viernes, 26 de julio de 2019

LA EXTRAÑEZA QUE EXTRAÑA A PROPIOS Y EXTRAÑOS



¿Cómo me han de extrañar a mí estas cosas que tanto extrañan, si la extrañeza que a vosotros os deja extrañados a mí ya no me extraña? (permítanme este juego en redundancia). 

Lo extraño sería que un gobierno, con acuerdo solo de sillones, no fuera una jaula de grillos montada por extraños entre sí. Solo cabe, de una vez, hacer un programa claro, conciso y estructurado para ser viable y, a la vez, ser controlable, monitorizado para hacer su seguimiento. Eso es lo único que sería políticamente honrado al ofrecer a la gente un compromiso detallado y firmado para ser cumplido. Luego, quien sea el encargado de llevarlo a efecto es lo de menos, salvo que ese alguien pretenda que su ego se eleve por los aires hasta llegar a los lugares más recónditos del país para mayor honor y gloria suya. De eso, nuestros políticos saben muchos, los egos están por las nubes y la gloria, en el partido, solo se consigue con el éxito en la escalada del poder externo.

Mas, hete aquí que no quieren esos compromisos comprometedores que les atan las manos, esos programas. Tal vez entienda que gobernar es hacer lo que les salga de “salva sea la parte” en cada caso, cuando, en democracia, gobernar es cumplir los programas y compromisos que se adquieren con los votantes, que, al fin y al cabo, son los verdaderos gobernantes que delegan en el político su soberanía… ¿no era así? Perdonen tanta redundancias, pero un programa programado es la mejor programación para un gobierno de progreso.

Mi extrañeza se dio en un extraño momento en que ERC y Bildu (también al PNV que ya, de por sí, es bastante sensato mientras goce los históricos favores de su reino), llamaron a la cordura a los litigantes de Podemos y PSOE. Patética situación en que dos “enemigos de España”, parafraseando a la ultraderecha y Cs. (que ya empiezan a parecer lo mismo, soltando el lastre de los verdaderamente centrados, hoy se fue del partido Francisco de la Torre con una demoledora carta a Rivera denunciando que ha dejado el centro para irse al extremo) pedían entendimiento por el bien de la propia España. Visión sorprendente de estadistas inesperados, catalogados de rompedores de la patria, temiendo, previsiblemente, el gobierno intransigente de la santa trinidad de VOX, Ciudadanos y el Partido Popular.

Permitidme un inciso: Qué curioso, el número 155 está dominando España, adquiriendo un protagonismo inusitado: 155 son los votos de la derecha extensa para frustrar la investidura de Sánchez, 155 las razones de JxCat para no apoyarlo, 155 el sortilegio para acabar con los independentistas según el triunvirato. Un número mágico que acaba en 5, que rima con… hinco.

Y ya no sé si me extraña o no el novedoso discurso de Rufián, rompiendo su dinámica del pasado cargada de histrionismo, y centrándose más en reclamar una política de izquierdas que resuelva problemas de la gente de a pie. Nunca entendí como un partido que se llama de izquierdas, en este caso ERC, tuvo el estómago suficiente para aliarse con Convergencia (además de la CUP) como nacionalismos que chocan con la propia ideología de la izquierda universal.  Sorpresa inusitada me causó cuando confesó públicamente que a él no le había robado España (recuérdese el viejo discurso trasnochado de España nos roba), sino los Rato, Pujol, Millet y demás. Bienvenidos sean volviendo a identificar el enemigo verdadero del pueblo catalán, a los lladres (ladrones) que comparte con España. Parece que ya vamos volviendo al camino del encuentro. ERC vuelve su cara a la izquierda y puede que empiece a ver a los suyos, a la gente del pueblo, sin fronteras, unidas por un común objetivo, que es la justicia social.

¿Y ahora qué? Sánchez fracasado en el intento, Iglesias herido en su ego por el rechazo, los otros pidiendo acuerdos, mientras siguen en la tele los debates, para fijar el relato de los hechos, sin asumir nadie la culpa, sin tratar, con la dedicación que requieren, los problemas de gobierno y el programa que los solucione.

El voto negativo de la señora Montero, en la primera sesión, para mí fue un error tremendo de táctica y de fondo. Nunca un partido de Izquierdas debe dar un NO a otro, de la misma ala, rechazando su programa; en todo caso inhibirse con su abstención y, al no identificarse con ese programa, dejar que ellos lo defiendan o pacten con otros, luego, según con quien y lo que pacte, que voten NO. Ahí, Izquierda Unida, mucho más madura, supo poner los límites, igual que los puso en la Rioja. No hubo razón para votar un NO, habiendo posibilidades de negociación, salvo que ese NO fueran por despecho del león herido o una carga irracional, no recomendable, de testosterona. Un partido de izquierdas, votando junto a la derecha más reaccionaria, contra otro de izquierdas con el que está negociando, es un escándalo político y cierra muchas puertas al entendimiento. Una foto que queda para la historia, que le será echada en cara como arma arrojadiza en el debate.

La izquierda no aprende, las ideologías y el libre pensamiento, aunque se verbalicen con plena libertad, se han de gestionar desde la sensatez y, también, desde el pragmatismo, desde la razón y el buen juicio, respetando a los aliados potenciales, pues si surgen y fomentan las desconfianzas mejor apaga y vámonos. Sánchez no se fía y cree que Iglesias le montará un gobierno paralelo. Iglesias dice que tampoco se fía de él y ha de estar en el gobierno para controlarlo; dos argumentos asimilables de una misma idea que confirma la mutua desconfianza. Sánchez lo rechaza e Iglesias se siente herido, cómo no, y delega en sus huestes la batalla, que ya advierten que vetar a Iglesias es vetar a Unidas Podemos. En ese momento entendí que el fracaso ya se vislumbraba por la esquina. Iglesias contundente le dijo a Sánchez que si no pactaban con ellos no gobernaría nunca; mesiánica profecía en tono amenazante que siembra más ira en el contrincante. La escalada soterrada, la lucha subliminal, se veía en las caras, en las posturas, en los ojos y la faz que se mostraba tensa. Estaba claro, aquello solo lo podía arreglar un milagro de la Virgen de Lurdes, pero ¿cómo iba a aparecer la Virgen, si ellos no creen en ella (ni yo tampoco, claro), ni le rezan?

El PSOE tiene 123 diputados, UP tiene 42, faltan algunos para la mayoría en primera votación, pero en la segunda, trabajando algo a otros partidos, salen las cuentas. Con estos mimbres se ha de construir la canasta. Hay diferencias que mejor aparcarlas y donde no hay consenso mejor dejarlo para otro momento; lo importante es definir acuerdos, convergencias, sinergias… en suma programa de gobierno sin imponer al otro, hacerlo todo por consenso, que ya estaba medio construido al fraguar los presupuestos que fueron rechazados por los independistas. Generar confianza para no tener que perder demasiado tiempo pendiente del “amigo” o colega de gobierno, por si te la pega en cuanto te des la vuelta, y así poder dedicarse a resolver los problemas reales de la ciudadanía. La lucha entre la izquierda es un viejo testimonio a lo largo de la historia. Socialistas y comunistas se enfrentaron casi siempre por liderar ese campo en Europa. ¿No aprenderán nunca a resolver los problemas con consenso?

Ayer puse en mi muro de Facebook una frase lapidaria que dice: "La insólita guerra entre la izquierda, sigue tras la victoria, hasta perder la batalla". Así es, hasta cuando han conseguido la victoria se enfrentan entre ellos perdiendo la batalla del encuentro. Luego, si se descuidan, perderán la guerra y acabará volviendo la derecha derrotada, que ya reunifica sus huestes para el contraataque. VOX sigue cabalgando en su corcel medieval para entrar en combate por el flanco derecho, Cs. cubre el flanco izquierdo con parte de sus huestes en retirada y desacuerdo, y el PP, con Casado malherido, cubiertos sus flancos, se ubica en el centro del combate sanando las heridas a cubierto. Cuidado, señores y señoras de la izquierda, si hay batalla, pues mientras ustedes discuten si son galgos o podencos, ellos ya tienen conformado un gran ejército.


QUÉ EXTRAÑO ES TODO ESTO QUE PARECÍA NO EXTRAÑARME.





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