El miedo y la inseguridad que lleva al miedo |
(Me gustaría conocer tu opinión sobre este blog para orientarme a la hora de tomar decisiones y cumplir el objetivo que me propuse. Si no te importa, te ruego contestes a una pregunta que aparece al margen izquierdo sobre el asunto. Gracias.)
A veces me pongo a escribir sin orientación previa.
Es como si intentara parir una serie de ideas que se han inseminado en mi mente
a través del tiempo y, en especial, del momento presente. Sale lo que sale,
como cuando antiguamente, no habiendo ecografías para identificarlo, no se
sabía si sería niño o niña. Hoy me senté y me salió esto que os propongo como
lectura.
Ya no sé si siento vergüenza, indignación, ira o no sé
qué… lo que sí sé es que siento la impotencia de quien ve como pasan delante de
sus ojos un sin fin de delincuentes que evaden sus impuestos, engañan a la
ciudadanía y se sienten, de algún modo, impunes ante la ley. Empezamos a pensar
que estamos gobernados, a nivel mundial, por una pandilla de gente confabulada
en crear leyes para proteger sus prebendas y las de los suyos, mientras caminan
en la vía de dominar el mundo, obviando los intereses del conjunto de la
sociedad.
Lo malo de todo ello es que se amparan en posturas
borreguiles de una ciudadanía domesticada, manipulable y dócil que se rebela
contra los simples delitos y no
reacciona ante los grandes desfalcos y hurtos de guante blanco, que sigue
votando a corruptos si son de su partido; vamos que son como los hooligans
amaestrados en el futbol.
Estamos en una etapa llamada de ingeniería
financiera, que suena bien y parece que deba aceptarse por ser de elevada
inteligencia su aplicación. Admirables sujetos fueron modelos a seguir en el
mundo de las finanzas; aquellos yupis americanos de los años 80, materialistas
y arrogantes, admirables por su tren de vida con gran dosis de amoralidad, o la
moda del pelotazo en España, personificado en el propio Mario Conde como gestor
de éxito hasta que Banesto se fue a pique.
Es cierto, ingeniería viene de ingenio y de ingenieros e ingeniosos es crear
estructuras insospechadas de donde sacar beneficio en un sistema de economía
especulativa, que no es lo mismo que la economía productiva.
La economía productiva es aquella que crea bienes
tangibles o beneficios sociales que mejoran la calidad de vida del
ciudadano; otra cosa sería si la creación de bienes, o plusvalías, va
acompañada de un justo reparto entre el inversor y el productor, entre el
capital y la mano de obra o sujeto que elabora el producto. Mientras la
especulativa hace subir el capital a base movimientos especulativos, transacciones
de dudosa ética, incluso, alegal, o ingeniería mercantil creando productos
financieros de engañosa calidad y garantía, sin que de ellos se desprenda una
producción material o de mejora social salvo para el especulador y su grupo. O
sea, se crean canales por donde circula la pasta pero orientada a los bolsillos
de los poderosos.
Tengo la sospecha de que en este nuevo mundo de la
globalización está todo calculado por los que intentan imponerlo a su modo y
para su propio bien. Romper barreras aduaneras, producir a bajo precio en países
pobres para vender el producto a alto precio en países desarrollados, crear
leyes protectoras de ese movimiento de capitales, establecer y consolidar trato
preferente en algunos países (paraísos fiscales) con leyes preservadoras de sus
intereses... En suma, crear un nuevo marco internacional por donde jugar a
escabullirse para evitar pagar impuestos y mantener a los estados, cuyo poder pretenden
anular, o minimizar, con objeto de
imponer un nuevo orden desde el capitalismo salvaje o ese neoliberalismo que
odia los controles del mercado que se imponen por las leyes emanadas, en teoría,
de parlamentos democráticos. Buscan el cambio de poder mediante la modificación
del sistema… son antisistema que pretenden crear otro partiendo de este, sin
que se note, planificadamente, hasta llegar a revertir el poder desde los
estados a las multinacionales, a las empresas, al mundo financiero, a través de
un orden legal que les garantice una defensa perfecta contra la imposición de
la voluntad democrática de los pueblos.
Su hándicap está en controlar el poder político, en
tutelar el poder legislativo, en desmontar un sistema que les obliga a
someterse, en escapar del control social que les exija doblegarse ante los
intereses del conjunto de la ciudadanía, en controlar el mundo desde la
frialdad de sus despachos exentos de responsabilidad trascendente. Sus
decisiones son privadas… pero sus estrategias condicionan el mercado mundial y
lo manipulan desde el poder controlador sobre las transacciones.
Principales problemas para conseguirlo: los
políticos díscolos y los medios de comunicación insumisos… pero donde hay
dinero y esa filosofía de compra mercantil la cosa es fácil, se procede a
comprar con la técnica del palo y la zanahoria. Si haces lo que te pido te doy
la zanahoria, pero si no lo haces te doy el palo en el lugar que más te duele. De
todas formas la financiación de los partidos puede ser una buena forma de
establecer su control e influir en su orientación, al menos eso parece que
funciona en los EE. UU.
Pero… ¿Cómo hacer todo eso? Si nos paramos a pensar
un poco, descubriremos los pasos que van dando en el día a día. Provocar una irresponsable
crisis financiera, apareciendo la oportunidad de tantear la actitud de los
gobiernos, ya controlados desde organismos económicos internacionales, dejando
patente su incapacidad para resolverla
con el actual marco legislativo. Al enfrentar los políticos a la crisis sin posibilidad de respuesta y control del mercado
financiero, se evidencia la incompetencia política y la necesidad imperiosa de
intervención de la banca, canalizando la gestión económica mundial a través del
mundo financiero, para lo que primero se ha de salvar de la banca rota ante una
mala gestión privada; luego, en el mundo político e ideológico, denostar y
descalificar al político opositor, incluso comprarlo si ello es factible, a la
par que apoyar y elevar a los afines, y desprestigiar a los estados y sistemas
de gobierno mediante la creación de un nuevo espíritu de los tiempos donde el
sujeto, desconfiando de sus propios gobiernos, se deje gobernar por la
filosofía mercantil, o sea, de mercado libre, creyendo que las empresas son más
de fiar que los políticos.
Sus negocios están en controlar todos los recursos, en administrar y comercializar hasta los más elementales y necesarios para la subsistencia, la educación, la salud, las energías, etc... No se extrañen ustedes que dentro de nada se nos cobre por respirar o por un sistema respiratorio que evite la contaminación. Ya se vende el agua con la excusa de esa contaminación y su pureza, sabemos que el sistema capitalista tiende a controlar la propiedad de todo y ese todo es absolutamente todo. Pero para producir cambios importantes, que permitan estas cosas, es necesaria la crisis, pues esta da pie a producir ajustes que podemos orientar hacía el fin que se persigue. La frase de un político del PP previa a las elecciones de la pasada legislatura, diciendo que dejen que se hunda el país que ya lo salvaremos nosotros… viene a decir que mientras peor mejor. Mientras más destrucción más libertad se tiene para la reconstrucción; a veces, incluso, para demoler y reedificar una nueva estructura hay que derruir lo viejo creando lo nuevo si lo viejo no sirve como soporte.
Sus negocios están en controlar todos los recursos, en administrar y comercializar hasta los más elementales y necesarios para la subsistencia, la educación, la salud, las energías, etc... No se extrañen ustedes que dentro de nada se nos cobre por respirar o por un sistema respiratorio que evite la contaminación. Ya se vende el agua con la excusa de esa contaminación y su pureza, sabemos que el sistema capitalista tiende a controlar la propiedad de todo y ese todo es absolutamente todo. Pero para producir cambios importantes, que permitan estas cosas, es necesaria la crisis, pues esta da pie a producir ajustes que podemos orientar hacía el fin que se persigue. La frase de un político del PP previa a las elecciones de la pasada legislatura, diciendo que dejen que se hunda el país que ya lo salvaremos nosotros… viene a decir que mientras peor mejor. Mientras más destrucción más libertad se tiene para la reconstrucción; a veces, incluso, para demoler y reedificar una nueva estructura hay que derruir lo viejo creando lo nuevo si lo viejo no sirve como soporte.
Pero vayamos al cambio de actitudes y de opinión
pública. Se debate, con razón, sobre la corrupción del mundo político; se
utilizan mercenarios de la palabra o ideólogos intransigentes para defender
posturas con objetivos precisos, solo hay que ver la tele; no se habla o se
debaten a fondo los escándalos financieros de sujetos de corte mafioso, no se
cuestionan los sueldazos de prebostes de la empresa privada bajo la filosofía
de su privacidad, sin analizar que juega con los intereses de la ciudadanía
para enriquecerse y que el estado debería defender a esos ciudadanos de los
atropellos que sufren. Pero, dentro del gran proyecto que se vislumbra en la
sombra está reducir los estados, en una fase inicial, a meros miembros
recaudatorios para pagar los servicios que las empresas ofrecerán al ciudadano
en cumplimiento de los derechos constitucionales; o sea, privatizar lo público
para que la empresa haga negocio. Ellos piensan que el Estado no tiene que
formar y dirigir empresas, sino administrar los impuestos para dar los
servicios al ciudadano pagando esos servicios a la empresa privada que los
presta en función de la ley de mercado libre. En una segunda fase, con un
estado cada vez con menor peso, las empresas contratarán con los sujetos sus
servicios de forma directa, ya sean asistencias sanitarias, cobertura legal,
jubilaciones, etc. siempre y cuando puedan permitirse estos el pago de las
cuotas correspondientes, como ya viene siendo en los EE. UU. y Europa,
concluyendo en una privatización total de los servicios públicos. Resultado, no
todo el mundo tendría acceso a determinados servicios sanitarios, educativos o
sociales, aunque se garantizaran unos mínimos por parte del Estado.
Las políticas restrictivas del gasto inversor de los
estados tienen un objetivo claro, este es el empobrecimiento del patrimonio
estatal. Siguiendo las teorías Keynesianas el Estado debería invertir para
dinamizar la economía, dando trabajo a las empresas para producir bienes
públicos, vías de comunicación, infraestructuras, incremento de servicios
públicos, etc. de esta forma se da trabajo, crece el PIB y se incrementa el
patrimonio estatal enriqueciendo al país. Pero eso no interesa cuando lo que se
pretende es asfixiar a ese Estado, lo
contrario sería darle oxígeno para que siguiera creciendo y dominando, o
influyendo en el mercado desde lo público. De lo que se trata es de desmantelar
los servicios públicos para adueñarse de ellos, y los planteamientos
keynesianos van por otra línea opuesta que llevan a la expansión de lo público
y del incremento de servicios a la ciudadanía.
Pero sigamos analizando el cambio pretendido. En
todo tránsito, o cambio, se dan una serie de hechos que pueden ser traumáticos
por lo novedoso y agresivo al sistema y que, también, pueden provocar
reacciones imprevisibles, por parte de colectivo sociales, que los impidan al
verse afectados por la pérdida de un Estado del Bienestar, por lo que se han de
neutralizar antes a esos colectivos mediante la captación, desacreditación o la
compra. Pero si esos cambios se van introduciendo poco a poco, con la mesura
necesaria para que la gente vaya adaptándose al nuevo orden mediante la
tolerancia, y vamos estudiando, en una acto de pura psicología social esos
procesos, iremos conociendo y controlando las conductas grupales y podernos
manipularlos y reorientarlos hacia el fin previsto.
Si queremos que una sociedad se someta a un sistema
de control total, podríamos hacerlo con su consentimiento, si sus integrantes
entienden que es beneficioso para el colectivo. Consideremos el terror y la
inseguridad como elementos claves; ¿hasta qué punto estamos dispuestos a
sacrificar nuestra libertad y privacidad para evitar el terrorismo y sentirnos
seguros? ¿Estaría dispuesta la gente a implantarse chips para, de esta forma,
estar todo el mundo controlado y eliminar el riesgo de atentados terroristas,
por ejemplo, mediante el control sistemático de los sujetos? Si el Gran
Hermano, controlado por los centros de poder y su tecnología que, en teoría,
buscarían el bien común, es el valedor de los principios y valores de la
sociedad, nos promete y garantiza una vida feliz si estamos sometidos a las
normas, pero para ello hemos de aceptar un sistema de control humillante que
garantice la “bondad” del sistema, ¿aceptaríamos ese control humillante “en
nuestro propio beneficio”? Ya vemos como se pasa los controles en los
aeropuertos, en muchos casos de forma despótica y maleducadamente, desde la
sumisión absoluta, con el miedo a que se nos confunda con un terrorista. Estamos
en el inicio, en el ensayo, y todos aceptamos esos controles para evitar un mal
mayor.
El colectivo social, la sociedad en su conjunto,
tiene un subconsciente y es manipulable. Por tanto, si se dominan los medios de
comunicación, que son los que crean estados de opinión y tendencias de
pensamiento y actitudes sociales, estaremos en disposición de controlar y
dirigir el proceso evolutivo de una sociedad en cambio hacia el lugar que nos
interesa. Cada día, cuando vemos la televisión, podemos vislumbrar esa
tendencia. Cómo se tratan las noticias, los titulares tendenciosos, las
opiniones interesadas, la manipulación argumental de las cosas, la inducción
del pensamiento, etc. son formas claras de influencia por parte de los dueños
del cotarro y su línea editorial.
El ser humano es individual y social, tiene esa
doble dimensión. Lo interno y lo externo, su singularidad frente a la
colectividad, su rebeldía frente a la sumisión, su ser individual frente a su
ser social; ello le lleva a la conflictividad interna desde la perspectiva, eso
sí, egoísta y de subsistencia, mediante la confrontación del desarrollo
individual, o de su intelecto, y la integración social y el prestigio que conlleva.
La socialización le induce a adaptarse a las normas sociales de una forma clara
mediante la introyección de estas en el proceso educativo, teniendo como
gratificante el reconocimiento y la integración social.
Pero solo hace falta modificar esas normas, cambiar
el sistema, bien sea de forma pausada o traumática (piénsese en una guerra)
para estar en otra sociedad distinta diseñada por intereses de poder mediante
el uso y control de los medios influyentes. Esta nueva situación será asumida
por los sujetos mediante esa socialización. Pero vayamos más lejos. ¿Se puede
planificar la implantación de una nueva sociedad predisponiendo a los sujetos a
aceptarla de antemano? Si se cree en la profecía autocumplidora y en el llamado
efecto Pigmalión colegiremos que es posible. Podemos analizar el uso de películas
futuristas, premonitorias, hipotéticas situaciones de futuro presentadas por
visionarios que predisponen a aceptar esas situaciones y allanamos el camino
para que se den como si fueran profecías; ya sabemos que desde tiempo, en
nuestra cultura judeocristiana, el profeta tiene un gran prestigio y buscamos
el cumplimiento de esas predicciones, incluso con cierta morbosidad. A modo de
profecía, en este momento me viene a la memoria películas como Cobra, de George
P. Cosmatos, o la más reciente Matrix.
En todo caso el cine de ciencia ficción abre las posibilidades, a través
de la imaginación, de sociedades futuras y nos sitúa en disposición de aceptar
y asimilar esas nuevas sociedades como posibles.
Finalmente, para mí, existe una tensión interna
entre el ser individual y el social. El social lo andan modulando los poderosos
y padres de la sociedad, los pastores que controlan el rebaño, lo educan y
conforman en función de sus intereses; pero el individual, que resulta ser el
oponente crítico al anterior mediante el ejercicio de la libertad de
pensamiento y de discernimiento, lo hemos de modular nosotros mismos en una
lucha de influencias, donde se juega la prevalencia de lo social sobre lo
individual o viceversa. La pregunta sería: ¿El sujeto está para servir a la
sociedad o la sociedad para servir al sujeto? O lo que es lo mismo: ¿Modelamos
al sujeto para que asuma y se someta a una sociedad definida o le damos
libertad para que decida qué tipo de sociedad quiere tener en función de su
proceso evolutivo? En todo caso: ¿Cómo
se compaginan estas dos cosas para que se pueda desarrollar el potencial de los
sujetos en beneficio de la evolución de la sociedad donde se integran?
Me niego a hacer del ser humano un borrego al
servicio de los pensantes, privándole de la potestad de pensar racionalmente
mediante la alienación y el dogma. Defiendo el libre ejercicio del pensamiento
para que, responsablemente, ese sujeto sea motor y partícipe de la evolución de
su sociedad mediante su autorrealización.
Bueno, esto resultó de esta cavilación de hoy, seguramente la cosa tendrá matices, otras lecturas y tal y tal, pero hoy lo vi así...
2 comentarios:
Ayer preparando la presentación de mi novela para Valladolid hacia una reflexión sobre escribir: es vomitar lo que bulle dentro, te ayuda a ver claramente lo que sientes, a ordenar las ideas..., entre otras muchas cosas.
Y sabes? La política me apasiona, pues bien desde que empecé con los lios de la novela, allá por el mes de febrero, se me han olvidado estos impresentables y cuando de vez en cuando regreso, los veo donde los dejé. Para mí la globalización puede llegar a ser buena, pero como siempre, la mano del hombre lo estropea casi todo.
Buen finde, querido amigo
Pues sí, amiga Mª Ángeles, la globalización debería ser buena si no fuera porque se globaliza o se tiran fronteras para la circulación de los capitales, del mercado, pero no de los valores de humanización y los derechos humanos. La UE que debería defender en primer lugar los intereses de sus ciudadanos, lo que hace es defender los intereses de su comercio justificándolo en que eso beneficia a los ciudadanos, pero dejando en la estacada a muchos de ellos, lo que es una contradicción.
El asunto está en que, bajo mi modesta opinión, se globaliza para ganar dinero el mundo de las multinacionales, no para elevar el nivel d vida y la calidad de la misma de la propia humanidad. Esta globalización no es la buena porque es engañifa.
Un abrazo y buen fin de semana.
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