viernes, 4 de noviembre de 2022

Desahucio en la Macarena

Tumba de las víctimas

Será una curiosa coincidencia o está hecho adrede. Cuando concluía el día de los difuntos, alguien aparece por la Basílica de la Macarena y exhuma los restos del general franquista Queipo de Llano. Ese día había estado yo en el cementerio para honrar a mis familiares y amistades ya fallecidos. Entre ellos los 15 fusilados y arrojados a una fosa común en un apartado olivar, donde sufrieron olvido y su familia escarnio, miedo y temeroso silencio.

Fueron muertos por sus ideas republicanas un 15 de septiembre de 1936, cuando las huestes de este señor, incitador a ello, les asesinaron vilmente. Cuando volvió la democracia, el primer alcalde, que surgió de las urnas, decidió exhumar los cadáveres de aquellos “mártires socialistas” y llevarlos al campo santo. Antes, los otros “mártires franquistas” ya habían sido sobradamente enaltecidos como héroes en todo el territorio nacional, aunque no en mi pueblo, porque allí los milicianos no fusilaron a nadie, al menos que se sepa. El alcalde se ocupó de evitar el derramamiento de sangre de los rebeldes y sus adláteres, lo que no evitó su propia muerte a manos de los secuaces de Queipo después…

Realmente no fueron 15, sino 16 vidas, pues la pobre Concepción Hidalgo Porras, a sus 33 años, llevaba a un hijo en su vientre y cometió el error de ir a buscar a su marido para salvarlo de la muerte, lo que le costó la suya y la de su feto, además del abuso. También fueron 14 hombres, entre 57 y 16 años, según reza en la lápida que hoy resalta su memoria en una tumba común del cementerio, a la que cada año, por estas fechas, pongo una vela en señal de recuerdo, con la intención de honrarlos.

Queipo ordenó e incitó al crimen, a dar café a Lorca, a la violación de las mujeres y a la tortura de los republicanos. Fue cruel y despiadado en su discurso y en sus hechos, e incomprensiblemente, yacía a los pies de la Macarena como si de un santo varón se tratara, lo que ponía en cuestión a la propia Virgen, representada por su hermandad.

Siempre me pareció una deshonra para la Virgen tener aquel personaje a sus pies. Pero qué culpa tiene la Virgen si ha sido manipulada siempre por los que se decían sus fieles, le han puesto coronas, la nombran alcaldesa, en algunos casos, hasta ministras y ministros, la han querido implicar en las cosas terrenales ante la propia incompetencia del demandante.

La pasividad conformista, la complicidad de la Iglesia, con estas situaciones le ha hecho mucho daño a la religión, pues las élites y el fanatismo religioso han jugado sucio olvidando el verdadero mensaje de Cristo, arrimando el ascua al interés de su sardina. Siempre me sorprendió que esa religión, que dice representar el mensaje evangélico, una vez transcurrido tantos años de aquellos sucesos lamentabilísimos, no hubiera hecho contrición pidiendo perdón o disculpas por sus actos. No exhumó a los asesinos inhumados en las iglesias dedicadas al culto. Pero sí elevaba masivamente a los altares a sus mártires como beatos, mientras que algunos de sus fieles acusaban de revanchistas y abrir las heridas de la guerra, a quienes pedían la justicia de la reparación con los que yacían en las cunetas o fosas comunes. No, la religión no ha estado a la altura de las circunstancias, porque nunca lo estuvo en estos casos, siempre acogió catafalcos de impresentables en sus lugares de culto, todo era cuestión de poder y dinero, ¿a cuánto impresentable se dio sepultura en iglesias y catedrales a lo largo de la historia?

El desahucio forzado de Queipo se justifica, más bien, en que era un okupa, en un espacio religioso de amor maternal, de entrega a los demás, de todos eso valores que se le otorgan a la Virgen, y que este señor no merecía como ya demostró. Le deseo un eterno descanso, o lo que haya estimado el Juez eterno para él, al amparo de su familia, allá donde ellos estimen oportuno, en su intimidad, que seguro los tendrá cerca…  cosa que no podrán hacer muchos de los familiares de sus víctimas, que siguen en fosas comunes por su criminal actuación, por deshumanización y vileza… ¿Cómo pudo aguantar la Macarena la presencia de semejante genocida? No creo que fuera su compinche, su protectora de un llamado hermano mayor honorífico de su Hermandad. ¡Como las cosas terrenales nos hacen perder la fe! Ya no crees en ningún dios, cuando dejas de creer en aquellos que te decían lo que tenías que creer...

Las víctimas

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