La
religión en la guerra y la posguerra.
Procesionando en los años cincuenta. Cuevas de San Marcos |
Vistas
las dos entradas anteriores es fácil hacerse una idea de cual es el papel que
desempeña la iglesia, sobre todo su jerarquía, en el conflicto civil, dado la
simbiosis entre ambas partes, o sea, clases dirigentes conservadoras e iglesia.
Al
catalogarla, tanto el marxismo, el anarquismo y el propio movimiento obrero
desde la revolución francesa, como un elemento alienante de la masa popular, la
sitúa en el blanco de sus ataques. La iglesia, que es como un enorme elefante
que se mueve con extrema lentitud, está falta de reflejos y continúa anclada al
poder y la tradición, sin saber interpretar claramente el mensaje del Jesús más
humanista. Sigue defendiendo sus prebendas e influencias y dando la espalda a
las necesidades sociales reales y a la explotación de la masa obrera. Por
tanto, el conflicto estaba servido y las partes aprestadas al combate.
Es
bien cierto que la iglesia es perseguida y no defendida con rotundidad por la
República ante los ataques de sus enemigos ideológicos. También lo es que
fueron asesinados muchos de sus seguidores, sobre todo clérigos, frailes,
monjas. De igual forma, en bastantes casos, se quemaron y destrozaron iglesias.
También es cierto que las bandas de pistoleros de uno y otro bando andaban a la
gresca y se asesinaba a sindicalistas y obreros, a la par que el anarquismo
militante respondía con la misma moneda.
En todo esto, la alineación secular de la religión con el poder estaba
pasando factura a través de la violencia; su apoyo al absolutismo, su
connivencia con las fuerzas más conservadoras y reaccionarias, su implicación
en el sostenimiento del sistema injusto que se denunciaba, la situaban en uno
de los bandos de forma descarada. Se da, pues, un acumulo de “mártires”, por
usar un término religioso, entre sus seguidores, sobre todo durante el
conflicto bélico, lo que ha llevado a una ola de beatificaciones en los últimos
años. Eso sí, los 16 curas vascos asesinados por el bando nacional no tienen
este calificativo y anda excluido de la posibilidad de beatificación, ya que
eran simpatizantes del bando contrario o, en todo caso, del independentismo
vasco que pretendía romper la patria, España.
Manifestación de fervor femenino en la posguerra (Cuevas de San Marcos) |
Sin
entrar en los honores dados por el régimen a estos “mártires” y a los muertos
del bando vencedor, hemos de lamentar que aun hoy día, cuando parece que ya se
debería haber resuelto el conflicto con la convivencia constitucional que se elaboró
en la transición y haber cerrado las heridas abiertas durante la guerra,
permanezcan en las cunetas y fosas comunes, como proscritos, miles de restos de
ciudadanos asesinados por el bando vencedor, si bien los suyos, insisto, han
sido honrados sobradamente en los años del franquismo. La religión que, para
mí, debería ser la paladina que reclamara el trato humano adecuado a estos
muertos, que un día pudieron ser sus enemigos, sigue sosteniendo el odio y el
desprecio lavándose las manos, no reconociendo su propia implicación en los
fusilamientos y ejecuciones sumarias, bendiciendo el pelotón, presenciando,
muchas veces, las ejecuciones para dar “cobertura espiritual” al fusilado.
En
esto me viene a la memoria el dicho que: “Quien a hierro hiere a hierro muere”;
pero, como creo en la ley del péndulo, también diré: “Quien a hierro es herido
a hierro mata”. La iglesia tuvo mártires y fue herida a hierro a lo largo de su
historia, sobre todo en sus primeros momentos, pero aprendieron bien la lección
y muy tempranamente andaban quemando templos paganos y pregonando la muerte del
infiel. En este caso reciente también dieron cobertura moral y espiritual a
muchos crímenes del franquismo. El sufrimiento y muerte de un comunista (todos
los del bando republicano fueron tildados de comunistas, vaya forma de
generalizar) eran merecidos, pues eran demonios con cuernos y rabo (así nos los
imaginábamos los niños) enemigos de la Patria y del Señor. Y digo yo, y ahora
con sorna, eso de los cuernos podían darse en ambos bandos, si bien lo del rabo
era evidente que lo había aunque fuera mal puesto por delante en lugar de la
cola. Eso sí, las mujeres del bando vencedor andaban más controladas y no
estaba bien visto encontrarlas hablando con otro hombre, salvo el cura, con lo
que el cura era el consolador oficial de las damas frustradas, ejecutor
milagroso de maternidades imposibles y padre, Dios sabrá, de cuantos hijos, ya
que todo el mundo le llamaba padre, si bien sus hijos le solían llamar tito.
Curas y mujeres en la puerta de la iglesia |
Pero
volvamos al tema. La iglesia toma parte activa en la contienda y comparte con
el régimen la cama, controla las ideas y el pensamiento moral, define la ética
civil, perdona los pecados (sobre todo de los suyos), censura la educación y
los medios de comunicación a la par que lo hace el régimen. Recuérdese la
calificación que se ponía en la parroquia sobre las películas que se
proyectaban en los cines, la obligatoriedad de acudir a misa los domingos salvo
ser señalado con el dedo, los niños con los niños, las niñas con las niñas,
dejad que los niños se acerquen a mí, el poder del cura del pueblo y del clero
en general, la sumisión de la gente con el besamanos continuo de los curas, su
exclusión de la ley penal, exención de impuestos y un sinfín de prebendas
otorgadas por el régimen ante su connivencia.
En
estas circunstancias, la iglesia bendecía la guerra como una Santa Cruzada,
daba cobertura moral y religiosa al hecho, allanaba el camino para que el régimen
se entendiera con Dios y fuero nombrado Franco “Caudillo de España por la
Gracia de Dios”, como aparecía en las monedas junto a su imagen, lo paseaba
bajo palio, le otorgaba parte en el nombramiento de sus obispos, adoctrinaba al
pueblo en la sumisión al poder establecido y a los principios del Movimiento
Nacional en las escuelas, sostenía y potenciaba el sometimiento de la mujer al
dictado machista y un amplio etc. En suma, la religión, en su alianza del
nacional-catolicismo, asumió el papel de adoctrinadora y controladora de la
mente y el espíritu de la gente para perpetuar el sistema. En contrapartida es
favorecida por el régimen con diezmos y primicias, con exenciones fiscales que
se mantiene en la actualidad con el IBI, con subvenciones y pago de curas y
religiosos en plan funcionariado, de colegios y con disposiciones legales que
la protegen. En todo
caso es bochornosos que se mantengan la presión fiscal sobre la ciudadanía
en tiempos de dura crisis mientras la iglesia, egoístamente, anda embolsándose cantidad
de millones de euros procedentes del conjunto de esa ciudadanía, incluidos los
no creyentes. Ellos ponen como justificación su labor social a través de cáritas
y demás organizaciones, pero a la vista del artículo reseñado más abajo cabe
pensar en cambiarle el acento a cáritas y dejarlos en caritas, pero duras. Para
más información aconsejo, entre otros, el interesante artículo de Juan G. Bedoya
en el diario el País, titulado Jaque al paraíso fiscal (ver en:
Banquete de primera comunión |
Pero
continuemos. Hoy sigue habiendo claros ejemplos de esa resistencia al cambio, a
esa necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos y echar “pelillos a la mar”, de
su obcecación en el anacronismo dictatorial religioso. Se ve que los pastores,
tipo Rouco, no están por la emancipación de las ovejas, aunque la derecha más
recalcitrante pidiera para el reformista Tarancón el paredón en los tiempos de
la transición, aunque el Concilio Vaticano II abriera la iglesia al pueblo y se
acercara al sufrimiento y la injusticia con la elaboración de la Teología de la
Liberación, a la que, tras la muerte de Juan XXIII, se le fueron poniendo palos
en las ruedas hasta demonizarla con el tiempo al amparo del inefable Wojtila,
próximo santo de oficio.
Aquí
he de decir que la iglesia es culpable. Culpable de la muerte de la fe y la
religiosidad de muchos creyentes. Pues se da una confrontación entre el mensaje
de un Jesús humanista, abierto a todos, paladín de la justicia social, cercano
al pueblo con el que compartía el sufrimiento y la idea de liberación, con el
que nos identificábamos muchos de los luchadores de aquellos tiempos, y por
otro lado un Dios sembrador del miedo, amenazante con los infiernos, frustrador
y controlador, aliado del poder y la injusta tradición, que busca hacer al
ciudadano bobo y sometido a los designios pastoriles y al mundo milagrero, con
curas de boato y ceremonia, de prepotencia y verdad dogmática, que choca
claramente con los nuevos tiempos, con el proceso devolutivo social que ya
viene imparable…
Placa recordatoria del increíble milagro de San Vicente Ferrer ( en una calle de Morella) |
Como
prueba de que sigue anclada en el pasado, de que su anacronismo es inmutable,
señalo algunas cuestiones significativas. Todavía se ven en el interior de
muchas iglesias lápidas recordatorias de los caídos por Dios y por España del
bando vencedor, véase como ejemplo la catedral nueva de Vitoria-Gaztei, y creo
que la de Jaén también la tenía, cuestión que, por estar dentro, no agrede a
ningún transeúnte y están en su derecho de poner lo que les venga en gana
dentro de su casa, pero en la fachada exterior, como es el caso de Morella
donde estuve recientemente, es otro cantar. Ya que hablamos de Morella, hay
otro ejemplo claro de bobería crédula cuando se encuentra en una fachada una
placa (ver foto) con la inscripción: “En esta casa obró San Vicente Ferrer el
prodigioso milagro de la resurrección de un niño que su madre enajenada había
descuartizado y guisado en obsequio al santo. (1414)”. Toma ya…!!! Ahora vas y
lo cascas… Estos es mucha más milagro que la gallina de Santo Domingo de la
Calzada, que como bien sabréis, cantó después de asada… Con todo mi respeto, a
estos dislates solo se le puede dar crédito desde una fe ciega que anule la
razón y cierre la mente a cualquier razonamiento lógico. Eso sí, la iglesia
sabe crear esas mentes, pues práctica no le ha faltado a lo largo de los
siglos.
Para
mí, y lo digo con todo el comedimiento, esta jerarquía eclesiástica está muy
lejos de sus bases populares (no me refiero al Parito Popular, claro está, que
es más bien su aliado) y de su misión religiosa, pues es bastante intolerante,
se cree con derecho a orientar al legislativo, sigue siendo dogmática,
anatemiza, carece de cualquier planteamiento democrático, es machista y
excluyente, mercadea con objetos de fe y sigue sosteniendo una estructura
farisaica e hipócrita, donde el dinero es objeto de culto y dedicación. Sin
embargo, conozco a mucha gente creyente que son modelos de compromiso social,
de capacidad de razonamiento crítico y de coherencia. Me permito un recuerdo a monseñor Romero, asesinado en El Salvador por ultraderechistas protegidos por el régimen, como defensor del pueblo oprimido y denunciante de los atropellos del poder. Lo que no me cabe bien en
la cabeza es como siguen sin luchar dentro de su organización por cambiar las
cosas y hacer una religión más humana, más abierta, que respete la diversidad y
defienda el laicismo como forma de relación social entre los distintos credos.
Pues
bien. Esta iglesia es la que anduvo dominando el país durante la posguerra y
mis años de infancia. La viví en mis carnes, y solo de mayor, cuando mi uso de
razón y mi conocimiento me permitió la libertad de pensar autónomamente, puede
sajarme de ella y fraguar un pensamiento crítico. Eso le pasó a mucha gente de
mi generación.
Procesionando en mi pueblo. El monaguillo de la derecha soy yo |
Ahora
estamos inmersos en una situación de conflictos religiosos, donde la fe vuelve
a blandirse como espada de lucha irracional para neutralizar ideas. Miedo me
dan las religiones que, como ya he dicho, no trajeron paz sino guerra, no aportaron
encuentro sino confrontación, no buscan la verdad sino imponer “su verdad”
dogmática, no utilizan la razón sino la fe… y es que muchas religiones
justifican el mal cuando este está al servicio del bien, de su propio bien. Es
decir todo vale para sostenerse en esa fe y en ese credo, por lo que se mata,
si es preciso, para defenderse de las agresiones de las ideas contrarias. En
algunos casos, como estamos viendo, incluso con bombas e inmolaciones
indiscriminadas. ¿Qué tendrá la vida del más allá que nos lleva a hacer tantas
barbaridades en el más acá?
Bien,
amigo/a lector, si has llegado hasta aquí, tras leer las diez entradas bajo el
epígrafe Andalucía, aunque sea más bien una pasada por la historia de España
para situar el contexto de mediados del siglo pasado; si Dios te otorgó la
santa paciencia para leerme y tener esta visión de las cosas desde un punto de
vista más crítico, te agradezco esa paciencia y el interés mostrados y ¿cómo
no? los comentarios que pudieras haber colocado con tus opiniones. En todo
caso, te comento que esto es parte de un proyecto literario de análisis
personal sobre el momento histórico que nos ha tocado vivir y como se fue
fraguando esta sociedad en crisis y conflicto continuos. Espero, cuando el
proyecto esté pulido y concluido, que me llevará cerca de un año, poder
presentarlo de forma íntegra para que puedas conocerlo en toda su extensión.