Entrada en la Habana |
Ahora,
en retrospectiva, podría costarle a mucha juventud entender y comprender las
inquietudes de los años 60, la combatividad, el apoyo a las guerrillas
sudamericanas y el idealismo de justicia social que en aquellos tiempos
impregnaba a la sociedad progresista, donde se incluía la mayoría de la
juventud militante y concienciada con la lucha y reivindicación política. El
mito del Che, con su barba y fusil, guerreando contra el ejército boliviano en
nombre de los explotados y contra los intereses del capitalismo y sus
gobernantes, parece que ha pasado a la historia. La muerte de Fidel Castro es
una buena ocasión para intentar recordar el pasado y ver cómo ha evolucionado
el mundo en esa guerra de intereses, que siempre se dio, entre la clase
dominante y la clase currante o trabajadora, entre la oligarquía y el pueblo
llano. Pero hubo unas fechas, un pretérito, en que fue diferente al espíritu de
los tiempos que hoy se maneja. Para comprenderlo habría que desvestirse de
prejuicios y analizar las cosas desde una dimensión más reflexiva y abierta. Tal
vez haya que puntualizar algunas cosas como:
El
siglo XIX fue una etapa de convulsión y lucha social, ideológica y de grandes
cambios en Europa, de la mano de varios elementos que, bajo mi consideración,
son determinantes: La Ilustración o siglo de las luces (XVIII) con sus
planteamientos revolucionarios, la Revolución Industrial, la independencia de
los EE. UU., la Revolución Francesa y la filosofía marxista y alguna otra cosa
más vaga…
Todo
esto convulsionó la Europa de los imperios y explosionó, definitivamente, a
principios del siglo XX, con una I Guerra Mundial que trastocó todo el sistema
geoestratégico e ideológico, hasta desembocar, tras la humillante derrota
alemana, en una espiral de fascismo que llevó a la II Guerra Mundial,
intentando zanjar una paz mal fundamentada, tras dicha derrota, con la venganza
hitleriana y su megalómano III Reich, mientras se consolidaba en Rusia la
revolución de Octubre de 1917 de la mano de un Stalin implacable.
Tres
tendencias políticas se confrontan en esa II Gran Guerra: el fascismo y/o
nacismo, la democracia capitalista occidental y el comunismo soviético. Ya
sabemos como acabó el envite, con la derrota de Hitler y Mussolini y sus
planteamientos ideológicos y una paz ficticia entre el mundo capitalista y el
comunista, que llevó a seguir la lucha, solapadamente, entre esos dos sistemas
resultantes por el dominio mundial que, ante la aparición de armas de
destrucción masiva, como la bomba atómica, los campos de batalla se trasladaron
a dos frentes diferentes: uno era el ideológico con los movimientos obreros
reivindicativos contra el sistema de explotación, que se ubicaba en el mismo
territorio de las democracia occidentales capitalistas y que fueron combatidos
en los EE. UU. desde la filosofía del macartismo; otro el militar como forma de
imponer la influencia de uno u otro bando en los diversos países que no habían
quedado alineados tras la gran contienda, y qué mejor caldo de cultivo que las
desigualdades sociales en los Estados del tercer mundo o América Latina.
Estos
dos pilares, la injusticia que acarrea todo sistema capitalista en cuanto a la
distribución de las plusvalías de sus medios de producción, y la concepción
mesiánica de una ideología como el comunismo que presentaba aspectos de
justicia social, de igualdad, solidaridad y, sobre todo, el otorgamiento del
poder al pueblo, hizo que durante decenios se enfrentaran las dos tendencias o
ideologías en una guerra sucia entre las dos potencias más importantes del
mundo, allende sus fronteras, que fue sembrando el planeta de conflictos y guerras locales y de guerrillas donde se
buscaba el cambio mediante una revolución violenta, entendiendo que solo así se
podría despojar al capitalismo de su poder. Dada la imposibilidad de conjugar
las dos tendencias y el persistente enfrentamiento entre ambas, se fueron
implantando dictaduras amigas de los EE. UU. por un lado o de la URSS por otro.
No había medias tintas, o estabas con unos o con los otros, a pesar de
desarrollarse el Movimiento de Países No Alineados que pretendían la
neutralidad.
La
democracia quedaba reservada para el primer mundo, para los que tenían un buen
nivel educacional, una “renta per cápita” adecuada y suficiente, una historia
ya fraguada en ese sistema político desde antes, que eran fieles seguidores del
mercado libre con las matizaciones pertinentes. En el resto de países
prevalecía el dictador como forma de imponer y controlar la política que
interesaba al grupo dominante. La dictadura del proletariado tenía una visión
más romántica, más de justicia social, más de revolución que diera al pueblo lo
que este entendía que era suyo. Pero cuando el sistema capitalista veía que se
le escapaba de su control algún país de los suyos para derivar hacia el
comunismo, procuraba instalar una dictadura contraria que controlara la
situación. Aquí no se hablaba de derechos humanos, de respetar la ciudadanía y
de justicia social, sino de orden y patria, del imperio de la ley, como si la
ley fuera justicia. De los veinte países que conforman Latinoamérica, catorce
experimentaron dictaduras, la mayoría militares impuestas tras golpes de
Estado, durante la guerra fría. Se dice, como ejemplo del apoyo que los EE. UU.
daban a sus dictadores afines, que Cordell Hull, secretario de Estado de
Roosevelt, dijo: «Puede ser que Somoza sea un hijo de puta, pero
es nuestro hijo de puta», lo que viene a dejar claro que los
derechos humanos y el respeto a la democracia se lo traían al pairo.
Varias guerras de importancia se dieron entre los
EE. UU. y la URSS y sus afines ideológicos por dominar el mundo mediante una
política geoestratégica que le otorgara ese poder. China y la revolución
comunista de Mao Zedong que se instala definitivamente en el poder tras vencer
a los nacionalistas de Chiiang Kai-shek, que se pliega a la isla de Formosa fundando
la República China, más conocida como la China Nacionalista en contraposición a
la República Popular China. La terrible guerra de Corea que acaba en un
armisticio (no hay firma o tratado de paz y siguen en guerra teóricamente) con
las dos Coreas, la del Norte de marcado signo dictatorial comunista y la del
Sur bajo un régimen democrático, como ya sabemos. De esta tensa situación se
derivaron varios conflictos o guerras, como la del Vietnam, las de los países
árabes de la esfera soviética con Israel, Angola y Mozambique, las guerrillas
latinoamericanas, etc.
Existe un caso que merecería dedicación específica
como es el de Afganistán. Pero ese asunto requiere más tiempo y dedicación del
que le quiero dar a esta entrada. Solo diré que de aquellos polvos vienen estos
lodos, pues la URSS, en un intento de controlar el país mediante un gobierno de
corte comunista, se metió en un “fregao” que acabó convirtiéndolo en su propio
Vietnam, siendo derrotados por los integristas y los señores de la guerra
apoyados por los EE. UU. que no podían permitir la expansión soviética y a los
que, después, se les escapa el control de la zona con la irrupción de los
talibanes en el gobierno, hasta el extremo de tener que intervenir en la guerra
actual tras los atentados de aquellos a los que apoyaron para luchar contra los
rusos.
El caso de Cuba es singular. La revolución cubana se
inicia contra Fulgencio Batista. Este tiene en su haber dos golpes de Estado,
uno en 1933 conocido como Revuelta de los Sargentos, contra el autoritario
Gerardo Machado, estableciendo una Junta de Gobierno, conocida como la
Pentarquía, que controlaba la actividad política. En 1940 se proclama una nueva
Constitución, se realizan elecciones y Fulgencio las gana agrupado en la
Coalición Socialista Democrática, gobernando hasta 1944. Su otro golpe es en 1952 cuando ante la
perspectiva de una derrota democrática dio otro golpe de Estado antes de las
elecciones y se aupó en el poder estableciendo un gobierno cada vez más
corrupto y represivo, y comenzó a enriquecerse de manera sistemática explotando
los intereses comerciales de Cuba y realizando lucrativos negocios con la mafia
estadounidense, que controlaba los negocios de drogas, prostitución y juego
de La Habana. En ese momento cabría también aplicarle el calificativo de Cordell
Hull, al que me he referido, por su servicio y connivencia con los intereses
espurios americanos.
Discurso en la Habana |
En este contexto se inicia la Revolución cubana, liderada
por Fidel, su hermano Raúl, el Che Guevara y otros, como una reacción al golpe de
Estado de Batista llamado “El cuartelazo”. Hasta entonces, y desde la
independencia formal de España en 1898, Cuba había estado bajo
la influencia política y económica de Estados Unidos, incluyendo una
ocupación militar (1898 y 1906). Finalmente, la revolución gana la batalla por
el desprestigio, corrupción y tiranía de un Batista que, aun teniendo un
importante ejército para combatirla, ve como sus propios soldados se van pasando
al enemigo por convicción. El mensaje de justicia social, regeneración, ética
política, etc. va calando y Fidel y los
suyos triunfan e imponen un idílico sistema revolucionario impulsando varias
medidas de carácter popular algunas de las cuales, como la Ley de Reforma
Agraria, afectaron intereses estadounidenses en la isla. En un principio, este
movimiento, no era de corte comunista o marxista leninista, y pretendía, según
algunos autores, reinstalar una república exenta de corrupción que regenerara
la vida y la política cubana. Tras la derrota de Batista, y a lo largo de 1960,
se producen conflictos y actos de confrontación violenta entre partidarios de Batista
y los revolucionarios ya en el poder, que provocan una fuga masiva de los
partidarios de Batista y su régimen a EE. UU. y desde allí se organizan para la
resistencia en su centro de poder en Florida. El régimen de Castro ejerce su
autoridad imponiéndose férreamente en toda la isla y dejando que se fueran los
opositores a Florida
Como respuesta, y en ayuda de los disidentes, la
administración de Eisenhower inició una agenda política dirigida a derrocar el
régimen popular recién instaurado. Ésta comprendía el bloqueo económico,
propaganda contrarrevolucionaria, fomento y apoyo de grupos armados dentro de
Cuba contrarios a Fidel Castro, sabotajes a instalaciones económicas y civiles,
filtración de espías, ataques piratas, quemas de campos de caña de azúcar,
intentos de asesinato a sus principales líderes (se calculan en torno a 640
atentados los planificados contra Fidel). Y, finalmente, poner en marcha un
plan para invadir militarmente a la isla utilizando exiliados cubanos y
mercenarios latinoamericanos que acaba en el desastre del desembarco en Bahía
Cochinos y echa a Cuba, definitivamente, en manos de la URSS con quien firma
tratados de defensa, que amparaban la instalación de los misiles soviéticos en
la isla, por lo que se está en un tris de iniciar la III Guerra Mundial,
llegando, Kennedy y Jrushchov, al acuerdo de desmantelamiento a cambio de que
EE. UU. no invadiera o agrediera a Cuba dejándola en la esfera soviética.
Los EE. UU. temían, así mismo, que Cuba se
convirtiera en una plataforma revolucionaria para asaltar Latinoamérica, como
así fue. Las revoluciones de la zona fueron apoyadas por el régimen cubano,
sobre todo la boliviana donde el propio Che Guevara fue ejecutado sumariamente (1967)
por las fuerzas militares bolivianas del general René Barrientos, con el
apoyo de la CIA, que había derrocado al presidente Víctor Paz
Estenssoro y puesto fin a la Revolución de 1952, de tendencia
nacionalista-popular, impulsada por el MNR (Movimiento Nacional
Revolucinario).
Cuba, tras los acuerdos entre EE.UU. y la URSS, se
vio aislada por los primeros, pero no amenazada de guerra o invasión. Su
protectora garantizaba su supervivencia. Pero con la caída del Telón de Acero y
el comunismo en la URSS, se ve más aislada y con las dificultades propias de
una deficitaria relación comercial. El capitalismo vence al comunismo en
nuestra esfera. La URSS se descompone y surge la Rusia actual, con sus
satélites a caballo entre uno y otro lado. Cuba queda como un grano en el trasero
de los EE. UU. y de la ideología neoliberal, que la ven como algo a extinguir
con el tiempo, tras la muerte de Fidel y, con él, su intransigencia
revolucionaria, esperando un apertura racional que vuelva a permitir a los EE. UU. sus inversiones e
influencia en el país, que ya se han fraguado en parte, con la proliferación de
negocio a los que no es bueno poner en riesgo.
De Fidel se podrán decir muchas cosas denostándolo o
alabándolo. Ya se sabe que la historia es interpretable en función de opiniones
y posicionamientos de quien la interpreta, pero no se podrá negar que en Cuba
se ha producido un cambio impresionante en lo referente a Educación, Sanidad, Solidaridad
social, etc. a pesar de estar sujeta a restricciones económicas y comerciales
desde el mundo capitalista. El problema mayor que se le presentó fue el
aislamiento tras la desaparición de la URSS, quedando sola ante el gigante
americano.
Hay otro factor innegable a considerar, como es el
proceso evolutivo de las ideologías, tras ganar el capitalismo la guerra fría
contra la URSS. Al fin y al cabo ese hecho es evidente, ya que el gigante ruso
se pasó de bando cuando Borís Yeltsin
acaba montado en un tanque en Moscú certificando la defunción de la URSS y afloran
los gobiernos que van privatizando, de forma poco ortodoxa, por no decir
fraudulenta y amiguista, las empresas de la antigua Unión Soviética. Desaparecido
el poder de contrabalanceo al capitalismo que significo la URSS dentro de la
lucha de clases y reivindicaciones de la clase trabajadora desde la perspectiva
de la lucha obrera, pierde, para la sociedad de consumo y del espíritu
neoliberal que nos atrapó definitivamente, su sentido revolucionario quedando
la democracia de régimen capitalista como el referente político principal,
mientras se cuestiona sistemáticamente cualquier ideología que pretenda cambiar
el sistema y desvestir al mundo del mercado y las finanzas del poder que han
ido adquiriendo: “Malos tiempos para la lírica”. Gana la democracia, pero no es
menos cierto que la democracia no implica los valores sociales de solidaridad,
justicia distributiva y libertad, al basarse en Constituciones que la
encorsetan, más bien resulta un sistema de elección representativo manejable
mediante el uso de la información y la comunicación, creando estados de opinión,
en muchos casos artificiosos, a través de la manipulación… Pero esto es otro
tema que merece una profunda reflexión aparte.
Resumiendo: Fidel tuvo su tiempo heroico, cuando la
lucha de clases estaba en pleno apogeo y era aceptada como forma legítima de
reivindicación, incluso, mediante la guerrilla, con un héroe nato como el Che a
la cabeza. La juventud de mi generación se identificó con su lucha y compartió,
en gran medida, su revolución, eso es innegable. Además ha mantenido a su país,
en mayor o menor medida, aunque sea en declive, a caballo de su línea ideológica
hasta el final, si bien, paulatinamente, se fue diluyendo a la par que las
ideologías comunistas sucumbían ante el avance de la filosofía de las
democracias capitalistas. Ello se manifiesta en las dos Cubas, la interior más
impermeable a los influjos del capitalismo y valedora del concepto de Patria
libre, justicia social y dignidad del pueblo, defensora del “socialismo cubano”;
y la otra Cuba, la del exilio, que se fue por el desacuerdo y la falta de
respeto a la diversidad y garantías de los derechos humanos en la isla, que es
defensora del sistema democrático burgués que se caracteriza por tres rasgos
fundamentales: propiedad privada de los medios de producción, competencia
electoral entre bandos políticos y garantías ciudadanas, componentes que en
Cuba no se encuentran en la proporción que tenemos aquí.
Finalmente, nadie podrá negar que fue un sujeto
trascendente en la historia de la segunda mitad del siglo XX; para honor y gloria
de sus adeptos, para deshonra y descrédito según sus críticos. A nadie dejó
indiferente. Creó fobias y filias, con sus luces y sus sombras. Cuba lo llora, mientras
Miami danza de alegría. Pero lo hecho no se puede borra de un plumazo. El
reencuentro de los cubanos será complicado de hacer. Solo espero que no vuelva
el derramamiento de sangre y que se orille a los intransigentes para confluir
en entendimiento. De todas formas, cualquier cosa que se diga sobre este histórico
líder está sujeto a la controversia. Las posiciones están aún demasiado
encontradas y los afectos, emociones y partidismos nublan el pensamiento y la
razón para sacar conclusiones válidas y asépticas. Este es mi pensamiento y mi
homenaje a la historia que nos ha tocado vivir, aunque sea desde este lado del
charco, pero en América las cosas eran diferentes. Hasta la propia religión
tomó partido por los más necesitados y luchó, incluso con las armas, por la revolución,
por ejemplo la Sandinista de Nicaragua. Luego cayó en desgracia y también se
diluyó definitivamente con el papa que vino del este. Tal vez, para conocer o
tener una visión desde los planteamientos de aquellos sujetos que sentían la necesidad
de luchar contra los intereses norteamericanos en toda América Latina, venga
bien leer el libre de Eduardo Galeano: Las venas abiertas de América
Latina. Yo lo aconsejo…
Homenaje póstumo |
Disidentes en Miami celebrando la muerte de Fidel |
2 comentarios:
Menuda lección de historia!!!! Eres el profe perfecto
Gracias, Mª Ángeles. Te diré un secreto. Yo, cuando escribo, lo hago por dos razones: una, lógicamente, para comunicar; pero hay otra de más peso, es para estudiar y comprende mejor ese algo sobre el que escribo obligándome a prepararlo y disfrutando del flujo de esa información que me va calando. Un problema es la selección de la documentación digna de crédito para beber de ella.
Un abrazo
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