En
esta reflexión, que publico el 28 de diciembre, día de los santos inocentes, no
tienen que ver ninguna intención con relación a esa festividad. Si alguien
piensa, tras leer esta entrada, que nos toman por tontos e inocentes, está en su
derecho de hacerlo, y yo lo compartiré, sabedor de que desde siempre se nos
toma el pelo y seguirá así por mucho tiempo si no somos capaces de someter el
mundo de la política a la criba de nuestro pensamiento crítico.
Con
mis mejores deseos para el próximo y trascendente año, que les sea propicio y
gocen de la felicidad merecida.
----------------------------------------
La
izquierda se empezó a romper hace años, cuando el socialismo dio paso a la
socialdemocracia de la mano de Felipe González, cuando se sometió a un
liderazgo personalista asumiéndolo como guía de la manada, cuando se acabó
plegando definitivamente al modelo neoliberal y aceptando el libre mercado como
motor económico. Pretender el mantenimiento de un Estado del Bienestar desde el
propio Estado, con servicios bajo su domino y administración, entró en colisión
con la filosofía económica de la derecha liberal. El neoliberalismo le declaró
la guerra a los Estados y empezó la batalla por el control de las empresas de
servicios dentro de la sanidad, educación, suministros básicos, etc. La
derecha, como buena aliada, se sumó a esa iniciativa y solo encontró el
hándicap de la voluntad popular y su voto, que resultó fácilmente manipulable
en función de la capacidad de despertar emociones que permitiera esa
manipulación mediática y la posibilidad de crear estados de opinión favorables,
como pueden ser la desconfianza en sus líderes políticos, cosa conseguible si
se lograba corromperlos y someterlos a los intereses de las grandes
corporaciones.
De
esta forma la izquierda también fue corrompiéndose, apartándose de su ideología
primigenia, mutando sus líderes, sometiéndose al ejercicio de la desvergüenza
que representan las puertas giratorias, abandonando la defensa de los
trabajadores y ciudadanos de a pie y ejerciendo la sumisión a las políticas y
orientaciones de los grupos de poder económicos, que fueron atrapando a los
partidos con sus deudas millonarias, con el control y conocimiento de la vida y
actividades privadas de los políticos y usando las referidas puertas giratorias
como forma de comprar voluntades.
La
izquierda, representada por el PSOE, se derechizó, pasó a llamarse centro
izquierda y posteriormente, cuando parecía que lo que vendía era ser de centro,
se identificó con la ideología de centro, que uno no sabe muy bien cuál es,
salvo el pragmatismo a la americana. La otra izquierda, la comunista, quedó
huérfana al caer la URSS en manos del sistema capitalista y apropiarse del
entramado empresarial del Estado Soviético importantes grupos de poder que
resultaron, en gran medida, de la descomposición del sistema. Ello arrinconó a
la ideología comunista identificándolos como dictadores en contraposición al
bello concepto de la democracia, cuando esa democracia era teórica, pues si
bien el ciudadano tenía libertad para elegir solo podía hacerlo entre “susto o
muerte”, ya que el sistema no permitía una verdadera democracia económica con
libertad y soberanía popular para implantar políticas que favorecieran la
justicia distributiva y la solidaridad social, dado que estábamos inmersos en
el complejo mundo de la globalización. Este punto queda claro por el torticero,
alevoso y nocturno acuerdo de cambiar la Constitución en su artículo 135, con
los socialistas en el poder, para favorecer el pago de las deudas con la gran
banca antes que dar respuesta a las demandas y necesidades sociales del
colectivo ciudadano de cada Estado o país. Este hecho, y algún otro, dejaron sin
credibilidad a la izquierda, representada en España por el PSOE, llevándolo a
la debacle en las elecciones de 2011.
A la
vista de las injusticias y el mal trato dado al ciudadano necesitado, los
desahucios, el paro, los recortes, el incremento de la pobreza, el trabajo
precario, la deuda pública galopante, etc. surgen una reivindicación, mayoritariamente
desde la izquierda, que se manifiesta en las calles y plazas con la pretensión
de aglutinar a todos aquellos que se han sentido traicionados y desengañados
por el mundo de la política; son los indignados…
Ante
todo esto, el PSOE, que ya se desvistió de su ideología luchadora, está en
offside dejando un vacío en el espacio de la izquierda con un sector
desencantado y huérfano que no tiene a ningún partido político con el que
identificarse. Ese espacio, entre la socialdemocracia escorada a la derecha y
el comunismo, está vacuo y la gente ubicada en él busca el clavo ardiendo donde
agarrarse para salir del atolladero. Pero el PSOE, ya instaurado en la crisis
perpetua de sus valores primigenios, al que se le ha pedido reiteradamente un
rearme ideológico, sigue sometido a las leyes del mercado y a las políticas
neoliberales que cada vez se adueñan más de los resortes políticos y del
control de la economía mundial mediante la globalización. El PSOE, tras la
gestión de la crisis, ya no le sirve a ese sector de descontentos.
Surge
Podemos con la intención de cubrir el espacio vacío. Entra fuerte y recoge el
fruto de la semilla que sembró el descontento con la actuación de los partidos
clásicos. El sistema, basado en la ideología neoliberal, como ya he referido,
se echa a temblar y busca cómo neutralizarlo. Entonces, sabedor de que posee
mayoritariamente el dominio sobre los medios de comunicación, empieza a crear
estados de opinión donde se acabe desmontando a los que se han ubicado en ese
espacio vacío para recoger y canalizar el descontento. Hay que neutralizar a
Podemos, esa organización populista (ya no se acuerdan cuando Fraga y sus
muchachos se definían como populistas en su pasado hasta llamarse Partido
Popular), e intentar vincularla con Venezuela y países con gobiernos de corte
dictatorial para su descrédito. Es ese cinismo político, de doble cara, donde
mientras se dice eso se le venden armas y se mantienen relaciones comerciales y
políticas de primer orden con países de muy dudosa ética democrática, donde los
derechos humanos, tan utilizados de arma arrojadiza en otros casos, pasan a un
lugar de importancia insignificante. Podemos queda estigmatizado para mucha
gente por ese “difama que algo queda”, además del rechazo que despierta su
ideología en una amplia capa social vinculada al abanico que va desde la
derecha al centro izquierda. Este podemos que cuestiona la vigencia
constitucional y reclama su adecuación a los nuevos tiempos y exigencias de los
pueblos de España, considerando que esta se fraguo en un momento político
delicado, en el que se debió ceder ante las presiones del tardofranquismo, también
entra en colisión con los partidos constitucionalistas, que no quieren ni oír
hablar de referéndum segregacionistas o independentistas en tato defienden la
ley constitucional que, entienden, no lo permite.
En
estas circunstancias también aflora Ciudadanos como la potenciación de un
partido catalán de corte derechista y constitucionalista, que se implanta en el
resto del Estado, como catalizador del descontento de la ideología de derechas
ante la avalancha de corrupción que está salpicando escandalosamente al PP. Esta
oferta política controla la fuga del descontento hacia un Podemos, que se ha
definido inicialmente como transversal, y la reconduce hacia la derecha, con el
componente de préstamo del voto y posibilidad de volver a su punto de origen, o
sea al PP, en cuanto escampe y/o se supere el rechazo que genera la corrupción.
En
estas circunstancias y momento hay dos conflictos intrapartido que merecen ser
considerados especialmente y que afectan a la izquierda, por lo que la dividiré
en tres niveles: la izquierda centralizada, o sea el centro; la izquierda
socialdemócrata o centro izquierda, y la izquierda socialista y/o comunista. En
todo caso, la indefinición de los partidos para ubicarse en uno de estos
espacios crea confusión entre las bases y el votante, cuestión que se observa
en el frustrado intento de establecer un consenso para conseguir un gobierno de
izquierdas o, como mínimo, de cambio para desalojar al PP, que da al traste con el liderazgo de Pedro Sánchez en
el PSOE.
Por
un lado está el conflicto interno del PSOE, con una Gestora cuestionada, un
pedro Sánchez defenestrado a pesar de haber sido elegido por las bases, su
apoyo solapado al gobierno de Rajoy por pasividad, sus barones conspirando, la
vieja guardia tutelando el golpe de gracia a Pedro y persuadiendo para abrazar
la práctica neoliberal… En suma, mostrándose cerca o tolerante con las políticas
del PP y dejando al margen la ideología socialista que reivindican sus bases.
El
otro conflicto se da en Podemos, donde un grupo afín a Iglesias, de corte más
intransigente o radical, colisiona con otro de tendencia más orientada a
ejercer una política contingencial, donde se vislumbra una confrontación de
posiciones ideológicas, entre los más y los menos radicales, y sobre la figura
y ejercicio del liderazgo. Tal vez cabría decir entre la idea de líder que
dirige desde un proyecto con poder más personal y la del líder que canaliza y coordina
las sinergias para implementar el proyecto de partido. En ese sentido se pueden
establecer las desavenencias entre Iglesias y Errejón.
De
todo ello, y referido a la izquierda rota, podríamos decir que hay:
a) Un
PSOE dividido en un grupo que apoya, o es connivente con la derecha y otro, el
derrotado de momento, que es beligerante con ella.
b) Un
Podemos más vehemente y beligerante con el PSOE y otro, más pragmático,
tendente a entenderse y pactar con ellos.
Para
expresarlo gráficamente, si dividimos el espacio de la izquierda en cuatro
partes de derecha a izquierda, resultaría:
1º
cuarto Susana Diaz y la Gestora actual.
2º
cuarto los defenestrados seguidores de Pedro Sánchez.
3º
cuarto los Errejonistas más propensos a entenderse con el PSOE.
4º
cuarto los de Iglesias de corte más marxista y beligerantes.
¿Ante
estas circunstancias qué pasará? Todo depende de lo que ocurra en los congresos
de ambos partidos. Pero si ganan los extremos, es decir Susana e Iglesias, dejando
vacío el hueco del 2º y 3º cuarto a los que me he referido, cabe la posibilidad
de que se produzca una doble escisión para formar un partido alternativo que
ocupe ese espacio de la izquierda, porque la izquierda sigue estando rota y no
se cose o se zurce tan fácilmente si no es con el hilo conductor de la ideología.
El tan traído y llevado rearme ideológico ha de ser la sutura que permita su
encaje en el mundo del siglo XXI que acaba de comenzar.
¿Veremos
a los Pedristas y Errejonistas de la mano caminando por esa senda de una
izquierda ubicada entre Susana e Iglesias? El tiempo nos lo dirá, pero el sistema
tenderá a domesticar a Podemos para desvestirlo de su vehemente beligerancia prefiriendo
una izquierda más centrada en el abanico de la izquierda, donde se encuentren
los huérfanos que el PSOE ha dejado por el camino trazado por los barones y los
descontentos con el Podemos más personalista de Iglesias. Mientras tanto el PP
sigue feliz y el neoliberalismo le toca las palmas, sabedores de que el problema
no es coser al PSOE, sino suturar al conjunto de la izquierda. Hasta que eso no
se produzca el PP no tendrá rival de calado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario