; el segundo, es una visión que se recoge como una historia inventada, no calcada de su vida, y que se descarga del peso de sus recuerdos personales para convertirse en una ficción, muy similar “al sueño de Julia”, aunque no haya ninguna narración que se desprenda del todo de lo que le ha tocado vivir.
De ahí el concepto del título de Relatos y remembranzas. En sus historias, no existe forma más clara para definir donde empieza la realidad y termina la ficción. En el relato titulado, el amor está en el aire, nos muestra lo que el autor desea dar a conocer, donde se nos detalla lo vivido por el protagonista de la historia que se cuenta, y la separación que existe entre los recuerdos y el mundo creativo. Pocas veces se ha fundido esa dualidad, con sus problemas matrimoniales y de relación que deshacen el amor entre dos personas, el ambiente hostil de la pareja vivido por los hijos, y ese pasaje final hermosamente poético que parece entonar las expresiones finales de esa naturaleza que los envuelve y nos retrotrae a aquellos momentos de amor verdadero que en un principio caló entre ellos, en una especie de círculo donde el entendimiento de la pareja se rompe al principio, pero donde ese cántico poemático que se nos muestra en la escritura, acaba por unirlos de nuevo. Se empieza con una separación dura y se acaba con un amor exaltado.
Hay una frase que se recoge en este relato, que como digo nos muestra la razón de lo que autor intenta a través de sus historias, cuando afirma.
“donde todo lo exterior (referido a la naturaleza) no tenía el sentido dramático que le habíamos dado a nuestras vidas”,
Atendiendo al choque vital entre la forma del ser del personaje y el entorno natural que le rodea.
La exposición que se hace en su conjunto, en referencia a las historias, nos transporta a un mundo poético, a un canto sobre la existencia, que incluso en las rupturas, los celos, y las relaciones personales con quienes existen desconfianzas, lleva a que los interesados se reencuentren con aquellos pasajes hermosos que existieron en momentos anteriores. Las numerosas reflexiones y evocaciones nos traen esos alegres instantes.
Las frases se condensan en unos contenidos donde el elevado y expresivo tono del lenguaje surge por doquier. Decía Don Pío Baroja en el prólogo elaborado por el mismo en la leyenda de Jaun de Alzate que “soy un poeta aldeano, de un humilde país y del país del Bidasoa. El objeto principal de mi leyenda es cantar esta tierra y este río. Nuestra comarca es pequeña y sin grandes horizontes, mi canto será también pequeño y sin grandes horizontes”. Antonio Porras ha sabido meterse dentro de su comarca y sacar los detalles que definen su tierra y la de aquellas otras que se le quedaron grabadas en la retina, canta por ello a la tierra, a los frutos que salen de ella, a las personas en sus relaciones y al paisaje que le arropó de pequeño. Alcanza en su exposición una poesía natural, y funde lo bello que la naturaleza encierra con las historias personales, hasta lograr provocar evocaciones y retomar los inicios de su exaltación juvenil, como cuando todo era de color de rosa.
Como punto que recoge los elementos que son constantes en este libro de vivencias y recuerdos, nos lo muestra la tercera historia, Remembranza, como ejemplo simplificador. Nos encontramos con una evocación del ayer, cuando nos dice:
“donde el sosiego, la templanza y la mesura se buscan a esa edad (Avanzada). Recuerda como fluye las emociones desde el recuerdo y reaviva la memoria de aquella juventud perdida”.
Me atrevería a decir que lo tratado en este libro está recogido en las tres palabras que a continuación contiene este texto, pero que puede aplicarse a cualquiera de los otros. Y así expone:
“Hoy al amparo del hogar, de la chimenea con su cálido fuego crepitante de mágica visión hipnótica… me doy a la lectura del libro de mi vida a través de los recuerdos.
Se trata, pues, de que las palabras del libro están metidas en un cajón de sorpresa que ameniza la lectura por la capacidad del autor para evocar su vida en los términos más apropiados.
Antonio es poeta, y como fuente de su delicada visualización está más por lo positivo que por el pesimismo, y nos introduce en la poesía que en bastantes momentos contiene estas narraciones. Su prosa se convierte en una memoria de recuerdos para darnos un aliento de emotividad a través de los ríos, los campos, el valle, la floración, el mar, las relaciones juveniles, y que ni siquiera desde el punto de vista de las relaciones humanas o historias inventadas, que pierden alguna vez su encanto poético, o el transcurso del tiempo, pueden desligarse de la esperanza de ese mundo mágico.
Y referido a este mundo y a su poética, nos narra en el comienzo de su historia, “Música celestial”,
“Un manto negro y tenebroso oculta las titilantes estrellas. El cielo, encapotado, transmite el agobio de la oscura noche, mientras un viento estridente y rabioso lame los aleros y la intensa lluvia cabalga galopante en su montura. Las calles han dejado su ser y se han convertido en ríos caudalosos. El ritmo trepidante de los canalones desagua, desesperadamente, el cúmulo de líquido que escupe el cielo de forma torrencial en los tejados”
Y como colofón de todo el estudio que se contiene en este hermoso libro, prefiero que sea el propio Antonio quien cierre las últimas palabras, porque en ellas se contiene todo el poemario narrativo que se recoge en sus relatos y remembranzas, donde nos dice,
“Así he llegado a estos 93 años de vivencias y experiencias. Ya pasaron, pero, inmerso en este viejo cuerpo cargado de achaques y sufrimientos, gusta recordar, porque recordar es volver a vivir. La vida no es lo que uno quiere, sino lo que uno hace al enfrentarse con la realidad del día a día. Esto ha sido mi vida. Crear el pasado, viviendo el presente, sin poder controlar el futuro”
Hermosos relatos, hermosos recuerdos y hermosos cánticos poéticos. Lirismo, emotividad, belleza, armonía y equilibrio, todo un hacer de un poeta convertido en un estupendo narrador.