Opinión: Publicado en
Euromundoglobal el viernes 6 de septiembre de 2024
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¿Quién salvara a ese chiquillo?
Desconfía de quien dice: “O estás conmigo o contra mí”, pues solo pretende
arrebatarte la libertad.
Por Antonio Porras
Cabrera
Aunque este
título suene a verso de Miguel Hernández y su Niño yuntero, encaja
perfectamente en la preocupación que hoy deberíamos tener los adultos. Pero el
ser humano está pasando de ser un sujeto inteligente y consciente a torpe e
inconsciente.
O tal vez fue siempre como es y son las
malas influencias, los adoctrinamientos, la creación de actitudes y conductas
propiciadas por un determinado contexto, un ambiente y entorno enmarcado en la
cultura social del momento, en lo que solemos llamar el espíritu de los tiempo
(el Zeitgeist del pensamiento hegeliano), que, al fin y al cabo, determina el
marco de la ideología prevalente. En el fondo no es más que una forma de
entender y vivir la vida, en un momento dado, bajo una ética y moral maleables
sujetas a la influencia de las formas e ideas imperantes para crear una
sociedad acorde a determinados intereses de grupo.
En este tiempo enrarecido estamos
asistiendo a un esperpento social, a la irracionalidad perversa que nos
manipula con bulos, posverdades, desorientaciones y despistajes. Digo
despistaje porque mientras centran el conflicto y el debate en una cuestión de
orden inferior, están trabajando en conseguir algo superior para sus intereses.
Y caemos ingenuamente en esa distorsión. Estamos enfrascados en el debate callejero
sobre la legalidad de la amnistía, que ya se encargará el Tribunal
Constitucional de dilucidarlo, mientras los problemas domésticos se agravan día
a día. Las listas de espera en sanidad se disparan, nos cuelan estrategias
planificadas de desensibilización para que entre sin dolor la privatización, o
nos desvían del tema principal centrándonos en el secundario mientras ellos
esconden detrás todas sus miserias…
Hasta ahora, que yo sepa, no se ha
infringido la ley que sustenta el sistema democrático. Todo se ha hecho con
respeto a la Constitución, por mucha especulación que haya. El proceso
electoral fue limpio, el resultado claro y los pasos seguidos para formar
gobierno se ajustan a lo establecido; o sea, el Gobierno lo alcanza quien
recaba mayor número de apoyos parlamentarios, entendiéndose que igual vale un
parlamentario de la extrema derecha que de la extrema izquierda pasando por el
centro. Todos los parlamentarios están reconocidos y avalados por la propia
Constitución.
Eso no quiere decir que no se puedan,
incluso deban, manifestar las divergencias, más bien al contrario, pero siempre
reconociendo que el ejercicio del poder le corresponde a quien gobierna, ya sea
gobierno central o periférico. Ese es el juego democrático, incluida la lealtad
constitucional de la propia oposición.
El político, al que se le supone el
honor de ser un servidor del pueblo, debería ser ejemplo para la ciudadanía;
ejemplo de cordura, de sentido común, de respeto a las leyes y referente
conductual para el debate ciudadano. Sin embargo estamos asistiendo a todo lo
contrario. Son habituales las descalificaciones, los insultos, las
incongruencias argumentales y, sobre todo, la capacidad para detectar la paja
en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Estamos en una etapa de política
excesivamente tóxica, enrarecida y peligrosa, donde todo podría irse al traste
si no andamos con cuidado. Eso quiere decir que nuestros políticos no están a
la altura y pierden el sentido de Estado para enfocarse en su propio ombligo,
lo que es tremendamente peligroso para el sistema.
A uno le sorprende, siendo defensor a
ultranza del respeto al derecho de manifestación, faltaría más, que el mundo de
la política, en general, no haya dejado claro el rechazo a la forma y fondo en
que se actuó en el cerco a la sede del PSOE en la Calle Ferraz. La función de
la manifestación es la expresión de un sentimiento o idea y no el intento de
revertir resultados electorales recién salidos de las urnas. Otra cosa es que
esas denuncias lleven a los gobiernos a perder votos en las próximas elecciones
por cambio en la voluntad ciudadana.
Aquí no vale aquello de “Hundamos al
país para que echen a estos y vengamos nosotros a salvarlo con arreglo a
nuestros intereses”. Ya dijo algo parecido el Sr. Montoro hace algunos años.
El deterioro y la desafección política
se ven progresar día a día. Tenemos referentes extranjeros muy preocupantes,
como son Trump y Bolsonaro con salidas esperpénticas y peligrosas, incluyendo
el asalto al Capitolio instigado, según se va viendo, por el propio Trump y sus
seguidores, por no aludir al mayor esperpento de la democracia que es ese señor
de la motosierra con cara de loco irracional y tremendamente peligroso para la
libertad en una sociedad humanista y solidaria. La injuria, la ofensa, el desprecio,
el escarnio y la agresividad como de expresión política, el insulto en boca de
presidentes o presidentas de comunidades y el cinismo en su explicación dejan
mucho que desear.
El problema, bajo mi modesta opinión es
grave. Esta gravedad obliga a la ciudadanía a pensar, a ejercer el sentido
común, dejando de lado, dentro de lo posible, el sesgo confirmatorio; o sea,
dar crédito a lo que dicen los suyos y descrédito a lo que dicen los otros. Por
tanto debemos tener criterio para centrar los problemas en su justo término y
no dejarnos arrastrar por intereses espurios de políticos venales.
Creo, sinceramente,
que tras casi 50 años de democracia no hemos sido capaces de formar a
ciudadanos políticamente responsables con mentalidad democrática. Empezando por
la escuela. Necesitamos incluir en el perfil formativo del niño los valores
democráticos de respeto, tolerancia con lo divergente y la capacidad de
gestionar el debate constructivo neutralizando a los elementos tóxicos que
potencian la confrontación y la descalificación. La patria es de todos y no de
unos cuantos que pretenden apropiársela.
Por tanto, como decía al principio,
¿quién salvara a ese chiquillo del peligro que le acecha?
Este artículo ha sido publicado también en formato digital por los siguientes medios:
https://xornaldegalicia.es/
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