Está el humor a debate. Es bueno que
se hable del humor y de su significado para la gente. Yo entiendo que el humor
es una manifestación de liberación del alma. Una forma de expresión singular y
cargada de sarcasmo que nos permite ver las cosas sin el dramatismo de una
realidad, a veces preocupante, que nos encorseta. El humor es la chispa que
ilumina la mente para decir algo de forma diferente, imprevista y trasgresora,
en muchos casos, que nos provoca la sonrisa, pero que casi siempre conlleva un
mensaje.
A mí me encantan los humoristas y
sus viñetas, como Forges, el Roto, Mafalda y ese importante elenco que tenemos
en nuestro país. Desde el esperpento y lo absurdo te dan un mensaje que has de
interpretar según tu propia mente y actitud, aunque la mayoría de las veces es
de una rotundidad aplastante. Recuerdo la película “La vida de Brian”, una
parodia, magistral muestra de humor de la vida de un sujeto paralela a la de
Cristo, donde se le confunde en varias ocasiones con el propio Mesías. Me
imagino que esto, en el Islam integrista, es condena de muerte segura, pero el
cristianismo inserto en una sociedad laica como la occidental, tiene el justo
nivel de tolerancia para criticar esta obra con las armas de la palabra y no
con las otras que disparan balas en lugar de argumentos, siendo consciente de
que la fe, quien la tiene, es inalterable por estas parodias.
En la expresión humorista se
conjugan dos variables como son las formas y el mensaje. Tomemos, por ejemplo
la viñeta del danés Kurt Westergaard donde representa a Mahoma con un
turbante-bomba. A primera vista y en su forma, podría interpretarse como una
agresión a Mahoma y sus seguidores en tanto lo asimilan al terrorismo, por lo
que todo islamista se puede sentir ofendido… pero, por otra parte, se podría
interpretar que de las ideas, principios y dogmas religiosos que predica Mahoma
alguien ha concluido que se pueden poner bombas para matar a los infieles, ya
que, al grito de Alá es grande, se inmolan llevándose por delante a gente
inocente, incluso, creyentes del propio islam. Esta locura y desenfreno no
tiene sentido ninguna, ni puede haber religión a credo que la justifique, salvo
que el integrismo lleve a la alienación completa de los asesinos, como es el
caso, donde se pierdan los valores humanos y el espíritu religioso. La
espiritualidad va más allá de la confrontación y busca la bondad y el acercamiento
a ideales de generosidad, tolerancia y paz equilibrada en un mundo creado, por
ese dios en el que se cree, para el encuentro de toda la creación. Entiendo que
ofende más a cualquier dios un acto de semejante barbarie, hecho en su nombre,
que una viñeta por muy irreverente que sea. Por tanto, el islamismo debería
considerar la gran ofensa que le hacen a Alá aquellos que, en su nombre, matan y
yugulan las vidas creadas por Él, en comparación con una viñeta de humor.
Ahora bien, tras los últimos
acontecimientos, los amantes de la expresión humorística andamos preocupados.
Es cierto que hay, y debe haber, límites, pero esos límites van en función de
las distintas culturas, de su forma de expresión y de la tolerancia en cada
caso. No podemos imponer nuestra forma de expresión a otros, pero tampoco
podemos consentir que esos otros nos la impongan a nosotros. El límite, en
nuestro caso, lo ponen las leyes y a ellas nos remitimos cuando alguien atenta
contra el honor de otra persona o grupo. Esa es la ley y la forma. Los límites,
pues, son discutibles, pero eso lo ha de hacer el parlamento que legisla y las
ciudadanía que lo vota. Si alguien se pasa, se ha de recurrir al sistema legal y
demandarlo sin que nadie se tome la justica por su mano. Las leyes de los
dioses son para sus creyentes, pero las leyes de la sociedad son para todos.
En estos días se habla muchos de
esos límites, y eso es bueno. Su Santidad el Papa, en un acto poco santo, ha
hablado y comentado que si alguien ofende a su madre él le da un puñetazo. Yo
creo que, con todos mis respetos, la ha cagado con esta forma de expresarse. Sobre
todo porque alguien, en estos momentos claves, puede desprender que esté
justificando el acto de Paris al sentirse ofendidos por las viñetas de Charlie.
Siendo un comentario normal, que cualquiera pudiera firmar, se puede sacar de
contexto y usarlo como argumento de justificación de la violencia. El Papa,
bajo mi modesta opinión y considerando que no soy yo quien para cuestionar cómo
debe actuar el máximo representante de una religión como la católica o
cualquier otra, se ha pasado y faltado a los principios que el propio Cristo
nos enseñó. Él dijo lo de poner la otra mejilla, a San Pedro le recriminó que
le cortara la oreja al romana que le prendía y se la volvió a colocar en su
sitio milagrosamente, pregonó el perdón del enemigo, etc. No está bien que el
Santo Padre, que personalmente me cae bastante bien por un sinfín de
manifestaciones e iniciativas que está llevando a término, diga estas cosas en
un momento tan delicado. Supongo que lo ha pensado antes de decirlo y
pretenderá jugar a una de cal y otra de arena para acercarse a las otras confesiones,
de lo contrario sería un resbalón muy cuestionable dado que alguien puede
entender que es una incitación a la violencia física ante una expresión insultante
de contenido verbal o escrito.
Pero volviendo al tema, todo esto me
hace pensar que el aceite y el agua no son mezclables y que cada cual sigue
manteniendo su identidad sin poder formar una sola sustancia. O sea, que la
alianza entre civilizaciones es muy compleja de llevar a término en tanto no se
determine un marco común de encuentro. No tiene sentido, en esa tendencia de
encuentro, que en determinados países musulmanes, bajo el pretexto de la defensa
de la verdadera fe, no se permita la construcción de iglesias y en Europa sí
las mezquitas, cosa que yo no critico en nuestro caso, pero sí en el de los otros.
Lo cierto es que en el proceso evolutivo social estamos a años luz (abro el
paréntesis de nuestro anterior régimen que también nos llevó al ostracismo y
regresión a estadios del pasado anclado en el integrismo religioso del
nacionalcatolicismo). En Europa y el mundo occidental se ha pasado por
revoluciones ideológicas donde se enterraron las formas feudales de gobierno y esa
filosofía de pensamiento, emanante del siglo de las luces, con su ilustración,
abrió los ojos de la sociedad occidental y le llevó a la evolución de su
cultura (la revolución francesa marca sus consignas de libertad, igualdad y
fraternidad). La espiritualidad pasó (o al menos se intentó y socializó la
idea) a formar parte de la privacidad, los credos religiosos y las leyes
civiles se separaron dejando a cada cual en su sitio, la sociedad se hizo, o
definió, laica y la religión se respetó como un derecho inalienable de cada
cual, al igual que las ideologías dentro de los principios y valores de esa sociedad.
La ciudadanía, en su conjunto, establece las leyes para gobernarse en función
de cada momento y del interés del colectivo que la forma, y la religión dicta
las normas de conducta que han de sostener sus fieles desde un punto de vista exclusivamente
personal. Esto solo se puede llevar a término desde el laicismo.
Un Estado laico y democrático es la
única forma de enmarcar la convivencia entre unos y otros desde el respeto y la
tolerancia. Pero esto, cuando la teocracia se ha practicado y sigue practicándose
en determinados países, es complicado de hacerlo entender, al igual que
conseguir que renuncie al poder la estructura religiosa que sustenta a los
credos y a su intento sistemático de intromisión en las leyes civiles. Eso sí,
si entran al debate de las leyes civiles deben tolerar que, en ese proceso de
debate, se les critique y rebata todo aquello que ellos consideran sagrado, ya
que, en el debate, los dogmas no caben sino el cuestionamiento sistemático de
todo aquello que es objeto de ese debate.
Pero, volviendo a retomar el asunto
del humor, yo sí creo que el humor es una válvula de escape y de comunicación
que alegra la vida, a la par que trivializa las cosas dejándolas en el justo
término de la nimiedad del ser humano… la risa es salud y reírse, incluso de
uno mismo, es una buena vacuna contra la infelicidad. En todo caso, el humor y
la palabra no se pueden matar con las armas, eso significaría que se pueden
matar las ideas y si se matan las ideas se mata la libertad y consecuentemente,
al propio ser humano en su dimensión creativa, en su esencia… se mata la vida.
“No te tomes tan en serio esta vida, pues, al final, no saldrás vivo de ella”.
“No te tomes tan en serio esta vida, pues, al final, no saldrás vivo de ella”.
2 comentarios:
Pues sí, amigo Antonio, hay que reírse hasta de tu propia sombra.
Ya sabes lo que yo digo, Modesto: "Bienaventurado el que se ríe de sí mismo, porque nunca le faltarán motivos".
La religión y la risa no se han de llevar mal, a pesar de los sujetos como Jorge de Burgos, el fraile de En nombre de la rosa, de Umberto Ecco.
Saludos
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