Bien,
amigos, visto lo visto y dado el resultado de las elecciones del pasado
domingo, ha llegado el momento de reflexionar. Deberíamos empezar por el
principio, es decir, qué ha pasado en España en los últimos tiempos para llegar
a esto.
En
diciembre de 2007 hubo un huracán que, proveniente de los EE. UU., encontró los
vientos adecuados en Europa para llevarla a la hecatombe. El mundo financiero,
superpoderoso, jugó con la economía de los Estados y ganó; los sometió con sus
amenazas de insolvencia y debacle, pues podía crearse un crac que les
arrastraría al desastre, al conflicto social y a la quiebra de las economías
familiares por la insolvencia de la banca para garantizar los ahorros a los
impositores. El político, que juega siempre en su favor y a corto plazo,
sucumbió y salvó la cara de la banca con el dinero de los ciudadanos, o sea,
con la hacienda pública como garantía. Lo curioso es que para cubrir los huecos,
o más bien socavones de la banca, y sus propias necesidades financieras, debió solicitar
dinero a la propia banca, que a su vez se lo pedía al banco Europeo. Pero, en
un plan de hábiles trileros, jugaron con los Estados cobrando elevados
intereses, en función de la prima de riesgo, por prestarles el dinero que, por
otro lado, conseguían del Banco Central Europeo a un muy bajo interés. ¡Qué
buen negocio! La deuda pública se dispara y los Estados se hipotecan para estas
y las generaciones venideras.
¡Touché!
Herido de muerte el Estado, solo queda
apretarlo más para que venda todo su patrimonio, para que privatice y las multinacionales
y el mundo empresarial se hagan con sus negocios a buen precio y con contratos
de servicios garantizados. Todo el mundo tiene su precio económico o de
cualquier otro tipo, donde no llega el dinero puede llegar el miedo o el
chantaje.
El
asunto entraba en una dinámica perversa, pues estando, los Estados, aprisionados
por leyes de mercado tenían que jugar la partida en desventaja… eso sí, los que
mandaban y gobernaban no se aliaron con los ciudadanos, sino con los causantes
de la crisis, ya que también los tenían atrapados con sus puertas giratorias,
sus préstamos impagados, sus intereses económico y de clase, etc. lo que implica
buscar la solución en la línea de ellos. Solo Islandia rompió el esquema y fue
contra la banca. Pero los demás prefirieron salvar a la banca para evitar el
caos económico, mas se produce un caos social que lleva a mucha gente al paro,
a la pobreza y al desahucio. En conclusión, nuestro sistema económico se funda
en la fuerza del capital y en el sometimiento del ciudadano a las políticas que
emanan de sus intereses. Entre sus intereses está, cómo no, el devaluar el
papel del Estado pasando el poder de la economía al mundo empresarial, pero
claro, al de las multinacionales de las finanzas y de la producción, como ya he
dicho.
Esta
gente, con su filosofía neoliberal, se plantean: ¿A quién se le ocurre permitir
que el Estado gestione ni siquiera los servicios básicos de la ciudadanía, la
sanidad, la educación, las dependencias, etc.? Ni siquiera las redes de
carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, la energía, las aguas, etc… Y cuidadín,
que ellos también te pueden servir un ejército si les pagas, con la ventaja de
que tienen las manos más libres para hacer lo que quieran sin estar controlados
por los votantes, la ética y los derechos humanos.
La
cuestión estaba en que, dado que ante cualquier situación de crisis se presenta
una excelente oportunidad para cambiar, como decían en la antigua Grecia y
sostiene la filosofía china, este era el momento oportuno para crear un espacio
mejor para ellos, de cara a un nuevo Orden Mundial, del que tanto se había
hablado en las filas neoconservadoras americanas. Las guerras cambiaron el
mundo, y siempre se hicieron por la economía, pero en este caso se podría hacer
una guerra controlada para conseguir el mismo efecto pero con guerras militares
localizadas y con otras sociales y económicas en las esferas donde no
interesaba llevar la destrucción material y la muerte.
La
crisis era la declaración de guerra, la gestión de la crisis la propia batalla
y el mundo globalizado era el campo de batalla, para eso se eliminaron
fronteras. Entrábamos en la III Guerra
Mundial, una guerra solapada imperceptible como tal, de larga duración hasta la
victoria final, que era diferente por la forma, por el fondo y por los espacios,
por lo que se buscarían estrategias económicas para introducir el cambio de
cultura social, modificación de valores, dominio y utilización de la tecnología
en propio beneficio… Una nueva era de hombres superiores en conocimiento de la
ciencia y en capacidad tecnológica, al servicio de los intereses de la minoría
dominante, de los dueños del mundo empresarial, que tendrían la potestad de
aceptar o rechazar aquello que les interesara o no. Objetivo, pues, el control
de la sociedad mediante la psicología de las masas; la creación de estados de opinión;
la alienación a través de los medios de comunicación a su servicio; el dominio
del proceso educativo dándole otra orientación donde se primen las tecnologías
y se minimicen las humanidades, no solo en las escuelas sino en la calle y la
tele, pero sobre todo en las universidades, a las que se les ofrecía la posibilidad
de trabajar conjuntamente en proyectos de interés científico para el mundo empresarial,
buscando la selección de las grandes
inteligencias y su acoplamiento el sistema mediante sueldos adecuados
irrechazables, etc.
Menos
filósofos y pensadores, menos humanistas y más técnicos para evitar que la
gente desarrolle el discernimiento, el pensar y razonar desde valores humanos,
pues el progreso deja de ser el desarrollo personal e intelectual para
convertirse en “tener más cosas” y más tecnología. Sus axiomas: “Dejemos que la
cosas lógicas las resuelvan las máquinas que no fallan y carecen de emociones distorsionadoras”.
“Gestionemos las emociones de la gente
para conseguir su integración y el dominio de sus conductas”. Y su mensaje de aceptación social: “Usted vale
por lo que tiene, no por su inteligencia y desarrollo intelectual”. La verdad
es que, para ellos, sobra mucha gente en este mundo, toda la que no es
productiva o potencial cliente de sus productos. Si usted sirve al nuevo dios
integrándose en el sistema, sea bienvenido, pero si no es necesario pase a la
marginalidad, podrá ser atendido por la caridad para que nuestras perversas
mentes se limpien ayudándole con las migajas que nos sobran. Estará en un campo
de deshechos de donde le será difícil salir, pero a donde se arrojarán a
aquellos que nos sirvieron y ya no sirven porque se rebelaron.
Y
entonces, para empezar, ¿cómo lo hacemos? Pensaron: Montemos una crisis que nos
dé la oportunidad de cambiarlo todo a través de los miedos y chantajes a la
gente y los Estados. El escenario previo consistió en inflar la economía, como
un globo, hasta su explosión final, que nos llevaría a esa crisis para
redefinir el mundo y sus estructuras funcionales y relacionales. Mientras el
globo se hinchaba todo era alegría, todo contento, se vivía por encima de las
posibilidades y el mercado se calentó hasta, finalmente, quemarse. Cuando se
quemó vino el llanto y el rechinar de dientes, la búsqueda de culpables
políticos, pero no en el mundo de las finanzas, salvo casos aislados, pues
muchos políticos eran aliados de los mercados financieros al comulgar con sus
ideas y ser el instrumento para cambiar la sociedad y su administración en
beneficio de sus amos o correligionarios y, además, estaban amarrados por casos
de corrupción, por venderse a sus intereses u ocupando los consejos de
administración, por lo que acaban dejando irse de rositas a los otros grandes
culpables de la crisis.
La
corrupción aflora, es un mal menor que viene para un bien. El padre y maestro Maquiavelo
lo predicaba. Piensan: si corrompemos y descubrimos a los políticos corruptos
acabaremos generando desconfianza en las instituciones, en la democracia, y la
gente desencantada se dejará llevar por otros derroteros más controlables,
mientras discuten si son galgos o podencos, nosotros seguiremos nuestra obra
sin llamar la atención. Además tendremos amarrados y a nuestro servicio a los
que corrompimos.
Centrándonos
en las conductas políticas, ahora que con la crisis no hay solvencia, sí que
importa identificar a los malandrines que jugaban con los dineros de la
hacienda pública para propio beneficio o de su partido. Aparecen los casos de
Bárcenas, Gürtel, Púnica, los de Valencia, Mallorca, Noos, los EREs, los cursos
de formación y los dineros negros que pagan en B obras de sedes de partidos o
sus campañas y actos electorales, como el caso del PP.
Por
otro lado, a la vista de las soluciones que aplican, con recortes a los
derechos de los trabajadores, pérdidas de empleo, contratos en precario,
sueldos irrisorios y situaciones de abandono social, se provoca la miseria y la
pobreza en capas sociales que antes se habían embarcado en proyectos de futuro
comprando casas y bienes, desde su seguridad laboral, y se empieza a gestar un
movimiento social de indignación. Ese precio ya se sabía que había que pagarlo
pues no es de recibo que con la crisis se incremente el número de pobres a la
par que se engorda el de ricos, la cuestión es cómo se controla. Hay una
anomalía clamorosa, pues el Estado tiene su sentido en hacer una justa
distribución de la riqueza que se genera, velando por el bienestar de todos los
ciudadanos y no lo estaba haciendo con la solvencia que se le requiere. Salvo,
claro está, que haya una intencionalidad en abaratar los salarios, agilizar los
despidos, retirar derechos, etc. para hacernos competir en el mercado con los
países en vías de desarrollo, donde
existe una exploración miserable de los seres humanos, incluso siendo niños,
beneficiando al mundo empresarial.
En
esta situación de crisis cabe preguntarse qué han hecho los partidos en los que
habíamos confiado la gestión de la cosa pública. El bipartidismo es fullero, se
da a componendas y alternancias, como ya se ha visto. Pero lo peor es que
quieran venderte sus diferenciaciones cuando ejercen una política semejante.
Esto se vio ante la crisis y se constató cuando de noche y a escondidas se
modifica el artículo 135 de la Constitución sin consulta popular, priorizando
el pago de la deuda publica contraído ante la banca a cualquier otra inversión
o gasto, lo que significaba el abandono de los intereses sociales de la
ciudadanía.
La
cuestión era clara. Estábamos atrapados en una serie de acuerdos con la UE, en
los que se incluye la política monetaria, que iban a determinar cómo se
enfocaba la solución a la crisis. Sabedores de que los señores que ejercen el
poder en esa organización son claros servidores del sistema económico de mercado libre y el sistema capitalista, la
salida será, lógicamente, por aplicación de esa filosofía, procurando la menor
intervención posible de normas reguladoras de componente social por parte de
los Estados miembros. No se olvide que lo que hoy es la UE fue en su día el
Mercado Común Europeo, que es como se dio a luz… un mercado común europeo, para
las mercancías y no para la gente.
La
troika, como referente de los intereses económicos del grupo, gobierna y decide
más que ningún Estado. Alemania, como primera potencia económica tutela toda la
política económica y a quien saca los pies del tiesto no le podrá ir bien.
Cuando surgen los movimientos de indignación y crecen los partidos
contestatarios se aplica, en nuestro caso, la ley mordaza, pero en el caso de
Grecia se retira el paraguas económico y, con la que está cayendo, se les deja
a la intemperie entrando en el tobogán del desastre hasta que claudica, se
somete y pasa por el aro. Ejemplo que hacen cundir para desánimo de los
partidos defensores de otras políticas económicas que escapan al control del
sistema.
El
movimiento de los indignados, cargado de razón y no carente del aspecto
emocional propio de situaciones dramáticas a las que se les busca salida, va
tomando fuerza. Se llenan las calles y plazas, se grita basta, se hace presión
sobre los responsables mediante escraches, se cerca el Congreso, se va
generalizando hasta ir tomando cuerpo y entran en política. El grito de
guerra, PODEMOS, da nombre a su partido
con simbología de esperanza. Buscan sus líderes, su mesías, que les saquen del
atolladero y surge un planteamiento que, para evitar etiquetas, se define
transversal, con lo que abarca a todos los integrantes del movimiento; a su
cabeza Pablo Iglesias, arropado por Monedero y Errejón. Son una amenaza para el
sistema, para aquellos que tienen privilegios, pues quieren eliminar a la
casta. Tal vez les acabe perdiendo esta forma de análisis tan simplista y a la
vez tan agresiva, en la cual meten en el mismo saco a todos los políticos. Gran
parte del entramado político, con sus venales mediáticos, se vuelven contra
ellos, buscan el más mínimo caso de corrupción, de sospecha, de alianza con
otros, para magnificar sus males y neutralizar sus buenas intenciones. Guerra
de trapos sucios, de cloacas, de despachos conspiratorios, de mala política. Y
gritan en sus medios: ¡Monedero es un corrupto, un defraudador…! ¡Los financia
Venezuela e Irán! ¡Son populistas! Por
cierto que eso de ser populista no tengo yo claro a qué se refiere, porque
según se vea, el Partido Popular lo sería hasta en su nombre. La gente acaba
observando cómo la derecha no ve la viga en su ojo y ve desde lejos la paja en
el ojo ajeno.
Pero
hete aquí que el PP se bambolea bajo el peso de la corrupción casi
institucionalizada en el partido. La manipulación de los datos, desinformación,
mentiras y conductas sospechosas de beneficiar a su grupo le acorralan. Sus
grandes tótems se tambalean: Rato, Blesa, Camps, Bárcenas y los demás
tesoreros, Granados, etc. se duda, incluso, de la integridad del propio
presidente y séquito del que se sospecha haber cobrado en negro, en sobres de
Bárcenas… aparece Rita Barberá con sus chanchullos, sus contrincantes políticos
hablan de nepotismo, de irregularidades, de autoritarismo y no sé cuántas cosas
más… Su secretaria Cospedal suelta
perlas verbales de primera magnitud como el pago del despido de Bárcenas en
diferido y la última declaración en la Cope: "La misma corrupción que puede haber en
un partido político, la hay en la sociedad".
Tal vez esta inconsciente declaración haya sido muy
inteligente, pues ha limpiado la conciencia de sus votantes permitiendo el voto
sin sentirse culpables de apoyar a un corrupto porque la propia sociedad ya lo
es y ellos lo toleran. La pregunta es: ¿Hasta qué punto son corrupto los
votantes del PP? Si no han limpiado su patriótica casa de corrupción y no se
han sensibilizado ante tantos casos habidos, y posiblemente por haber, pueden
ser colaboradores necesarios para que sigan en el poder gente poco de fiar en
cuanto a su honradez.
Luego, de cara al análisis de por dónde fueron las
políticas de gestión del gobierno en los cuatro años pasados, se constata que
seguimos en la crisis, que cada vez hay más pobres, que los sueldos cayeron,
que hay menos parados en las oficinas
del INEM pero porque se han ido a buscar
trabajo a otros sitios pues no hay más gente afiliada a la S.S. que en el año
2011 (A lo largo de la legislatura: Noviembre 2011= 17.248.530 y Noviembre 2015
= 17.223.086). La deuda pública subió hasta el billón de euros, vamos una cosa
impagable. En fin, no sigo…
El
ciudadano de a pie bombardeado desde la tele, por los Al Rojo Vivo, la RTVE y
las demás, los Maruhendas e Indas, los Iglesias, Errejones y otros exigiendo un
análisis serio de unos datos falsos o manipulados por unos y por otros.
Confusión habemus. ¿Estamos preparados para entrar en el debate, para rebatir a
los manipuladores? ¿O eso es mucho pedir para este cuerpo serrano nada
entrenado en la crítica racional, salvo en los programas de Salsa Rosa, en las
confrontaciones entre las Belenes, Quicos y otros muchos que no sé sus nombres
ni me importan?
No
estamos acostumbrados, no. Se nos educó para obedecer, para ser buenos
ciudadanos, sometidos a los designios del poder, que otrora era otorgado por la
Gracia de Dios a nuestro Caudillo y reyes. Ya se sabe, el sufrimiento nos abre
las puertas de los cielos. La educación, que les daría criterio y el poder del
conocimiento para poder discernir, esa arma letal que mueve montañas y
voluntades, se ha de controlar, vayamos a pollillas. Es bueno, para ellos, formar gente
incapaz de pensar y tomar decisiones, gente temerosa de lo desconocido, que
prefiera lo malo conocido a lo bueno por conocer, que grite: “Virgencita que me
quede como estoy”, que siendo así delegue en los entendidos, en los señores que
están acostumbrados desde tiempo inmemorial a tomar las decisiones que más les
interesan a los pueblos; ellos deben buscar su misión en esta tierra, que es
eso, la sumisión y paliar caritativamente el dolor que causamos los poderosos.
Una cosa es la moral del señor y otra la del esclavo. Para uno, los señores, la
desfachatez de la fortaleza y seguridad en las decisiones, para otro, los
siervos o sometidos, la debilidad de las emociones…
¡Qué
interesante experimento podrán hacer para controlar a la gente! ¿Conseguirán convencer
y reconducir el voto hacia esos mismos partidos que les agreden? ¿Será suficiente con las amenazas y el
miedo a perder lo poco que les queda? ¿Responderán a la técnica del “ahora
aprieto y soy malo, luego suelto un poco y soy bueno…” y los volverán a votar? Dirán, desarrollemos el
concepto hooligan en el fútbol para aplicarlo en la política, así alienaremos
al personal y formará parte del rebaño de adeptos. ¡Son tantas las estrategias
a considerar con posibilidades de éxito! ¿Y si afloramos la filosofía de que lo
mejor es dejarlos como súbditos de su graciosa majestad y no como soberanos de
su destino, porque no saben qué decisión tomar en cada caso? “Hay que proteger
al pueblo de sus propios errores, de sus propias decisiones…” nos dirán que
estamos en democracia, que elegimos libremente, pero, en el fondo, solo podrás
elegir quien te sodomizará.
En
estas estamos, aunque no lo percibimos… o puede que yo esté hipersensible y
bulla en mi pensamiento este teatro universal, como consecuencia de un proceso
de razonamiento basado en lo que veo personalmente y en mi limitada capacidad para
observar lo de más allá o más acá. Las percepciones cognitivas nos dan una
visión de la realidad en función de cada cual y sus capacidades de análisis.
Este es, hoy, el mío. ¿Andaré desesperanzado?
Fin
de la primera y larga fase. En la próxima el análisis de las elecciones.
4 comentarios:
Un aplauso, me lo he leído dos veces.
¡Qué genial! Espero con ganas la segunda parte.
Desolada por los resultados electorales, me da fuerza pensar que no estoy sola, que hay más como yo, que esperamos cambiar el mundo. ¿Cómo? No lo sé, pero, quizá, el no dejándonos manipular, alienar o hundir, sea el primer paso.
Me alegro Mª Ángeles. Gracias y un abrazo
Al ser anónimo no puedo dirigirme a ti por tu nombre, pero celebro compartir contigo estas ideas y análisis.
El mundo seguirá cambiando siempre, lo que no sabemos es quien y cómo pilota ese rumbo. Ojalá sea un rumbo de justicia de paz y democracia real.
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