Opinión
| Tribuna
Publicado
en el diario La Opinión de Málaga el día 24 MAY 2025 7:01
https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/05/24/silencio-complicidad-117756257.html
Lo más
cruel que podamos observar hoy en día, sea la visión de la destrucción de Gaza,
la muerte de inocentes, el uso del hambre como arma de guerra
Vamos hacia la infelicidad como colectivo humano y la desesperanza ante un mañana muy gris. / Agencias. (Foto publicada en el diario La Opinión de Málaga con el artículo)
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¡Qué difícil es ser feliz cuando se
tiene conciencia de la realidad imperante en el mundo! Sobre todo cuando se
albergan sentimientos humanitarios, cuando en nuestra alma subyace la
compasión, la empatía y la fraternidad como elementos de referencia en las
relaciones humanas. Pero, sobre todo, cuando se tiene la convicción de que los
seres humanos formamos un todo hermanado mediante la solidaridad, el respeto,
la justicia, tolerancia y libertad, cuando se enmarca, o pretende enmarcar, ese
sentir universal en un escenario construido para el encuentro y la convivencia
en paz y armonía.
Lamentablemente estos principios,
que conforman una bella teoría, no son los prevalentes hoy en día y, tal vez,
no lo hayan sido a lo largo de la historia, a pesar de ser pregonados como
elementos esenciales de nuestra teórica socialización. Su prédica ha sido como
la voz que clama en el desierto, y me temo que seguirá siéndolo, por lo que no
sé hasta qué punto este texto no será una diatriba que se diluya entre las
arenas de ese desierto donde reina la nada.
El que calla otorga
Pero, a pesar de ello, no es ético
callar ante la barbarie, porque el silencio muestra la pasiva complicidad con
esos hechos. No podemos quedar indiferentes viendo las barbaridades que se dan
en nuestro entorno. Este mundo está enfermo porque hay demasiadas almas
preñadas de odio, que van pariendo el desencuentro y la violencia, la
confrontación y la muerte; demasiadas almas enfermas y carcomidas por la
sinrazón y el rencor, por la hostilidad, desprecio, indiferencia, acritud,
agresividad y un amplio etc. de emociones y actitudes negativas.
Tal vez, lo más cruel que podamos
observar hoy en día, sea la visión de la destrucción de Gaza, la muerte de
inocentes, el uso del hambre como arma de guerra, la crueldad de un Estado
israelita que siembra la muerte y el terror, contando con la indiferencia y/o
aprobación de determinados países y ciudadanos faltos de escrúpulos morales,
que defienden, egoístamente, lo suyo y sus ideas regadas por el odio. Asumo la
frase de Juanma López Iturriaga, expresada en su red X, comentando lo ocurrido
en el festival de Eurovisión y el voto a Israel: «Resulta difícil de creer que
pueda existir un solo ser humano que a estas alturas justifique el genocidio
que está perpetrando Israel en Gaza. Pero que lo hagan por llevar la contraria
a la postura de sus rivales políticos resulta nauseabundo y de una inhumanidad
extrema».
De ese resultado deduce Netanyahu
el apoyo del pueblo europeo a su causa, a su conducta genocida y destructora
del pueblo palestino a base de bombazos y misiles. Eso duele, porque no es lo
mismo que des un voto a una canción, que se lo des a un genocida, para que
luego se atreva a decir, según la agencia AFE, que: «El Ejército israelí es el
más moral del mundo». ¡Manda huevos!, como diría Trillo, cuando las atrocidades
del ejército israelí se evidencian por la televisión…
El hooligan gregario y dogmático
Cuesta pensar y aceptar que gente
de orden y de credo religioso basado en los evangelios, sean capaces de
tolerar, e incluso justificar, las acciones genocidas de Israel, con su
conducta pasiva, obviando la compasión que predica el cristianismo. Pero no
podemos olvidar que el ser humano, en muchos casos, tiende al gregarismo como
forma de integrarse en el grupo, que, por otro lado, también le exige el ser
gregario y, a veces, hooligan incondicional cuando el ideario político que
profesan es dogmático. Ese dogmatismo, aceptado por el individuo, bloquea el
debate ya que no existe predisposición a la escucha, sobre todo cuando se trata
de sujetos de mediocre capacidad para el razonamiento crítico y la argumentación,
pues todo ello se sacrifica en el altar de las ideas preconcebidas.
Dicho lo anterior y considerando
que estamos en un mundo donde la mediocridad cabalga galopante, por las redes
sociales, hacia un futuro de idiocia y dependencia de las tecnologías, que
suplirán el valor y el conocimiento de nuestro propio cerebro expuesto a la
manipulación desde esa idiocia sumisa, vamos hacia la infelicidad como
colectivo humano y la desesperanza ante un mañana muy gris, por no decir negro,
si es que hay un mañana.
La dicotomía de valores
Volviendo al tema, el ser humano
guarda en su interior lo mejor y lo peor, conserva la semilla del lobo y el
cordero, del odio y el amor, de la bondad y la maldad, de la paz y la
violencia, la justicia solidaria y el egoísmo… La pregunta que hemos de
hacernos ahora es: ¿Cuáles de esas actitudes y emociones estamos cultivando?
Porque en función de lo que se cultive obtendremos uno u otro resultado; o
dicho en sentido inverso, en función de lo que se quiera obtener cultivaremos una
u otra actitud.
Es evidente que hay interés en
deconstruir el sistema democrático para forjar otro plutocrático basado en el
neoliberalismo, incluso en el “anarcoliberalismo” de un mercado insumiso a la
norma. Para ello se han de dinamitar los valores democráticos, como el respeto
a la diversidad y la pluralidad con base en un sentimiento humanitario propio
de la democracia. La estrategia sería hacer que aparezca el lobo, cultivar el
odio, la maldad, la violencia, el egoísmo, etc.
Ya hay mucha gente inoculada que
vota al nuevo nazismo del siglo XXI. Solo les importa su doctrina, sin pensar
demasiado en principios y valores humanos. Sus argumentos han dejado de ser
humanitarios, para anclarse al dogma y la consigna, que transmiten como un
virus que va afectando al alma, quebrantando el espíritu sensible y sensato que
pueda garantizar la convivencia y desarrollo de una sociedad libre y pacífica.
La sumisión de las masas
Dirigir a las masas no es
complicado si consigues ganar el relato, controlar o contar con los resortes
adecuados para ello: medios de comunicación, poderes fácticos, recursos
económicos, influencia sobre las fuerzas del orden y la judicatura, etc… todo
bajo la batuta de un falaz discurso manipulador y dogmático, cargado de bulos y
medias verdades, que despierte emociones y potencie un estado de opinión
pública que beneficie al partido.
Hoy, ante el proceso de
deshumanización que afecta a nuestra sociedad, que tanto presumió de ética,
moral y demás principios y valores sociales de alta calidad humana, observamos
la indiferente ante lo que ocurre en la franja de Gaza, arrasada por el
gobierno genocida de Israel apoyado por sociópatas (Sociópata: persona que no
demuestra discernimiento entre el bien y el mal e ignora los derechos y
sentimientos de los demás), que pretenden construir un resort de recreo para
los pudientes sobre la sangre y los cadáveres del pueblo palestino. Tampoco
parece importar mucho que Putin masacre a la población de Ucrania, o que a lo
largo del mundo surjan como setas los conflictos que siembran la muerte, la
desolación y la miseria de los pueblos afectados, o que mueran miles de niños
bajo las bombas o el hambre.
La ley del talión
El sionismo hace tiempo que se
planteó la reconstrucción de un Estado basado en los territorios del Israel
bíblico, y para ello ha de acabar con los ocupantes de su «Tierra prometida»,
cuando hace 2000 años de la diáspora; o sea arrebatársela a los palestinos que
la habitan desde tiempo inmemorial, que han nacido y vivido allí. Ese es el
proyecto del propio partido de Netanyahu, el Likud, que se enmarca en el
sionismo revisionista.
Todo el mundo condena los actos
terroristas de Hamas y apoya el derecho de Israel a defenderse. Pero una cosa
es ejercer la legítima defensa y otra ejecutar un genocidio justificado en ese
derecho. La ley del Talión, que defiende la tradición judía, establece: «ojo
por ojo y diente por diente», definiendo la proporcionalidad de la respuesta.
Pero Israel usa cualquier acto terrorista para justificar su aberrante y
desproporcionada venganza, que no es más que una estrategia para limpiar su
«tierra bíblica».
En resumen, la devastación de Gaza
y, por extensión, Cisjordania, el infringir terror y sufrimiento, y la muerte
de inocentes, rompiendo todos los esquemas de la conducta humana, acaban
convirtiendo en terrorista al propio gobierno israelí comandado por Netanyahu.
Lamentablemente el terrorismo genera terrorismo al sembrar el odio y rechazo
entre las partes, y el terrorismo es condenable venga de donde venga, aunque
siempre será producto de la voluntad de un ser humano mentalmente
desequilibrado.
2 comentarios:
Añadir solo la diferencia de las gentes de bien manifestandose en contra del genocidio, y por contra sus gobiernos, votado por ellos, que no parece que les importe esta deshumanización. Que el mundo que llamamos civilizado haya permitido esta masacre es imposible de aceptar. Ssaludos, Antonio
Los pueblos y los dirigenets, a veces, están disociados, al menos en parte. No todo el pueblo judio apoya a Netanyahu, pero ahí está votado por la mayoría.
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