Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 13 OCT 2024 7:00
https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2024/10/13/ano-terror-muerte-109226997.html
Una vez más la religión guía y orienta la debacle en las mentes abducidas, alienadas e integristas que, con pensamientos enquistados, se resisten a la argumentación lógica…
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Hoy, 7 de octubre, cuando escribo
este texto, se cumple un año del terrible atentado que realizó Hamás matando,
hiriendo y secuestrando a innumerables ciudadanos de Israel; persiste clavado
en el alma el terror de aquel momento. Ponerse en la piel de quienes, estando
disfrutando de una fiesta plena de juventud e ilusión o en su confortable
hogar, fueron masacrados por sujetos de mente perversa atrapada en su militante
dogmatismo hasta la absoluta alienación, solo causa pavor y rechazo, al
constatar hasta donde podemos someternos los seres humanos a la barbarie y la
crueldad cuando nos dejamos llevar por la obsesión y el integrismos de corte
religioso o ideológico.
Mas si parecía que no cabía más
crueldad y terror, durante este año hemos asistido a otra barbarie terrorista
de dimensiones descomunales. Israel, o mejor dicho el gobierno de Netanyahu, ha
superado lo inimaginable justificándolo en su derecho a defenderse, defensa que
nadie le niega. Pero una cosa es la defensa y otra la venganza y la destrucción
indiscriminada, no solo del identificado como enemigo, sino de multitud de
inocentes ciudadanos donde prevalecen los niños y las mujeres, hasta elevar su
número a más de 4 decenas de miles de muertos gazatíes, junto a la destrucción
y devastación sistemática de gran parte de la franja de Gaza, esa especie de
cárcel al aire libre en que se ha convertido la zona. Después será Líbano y
todo el entorno sospechoso de apoyar a los terroristas. Los ataques a Siria,
Irak e Irán, son una escalada que nos puede llevar a un conflicto de
dimensiones incalculables.
Una vez encendida la mecha de la
guerra es difícil apagarla, porque las emociones la alimentan y las soflamas la
incendian hasta extremos inusitados. Esa espiral se proyecta con fuerza
irresistible, sin pensar en las consecuencias a niveles generales o en cómo
afectará al inocente mundo que todo lo envuelve.
No hay más que comparar los
horrores e imágenes de hoy hace un año, con las imágenes actuales de calles y
casas devastadas, de edificios derruidos por las bombas, de hospitales
destrozados, de gente que deambula por las calles sin casa donde acogerse
buscando cómo subsistir en la debacle. Si las primeras llevaban al horror, las
segundas son terroríficas. Israel, o mejor dicho su Gobierno presidido por
Netanyahu, también ejerce el terror entre la totalidad de los ciudadanos
palestinos, sin discriminar culpables de inocentes. Aludiendo a la justicia y
al derecho a la defensa propia, se venga de unos actos terribles y condenable
como los acaecidos hace hoy un año a manos de Hamás.
Anclados a su fe, de manos de la
Torá o Pentateuco que sustenta y justifica la providencial elección del pueblo
israelita por Dios como su pueblo escogido, se establece una teocracia (aunque
esté disfrazada de democracia en este momento), compensada con el otorgamiento
de la Tierra Prometida a sus seguidores al llegar a la tierra de Canaán tras la
huida de Egipto. Este anacronismo histórico, que pretenden revivir
transcurridos dos mil años de la diáspora, no respeta la evolución de la
historia, los derechos de los pueblos y de la gente que nació y vivió
secularmente en estos parajes llamados Palestina.
Una vez más la religión guía y
orienta la debacle en las mentes abducidas, alienadas e integristas que, con
pensamientos enquistados, se resisten a la argumentación lógica. Aluden a su
religión y podrán encontrar en la Biblia o el Corán infinidad de pasajes donde
el propios Dios les invita a la destrucción y cruel muerte de sus enemigos. Porque
la Biblia, el Antiguo Testamento, fue escrita para eso, para ejercer de
argamasa en un pueblo que vaga buscando asentarse definitivamente tras
conquistar la Tierra Prometida.
El libro de Josué 1-12 cuenta cómo
tras la liberación de Egipto, les fue asignada por Dios la tierra de Canaán,
sin contar que allí ya vivía otra gente. Se refleja en esta parte una matanza
sistemáticas de quienes ocupaban esa tierra antes de la llegada del pueblo
israelita. El sionismo revisionista del Likud se fundamenta en este pasaje y
otros de la Biblia para justificar su dominio en la zona, porque es una
donación de Dios a su pueblo. ¡Manda huevos!, como diría Federico Trillo. Lo
sionistas se pasan por el forro toda la historia que vino después.
Tras todo lo expuestos se ve que
Israel, y sus valedores, en su infinito orgullo y supremacismo, pretende
hacerse con todos los territorios que le fueron otorgados en la Biblia por
asignación divina, cueste lo que cueste y pese a quien pese, aunque ello
implique una confrontación de dimensiones incalculables para toda la humanidad.
Frente a ellos, otros integristas y dogmáticos, que secularmente habitaron esos
lugares se resisten a ser desalojados y consideran al Estado Judío un invasor
al que hay que destruir.
Con estos mimbres ¿cómo se ha de
esperar una solución pacífica?, salvo que sea impuesta y tutelada por las
grandes potencias y la ONU. Bueno, la ONU es un decir porque Israel se la pasa
por el arco del triunfo, como ha demostrado siempre y ahora nombrando ‘persona
non grata’ al secretario general de la misma en un acto de desprecio al
organismo internacional. Por tanto, estamos abocados a la violencia, a la
guerra y al terror para imponer el orden y, de esta forma, perpetuar el
conflicto, porque el terrorismo se alimenta de la violencia. Israel, con esta
actitud, no acabará con él, sino que lo potenciará dando argumentos a los
adoctrinadores y alienadores de las mentes integristas desde la emoción y el
odio que genera la confrontación.
El Estado Judío se siente fuerte y
amparado por su ‘Primo de Zumosol’, que le protege dado que hay coincidencia de
intereses por causas concomitantes: la geoestrategia de los EEUU y los
intereses expansionistas de un Israel, gobernado por el Likud aliado con los
integristas, que mantiene vasos comunicantes, a nivel económico, con la
metrópolis americana.
Decía en otra ocasión que la paz
impuesta es sumisión, mientras que la paz verdadera es la acordada entre las
partes. No habrá paz hasta el pacto, pero presiento que al igual que hace
Putin, se pretende la paz impuesta desde el poder de las armas, o sea el
sometimiento. Eso me recuerda a la famosa frase mafiosa: «Le vamos a hacer una
oferta que no podrá rechazar».
Luego estamos nosotros, los
espectadores. Los que asistimos al espectáculo más o menos compungidos,
carentes de fuerza para hacer nada salvo gritar nuestro espanto y advertir que
ese no es el camino. Pero me temo que, al final, nos salpicará la sangre
derramada, hasta hacer que sea la nuestra la que se derrame en un conflicto
irracional y perverso, donde el ser humano dejará aflorar el odio y su más
cruel instinto de conservación para, en su paranoia, eliminar al enemigo que
pretende eliminarnos en una escalada simétrica irrefrenable. Parece que todo
está concatenado. ¿Quién movió los hilos del terror aquel 7 de octubre para
desembocar en esto y con qué objetivo?
Hamás y Netanyahu ejercen el crimen
de guerra, encarnan el satánico instinto de la destrucción y la muerte y
quienes les apoyen son cómplices y reos condenables por ello. ¡Los seres
humanos queremos vivir en paz, pero no nos dejan…!
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4 comentarios:
Como suele ocurrir, aciertas plenamente en el análisis y en el diagnóstico. Supongo que habrás visto u oído hoy el aviso de Netanyahu a la ONU: Deben salir de Jordania, puesto que no son más que escudos humanos.
Todo esto es de locos. Pero como sabes, es muy humano esto de la locura.
Así es Sergio. Este pequeño hombre, endiosado por sentirse el dirigente del pueblo elegido por Dios, es un megalómano al que le importa todo un bledo si está amparado por los EE. UU., el primo de Zumosol que yo digo. Con su sentido criminal sobre el exterminio de sus oponentes nos llevará a la tercera guerra mundial. El pueblo elegido por Dios ha de estar siempre en medio de todo gran conflicto... Su objetivo es la destrucción del posible potencial nuclear de Irán y, de eso, participan muchos otros. Un abrazo
¡Cuanta verdad en tus palabras! Tu análisis no puede ser más acertadi. Tanto Netanyahu como Hamás seguirán matando y destruyendo y en estos casos, como en otros muchos, siempre pierde el indefenso, el más débil.
Así es Maribel. Siempre el más debil pierde y el más fuerte gana. El fuerte, de momento, es Israel apoyado por los EE. UU..
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