Descanso del
peregrino
Sentado en la vereda que persigo
contemplo el esplendor de los trigales
y el grano de la espiga que es el trigo.
A modo de promesa
habrá pan en la mesa.
El canto de un jilguero acompasado
seduce mi mirada con su trino
dejando mi sentir embelesado.
Es un dulce candor
que palia mi dolor.
La villa con su torre campanera
escapa del letargo adormecida
danzando con la suave primavera.
De su sueño la gente
despierta a su presente.
La lluvia inicia en forma persistente
la suave candidez de su caricia
empapando los campos mansamente.
Es signo de una vida
de gozo prometida.
Descansado prosigo mi camino
con mi cuerpo cargado de energía
y la fe de llegar a mi destino.
Andando paso a paso
camino hacia el ocaso.
©
Antonio Porras Cabrera
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