La niña azul de la mañana clara
trajo la brisa de su nombre
regando las miserias de la vida
con suave manto de ternura
anulando al disoluto hombre.
Un luminoso sol cargado de promesas
rompió la oscuridad de la siniestra
noche
con ese azul del cielo que todo lo
sublima
en sutiles perfumes de gotas de rocío
fraguando su esplendor con un derroche.
Son retos de otro día que bosteza
mirando hacia un mañana
de sueños y presagios
que escapen de esta noche
sembrando la semilla de verdes
esperanzas
de paz y de alianzas sin reproche.
La niña azul de la mañana clara,
de penetrante luz del cosmos rebosada,
acuna en sus entrañas al mesías
que salvará a los pueblos
inoculando la simiente de la paz
entre los hombres.
Autor:
Antonio Porras Cabrera
Málaga,
1 de diciembre de 2015
2 comentarios:
Hoy me encuentro a mi gente cambiando de registros emocionales y literarios; muy bien.
jajaja muy bueno, Mª Ángeles.
No solo de pan vive el hombre...
también del verso y la palabra
del mundo de la vida
donde deja su nombre.
Besos
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