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| Tribuna
Publicado
en el diario La Opinión de Málaga el 09 OCT 2024 7:00
Nuestra capacidad de razonamiento debe ser capaz de discernir
entre la verdad y la mentira, entre lo que es de nuestro interés y lo que no lo
es…
El dilema radica en ser súbditos del autoritarismo o «soberanos demócratas» realizados en libertad. / l.o.
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«Hay una
gran oportunidad en cada crisis».
Albert Einstein
Toda crisis implica un proceso de
cambio y esta se presenta como una oportunidad para quienes la viven o sufren.
Por tanto es importante la habilidad en resolverla y el enfoque que se le dé a
la nueva situación tras superarla. De ahí que encontremos tanta confrontación
política a nivel nacional y mundial. Depende de quién tenga el mando o
el poder de decisión, podrá adoptar las medidas que estime más adecuadas, y el
enfoque será uno u otro. En nuestro caso la confrontación política se da entre
una socialdemocracia y un neoliberalismo y los adláteres de ambos, que
defienden intereses no homogéneos.
El PP viene ejerciendo su actividad
política con la intención de derogar el ‘Sanchismo’, como ellos plantearon en
la campaña de las elecciones pasadas. Su estrategia pivota en torno a esa idea
con objeto de alcanzar el poder y tener la posibilidad de pilotar el cambio al
que nos vemos obligados para afrontar la crisis y desembocar en un nuevo
orden mundial. Su pretensión es suplantar al PSOE en la responsabilidad de
gestionar la crisis y, por ende, los millones que nos vienen desde Europa con
su Plan de recuperación. Este plan es el mayor paquete de estímulo jamás
financiado a través del NextGenerationEU; o sea, una oportunidad única para
salir fortalecidos de la pandemia, transformando la economía y creando
oportunidades y trabajos para esa Europa del futuro. Hay dinero, pues, hay
intereses, y de ahí el empeño en gestionarlo y utilizarlo para desarrollar las
políticas propias del partido según su ideología.
Objetivos
En el fondo subyace la idea de
implementar su proyecto. Los estrategas que planifican cualquier proyecto
siempre lo hacen en función de objetivos y esos objetivos tienen uno, llamado
macroobjetivo, que es la misión principal del proyecto. Los demás están
sujetos, tanto a medio como a corto plazo, a la consecución del macro de forma
escalonada. El gran objetivo, el macro o la misión, está condicionado por
valores y principios que los enmarcan desde una ética más o menos
sostenible, el pragmatismo, la viabilidad y, sobre todo, el espíritu del
tiempo, que conforma la opinión pública, a lo que en sentido hegeliano se le
llamó Zeitgeist. No hablo del ‘Movimiento Zeitgeist’ de Peter Joseph, eso sería
otra cuestión novedosa a considerar, sino de la argamasa que, según el tiempo
histórico en que se vive, se da para aglutinar los grupos sociales y sus
objetivos en torno a valores y principios compartidos. Por tanto, en política,
en cada macroobjetivo subyace una ideología que lo sustenta, una idea como eje
del mismo. Yo me atrevo a plantear una cuasi dicotomía donde la idea se encauza
hacia un lado u otro y que se resume en dos orientaciones: «El ciudadano al
servicio de la economía, o la economía al servicio del ciudadano».
Por otro lado, los sistémicos
dirían, en su concepción de la sociedad como sistema, que, al ser
este abierto, está sujeto a cambios muy dinámicos por la influencia de factores
y variables que inciden en su funcionamiento, a los que se ha de ir adaptando.
La evolución del conocimiento, el progreso científico y tecnológico y otras
muchas variables de desarrollo social están en ello. Por tanto, sería ese
proceso, llamado homeostático, el que ha de ir asimilando tal incidencia para
mantener el sistema en interacción, consiguiendo un estado en equilibrio
dinámico que permita que el mismo persevere en el tiempo, asimilando los
cambios necesarios para ello; pero la clave está en lo que refería en al
párrafo anterior: «Quién sirve a quién». El dilema radica en ser
súbditos del autoritarismo o «soberanos demócratas» realizados en libertad.
Respeto y tolerancia
En esta dinámica, los esquemas
clásicos de relación, donde el respeto y la tolerancia se imponen, siguen
siendo, en el fondo, la forma más sana ya que, psicológicamente, no crean
disonancias cognitivas, pero se anda buscando su modificación para dar cabida a
otros intereses de poder. La democracia, que guarda la esencia de
esos valores, está siendo cuestionada como modelo político y afloran
alternativas autoritarias que la cuestionan. Una es el presidencialismo
autoritario, ese Gran Hermano tipo Putin o Xi Jinping por poner algún ejemplo,
otra el modelo económico controlado por la Banca y las
multinacionales que escapan al poder de los gobiernos.
La globalización debilitó a los
Estados y empoderó a las multinacionales y los grandes capitales… Cuidado con
los Elon Musk que andan merodeando para el asalto final de la mano de una clase
política neoliberal, o anarcoliberal como dice Milei, que denuesta al Estado y
pretende reducirlo a la mínima expresión. La crisis es una buena oportunidad
para ello… hasta tal punto que, si fuera necesario para alcanzar el objetivo,
se puede crear otra que desestabilice el sistema. Obsérvese lo
ocurrido en la crisis de 2008: la banca la creó con las hipotecas subprime y
salió ganando, pues no la dejaron caer y le aportaron ingentes cantidades de
dinero del bolsillo del contribuyente para sostenerla, quedando las arcas del
Estado endeudadas.
Desequilibro
En el fondo, retomando la idea del
balanceo entre economía y ser humano, las políticas que se vienen practicando
van desequilibrando esa relación en detrimento del factor humano, donde el
desarrollo personal y autorrealización no son los principales objetivos del
plan, sino el control del flujo económico y su canalización
hacia las grandes fortunas.
Como decía antes el dilema estaría
en ser súbditos del autoritarismo o «soberanos en democracia», alienados o
críticos, sumisos o libres, mediocres o idealistas. Nuestra capacidad de
razonamiento debe ser capaz de discernir entre la verdad y la mentira, entre lo
que es de nuestro interés y lo que no lo es, en ver lo que nos
afecta prioritariamente y sobre lo que tenemos y debemos opinar para votar
correctamente y evitar que nos arrebaten ese y otros derechos, para no ser
manipulados.
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