martes, 30 de marzo de 2010

Qué hacemos con la crisis (Parte II)


Pero qué es lo que impide que los gobiernos puedan decidir y tomar libremente las medidas correctas para adecuar el sistema. Yo creo que hay varias cuestiones a considerar, que se escapan y condicionan el juego de las decisiones políticas y administrativas. En primer lugar el poder del dinero, que es el motor del mundo. El dinero lo gestiona la banca, controla su flujo y determina el nivel crediticio, enfriando o calentando la economía. Su cinismo es evidente, pues haciéndose depositaria de los bienes de la gente, los usa para su enriquecimiento desmedido, procurando su propio beneficio en preeminencia sobre el cliente y dueño real del recurso. Después encontramos las estructuras políticas, los partidos, que necesitan de ese flujo nutriente, del dinero, para mantener su actividad. Están sujetos a los créditos de la banca y cogidos por ella. Sus deudas pueden condonarse subrepticiamente o ser exigida su cancelación, lo que les llevaría a la banca rota… Poderoso caballero es don dinero, ante él nos humillamos y claudicamos. Por otro lado, el mundo político tiene una estrecha relación con el mundo económico, compartiendo muchos intereses respecto a la actividad productiva y de empleo, cuando no de beneficios directos compartidos. También nos encontramos con que los países no son sistemas aislados sino que están inmersos en un conjunto amplio, en un sistema de interacción que irradia todo desde la transversalidad. Si vas en el barco has de remar en el mismo sentido, de lo contrario te tiran por la borda. El almirante (el capital) dirige y manda el rumbo y los capitanes (los gobiernos) a obedecer. El margen de maniobra es limitado, sobretodo una vez que el almirantazgo ha retomado el mando con más fuerza, si cabe, que antes de la crisis. Se les intuye decir: “Señor Zapatero, no se me mueva de la hoja de ruta para solucionar el problema, el señor Montoro sabe muy bien lo que hay que hacer por nuestros intereses y, si usted se desvía, crearemos opinión pública para largarlo del gobierno antes de lo que se piensa… señor Yorgos Papandreu, usted a obedecer y a ajustar su economía para que podamos volver a invertir con garantía de ganancia en su Grecia corrompida y debilucha. Entonces le daremos credibilidad... Si ustedes no hacen lo que se les dice, les retiraremos el crédito, el capital restringirá las inversiones y le ahogaremos económicamente…” ¡¡¡Han hablados los organismos internacionales que velan por el sistema!!! Entre líneas uno se pregunta: ¿Quién gana con la crisis? De momento el año pasado se incrementó el número de milmillonarios en dólares en un 27%, mientras el paro y la pobreza se dispararon en el mundo del trabajador, según algunas fuentes. Y uno piensa que, realmente, la están controlando ellos… ¿No la habrán planificado también?


Mientras tanto, el pueblo carente de criterio y de hábito crítico, se deja llevar por los medios de comunicación, por los periodistas especializados al servicio del dinero, por las gestión y administración intencionada de noticias para crear opinión y apoyar a los Berlusconi descarados, a esos especuladores hipotéticos que pescan en río revuelto y que, si es menester, lo remueven para sacar más peces.


Por otro lado, la ética y la moral se siguen apoyando en los mismos principios. Son los sustentados por una ideología política y religiosa, de componente histórico, que ha demostrado su inutilidad, su injusticia social, su interés exclusivo en todo lo que significa ganancia económica. La herramienta de la caridad reviste al ladrón de buena gente, de bondadoso y justo, cuando solo da las migajas que caen de su mesa. La caridad reparadora existe porque existe la injusticia.


Por último, entiendo que el poder del ser humano es su inteligencia. Hasta ahora han controlado el sistema educativo y creado cierto nivel de sumisión, de conformismo, de dejación de funciones y responsabilidades sociales en manos de los poderosos, de los inteligentes gestores de los recursos. Manos libres, pues, para hacer y deshacer, para gobernar y enriquecerse con el consentimiento, por activo o por pasivo, del ciudadano de a pie. Pero estas cosas actúan de revulsivo, crean conciencia ciudadana y despiertan las mentes dormidas. Querrán seguir adoctrinándonos en sus principios, pero la luz de la inteligencia no se apaga salvo con la mediocridad, el atraso y la ignorancia.


La solución sigue estando en nuestras manos. Primero hay que crecer en conocimientos, principios y valores justos. Desarrollar capacidades de discernimiento crítico, erradicar la ignorancia, crear voluntades y compromiso social responsable y después luchar por cambiar el sistema sin venderse al mejor postor. Los tiempos de los cambios violentos, de las revoluciones sangrientas, han pasado, pues en ellos se movían las masas por las sensaciones, por la visceralidad y las emociones que generan la injusticia, siguiendo a un líder carismático que, al final, con el ejercicio del poder, siempre traiciona los principios que iniciaron la acción.
Es el tiempo del cambio lento, continuo, profundo y personal, donde cada uno introyecte otros principios que se orienten a la mejora del ser humano de forma integral e integrado en su entorno. Solo desde una nueva conciencia social se puede hacer pivotar el ejercicio del poder hacia los intereses generales de los pueblos, hacia una ciudadanía de excelencia, libre y responsable desde la solvencia de su conocimiento. El crecimiento intelectual del pueblo tiene una alianza importante en las nuevas tecnologías, en los medios de comunicación no manipulados por el poder, en la libertad real de expresión sin someterse a intereses del amo. En ello estamos con Internet y los recursos que pone a nuestro alcance.


¿Conseguiremos alguna vez enfocar el mundo hacia una doctrina humanista y abandonar el materialismo salvaje del capitalismo?

sábado, 27 de marzo de 2010

Qué hacemos con la crisis (Parte I)



El devenir cotidiano de la vida política, social, económica, cultural, etc. en nuestra sociedad es preocupante. Los cimientos en que se fundamenta, hasta ahora, el sistema capitalista y de mercado libre, han fallado y se ha producido un seísmo de magnitud considerable. Para muchos, esos cimientos, no tenían al solidez que da la justicia social, ni los principios adecuados que permitieran la evolución del hombre en su faceta de desarrollo personal, tanto material como intelectual.



La defensa a ultranza de la capacidad autorreguladora del mercado, argumentada por el neoliberalismo, ha sido la clave para desprenderse del compromiso social que toda empresa debe tener ante los ciudadanos. Ello ha significado convertir el mercado en un mundo de depredadores económicos, donde los valores humanos pasan a segundo orden. El reino del mercado se ha impuesto, atentando contra los principios básicos de la soberanía popular, pues no ha permitido, o al menos ha minimizado, la influencia y el control de los Estados en sus actuaciones. La llamada ingeniería financiera, hija de la especulación y el cambalache, ha llevado al mundo a una crisis sin precedentes. La avaricia y la codicia de la banca, despreciando el valor de las personas y la idea de bienestar general, ha supuesto una desestabilización del sistema que ha generado un conflicto de poder entre el dinero (banca, multinacionales) y el poder formal (gobiernos).



Estamos, pues, en crisis. Pero… ¿qué es una crisis? Crisis es algo que se rompe y porque se rompe hay que analizarlo, pues se supone que ya no sirve de la misma forma. Nos obliga a pensar, por tanto produce análisis y reflexión. Algunos entendidos comentan que, para los chinos, se expresa en la unión de dos ideogramas uno que significaría peligro, y otro, y de ahí el motivo para estar esperanzados, que significa oportunidad. Por tanto, crisis hace referencia a un momento de ruptura en el funcionamiento de un sistema, un cambio cualitativo en sentido positivo o negativo, ofertando la oportunidad de tomar decisiones para eliminar el peligro.



En otro sentido y en función de su calado, podemos hablar de crisis coyunturales y crisis estructurales. Las coyunturales están siendo periódicas, cíclicas, y dependen más de causas ajenas a la estructura, a aspectos azarosos o puntuales que se presentan de forma imprevista, aunque siempre tengan cierto componente estructural. Las estructurales ponen en entredicho el funcionamiento del propio sistema, pues lo que falla son los mecanismos de afrontamiento de éste para dar respuesta a las demandas que se van presentando en el proceso evolutivo. Es decir, es una crisis de los órganos y de la estructura que sustenta el sistema y su interacción inter e intragrupal.



En nuestro caso se ha producido una clara crisis estructural, que pone en cuarentena al sistema económico y político que nos gobierna. Para mí la clave está en la desregulación, o mala regulación, del mercado financiero, de lo que se han aprovechado para sacar pingües beneficios, sin importar la trascendencia de sus decisiones, y de la propia filosofía capitalista que se fundamente en el valor del capital, del dinero.



Por tanto, es el momento, la oportunidad, de tomar decisiones drásticas que eviten el peligro, para que no se repitan y, a la vez, minimizar su efecto. Ello llevaría a asestar un golpe decisivo a los responsables, a crear nuevas estructuras que consolidaran un mejor funcionamiento, a revisar todo el sistema para ver dónde ha fallado y tomar las medidas estructurales pertinentes, que modulen y definan otra organización de mayor solvencia y justicia. El tobogán de la codicia corporativa debe dar paso a un orden equilibrado donde el ser humano sea el eje sobre el que pivote toda la actividad económica y social.




Pero no hay agallas. Mejor dicho, no ha habido agallas, pues ya es tarde, o casi tarde. El sistema se ha recolocado y el protagonismo, la iniciativa, ha pasado al mercado de nuevo. Ahora, tras haberlos sacado del atolladero, han retomado su poder y el control del dinero que los gobiernos le ofrecieron para salir de la crisis y se siente poderosos. Su capacidad de influencia se ha restituido y se atreven a amenazar y dar lecciones a los propios gobiernos sobre qué deben hacer para superar la crisis. El dinero vuelve a circular bajo el control de la banca. Como es lógico, bajo su criterio, lo que hay que hacer es reforzar el sistema para poder seguir especulando. Mantener y consolidar las estructuras de gestión económica desde la perspectiva global, para poder seguir con el dominio de las finanzas mundiales. A ello juegan los gobiernos y las ideologías afines, que les protegen.



Creo que se está perdiendo una excelente oportunidad y, de no considerar la crisis desde la perspectiva estructural, estamos condenados a repetirla y seguir con la injusticia y la debacle administrativa que gestiona los intereses mundiales.



No ha habido capacidad de diagnóstico precisa. No se ha sabido o querido delimitar cual ha sido el verdadero motivo de la crisis y, en todo caso, no hubo valentía de acometer las medidas precisas para cambiar el sistema y adecuarlo a los nuevos tiempos y a los intereses generales de la ciudadanía. Cuando un gobierno, en lugar de exigir responsabilidades y castigar a los culpables, acaba rescatándolos con los recursos públicos por su linda cara, sin ninguna contrapartida de peso, no hace más que darles alas y reforzar su poder, pues entienden que sin ellos no es posible la supervivencia del sistema y los gobiernos no están por hacer cambios y aventurarse a la debacle… Más vale malo conocido que bueno por conocer.



Era, o es aún, una excelente oportunidad para cambiar el sistema, para reorientar la actividad pública, empresarial y financiera hacia objetivos más justos y humanos, más razonables y encauzados a la mejora de la vida y el desarrollo personal del ciudadano como individualidad que comparte existencia con sus semejantes.


lunes, 22 de marzo de 2010

Ocurrencia 16 (Creciendo con las vivencias)

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“Lo que desarrolla al hombre no es lo que vive, sino cómo lo resuelve”.

Muchas veces nos planteamos cómo pueden ser tan distintas dos personas que han pasado por las mismas circunstancias. Dos hermanos, de los mismos padres, criados de forma similar en un mismo hábitat, resultan ser muy diferentes.

Podríamos entender que un mismo hecho debe tener la misma incidencia en la educación de un sujeto. Nada más lejos de la realidad. El hecho en sí mismo es un estímulo que nos da la oportunidad de vivir y resolver una determinada situación, aquella que se nos presenta. De aquí la dificultad y complejidad de un proceso educativo y/o formativo solvente.

Pero lo que realmente nos enseña, lo que nos hace crecer y conformar una determinada personalidad, un estilo y forma de acometer los problemas, una actitud ante la vida, en suma, un posicionamiento ideológico, actitudinal y conductual, es la forma en como hemos ido resolviendo las vivencias.

Cuando nos enfrentamos a una situación conflictiva, y no la resolvemos adecuadamente, puede quedar un trauma o frustración psicológica que nos marca y condiciona las conductas futuras, en todo o en parte. Pero si la respuesta ha sido la adecuada el problema, o situación conflictiva, ha quedado resuelto y habremos aprendido de la experiencia, lo que implica un desarrollo.

Por tanto un mismo problema mal resuelto es frustrante, castra la evolución y desarrollo, mientras que una adecuada respuesta que lo solucione, nos permite adquirir conocimiento y capacidad de solventar esa y situaciones similares.

Podemos pensar, entonces, que una situación conflictiva, más que un peligro, es una oportunidad de cultivarnos, de desarrollo personal. Al fin y al cabo la propia vida es un campo de aprendizaje donde, día a día, vamos adquiriendo experiencia y conocimiento. El miedo, producto de la inseguridad y desconocimiento ante una situación complicada, debería ser sustituido por una actitud de alerta y disposición para acometer el problema sin temor a las consecuencias, sino con la expectativa de resolución y, en todo caso, de aprender de la experiencia, sea cual fuere el resultado del intento de resolución. Nuestro aprendizaje se produce mediante la valoración final de la respuesta y sus consecuencias. El feedback, o retroalimentación, nos dará la información que nos permita evaluar la idoneidad de la conducta ejercitada.

En este sentido, creo que la clave está en el sistema de afrontamiento de los problemas. Sin descartar la elección contingencial para cada caso, es decir, según que circunstancia cabe un sistema de afrontamiento, es aconsejable que, en principio, sea el sistema de afrontamiento directo el que prevalezca. El afrontamiento directo implica una disposición para resolver el problema definitivamente, para dar respuesta, a la circunstancia que se presenta, de forma eficaz. En contraposición, el escape-evitación solo es aconsejable ante una circunstancia que no podemos resolver con los recursos de los que disponemos y estamos sobrepasados por la demanda. En el convencimiento de que es una situación puntual, difícilmente repetible o, al menos, es evitable en un futuro. Si el león te va a comer en plena selva, corre y escapa. Pero si trabajas allí, procura tener medios adecuados para neutralizar ese peligro la próxima vez.

En suma, para facilitar nuestro crecimiento personal, nuestro desarrollo, es conveniente ver en cada vivencia una oportunidad, más que un peligro, aunque ambas cuestiones se manifiestan a la par. Es la ocasión de dotarnos de recursos para resolver la situación de forma definitiva y evitar la amenaza hoy y siempre.

LA VIVENCIA NO ES LO MAS IMPORTANTE, SINO COMO LA RESOLVEMOS.


martes, 16 de marzo de 2010

We are all one (Subtitulado Español)


Todos somos uno.

En mis últimas entradas he andado reflexionando sobre el tema de la política y la gestión pública, el sistema y sus incongruencias, buscando la puerta que nos lleve a un nuevo orden en la relación social más justo y más sostenible en el tiempo.

Una amiga me ha remitido este video sacado de youtube.com. Me ha parecido un excelente colofón a todo lo que he intentado transmitir en mis reflexiones. Mi conclusión es que todos somos la misma cosa, formamos un sistema interactivo que se mantiene en equilibrio para seguir subsistiendo, pero que si alguien lo agrede acabará por ser eliminado mediante su desajuste o desacople y arrojado del sistema. Nosotros desapareceremos, pero la tierra, con su deterioro, persistirá aunque sea maltrecha. En nuestras manos está evitarlo…

"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra". Eso dice el Génesis en su capítulo I.


Cómo pudo Dios dejar a cargo de la tierra a un desalmado, un egoísta avaricioso desequilibrado que solo pensaría en explotarla y destruirla en beneficio propio. Y me pregunto si la Biblia no la escribiría un hombre prepotente y codicioso, megalomaniaco, con ansia de poder, para justificar las barbaries que el hombre cometería a lo largo de los tiempos.


Dejo que sea el video quien hable y espero que os despierte las sensaciones que ha provocado en mí… Esta sociedad nos separa cada vez más de nuestras raíces, de la madre tierra. Creo que debemos volver a encontrarnos con ella desde un punto de vista racional y emocional.


viernes, 12 de marzo de 2010

NUNCA MÁS!!!






Ayer, al estar de viaje, no pude colgar mi pequeño homenaje a las víctimas del 11M. Hoy quiero hacerlo, sobre unas fotos del monumento de Atocha, tomadas en mi último viaje a Madrid.

Quiero mostrar mi más sincera solidaridad con las víctimas y ofrecer mi homenaje a quienes, con su sangre y su dolor, nos abrieron más los ojos ante la injusticia y la obsesión integrista del fanatismo. Hablo de las víctimas nuestras, de las del 11S en Nueva York, de las inglesas del 7J y de todas las victimas que se han ido acumulando a lo largo de estos años como consecuencia de la irracionalidad y de la intransigencia de todos los signos. Irak, Pakistán, Afganistán, Bali, Argelia, Marruecos, India y un largo etc. han sufrido y siguen sufriendo actos terroristas. Es la bola de nieve que se va gestando y que ya se ha llevado por delante, de una u otra forma, a miles de personas a lo largo y ancho del mundo. Situación que parece no tener fin.

También quiero expresar mi repulsa por la utilización partidista del gobierno en ese momento, dando información errónea y responsabilizando del atentado a otros autores distintos. Durante un largo periodo de tiempo sentí vergüenza ajena al ver cómo se estaba tratando el tema desde la perspectiva política e informativa. Lamentable e indigno espectáculo, carente de la sensibilidad que requería la situación. No diré más para no empañar mi homenaje.

Quienes me leéis y conocéis, sabéis que detesto la violencia, que creo en la razón y en el ser humano como portador de valores para desarrollarla e instrumentalizarla, con objeto de mejorar la convivencia. Entiendo la palabra como útil para el acercamiento y nunca para la confrontación, pues el ser humano está abocado, si es inteligente, al encuentro para construir un mañana igualitario y de desarrollo personal y colectivo, en contraposición a la violencia impositiva, castrante de la evolución humanista.

Rechazo las posiciones e ideas que potencian o protegen el uso de la violencia y, al amparo de textos y principios anacrónicos, que fueron conformando imperios del pasado para someter a los pueblos incultos y sumisos, pretendan imponer formas de entender la vida y las relaciones humanas desde la asimetría y la irracionalidad de interpretaciones subjetivas de esos textos, evitando que el ser humano se desarrolle libremente, como vasos comunicantes con sus semejantes, para crecer todos juntos.

Quien en nombre de su Dios derrama sangre de otros seres humanos, está ofendiendo a ese Dios. Pues esos seres humanos también fueron creados por Él. La megalomanía de algunos dirigentes religiosos y/o políticos que se autonominan portavoces celestiales, tendrá su castigo en el caso de que ese Dios suyo exista, pues le pedirá cuentas por haber eliminado a gente que Él mismo creó. La dinámica histórica ha camuflado las guerras económicas, y expansionistas del poder, como portadoras de valores para trasladar a otros pueblos, de sembrar la verdad divina y llevar a los hombres al justo camino… ¡Qué barbaridad!

Estos hechos y algunos otros, son los que le hacen pensar a uno que, definitivamente, dios no existe (pongo dios con minúscula, pues hablo de mi creencia, para ellos será en mayúscula). De existir, pienso que lanzaría contra esta gente el azufre del infierno por atentar contra su creación, por adjudicarse su representatividad, por utilizarlo para sus intereses de grupo o de poder, por alienar a los pueblos desde el ostracismo involutivo y castrar su crecimiento personal, intelectual y espiritual mediante consignas de pastores, sacerdotes, curas, imanes, rabinos, etc. hasta dejarlos en la ignorancia supina, que se desprende de la abolición del criterio propio y del libre albedrío.

Si dios existiera, habría que alabar su creación tan diversa, tan inmensa, para que desde todos y cada uno de los puntos de esa creación se produjera la confluencia entre los seres humanos en una verdad absoluta que desvelara, comprensible y racionalmente, la verdad de la vida, vista desde la mente abierta, desde la comprensión y la necesidad de apoyo e intercambio de experiencia, razonamientos e ideas, que lleven, o acerquen, al ser humano a la perfección. El hombre, desde su simpleza, finitud y levedad, tendría que ir incrementando la compresión del mundo mediante su desarrollo personal, para ir aportando su alícuota parte al crecimiento colectivo. Esa perfección no tiene nada que ver con la doctrina integrista, que se fragua para sostener la involución y evitar el desarrollo de la gente, para aglutinar el poder en la clase dominante, económica, ideológica o religiosa, y someter desde la alienación, como ya he dicho, a los pueblos y su gente, a través de la miseria y la necesidad. Los dirigentes que estén libres de pecado que tiren la primera piedra.

Si dios es el orden que sustenta el caos incomprensible del propio cosmos, habrá que llegar a él mediante la ciencia, el conocimiento, la razón y la vivencia de las emociones de la psique y su aplicación en la vida. Mientras más conocimiento tenga el hombre más cerca estará de él… Pero este dios, que no creó el universo como se dice, que, en lugar de crear al hombre a su imagen y semejanza, fue creado por éste, a su propia imagen y semejanza, para ser manipulado por las fuerzas del poder en beneficio propio; este dios, amigos míos, solo es una idea bajo mi punto de vista. En ese sentido estoy con Nietzsche.

Ojalá la muerte de tantos inocentes nos permita estas reflexiones que nos lleven a la verdad crítica de la vida, dando paso a una etapa de más justicia, desarrollo espiritual o intelectual y entendimiento entre los pueblos. La intelectualidad de las distintas culturas o civilizaciones, tienen la obligación de neutralizar los movimientos alienantes, que se dan en cada caso, para reivindicar y potenciar la libertad responsable de los pueblos. Ellos deben sembrar el interés por el conocimiento y ayudar en ese desarrollo, aunque tengan que renunciar a sus prebendas de clase.

Si ello se consigue, la sangre derramada no será en vano… Mi homenaje se ha convertido en un alarido de rabia e indignación, controlado y racionalizado, para no perder la esperanza en el futuro y en la gente que lo ha de decidir.

miércoles, 10 de marzo de 2010

El papel del Estado en el tránsito hacia un nuevo sistema.


He planteado en otras entradas cómo el poder se ejerce desde la sombra, desde la manipulación y amenaza soterrada del dinero, de la inversión y del desarrollo empresarial. Se amparan en la fuerza que da la información, los medios de comunicación y el dominio sobre la mayoría de ellos, para imponer, sembrar o diseñar las ideas que sostengan un orden afín a las políticas monetarias, en las que atrapan a los gobiernos mediante el chantaje de la deuda, de la retracción inversora o de la deslocalización empresarial, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo. El sistema próspero y estable del capital se convierte en incertidumbre, desasosiego y preocupación cuando queda en entredicho… ellos se encargan de sembrar y cultivar la idea y el miedo consiguiente, lo que hace que se imponga el egoísmo y se eviten las situaciones de cambio por la inseguridad que generan.

La cuestión está en comprender que estamos, ante todo, en un sistema democrático. Entendiendo por tal que la soberanía radica en el pueblo, y se ejerce mediante el voto. El voto decide quien gobierna, pero no quien es el dueño de los dineros, que desde la sombra ejercen su poder. Si el ciudadano es soberano, quiere decir que todo ha de estar a su servicio, incluido los medios de producción, la tierra (cuesta pensar que la tierra tenga dueño, cuando estaba antes que nosotros) y los sistema de gobierno, que deberían estar enfocados a anteponer los intereses generales a los particulares.

Si todos nacemos desnudos, cargados de potencialidades a desarrollar y con el mensaje genético de descubrirlas, lo lógico es que se nos faciliten los recursos para hacerlo y den las mismas oportunidades y, a la vez, el mismo influjo sobre lo que el entorno pone a nuestra disposición para ejecutarlo, es decir, para vivir.

Esto nos lleva a entender el Estado como una alianza entre iguales, entre los ciudadanos, que mediante el voto y el respeto mutuo, basado en unas normas de convivencia manifestadas en las leyes, acuerdan elegir a sus representantes para que, en su nombre, ejerzan el poder y tomen las decisiones adecuadas para el buen gobierno del país. Por tanto, no hay cosa más digna que gozar de la confianza del conjunto de los ciudadanos para ejercer la responsabilidad de gobierno.

Hay una realidad incuestionable, es la igualdad inicial de todos los seres humanos. Lo justo sería seguir manteniendo a lo largo de la vida esa premisa. Pero no, alguien se adueñó de los bienes y recursos necesarios para subsistir, y sometió a los demás, a través de la necesidad de satisfacción de sus demandas básicas para sobrevivir, que al fin y al cabo es el mensaje prevalente que llevamos en nuestro interior, la supervivencia de la especie. Con ello jugaron y juegan los dueños de los recursos. Dichoso el que nace entre los poderosos porque será poderoso, y pobre del que nace entre los pobres porque será pobre. Como dicen Les Luthiers: “El que nace pobre y feo, tiene muchas posibilidades de que al crecer… se le desarrollen ambas cualidades”.

En este caso, los recursos de la tierra pueden estar en manos de unos cuantos, pero no son suyos, sino de la sociedad en su conjunto y de todo ser viviente que la habita, que son los hijos reales de la tierra fraguados a través de los tiempos. Es más, ni siquiera de ellos, sino de la madre naturaleza que los ofrece como nutrientes para que subsistan todas las creaciones. En ese sentido el gestor del recurso, el “dueño” actual, debería comprender que lo tiene, digamos, en arrendamiento para gestionarlo y hacerlo producir por el bien del conjunto social. Él es un advenedizo que, cuando nació, llegó en cueros, igual que todos. Por tanto, todo gestor de recursos debe tener un compromiso social que justifique esa gestión, sin olvidar que esa actividad ha de ser sostenible en el tiempo para no agotar los recursos de la naturaleza, por tanto, conjugando producción y consumo de forma racional. El no cumplimiento del contrato de compromiso social implicaría su desautorización para seguir gestionando el recurso.

En nuestra cultura es complejo, no solo de hacer esto, sino aceptarlo por parte de muchos, pues entiende que su capital, fraguado con el trabajo y sudor de otros, es legítimo en tanto las leyes, aunque fueran injustas, se lo han otorgado al darle mayor incidencia en la producción al factor dinero que al factor trabajo. Que sus tierras fueron conquistadas al enemigo por las armas o, en su defecto, compradas con la explotación de otros recursos identificados en la variable anterior.

En conclusión, si el Estado se fragua por acuerdo entre iguales para organizar y distribuir las riquezas materiales e intelectuales que produce la sociedad, buscando el bien general, lógico es que sean sometidos todos los componentes de esa sociedad a los designios de los gobernantes. Estamos hablando de gobernantes de buena voluntad, dignos de la confianza de aquellos que se la han de otorgar; es decir, de los ciudadanos votantes.

Para ello tenemos que tener políticos competentes, honrados y con las ideas claras de servir al colectivo social en lugar de al señor de los recursos. Un contrato social, o compromiso social, que determine los principios y valores que han de prevalecer para poder estructurar una sociedad orientada a esta filosofía. Unos ciudadanos, maduros y formados, libres de injerencias y manipulación que sean capaces de identificar y otorgar su confianza a los representantes adecuados. Unas constituciones o leyes que defiendan al ser humano en desarrollo antes que a la propiedad privada de los medios de producción. Que acepten la idea de la privacidad de los medios siempre que estos estén al servicio del bien común y su dueño sea un gestor competente y beneficioso para la colectividad.

Para ello el Estado debería controlar los recursos básicos, como la educación, la sanidad, las fuentes energéticas, el mantenimiento de las vías de comunicación, la alimentación, el agua y todos aquellos recursos que incidan en la sostenibilidad y mejoramiento del sistema. Este ejercicio es de los gobiernos, que son los elegidos y representantes de la soberanía popular. Si no lo hacen bien, a las siguientes elecciones a la calle.

Pero… ¿Qué sociedad es capaz de asumir la responsabilidad de elegir a sus representantes con acierto? Primero habrá que cambiar esta civilización en sus principios, pues es bien sabido que tenemos los políticos que merecemos, ya que estos son hijos de la misma sociedad que el resto de ciudadanos, de esos ciudadanos que defraudan al erario público, que chalanean, manipulan, engañan y tienen las mismas conductas punitivas que sus políticos.

Para crear, pues, un Estado que gobierne el timón del barco en el tránsito hacia un nuevo sistema más justo, solo se hará cuando cambie la mentalidad de todos y cada uno de nosotros, tomando conciencia de ello y aglutinando y compartiendo en nuestro interior los valores y principios que lo sustente. En este tránsito, o nos acompañan nuestro políticos o los mandamos al garete.

Una vez más me ando en la utopía, pero la utopía es el punto al que nunca llegaremos, aunque siempre caminaremos hacia él. El horizonte al que pretendes llegar, pero cuando llegas al punto previsto ves que hay otra vista tentadora más lejos, otro horizonte. Lo importante es el camino que has hecho o que vas haciendo.
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domingo, 7 de marzo de 2010

Gracias a todos y todas.


Acabo de darme cuenta de que, el contador de visitas que instalé en junio pasado, ha superado las 10000 visitas y las 16500 páginas consultadas. Son 9 meses. A la vista de ello me he parado a sacar algo de estadística y evaluar la repercusión del blog, que aun siendo modesta, me llena de satisfacción al ver cuantos amigos y amigas he ido recogiendo por este mundo bloguero.

Durante los nueve meses he colgado 84 entradas, a las cuales se han realizado 2140 comentarios, lo que significa una media de 25,47 comentarios por post. Esto quiere decir que el 21% de los visitantes dejó su comentario.

Me han visitado desde más de 50 países distintos y más de 250 ciudades, aparte de las que se escapan del sistema de control. Lógicamente, es España el país de más visitas (6599), seguido de Venezuela (529), México (444), EE.UU. (401), Argentina (298), Uruguay, Colombia, Perú… todos ellos superando las 100 visitas holgadamente, y un amplio listado que no es reproducible por su extensión. Por último se han registrado como seguidores del blog 82 personas y yo sigo habitualmente 58.

Por todo ello, quiero agradeceros vuestras visitas para conocer y compartir mis escritos, donde voy plasmando mis ideas y reflexiones. Pero especialmente quiero agradecer vuestros comentarios, que han dado más consistencia a lo que expongo, en base a la diversidad de visiones que lo enriquecen.

Gracias por estar ahí y, en muchos casos, contar con vuestra amistad virtual. Espero seguir compartiendo mi visión de las cosas con todos los que quieran asomarse a mi ventana, esta ventana respetuosa con todas las posiciones, abierta desde Málaga, por donde se vislumbra un mundo diferente, aún siendo el mismo que tenemos todos.

jueves, 4 de marzo de 2010

De noble arte a oficio de la política. (Parte III) (Conclusiones)


Ya me toca concluir. Gracias por vuestras interesantes aportaciones que han servido para clarificarme aún más.
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Estamos en el resultado de un proceso histórico y dinámico, con todas sus variables, que ha determinado la situación y el equilibrio de fuerzas entre los diversos poderes que rigen la sociedad. No olvidemos el poder del dinero, de la clase social dominante, de la religión con sus proclamas éticas y morales, de la ley emanante de una constitución peleada y, a veces, burlada y usada por los que no la apoyaron, de las ideologías políticas... Un marco complejo de relación, donde las alianzas soterradas se sospechan pero no son confirmadas con precisión. Se juega a varias bandas por parte de los poderes fácticos.

Es bien cierto que todo grupo humano ha de tener unas normas, leyes, principios y valores que sustente la cultura de esa sociedad para garantizar unas relaciones estables y adecuadas. La cuestión sería cuáles han de ser esas normas para que hagan más justa la relación social. Dónde priorizamos el esfuerzo y la atención de los gobiernos.

El poder se basa en la asimetría, y esta es reconfortante para el poderoso; es más, la erótica del poder se presenta por la ascendencia de un sujeto sobre otros al ejercerlo. Por tanto, el poder no se entrega fácilmente; se arrebata por la fuerza de la violencia o de las urnas, según sea el caso. Pero una vez llegados al poder, los nuevos elementos caen en la misma dinámica y toman los beneficios que se han creado para el rol del poder clásico, incluso las conductas de los sustituidos pueden ser copiadas como pautas de ejecución. El rol de ese poder se modifica muy poco.

Por otro lado, hay un hecho perceptible a primera vista. Se trata del envalentonamiento del mundo y de la ideología capitalista, tras la caída del comunismo. Este hecho le ha dejado con las manos libres y sin alternativa ideológica consistente y capaz de cambiar su sistema funcional. Lo curioso es ver el proceso de evolución del idealismo al servicio del pueblo, hasta convertirse en poder económico homologable con el capitalismo. El caso de Rusia es evidente, donde, los intereses económicos y de grupos, han llevado a la creación de una estructura capitalista sospechosa, hasta ubicarla en el ejercicio del poder.

Se han perdido los valores de justicia social. Se ha modificado el contrato social, si alguna vez lo hubo, que vincula tácitamente a los ciudadanos, y se ha hecho prevalecer los intereses particulares de grupos de poder sobre los generales de la ciudadanía. Prima el dinero sobre los derechos civiles. Afloran las conductas de competitividad salvaje y se pretenden la supervivencia, en plan Darwinista, del más fuerte, sin importar la solidaridad ni el desarrollo de valores humanos, a los que se alude como recurso demagógico para perpetuarse en el sistema. O sea, lo de siempre pero con otra faz.

Se crea y establece, en la sombra, un estado supranacional que es gestionado indirectamente por el dinero, por los sujetos que lo representan y que conforman las multinacionales. Su objetivo es liberar el mercado para controlarlo y dejar a los gobiernos en evidencia, responsabilizándolos de todo lo malo haciéndolos chivos expiatorios para el pueblo, mientras que ellos se marchan de rositas con los bolsillos llenos. Los medios de comunicación son su arma para convencer y manipular a la opinión pública, intentando que la gente tenga cada vez menos capacidad de crítica y asuma la de los medios sin cuestionarla.

Eso sí, su política económica es muy coherente, basada en la asimetría y la prevalencia de la plata sobre el ser humano, este se ha de someter al poderoso don dinero para poder satisfacer sus necesidades más básicas. Aquí queda atrapado. El mensaje social por excelencia, con respecto al progreso, es tener más cosas, ser más pudiente, y disfrutar de la cultura del bienestar, obviando el desarrollo interior e intelectual.

Resumiendo:

  1. El poder está en el dinero, que ejerce de motor de la sociedad.

  2. Lo importante son los bienes materiales.

  3. El objetivo de la sociedad está en producir esos bienes materiales a través de la actividad empresarial, y el ser humano está al servicio de la empresa.

  4. Existen órganos de poder transversales que conforman supraestados e injieren en el gobierno para sacar beneficio e imponer su política.

  5. Las decisiones políticas están cada vez más sujetas a los condicionantes externos y a las decisiones de los organismos y grupos de poder internacionales.

  6. El político debió abandonar su idealismo para convertirse en ejecutor de negocios y administrador.

  7. En la formación y educación no se busca el desarrollo individual del sujeto dentro de la colectividad, sino su adecuación al sistema…

  8. En estas circunstancias caben pocas variables políticas, quedando un estrecho margen de actuación para los partidos que opten al gobierno.

Entonces… ¿qué hacer? Yo creo que lo importante es crear conciencia individual y colectiva, de cuales han de ser las conductas políticas y sociales adecuadas para la evolución del ser humano en una era del conocimiento y desarrollo personal. Queremos saber para comprender, queremos pensar para deducir, queremos tener principios y valores que potencien al hombre libre y responsable sobre cualquier otra cuestión. Es cierto que estamos en una crisis de valores, y cuando esto se da es porque los viejos valores ya no sirven en esta era de la información y el conocimiento. Ello no quiere decir que se tiren por la borda, sino que se sometan a una criba, a una revisión, duela a quien duela, pierda quien pierda, para seleccionar los válidos y encontrar otros nuevos que los complementen.

Esta sociedad perversa, poseída por la codicia, la insolidaridad, el materialismo y el egoísmo tiene que dar paso a otra más justa, más capaz de ofrecer oportunidades a todo el mundo, sin distinción. A concebir el ser humano como universal, obviando fronteras y otras trabas interesadas que se han ido implantando a lo largo de la historia en beneficio de las clases dominantes, que son las verdaderas opositoras al desarrollo integral de la sociedad, las que plantean la mayor resistencia al cambio que agreda o cuestione su poder. Las fronteras se crearon como muro de contención y defensa de los intereses colectivos de los estados, considerando que los estados eran posesiones de sus dueños y señores, de los dirigentes, reyes y gobernantes. Separaron a los pueblos, a su gente, y los enfrentaron en beneficio de los intereses de unos pocos. Para mí, crear fronteras es aldeanismo, romperlas es universalidad.

El cambio que se necesita no es un cambio de partidos políticos solamente, de volver a la concepción de la política como el arte de servir a los intereses generales de la ciudadanía, sino un cambio de filosofía de vida, un nuevo espíritu de los tiempos o, como plantearon los pensadores alemanes del siglo XIX en su concepción hegeliana, un nuevo “zeitgeist” que cambie los principios y valores que frenan nuestro desarrollo y permita otros valores más universales, que consoliden un nuevo marco de relación social basado en la concepción universal y humanista del hombre y de la sociedad, que busque el perfeccionamiento personal de los seres humanos. Es un largo camino que se ha de ir fraguando en el día a día, desde la conciencia libre de los hombres y mujeres, basada en la evolución del conocimiento, del uso de la razón y de los principios que generen y potencien el acercamiento llano y sin prejuicios entre la gente y los pueblos. Un camino que nos lleve al encuentro con la propia naturaleza.

No quiero dejar de referirme, en último término, a la irrupción de integrismos religiosos que nos retrotraen a tiempos pretéritos de sumisión y obediencia, de alienación y anacronismo ideológico, que solo pretenden la anulación de la conciencia individual y la imposición de mecanismos de represión interna, renunciando a la libertad responsable que eleva la espiritualidad y el intelecto del ser humano.

Mientras tanto, uno se cuestiona si este modelo social en el que vivimos no es el menos malo de los posibles en este momento y si vamos por el buen camino para el correcto cambio.

lunes, 1 de marzo de 2010

Padre, confieso que he pecado. (Poema)


Los que ya hemos pasado el medio siglo somos de una generación singular, nos educaron en principios anacrónicos, con temas tabúes, como el sexo. El pecado de malos pensamientos era confesable de forma habitual. El sexo era pecado, no solo el practicarlo sin el permiso divino, sino solo el pensarlo.

Este poema, que entremeto entre mis reflexiones políticas, es el producto de la candidez de un niño que descubre el deseo carnal y después se atormenta por ello hasta confesar tres veces que ha pecado de pensamiento. Es un grito contra la represión sexual que se practicaba en los años del antiguo régimen hasta términos inconfesables. ¡Cuántas disfunciones sexuales produjo esta desinformación y mala educación en un tema de tanta importancia¡ De aquellos polvos, (perdón por lo de polvos, jajaja) tenemos estos lodos. Los niños andaban reprimidos y ellos disfrutando perversamente de la pederastia en muchos casos.


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Padre, confieso que he pecado.
A través de la pupila de mis ojos
buscando el tímido placer adolescente
del cuerpo de una joven incipiente
hoy voló mi pensamiento.

Sentí mi cuerpo hierático en deseos
augurando la fragancia de su pelo.
Sus pechos enfáticos de anhelo
llamaban a mi puerta de inocente.

Mi sangre enloquecida
fluyó por caminos inconfesos
hasta elevar en los aires del amor
miembros pecaminosos y perversos.

La carne me llamó desesperada
y yo dócilmente obedecía
haciendo volar mi pensamiento
a caballo de mi libre fantasía.

Más ella se perdió difuminada por la esquina
dejando mi conciencia avergonzada
sumida en el pecado y en la nada
trémola de eterna perdición
en el amenazante averno con su llama

Padre, pequé de pensamiento,
lascivo, de libido perverso
y mi inocente espíritu ya ha muerto.

Padre, no quiero morir con el pecado
le pido que me lleve a su buen puerto
que salve mi alma de la carne
y el deshonesto pensamiento.
Después de arrepentirme por tres veces
espero al fin quedar absuelto.

Pero fue algo que surgió de dentro
de natural manera, sin reparar en ello
amparado en mi propio crecimiento.
Y entonces me pregunto en desconcierto
¿ y si por huir del pecado ya estoy muerto?

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