Pero las alianzas económicas, ideológicas y militares han solidificado una dinámica perversa donde el ciudadano y los propios estados, quedan atrapados en políticas de claro beneficio empresarial, que es el que prevalece en el mundo económico occidental y el que se va implantando en la mayoría de los países del entorno, hasta diseñar el proceso de globalización, que pretende romper fronteras para movilizar el capital y el comercio, pero manteniendo las diferencias sociales y las leyes laborales de los países pobres, donde les es fácil la explotación de la mano de obra barata y de la infancia, con lo que se incrementan considerablemente sus beneficios. Ello hace relativamente sencillo la deslocalización empresarial y la negociación y/o amenaza a los gobiernos de los distintos países para conseguir beneficios fiscales, subvenciones, etc, en contrapartida a las inversiones que lleven a la creación de puestos de trabajo.
Por otro lado, afloran los “yuppies” (Jóvenes Universitarios Profesionales Independientes Ejecutivo) con un empuje basado en la búsqueda del éxito económico y empresarial, como instrumentos del capital y de la empresa para imponer una dinámica de desarrollo agresiva y de pocos escrúpulos. La moral y la ética económica y financiera se van al garete, si lo hubo alguna vez, y solo vale el éxito económico sin valorar las consecuencias humanas de la tropa que queda abatida en la campaña. La riqueza no mira a la pobreza, salvo para sentirse más poderosa y fuerte.
De aquellos polvos de los años 80 vienen estos lodos con los que los neoconservadores y los neoliberales, al unísono, defienden el mercado libre como única alternativa de desarrollo económico y crean la argamasa que lo sostiene en base a la codicia, la avaricia y la falta de ética y de compromiso social con el ciudadano, como se ha visto en la génesis y tratamiento de la crisis. Aborrecen el intervencionismo de los gobiernos alegando la capacidad autorreguladora de los mercados, pero no dicen que los mercados los manejan ellos y, jugando con su dinero, se permiten levantar o hundir las empresas que les interesan. El mundo empresarial ha sabido rodearse de gente competente en el manejo de la economía, la sociología, la política, la comunicación y todas aquellas artes y paradigmas que pudieran interesarles para consolidar su poder. Veamos:
La economía se maneja desde la especulación y la llamada ingeniería financiera, creando estructuras y entramados empresariales que, muchas veces, movilizan el dinero sin producir bienes o servicios, hasta enriquecerse sin trabajo productivo, sino con la astucia que provoca los movimientos bursátiles y de mercadeo empresarial. Si los principios que han movido a los grandes cerebros de la ingeniería financiera, se hubieran centrado en el desarrollo y el bienestar del ser humano y los estados hubieran jugado a la justicia social y a erradicar la miseria y el hambre de este jodido mundo, ya estaría todo resuelto. Pero el problema está en que los grandes gurús de la economía no sirven al ciudadano, sino a la empresa, a las multinacionales, a la banca, que son los encargados de gestionar los medios de producción.
Desde el punto de vista sociológico, han sabido determinar cuales son las motivaciones que tienen los sujetos para el consumo, para satisfacer sus necesidades básicas sin ir más allá, dónde están su miedos y sus debilidades, cómo crear sujetos alienados que se evadan de la realidad y la autoimplicación ante los problemas, dejando en el tejado ajeno la responsabilidad. Denles Cristianos Ronaldos, Mesis y grandes figuras del deporte competitivo y se proyectarán en ellos para satisfacer sus frustraciones del día a día. Han labrado el egoísmo y la codicia, la insolidaridad y el desafecto como valores sociales. El marketing lo han instrumentalizado como un elemento de maximización y minimización de aquello que les interesa reseñar para incrementar sus beneficios.
Pero sobretodo, han sabido adueñarse de los medios de comunicación. Compraron prensa, radio y televisión y establecieron estrategias y políticas de control y desarrollo de la opinión pública. Hablaron de libertad de expresión, pero ataron corto a los periodistas que ejercen en sus medios y les sometieron a su línea editorial, cuyo objetivo no es dar información veraz y aséptica para que el ciudadano informado pueda decidir y hacerse su propia opinión, sino crear opinión en su línea de intereses. Sabedores del poder de los medios y al amparo de la referida libertad de expresión, se permiten atropellos, programas alienantes que buscan el embrutecimiento y el desvío de la atención a cuestiones superfluas cuando les interesa. ¿Hasta qué punto toma primacía la problemática familiar de determinados sujetos o sujetas, sobre temas de calado social, político y económico? Ya no nos llama la atención que un político o política de tres al cuarto llame hijo de puta a otro, pues lo vemos normal cuando una histriónica de los llamados programas rosas grita: Yo mato, por mi hija mato!!!! y cosas por el estilo.
Los debates entre contertulios asépticos en teoría, periodistas ecuánimes, con capacidad de razonamiento y discernimiento probado, es un espectáculo bochornoso, de piñón fijo. No son modelos sosegados de debate, sino enfrentamientos atropellados, descalificantes y con encapsulamiento argumental. Entiendo que el debate entre políticos sea de confrontación de ideas y que el periodista no se pueda desprender de su posición política, pero por su propia ética profesional está obligado tener una visión menos partidista y más ecuánime, una visión analítica seria, de lo contrario empezaremos a pensar que sirve a su señor amo, que es la línea editorial de su periódico o medio de comunicación, o que es un inepto en el ejercicio del análisis racional del tema.
En resumen, los medios crean doctrina de forma interesada y ejercen el poder que emana del manejo de la información, de su gestión y dosificación, para provocar estados de opinión y tendencias en la línea de sus intereses, de los intereses de sus amos y señores. Son más amos los que más dinero tienen y por tanto los que pueden ejercer esa función manipuladora con mayor facilidad. EL PODER DE LOS MEDIOS está, mayoritariamente, al servicio del capital, de sus dueños. Qué suerte tengo de poder escribir aquí lo que pienso, aún sabiendo que muy poca gente lo leerá.
He dejado para el final el apartado del mundo de la política. En este sistema existe un político libre y otro atrapado. Qué barbaridad, podéis pensar… Me explico: La estructura de convivencia social está montada sobre el voto y sobre un sistema económico capitalista. La constitución no permite el cambio en el modo de gestión de recursos hacia un modelo socialista, como es evidente. Entonces el político de derechas, defensor del sistema capitalista o neoliberal, está más integrado, permitiéndole una mayor facilidad para desarrollar sus ideas, por lo que será apoyado por los medios y por los recursos de los dueños del dinero al considerarlo un defensor de sus propios intereses. Mientras tanto el político de izquierdas está jugando la partida en campo contrario, con unas normas que le atrapan e impiden desarrollar su propia política social, sujeto a la acometida de los medios si se desvía lo más mínimo. Es verdad que podrá clamar y promulgar su pensamiento, pero será clamar en el desierto, pues lo medios, mayoritariamente al servicio del sistema, le devolverán la cordura o caerá en el olvido o en la marginalidad de cuatro idealistas. El margen, pues, es pequeño. Juguemos a la alternancia, simulemos diversidad, pero el poder, como en la ruleta, lo tiene la banca… gana la banca!!!
Los partidos necesitan dinero para sus campañas y estructuras funcionales. La banca lo tiene y se lo concede si hay algo a cambio, y ese algo es seguir facilitando el engordamiento de la serpiente financiera. Están atrapados y, o se pliegan a los intereses del sistema, o los eliminan del mismo por una u otra vía, hasta dejarlos en la testimonialidad. ¡Pobre del político que sea enfilado por un medio de comunicación! Todos tenemos lados oscuros, solo es cuestión de sacarlos a la luz… ¿No es eso un chantaje?
Entonces me pregunto: ¿Dónde está el poder? ¿Si el poder es el gobierno de un país, la capacidad de tomar decisiones para resolver problemas y enfocar la soluciones hacia el bien común, quien ejerce el poder? Es cierto que los gobiernos deciden y legislan a través de los parlamentos. Pero si quieren que el progreso económico funcione tienen que reforzar las políticas que consoliden el sistema, y el sistema es capitalista. El capital crea los puestos de trabajo con las inversiones, la banca controla el flujo financiero y el estado ha de facilitar esas inversiones, allanado el camino para sus beneficios. Si se proponen y potencia políticas sociales que lleven a una distribución menos abusiva de los beneficios, las empresas se inhiben en su inversión y buscan mercados de trabajo más baratos, con mayor margen de ganancias.
Existe un supraestado, el de las multinacionales, que se anclan con su poder económico en todos los países que integran el sistema capitalista. Su poder es inmenso y puede ahogar o levantar la economía de un país a su antojo, reforzar o hacer tambalear las bolsas. Las reglas las ponen ellos y si no funcionan, todo se va al carajo. Los gobiernos les acompañan, con la cerviz inclinada, y se tienen que rendir a la evidencia. Véanse las políticas del FMI, del foro de Davos y de los bancos centrales con su gestión del precio del dinero, calentando o enfriando las economías según les interesa, sin contar los movimientos entre bastidores de los magnates del mundo financiero. Se permiten dar pautas a los gobiernos para seguir en su onda y no sacarlos del sistema, así podrán mantener su solvencia y optar al mercado del dinero con garantía.
Es curioso. Provocan la crisis, los gobiernos con el dinero público les sacan del atolladero, los trabajadores se quedan en el desempleo pagando las consecuencias, la banca se vuelve a consolidar con grandes beneficios, el mercado de trabajo se devalúa y la gente trabaja más por menos dinero, se retraen los créditos y se hunde la economía hasta conseguir un nivel en que les interese la reactivación. Pero hemos pensado en qué tipo de sujetos y de qué calaña son que, con el dinero del impositor, del ciudadano, el nuestro, juegan en puro beneficio propio importándoles un bledo las necesidades por las que pasen las economías familiares y las pequeñas y medianas empresas. Después de todo lo que ha llovido ¿No sería mejor tener la banca nacionalizada? Claro, eso es lo que no se puede hacer en este sistema liberal donde los estados han de estar al servicio de ellos, pues de lo contrario los ahogan económicamente.
Por tanto, si los gobiernos no tienen las manos libres para tomar las decisiones que mejor convengan al conjunto de los ciudadanos, qué políticos vamos a tener, salvo aquellos sumisos y comprometidos con el capital, al servicio de los poderes fácticos que integran el sistema. Entonces el “noble arte de la política” pasa a ser un “oficio”, una actividad sujeta a los designios del señor dueño del poder real, que se esconde entre bastidores y mueve los hilos. Su actividad e intereses se entroncan con los de su señor y se coaligan para sacar mutuo beneficio de la relación, en forma de presentes materiales tipo trajes, coches o cualquier otra dádiva compensatoria por su fidelidad y lealtad, o por su connivencia ante el atropello urbanístico. Hay quien se mete en política para forrase y no tiene recato en decirlo.
¡Cuánto debe andar sufriendo el político de vocación..! el honrado y movido por la idea de servir al pueblo, de ejercer el “noble arte de la política”, porque haberlos haylos, aunque en estos momentos cueste creerlo. A los idealistas solo les queda la reserva como testimonio o manifiesto de una idea de alternancia que no cabe en el sistema y que solo nos llevaría a la debacle, a la destrucción y la ansiedad de un futuro incierto; idea que solo será factible cuando el ciudadano mediocre dé paso al idealismo y se sumen la fuerzas requeridas para desarrollar el cambio, a la que llamo la sinergia social responsable. Cambio que haga pivotar la esencia de la política y de la sociedad sobre los valores humanos, priorizando los beneficios del ciudadano sobre los empresariales. Lo dicho: La empresa al servicio de los intereses de la ciudadanía, del desarrollo real de la sociedad y no al revés. Mientras tanto, los medios se encargarán de recordarnos que más vale pájaro en mano… y a callar. En eso estamos, amigos. En la próxima entrega espero poder plasmar mis conclusiones.