El Roto, como casi siempre, sigue dando en el clavo con sus viñetas
de humor. En esta deja en evidencia la gran incongruencia que hoy, como
siempre, se da en nuestra sociedad. Existen dos mundos distintos, con filosofía
de vida diferente, con intereses dispares, que tienen que convivir en un mismo
tiempo y espacio. En estos momentos y en este lugar se da el conflicto entre el
egoísmo que siembra el dinero invertido en los negocios productivos o especulativos,
que es lo peor, y el bienestar social, es decir el bien de la ciudadanía.
Sociedad y dinero no acaban de encajar… o el bien social no encaja con la
opulencia de las minorías que acumulan el capital.
Ayer, sin ir más lejos, leía que el 1% de la población tiene más
dinero que el 99% restante… ¡Qué barbaridad! Así convendrás conmigo que quién
tiene el dinero tiene la fuerza y la posibilidad del chantaje, por lo que el
poder lo ejercen, de una forma directa o indirecta, ellos. Mientras, los
gobiernos bailan al son que les tocan.
Yo creo que estas es la base de la indignación que se observa. No
es solo la corrupción política, que no deja de ser un elemento sintomático de
la sumisión y venta del político de turno ante estos señores de la pasta, sino
ver que cada día hay más ricos y más pobres. Más de todo pero en un lado está
la pobreza y en otro la riqueza, con lo que el desequilibrio va ganando terreno
día a día.
Me viene a la memoria una historieta que se cuenta en mi pueblo
sobre un incidente gracioso que se dio en un bar en tiempos pasados. Estaba el
señorito tomando unos vinos y al lado un pobre diablo cargado de necesidades.
El señorito despreciaba las tapas y no se las comía, diciendo
-
No, tapa
no me pongas, no tengo hambre…
El que estaba al lado dijo
-
Pónselas
que ya me las como yo.
Y volviéndose al señorito le dijo
-
Es que tú
no lo vas a tener todo, hombre, si tú tienes el dinero yo tengo que tener el hambre.
Pues allá vamos. Ese es el dislate de nuestro tiempo, la deshonra
de una sociedad y de unos gobiernos que han antepuesto los intereses
especulativos del dios dinero a las necesidades reales de las sociedad. Este
sistema es perverso y los éxitos económicos se convierten en desastre social,
sobre todo porque no se reparte bien el beneficio del producto, con lo que me
viene a la memoria algunas frases interesantes para meditar sobre lo que está
pasando:
“Detrás de toda gran fortuna siempre hay un crimen”. (Honoré de
Balzac).
“No te confundas, la pelea contra el hambre no está en luchar
contra la extrema pobreza, sino contra la extrema riqueza”. (Ixchel Welt seudónimo
de Leticia Quiroz).
“La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano
sea tan opulento que pueda comprar a otro, ninguno tan pobre que se vea
necesitado de venderse”. (Jean Jocques Rousseau)
Todo esto, para mí, demuestra la gran injusticia social que se
está viviendo en nuestros tiempos. El reparto de los beneficios y de los bienes
derivados del producto elaborado no es justo. Por esa justicia deberían velar los
gobiernos, pero los gobiernos ya no son de la ciudadanía, ya no la sirven,
ahora, atrapados en un mundo donde todo es mercancía, están en una balanza los
intereses del poderoso y en la otra los de la población, y el fiel, que debería
ser el gobierno, se ha inclinado descaradamente hacia el lado primero. Cuando
su mesa esté repleta caerán las migajas de ella para alimentar al resto de la
humanidad.
Mientras tanto,
cuánta razón tiene El Roro con su frase: ¡¿Qué
sistema es este que cada éxito económico es un desastre social?! Ojalá hubiera justicia distributiva y se
evitara el desastre. Las cifras macroeconómicas van bien, pero las micro, las
que afectan al ciudadano de a pié, van fatal y nos quieren engañar.
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