sábado, 21 de septiembre de 2024

Camino de Santiago, tesoros de la meseta

 

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión de Málaga el 21 SEPT 2024 7:01

No ha de sorprender que en esta tierra de profunda convicción cristiana florecieran impresionantes iglesias, cuasi catedrales, en localidades de escasa población, aledañas al Camino de Santiago

Claustro del Monasterio de San Zoilo. / A. Porras

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Acabo de volver de Carrión de los Condes, esa zona palentina por donde discurre el Camino de Santiago, llamado francés, cuna de la vieja España con impronta castellana, donde la cruz y la espada conformaban una simbología de su espíritu y pujanza en una misma pieza. Hoja afilada y empuñadura en cruz se daban en la Tizona del Cid y en las espadas cristianas, en confrontación con la cimitarra de Al Ándalus.

Son ya muchas las veces que hemos visitado la localidad de manos de nuestros amigos Pablo y Marisa, en algunos casos, como este, acompañando a otras amistades que pretendían conocer la zona y su rico patrimonio, sobre todo religioso, sin olvidar su gastronomía.

La inmensa llanura se presenta en el estío con un sol abrasador propio del clima continental: noches relativamente frescas y días de intenso calor. Zona de trigales donde, en primavera, el cereal semeja un verde mar que se ondula con el viento cuando el aire bate el trigo.

No ha de sorprender, pues, que en esta tierra de profunda convicción cristiana florecieran impresionantes iglesias, cuasi catedrales, en localidades de escasa población, aledañas al Camino de Santiago, donde el culto es manifiesto y constante a lo largo del trayecto, constituyendo una oferta de espacios religiosos para el acompañamiento espiritual del peregrino.

Nos ubicamos en el hotel Real Monasterio de San Zoilo, instalado en el excepcional monasterio homónimo, ya desacralizado, pero que mantiene su monumentalidad en toda su dimensión, perfectamente conservado, donde son visitables los antiguos espacios religiosos. Sorprendente es el claustro con su impresionante bóveda y la iglesia con las tumbas de la nobleza castellana donde, tras la invasión francesa, solo quedan los sepulcros vacíos. Para crear ambiente, suele oírse de fondo un canto gregoriano continuo, como un susurro que te transporta en el tiempo… En sus alrededores, en las afueras de la localidad de la que le separa el río Carrión, una inmensa arboleda, verde césped y algún que otro canal de agua fresca y cristalina, le dan un toque bucólico que te llena de sosiego, tan necesario en este convulso mundo.

Hoy, eludiendo mi habitual orientación, dedico este texto a esa zona y las localidades menos conocidas que visitamos, en mi caso por cuarta o quinta vez. He de decir que siendo un agnóstico convencido, me sigue llamando poderosamente la atención el arte religioso. En su presencia te ubicas en un tiempo histórico que justifica la magnificencia del poder eclesiástico y su influencia en una población sumisa a su fe y sus pastores, donde lo importante era la salvación eterna, siendo este mundo un valle de sufrir en el camino para ganar la eterna gloria de la mano orientadora del pastor.

Sorprende, cómo no, que en un lugar de escasos habitantes (75 en el censo de 2023), como es Támara de Campos, encuentres la monumental iglesia de San Hipólito el Real. De esta iglesia, de tres naves, además del impresionante retablo central y otros en capillas adyacentes de estilo barroco, destacamos la rejería y un singular órgano sostenido sobre una sola columna de madera, al que se accede a través de una sólida pasarela; también su púlpito, la impresionante pila bautismal y las bóvedas con nervadura gótica, en algún caso con estructura de lierne. En suma toda ella es una obra de arte que no se puede definir en su totalidad en pocas palabras.

Santoyo es otra pequeña localidad de 188 habitantes donde podemos ver la iglesia de San Juan Bautista, de la que destacamos su majestuoso retablo renacentista y la espectacular nervadura de sus bóvedas. Es muy habitual que al acercarse a una de estas villas quede uno asombrado por el impresionante volumen de su iglesia y las casas bajas del entorno que la hacen resaltar aún más.

De Frómista me permito reseñar la iglesia de San Martín, de un románico ejemplar y la iglesia de San Pedro. Muy cerca son visitables las esclusas del Canal de Castilla, navegable para el turismo en algunos tramos.

En Villalcazar de Sirga conjugamos el yantar con el arte, tras visitar la iglesia de Santa María la Blanca, que no te has de perder si pasas por allá, con sus tres sepulcros góticos, su retablo mayor y sus altas bóvedas, es todo un tesoro de arquitectura religiosa. Degustamos un excelente lechazo, en el Mesón los Templarios, como ya es habitual cada vez que visitamos la localidad.

Respecto a Carrión de los Condes, además del monasterio de San Zoilo ya referido, es resaltable la portada románica y el Pantocrátor y Tetramorfos de la iglesia-museo de Santiago, la iglesia parroquial de Santa María del Camino, la más antigua de la localidad (1130), con su pórtico sur de puro románica y un interior que te deja boquiabierto. Su oferta se completa con sus calles y plaza, casas señoriales blasonadas, y otros edificios religiosos como la iglesia de San Andrés, San Julián o la iglesia de Nuestra Señora de Belén que, ubicada sobre una atalaya al borde del río, te permite una visión espectacular del atardecer y de la comarca oeste al margen derecho del río Carrión.

No quiero dejar de aludir a la visita a Saldaña, algo más al norte. Alberga un museo con los restos arqueológicos de la Villa Romana de la Olmeda, que también visitamos. Pero lo más espectacular son la Plaza Vieja de Saldaña, porticada con pilares de madera, donde se han celebrado corridas de toros, la Plaza del Marqués de la Valdavia, con una construcción típica castellana que conjuga la tirantas o vigas de madera y el ladrillo, y las fachadas del palacio de los Valdavia.

Desde allá nos desplazamos, también, a visitar las tres capitales más próximas, como son: León con su catedral iluminada por los rayos de sol que la inunda de policromía a través de sus impresionantes vidrieras, como un sueño de luz. La basílica de San Isidoro es otra maravilla con sus pinturas románicas en el panteón de los reyes, cuyo techo es calificado como la Capilla Sixtina del románico. No queda mal una visita al barrio húmedo para degustar su morcilla y su vino de uva autóctona Prieto picudo.

Qué decir de Burgos que ya no se haya dicho, de su catedral de puro estilo gótico, tan majestuosa, donde podemos observar el retablo de Gil de Siloé de la Capilla de Santa Ana, la tumba del Cid Campeador y su curioso y famoso Papamoscas, en todo un conjunto artístico ejemplo singular del gótico francés.

Visitar Palencia vale la pena, aunque sea solo por conocer a la ‘Bella desconocida’. Así se denomina a su impresionante y sorprendente catedral dedicada a San Antolín. Es la tercera más grande de España en cuanto a superficie, aunque carece de fachada principal propiamente dicha. En la cripta te sorprenderán los restos de un templo paleocristiano, prerrománico; justo al lado podemos observar una capilla visigoda mandada construir por el rey Wamba para conservar los restos de San Antolín.

Concluyo resaltando la impresionante oferta de arte y arquitectura religiosa de la que puede presumir nuestro país. En este caso del Camino de Santiago, predominan los estilos románico y gótico con elementos decorativos renacentistas, barrocos y neoclásicos. El camino sigue en septiembre muy transitado, lo que garantiza una buena cosecha económica para los negocios que viven del mismo.

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