Opinión | Tribuna
Publicado
en el diario La Opinión de Málaga el día 03 MAY 2025 7:00
https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/05/03/cronica-apagon-116975865.html
El apagón
me hizo revivir los viejos tiempos de mi infancia en el pueblo. Sin luz, agua,
TV o teléfono…
![]() |
Comercio durante el apagón. / l.o. |
===============================
El lunes, tras el apagón
generalizado en toda España, vivimos una circunstancia especial. Tal vez, este
escenario, no fuera imaginable para las generaciones actuales, que han vivido
en la abundancia y en zona de confort garantizada, donde casi todo se tiene por
arte de magia a través de la energía eléctrica.
Recuerdos del pasado
Mi generación, los que nacimos en
la postguerra, sí tenemos en nuestro haber las experiencias de la incomodidad,
del malestar y la necesidad no cubierta y, por ende, una serena tolerancia a la
frustración y una actitud de estoica paciencia (yo suelo decir que la
paciencia, como su propio nombre indica, es la ciencia de mantener la paz para
afrontar los momentos difíciles). En algunos casos, hemos vivido la infancia en
casas sin luz eléctrica, recurriendo a candiles de aceite y lámparas de carburo
(a algunos les sonará a chino), sin agua corriente, donde la habilidad y
dedicación de nuestros padres y, en especial de nuestras sacrificadas madres,
garantizaban unos mínimos para hacer la casa confortable y mantener cierta
salubridad.
El apagón me hizo revivir los
viejos tiempos de mi infancia en el pueblo. Sin luz, agua, TV o teléfono… en este
caso fue el transistor, ese “aparatejo” singular, esa radio con pilas que
permite burlar los apagones, el que nos mantuvo al corriente de las pocas
novedades que se iban publicando. No, en casa no nos cogió por sorpresa.
Siempre hemos procurado tener disponible todo aquello que nos garantice la
supervivencia y la cobertura de las necesidades básicas más inmediatas.
El kit de supervivencia
El kit aconsejado por Úrsula von
der Leyen ya hace tiempo que lo mantenemos. Aparte de alimentos no perecederos,
no nos falta nuestro camping gas, una buena petaca o batería portátil para
cargar los móviles, pilas y linternas incluso recargables por dinamo, velas,
agua potable, medicamentos y todo un etc. que nos pueda hacer soportable la
espera hasta el retorno a la normalidad.
Ayer me puse a prueba, volví al
pretérito y, con mi hornilla de camping gas, brotaron los recuerdos de mi
juventud de campista empedernido. Calenté mis lentejas ya cocinadas, hice mi
café en la merienda y una sopa de fideos para la cena. En casa, siempre
previsores, solemos tener congelados platos apropiados como recurso inmediato
para una emergencia.
Pero los hábitos que ya tenemos
instalados se echaron de menos. Mi actividad de escribidor, que diría Vargas
Llosa, subordinada al uso del ordenador como forma de implemento, quedó
yugulada por el apagón y hube de buscar otro distraimiento. Como alternativa es
una buena elección la lectura. Hay tanto escritor o poeta que nos ofrece su
obra a lo largo de la historia que, a veces, es, incluso, difícil la elección.
Ha sido una buena ocasión para leer a los clásicos de la lírica, y anduve
leyendo sonetos de Góngora, Lope de Vega y Quevedo con su sátira. Antes de
escribir un poema es aconsejable, si estamos hablando de composiciones
clásicas, estructuradas en rima y métrica, con un adecuado ritmo, leer algunos
ejemplos de los maestros para coger el tono preciso que facilite ese fluir
fresco del verso rimado y medido; al menos yo lo hago.
La noche apagada con Octavio Paz
Luego, cuando el sol se retiró a
sus aposentos, recurrí al ebook con pantalla iluminada, cosa inexistente en mi
pasado infantojuvenil, para seguir leyendo El laberinto de la soledad, de
Octavio Paz, que plasma un excelente análisis de la idiosincrasia del pueblo
mexicano en base a su historia y los avatares que la conforman. Precisas y
sesudas reflexiones del Premio Nobel nos la muestran, en un pueblo atrapado en
la paradoja de conjugar sus tres culturas, la autóctona o indígena, la española
colonizadora con la controvertida figura de Hernán Cortés y la resultante en
esa fusión entre aceptación y rechazo, del que surge la peculiar personalidad
del pueblo mexicano, marcado por los conflictos inherentes a la búsqueda de una
identidad propia que lo defina y consolide como nación homogénea, cosa bastante
compleja dada su historia de desencuentros, ya evidenciados entre sus pueblos
precolombinos.
Ya desprendido del transistor y
entregado al silencio, me desconecté de los tenaces locutores que buscaban con
ahínco noticias que confirmaran la catástrofe y dieran algo de luz a la
oscuridad informativa. Me di por satisfecho cuando me dijeron que quedaban
bastantes horas para recuperar la normalidad y me apresté a sobrellevarlo. Eso
sí, sopesando la ausencia de contaminación lumínica, pensé que era buen momento
para alzar la mirada al cielo y contemplar la pléyade de estrellas que lo
pueblan, sin necesidad de desplazarse al Sahara. Pero los potentes focos del
puerto, alimentados por sus grupos electrógenos, lo impidieron al difuminar la
necesaria oscuridad. Entonces puse en marcha mi paciencia y mantuve la paz y el
sosiego necesarios, solo alterados por mi solidaria imaginación con los
atrapados en ascensores, en trenes y demás afectados, que me inundó de un
sentimiento de empatía. Una vez más, aunque no fuera comparable con la DANA,
numerosos compatriotas se veían afectados por una incidencia que podía, como
mínimo, causarles molestias, angustia o ansiedad.
Mañana volverá la política canalla
Luego, cuando me fui a dormir
leyendo a Octavio Paz, y antes de que el libro me propinara dos serias
bofetadas en la cara debido a mi relajación por somnolencia, me asaltó la idea
del debate venidero. Mañana, pensé, los políticos vuelven a la carga y, dada la
experiencia de la DANA, dispararán sin piedad sus dardos envenenados para herir
al adversario. Cuando la cínica indignidad de Mazón persiste indeleble a la
justicia y la verdad desde hace seis meses, querrán hacer de este apagón otro
“casus belli” de confrontación, en este caso contra el gobierno central. La
mayoría de los gobiernos autónomos pidieron el nivel 3 de emergencia para
curarse en salud, visto lo visto. Habrá claroscuros según para quien. Volverá
la irracionalidad de los cínicos discursos, la exculpación propia y la
inculpación ajena, las tretas para evadir responsabilidades públicas o privadas
y, las empresas, pensando en sus negocios, negarán su responsabilidad. Cada vez
anda uno más desorientado con quienes ejercen la política torticera y sectaria
y se comprende menos determinadas actitudes y conductas, sobre todo desde
aquella frase malévola y cuasi golpista de Aznar: “El que pueda hacer, que
haga”. Tal vez esa frase explique muchas cosas que venimos observando, incluida
la satisfacción de la oposición cuando las cosas no van bien, con tal de
“derogar el sanchismo”, muletilla de las pasadas elecciones.
Pero lo que está claro es la
madurez manifestada por el pueblo español ante la crisis y su responsable
actitud, su paciencia y comprensión, no ausente de temor, que han mostrado en
las horas clave. Menos mal que, bajo mi criterio, la crisis ha sido resuelta
con bastante diligencia dada su magnitud. Tenemos un gran pueblo, por lo
general de valor muy superior a sus políticos, a pesar de los agoreros y
tóxicos que siembran la discordia y la confrontación, a los que hay que
neutralizar.
Esperemos que esta experiencia
sirva para estar preparados ante otro posible apagón sea por la causa que
fuere. No estamos libres de ciberataques que pudieran producirlo otra vez,
volviendo a mostrar la fragilidad de nuestro dependiente confort. Eso me hace
pensar y compartir con los lectores esa sensación de la insoportable levedad
del ser, parafraseando a Milan Kundera, que puede llevarnos por un sendero de
infelicidad.
El deterioro progresivo que está
sufriendo la humanidad es desalentador, a pesar de la esperanza que pueda
desprenderse de la referida madurez mostrada por el pueblo. Se observa una
deriva hacia el desencuentro que induce al odio y rechazo al semejante,
siguiendo la estela que provocan determinados políticos y sus estrategias
imprudentes de acoso y derribo, que, con su ausencia de respeto, llevan a una
peligrosa confrontación irracional, como seguimos viendo en nuestro país.
Incluso gente que, en principio, parece más sensata y presume de
intelectualidad, acaba arrastrada al dislate y desatino, cual hooligan
alienado, renunciando a la autocrítica. Causa pena ver como recurren al insulto
y la difamación arrastrados por el ejercicio de la política canalla que muchos
practican en nuestro país y, también, en el resto del mundo, dinamitando los
principios democráticos que dicen defender. Mal asunto cuando un dirigente ha
de emplear demasiado tiempo en defenderse del ataque de sus contrincantes. La
guerra por ganar el relato continúa… Andemos ojo avizor.
3 comentarios:
Antonio, con mi comentario quiero dar fe de que leo algunos de tus artículos. Y quiero dar fe de que en ellos me veo retratado como en un espejo porque quisiera saber escribir las cosas que tú escribes con esa claridad; con esa verdad.
Tan solo una cosa quisiera rectificar de tus artículos: Cuando dices de esas pelas repugnantes y despreciables de los políticos españoles. Yo cambiaría "políticos" por "la gente en general", porque la gente en general (políticos, a-políticos, periodistas, tertulianos...) también se pelean que da asco.
Y nunca olvidemos que cuando hayamos a dos que se están peleando, siempre, siempre, SIEMPRE, hay uno que empezó dándole una ostia al otro y el otro lo que intenta es defenderse. Nunca olvidemos eso de «la superioridad moral de la izquierda».
Admiro tus artículos ya que yo, a lo que siempre he aspirado es a ser de izquierdas https://bargas-la-sagra.blogspot.com/2009/03/el-izquierdismo.html pero me es muy difícil.
Todo bien expuesto. Gracias, Antonio
Gracias, Jesús. Por supuesto que tienes razón en eso de que la pelea política ha trascendido al espacio público, al ciudadano de a pie, donde cada vez se ven más abducidos para el combate, como hooligans futboleros intransigentes, llevados por la emoción en lugar de por la razón y los principios y valores de ideología humanista, eso no lo olvido y lo he dicho y seguiré diciendo. Pero eso es lo malo que el pueblo puede quedar atrapado en discursos partidistas contrarios a sus propios intereses, al dejarse llevar por la pasión emocional dejando el razonamiento crítico. A eso juegan determinados líderes de escasa argumentación lógico y capacidad hacer una oposición constructiva basada la solución de problemas orientada al buen común.
Saludos
Publicar un comentario