Esta mañana, una vez la temperatura en Málaga se ha dulcificado, decidí dar una vuelta y ver la exposición que ofrece el CAC, junto al cauce del Guadalmedina, sobre la obra de Matías Sánchez, titulada “La gloria es otra cosa”. Es una extensa y variada exposición de una original pintura a la que te has de apegar, parado frente a ella, para acercarte a su comprensión o, al menos, a su interpretación a través de esa aproximación, y así captar la ironía del autor que subyace como elemento referencial de primera magnitud, donde la sátira es la expresión manifiesta de su ingeniosidad.
He de decir previo a mi comentario
que, no siendo experto en el tema pictórico, mi opinión no ha de llegar más
allá de una disquisición personal desde mi singularidad, exenta de valoración
técnica y sesuda reflexión sobre la obra y los matices artísticos que la conforman,
ya que no soy docto en la materia. No obstante, volviendo a parafrasear a
Joseph Conrad, “el artista solo plasma la mitad de su obra, la otra mitad le corresponde
crearla al observador” (él aludía de esta manera al escritor y su novela). Por
tanto, mi interpretación corresponde a esa creación imaginaria que he
desarrollado en mi mente ante las emociones y percepciones que me han ido
despertando sus cuadros. Lo que expreso, pues, no deja de ser una visión personal
que pretendo compartir desde la modestia donde se ha de enmarcar mi comentario.
La primera impresión ha sido “confusional”, es decir despistaje respecto a la temática, mediatizado por los elementos simbólicos que afloran en su obra: huesos, chorizos, cuchillos, pistolas, grandes narices asociables a la mentira, entre caras esperpénticas y grotescas figuras, que pretenden, bajo mi punto de vista, representar, simbólicamente y con tan amplia iconografía, a la sociedad en su sentido más patético y realista respecto a sus valores y manifestaciones.
Presenta algunos cuadros dedicados a situaciones específicas
bajo sus títulos: Chungos, Aquelarre, Rabiosos, Saqueo, Sainete, La sentencia,
El expolio, La pasión, El juicio final o La gloria es otra cosa… En todos ellos
aparecen elementos referenciales interesantes para plasmar una visión patética
de esa realidad social que nos envuelve y absorbe, sin obviar a la propia
religión de la que nos muestra determinados símbolos muy significativos, como un
misal o la propia última cena tratada con cierta irreverencia. Tal vez le falten
alusiones a la mentira, el bulo, la manipulación, el odio y un amplio elenco de
sentimientos y emociones que hoy reinan en el mundo de la comunicación y de las
relaciones humanas tan conflictivas y que son la base o fundamento de este
desencuentro desasosegante que vivimos en el día a día.
Esta pobre y sencilla presentación,
subjetiva y, tal vez, sesgada por mi atrevimiento, la podéis ampliar a través de
la foto que adjunto del texto que presenta el CAC respecto a la exposición y navegando
por Internet donde, el propio museo en su página web, aporta mayor información
sobre el autor y su obra: (https://cacmalaga.eu/matias-sanchez-la-gloria-es-otra-cosa/)
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