Invitado por un amigo he decido participar en esta asociación, que preside Alfonso Villegas, y disfrutar de sus actividades. En este sentido el pasado miércoles tuvo lugar una conferencia pronunciada por el filósofo Miguel Ángel Padilla bajo el título “Semblanza de María Zambrano”. En ella se habló de poesía y de racionalidad.
Yo aprovecho que la exposición haya removido en mi interior reflexiones sobre la expresión poética como elevación del intelecto y la racionalidad y el afrontamiento de los avatares de la vida, para compartirlas con los lectores. Siempre sostuve y mantuve que no soy poeta, o mejor dicho, yo no soy nada definido o definitivo salvo un ser humano complejo con potencialidades ocultas que pretende sacarlas a flote, ya que dentro de mí, como de cada ser humano, hay aspectos ignotos y capacidades para acometer cualquier cosa que pueda hacer otra persona, eso sí, con mayor o menor éxito. Eso me ha llevado a escribir, incluso, poesía de forma desvergonzada.
Pero, el caso no es ese, sino la concepción o conjunción de la poesía y el compromiso social hacia la evolución del ser humano, de la búsqueda intelectual de un ser más humano y menos materialista, más ideologizado, desarrollado espiritualmente y comprometido con la búsqueda de alternativas y formas para consolidar una sociedad más justa, consistente y con proyección de futuro, en un entorno más equilibrado y sostenible para la perspectiva y evolución de la vida.
El poeta, revestido de esa preciosa capacidad de expresión que hace de lo simple lo sublime, que eleva a lo excelso lo cotidiano, que conjuga los sentimientos para plasmar en palabras las emociones y vivencias, es una parte del ser al que se le dota de una excelente herramienta de comunicación, como es el bello uso y la atracción de la palabra.
Eso crea, o debe crear, compromiso intelectual, desde mi punto de vista. ¿Y por qué? diréis… pues muy sencillo; porque en estos y otros momentos, o sea siempre, el intelectual, el pensador e idealista, quienes han tenido la sensibilidad de ver el mundo desde otra perspectiva, han sido capaces de buscar alternativas ideológicas para encontrar respuesta a los nuevos problemas desde otra dimensión, desde la creatividad y la inventiva, desde la imaginación… hoy hace falta gente con talento, inteligencia, sagacidad, clarividencia, lucidez, originalidad, iniciativa, incluso, fantasía para buscar respuestas a los problemas de una crisis que se escapa a los razonamientos lógicos y que se ancla en los valores de la gente, de los pueblos y de sus gobernantes.
Es el materialismo consumista quien ha ganado la partida y es el mismo que nos conduce a la debacle. No renunciaremos al bienestar material obtenido, a pesar de tener conciencia de su perversidad para con el sistema, con el planeta y la biodiversidad, pero será por falta de conciencia y disposición a buscar alternativas válidas que dignifique la vida del ser humano integrado en su entorno. Nuestra perversa y morbosa cultura, que se ancla en la historia, ha dado suficientes muestras de su capacidad de dominio y dilapidación de los bienes de este mundo, de la madre tierra, mediante la destrucción, no solo de los recursos, sino de las culturas que tenían otra visión de la relación del hombre con su entorno, a las que se calificaron de salvajes.
Viene a cuento aquellos versos de Celaya: "Maldigo la poesía concebida como un lujo, cultural por los neutrales, que lavándose las manos se desentienden y evaden…” Yo no maldigo nada, siempre que no agreda y destruya, pero sí mantengo que la persona dotada de una capacidad intelectual determinada, tiene el compromiso y el deber moral de aportar al mundo todo el potencial creador y constructivo del que es portador, en pos de una mejora de la sociedad y de la evolución de la especie; la forma o método es consecuente con el desarrollo de sus habilidades para ello, y la poesía, por tener ese magnetismo emocional y sensibilidad, es un instrumento de primera magnitud.
Por eso digo que la poesía tiene su máximo sentido cuando marca la razón con su sensibilidad, cuando muestra las esencias de la vida desde la belleza, cuando eleva lo cotidiano a sublime. No hablo, pues de idealismo político en su sentido más específico, sino a su compromiso con la creación de un espíritu de los tiempos que lleve a mejorar la sociedad, a descubrir las esencias que deben conformar un nuevo hombre, un ser enfocado hacia el humanismo, hacia esa actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos, en detrimento del materialismo consumista y arrasador de la propia naturaleza. La viabilidad de nuestro futuro como especie humana pasa por identificar y tamizar aquellos valores positivos y rechazar los negativos, y la poesía y los poetas, a mi entender, tienen su papel y compromiso en ello.