Algunas consideraciones previas
Derecho a la información:
Lo entiendo como el derecho que todo sujeto tiene a recibir información veraz, contrastada y de calidad para poder formar su propia opinión sobre un tema, sin ser manipulado, y bajo el exclusivo criterio de su capacidad de discernimiento, al amparo de la libertad de expresión y la responsabilidad del emisor.
Libertad de expresión:
Para mí consiste en el derecho que tiene cada uno a expresar su pensamiento, ideas y opiniones de forma asertiva y libre, sin miedo a ser reprimido. Para filósofos como Pach, Montesquieu, Voltaire y Rousseau la posibilidad del disenso fomenta el avance de las artes y las ciencias y la auténtica participación política, además de ser esencial para descubrimiento de la verdad, lo que implica la condición del uso responsable de la libertad de expresión. Y aun así, el que unas ideas tengan mayores medios de difusión las impondría sobre otras, al margen de la verdad.
Libertad de prensa:
Se deriva de la libertad de expresión. “Es la existencia de garantías con las que los ciudadanos tengan el derecho de organizarse para la edición de medios de comunicación cuyos contenidos no estén controlados ni censurados por los poderes del Estado” (Tomado de Wikipedia). Conlleva, pues, la elaboración y gestión de los medios de comunicación.
Entiendo, por tanto, que quien gestiona la prensa al amparo de la libertad de expresión puede estar desinformando, manipulando o creando estados de opinión que no se ajusten a la verdad, por lo cual estaría conculcando el derecho a
------------------------------
Posiblemente me esté metiendo en un berenjenal con esta reflexión pero, como todas, tiene este riesgo. Eso sí, siempre pretendes salir del berenjenal con las ideas más claras, o al menos lo intentas.
El otro día, cuando volvía con mi amigo Pablo de ver la exposición de Alberto Giacometti: Una retrospectiva, en el Museo Picasso de Málaga, nos encontramos con que, en la fundación Cajamar, conferenciaba Rosa María Calaf, periodista avezada y fraguada en mil batallas como reportera de televisión a lo largo y ancho del mundo, por lo que entramos a escuchar sus planteamientos.
Hizo alusión al criterio con el que se eligen las noticias y cómo una guerra puntual pasa a ser olvidada, dejando de ser noticia aunque persista, incluso, con mayor violencia. De todos es sabido que la información crea opinión y que las noticias conforman esa información, por lo que el criterio de selección de estas va en función del interés que se tenga en fraguar una determinada opinión. Decía Joaquín Arozamena, en una charla de un curso sobre comunicación al que acudí hace años, que el que determina la línea de información es el dueño del cotarro, el que paga, vamos… Si un periodista quiere trabajar en ese medio en concreto sabe que tendrá que someterse a las directrices del consejo de redacción… y esas las determina quien paga.
Esto es obvio, pues si analizamos la prensa de nuestro país, sin ir más lejos, veremos donde se encuadran los distintos periódicos y como tratan una misma noticia. A veces parece que nos tienen por tontos y nos colocan informaciones tendenciosas para orientar nuestra opinión en una línea determinada. No es lo mismo leer una misma noticia en La Razón, ABC, El País, El Mundo, Público, etc… lo matices tendenciosos orientan la opinión. Eso no quiere decir que no existan periodistas honrados y de alta cualificación profesional.
Pero, volviendo al tema de Rosa María Calaf, los medios de comunicación, especialmente la televisión, en nuestro sistema económico de corte mercantilista, están pensados para hacer dinero, para ser productivos, pues son una empresa que busca beneficios monetarios, sin dejar de lado que crear opinión es un medio de garantizar adhesiones a intereses políticos y económicos. El primer objetivo sería, pues, conseguir audiencia para ampliar el mercado del marketing y, de camino, difundir pensamientos afines, cuando no a la inversa.
Por otro lado, aparte de la distracción, de lo lúdico y el entretenimiento que aporta la TV, están dos pilares de especial trascendencia, como son la información y
Dado que el interés de la TV está en incrementar su audiencia, busca la forma de atraer espectadores sin importarles demasiado el contenido del programa, sino más bien la capacidad de seducir al público. Pero, como diría el amigo Punset, los seres humanos nos movemos por emociones, y son estas emociones las que nos llevan al campo del interés. Mientras más emocionante sea el programa más llamará la atención del televidente. De eso se trata. Por tanto, la aburrida vida del espectador la confrontamos con la azarosa y morbosa vida de determinados sujetos y sujetas, donde proyectar nuestras propias vivencias, frustraciones y deseos, amén del cotilleo que conlleva la vida social en su aspecto comparativo “inter pares”.
Pero la emoción y la razón son dos formas de enfrentar la vida que se han de conjugar. Al componente infantiloide de la emoción se suma el de la razón, más propia del adulto, del sujeto maduro que sabe gestionar sus emociones para no caer en la trampa que suele tender el impulso irracional de la emoción.
Un sujeto que se deje llevar por la emoción pierde capacidad de razonar. Si formamos sujetos impulsados por ellas conseguiremos respuestas emotivas o emocionales manejables desde la propia información. Lo único que habría que hacer es identificar cuales son los estimulantes de las emociones y usarlos en su momento. Esto se da en el manejo de las masas con relación a ideas o principios introducidos como inalienables, en planteamientos de pertenencia a grupos o tribus, en seguidores de futbol y otros deportes, en las religiones, en la política… Por tanto, el sujeto es más manipulable desde las emociones que desde
No quiero mencionar a ninguno o ninguna de los/as impresentables presentadores o tertulianos que pululan por la TV y que gestionan las emociones paras embrutecernos, pero sí diré que cada día me considero más desafecto a estos medios. El estilo berlusconiano, donde el respeto brilla por su ausencia, donde la masa se distrae de la vida cotidiana y la verdad del entorno, de la problemática real y de las exigencias participativas de toda sociedad, a base de banalidades, entrando en la dinámica autocomplaciente de que los otros son más malos que yo, por lo que me queda margen de maldad hasta ser como ellos, hace de esta sociedad un ente mediocre y digno de ser rescatado, a través de la educación y formación, para no dejarse atrapar en situaciones alienables que lo lleven a
En fin, os dejo con este proceso divagante, que solo pretende aclararse un poco, pero que se basa en mi exigencia personal para ser informado con lo más próximo a la verdad sin tintes manipulativos… Por eso, mientras no se me demuestre lo contrario, empiezo a pasarme por el forro (con perdón de la expresión) muchos programas, incluidos de opinión, que pretenden embrutecer mi pensamiento… Al parecer el trabajo de la maduración psicológica pasa por ser autodidacta, para llegar al desarrollo personal de la capacidad de razonar, dejando de lado las emociones que son las que abren la puerta a los intrusos manipuladores…