Montaje de una calle de Alepo bombardeada con la iluminación navideña de calle Larios en Málaga |
(Si eres pacifista lucha por la paz; pero si eres
egoísta lucha aún más por la paz, porque la guerra puede llegar a tu casa y
entonces ya será tarde).
------------------------------
En
estas fechas deberían fluir bellas palabras, versos, poemas de amor y solidaridad,
canciones navideñas y villancicos que alabaran la figura y venida del Redentor.
Deberíamos sentirnos felices de ver lo buenos que somos y las buenas
intenciones que tenemos para el próximo año. Pero… el Redentor no nos redimió,
fracasó en su empeño, y cada año seguimos demostrándole su error, el de su confianza
en el ser humano, donde hasta los creyentes, sean de la religión que sean, se
convierten a veces en violentos para defender su credo. Desde hace más de 2000
años, en las religiones, convivió la bondad de muchos de sus fieles con la
maldad de otros, de los tolerantes con los dogmáticos intransigentes, de los
mesiánicos soberbios con los humildes y mansos. No sé si esto de la Navidad es
cuestión de vivirlo desde un credo. Deberíamos usarla para frenar, parar nuestra
alocada carrera y, aprovechando el fin de año, hacer como todas las
organizaciones, un balance, una reflexión profunda de cómo desarrollamos el
proyecto que nos planteamos el año anterior... ¡MEDITAR! esa palabra ausente de
nuestra vida, escasa si acaso, que deberíamos usar todos los días al menos
durante unos minutos.
Pero
puede que hayamos suspendido el examen, que es lo más seguro, que las promesas
quedaran en el olvido, por lo que una vez más hay que tener conciencia de
nuestra iniquidad como especie humana y, desde el pensamiento libre y
analítico, volver a retomar la lucha para instaurar la paz y tantos otros
buenos deseos, que vamos manifestando por estas fechas, y quedan en el olvido
nada más pasar el Rubicón del fin de año. Podemos cantar villancicos,
alegrarnos por la venida del Mesías de los Cristianos, sumergirnos en ese mar
de compras en el que se ha convertido este invento y lanzar a los cuatro vientos
nuestros mejores deseos limpiando nuestra conciencia con ello. Borrón y cuenta
nueva, a empezar de nuevo, porque ahora, de cara al próximo año, seremos
mejores… falaz argumento de una mente que solo busca el equilibrio de sus
conflictos internos para lavar su conciencia.
Pero
seguirán las guerras y la muerte a nuestra puerta y le negaremos el pan al que
llama a ella huyendo del horror y la violencia. Nuestra paranoia nos confundirá
el justo pensamiento y veremos, en el hambriento y necesitado, un integrista
terrorista en potencia del que no nos podemos fiar. Le cerraremos la puerta
para que no nos quite o use lo que es nuestro y lo dejaremos a la intemperie. Las
viejas ideas de un populismo nacionalista totalitario y excluyente, al estilo
fascista o nazi, van impregnando a Europa del rechazo al refugiado bajo la
miopía del egoísmo.
Las
guerras están lejos, se ven en la tele como una de tantas películas que se
ruedan en marcos artificiales. Pero estas son reales, el llanto del niño le
sale del alma, la sangre le brota, sus miembros destrozados son irreparables,
su muerte en los brazos del padre es irremediable. El escenario es real y la
guerra, ese maldito jinete del apocalipsis, salta de un pueblo a otro a
capricho de uno señores, que ven la película desde sus despachos, que
contrabalancea cómo va el negocio, si pierden o ganan. Hoy dan tiros allí y
mañana allá, al otro podrá ser aquí. Si eres pacifista lucha por la paz; pero
si eres egoísta lucha también por la paz, porque la guerra puede llegar a tu
casa en cualquier momento y entonces ya será tarde.
Calle Larios en guerra (montaje de internet) |
En
este mundo terrible, las guerras se hacen y deshacen a capricho e interés de
los poderosos, de políticas geoestratégicas que permitan el dominio de los
pueblos y su sumisión a las grandes potencias. Cada vez queda más patente que
la vida y el sufrimiento de la gente no importa, que los responsables de esas
guerras consideran el padecimiento humano, la muerte y el dolor de los
inocentes, como un efecto colateral ante su irrefrenable espíritu de conquista
y dominio; como algo que se ha de pagar para conseguir sus objetivos, algo que
pagan otros por ellos, donde la población civil puede ser sacrificada en el
altar del miedo, del horror, que les lleve a sucumbir, a rendirse ante la desgracia
y el mal que se les causa, donde el soldado que mata y muere es un mero peón
manipulado, a veces ideologizado desde la alienación, para que ejerza de tropa e
instrumento en el gran teatro de la guerra beneficiosa para las Corporaciones Internacionales,
los Estados belicosos y los líderes obscenos y miserables que desprecian la
vida ajena y usan las armas cuando no son capaces de usar la palabra para el
entendimiento; también en beneficio de aquellos que desprecian el respeto y
tolerancia a los demás y, en su deshumanización, arrasan con todo hasta
conseguir sus inconfesables objetivos, que no son el bien y la democracia de
los pueblos, sino el dominio del mercado y de los recursos naturales. Tal vez
lo suyo sea la violencia porque solo con la violencia pueden arrebatar el poder
y predominio de los otros, sostenido por las armas, para ocuparlo ellos y caiga
quien caiga. Es el dominio desde el miedo, desde el temor, se ha de ser
temeroso del señor, del que manda, del que nos protege y nos dirige. Está en
las escrituras el concepto del “Temor de Dios” como agradecimiento por sus
obras, y a ello pretenden tender los tiranos y dictadores; es la ética del amo
y del esclavo de Nietzsche… Así ha sido siempre y así será si no revertimos el
proceso y cambiamos esta cultura del odio, de la violencia, el desencuentro, del
robo de recursos y la eterna explotación del hombre por el hombre, del rico
sobre el pobre, del fuerte sobre el débil, del malo y soberbio sobre el manso…
A
mí me gustaría cantar bellos poemas hoy, versos de paz y alegría, de felicidad
y esperanza. Qué lindo resultaría cantar al amor, a la justicia, al ser humano
humanista y solidario. Cuanto me gustaría escribir versos de empatía y de
respeto a la diversidad, a la tolerancia y a la libertad. Incluso versos de
corte religioso con los angelitos que van a Belén, el pesebre, la mula y el
buey y otras lindezas navideñas. Pero mis musas se han ido y esos versos no
afloran, porque la sangre y el llanto del mundo (en la actualidad hay 22
países en guerra), simbolizados en Alepo, sellan mi
boca. Solo surge un poema de dolor y llanto que, incontenible, va gritando a
los cuatro vientos lo que está pasando. Tal vez en Navidad lo más oportuno sea
pensar en qué mundo estamos haciendo, en que todos somos mundo y la única forma
de cambiarlo es ir cambiando nosotros. Otro día cantare las alegrías de la Navidad,
hoy canto el sufrimiento de la guerra porque las musas de lo bello, de la
felicidad, me han abandonado y se han ido huyendo del infierno, y yo las
comprendo:
¿Dónde están mis musas?
----------------------------------
Las
musas se fueron,
puede
que se fueran al ver este infierno.
Me
dejaron solo sin verbo ni verso
con
mente aturdida por tanto tormento.
Huyen
de las bombas presas de su miedo
que
la negra parca siembra sin remedio.
¿Dónde
están las musas que canten al duelo?
Las
musas se han ido, las musas se fueron,
las
calló el horror de este sufrimiento,
suenan
más las bombas, las balas
y
el viento de guerras malditas
donde
va muriendo la gente inocente
entre
la tortura de tanto tormento.
Los
versos no fluyen ni encuentran aliento,
callan
ante el llanto del niño indefenso,
se
ahogan en sangre, en dolor y espanto
de
la pobre gente que atraparon ellos.
Ellos,
los que tiran bombas,
los
que van matando sin remordimiento.
El
Mediterráneo, ese gran sarcófago,
guarda
los cadáveres de niños y viejos
de
gente indefensa
que
llama a la puerta de la vieja Europa
que
no los asila ni les da consuelo.
Y
en cada despacho de los mundos libres
juegan
a su juego
como
siempre ha sido
al
viejo negocio de ganar dinero.
Las
musas se fueron
no
salen palabras bonitas
canciones
o versos
¿Qué
música quieres que suene
con
este estruendo de balas y bombas
que
van destruyendo casas y ciudades
sembrando
los campos de muertos?
Las
musas se han ido
y
yo lo comprendo,
porque
hasta las musas
pueden
sentir miedo.
Autor: Antonio Porras Cabrera
Málaga 17 de diciembre de 2016
2 comentarios:
Cuando era pequeña escuchaba la voz de mi abuelo hablar de nuestra guerra, la española; aprendí mucho de sus palabras... Sin embargo hoy en día pienso que la guerra es intrínseca al hombre. Un ser humano perdido, sin creencias, materialista y que no da valor a la vida porque no sabe lo qué significa la palabra paz
Efectivamente, amiga Mª Ángeles, es intrínseca al hombre, como lo es la bondad y todos los sentimientos que se albergan en su interior. La guerra es el fruto del cultivo de los malos sentimientos, del desencuentro, del odio que se siembra con él. Siempre es posible una guerra cuando se entra en el tobogán de los conflictos irresolubles. Mi miedo es si no estaremos subidos en ese tobogán con tanta intransigencia y enfrentamiento político que arrastra a los pueblos al conflicto. El hombre no aprende mucho del pasado que no ha vivido y vuelve acometer los mismos errores si se repite el contexto.
Un abrazo y felices fiestas.
Publicar un comentario