Hoy, que es el día de Andalucía, le haré un pequeño homenaje. Me quedaré con el estribillo de su himno, que dice así:
¡Andaluces, levantaos!,
¡Pedid tierra y libertad!,
Sea por Andalucía libre,
España y la humanidad.
¡Pedid tierra y libertad!,
Sea por Andalucía libre,
España y la humanidad.
¡Qué
linda estrofa! Llama a todo un pueblo a salir de la somnolencia, de la abulia,
del conformismo histórico, para despertar y gritar a una voz algo tan
importante como pedir dos elementos básicos, la tierra que es la madre
nutriente de toda la vida y la libertad que es la esencia del desarrollo y
progreso de la mente, del individuo, de la sociedad. Tierra para aliarse con
ella y poder nutrir el cuerpo con el pan del día a día, para integrarse en el
todo del ecosistema que nos envuelve. Al fin y al cabo somos hijos de la tierra
y a ella volvemos para alimentar la vida que emana de sus entrañas. La tierra,
que ya estaba aquí mucho antes de llegar nosotros, no puede ser propiedad de
nadie, pues lo que le pertenece a uno es solo aquello que creó. En todo caso la
tiene en usufructo mientras sea capaz de conjugar y desarrollar su potencial
productivo en beneficio de la colectividad. Tierra sí, simbólicamente tierra,
porque la tierra es lo que nos une y lo que nos hace iguales en esa simbología
vital de un todo inmerso en un ecosistema del que formamos parte.
Luego
hay otro alimento tanto o más importante, como es la libertad que se reclama.
Es el alimento de la mente, del espíritu creador que nos eleva como seres
humanos, pensantes y creativos, como sujetos en proceso de desarrollo universal
hacia un conocimiento inescrutable que se escapa a la imaginación, pero que nos
llama poderosamente hacia la búsqueda de la verdad a través de la ciencia y la ilustración
desarrollada por la inteligencia.
Al
pueblo andaluz, como a la mayoría de los pueblos, le fue vetado, o dado en
cuentagotas, el acceso a sus alimentos… al pan de la tierra y a la libertad del
espíritu. De todos es sabido que no se puede pensar si no se vive, por tanto lo
primero que todo ser busca es la nutrición de su cuerpo para, después, poder
pensar o realizar cualquier otra actividad. Si tengo que dedicar todo mi
esfuerzo a conseguir mi sustento, no podré pensar y estaré sometido y
esclavizado por el alimento para mi subsistencia. Los pueblos se sometieron y
se esclavizaron desde esa doble vertiente: control de sus nutrientes y
conformismo desde la falta del criterio y discernimiento que otorga el
conocimiento y la enseñanza. Eso se dio en una perfecta alianza entre el poder
impuesto por las armas y la leyes y el adoctrinamiento para crear sujetos conformistas
y sumisos que aceptaran su incapacidad para tomar decisiones, delegando, en
otros más preparados, el gobierno de las cosas, aceptando, pues, ser parte de
un rebaño guiado por el pastor y sus perros guardianes. Supongo que os suena
esa filosofía, esa forma de concebir la sociedad desde el anacronismo oligárquico
(el gobierno de unos pocos sobre los demás).
Llegado
a este punto es digno de alabanza que un pueblo grite y demande esa tierra y
esa libertad, pero también que ese grito no sea una mera jaculatoria demandante.
Que este día no sea una Navidad nacionalista donde se siente el “orgasmo” de lo
buenos que somos y de las buenas pretensiones que tenemos y, pasado el día,
todo quede en agua de borrajas. Ahora nos queda a cada cual asumir la parte que
le corresponde de su propio desarrollo personal, de incrementar el valor de su
mente para hacer más grande a esta tierra. El chauvinismo es paralizante y hemos
de entender que estamos en el vagón de cola de este tren de la vida española y europea
y no en la cabeza que pudiera hacernos ver el orgullo de este viejo pueblo. Decía
Epicteto: “Engrandecerás a
tu pueblo, no elevando los tejados de sus viviendas, sino las almas de sus
habitantes”. Y Emilio Lladó comenta: “La riqueza de un pueblo no es la del
suelo, sino la del cerebro”.
Nadie
cede su poder de forma gratuita, sin estar sometido a presión de demandas
responsables, lógicas y de justicia, al amparo del poder de la razón y, si
fuera necesario, de la fuerza física y/o intelectual. El pueblo que sabe, que
ha desarrollado su mente y no se somete a dogmas irracionales, es un pueblo con
grandes posibilidades de progreso. El reto de Andalucía está en eso, en
desarrollar la capacidad intelectual de sus ciudadanos de forma generalizada,
abarcando a todos y cada uno de sus integrantes y no dejando en manos de unos
pocos el acceso al conocimiento… en aceptar de forma responsable y comprometida
que seremos lo que queramos si somos capaces de luchar por ello hasta
conseguirlo, que nadie da nada, como ya he dicho, si no es desde la simetría o desde la asimetría sumisa.
Sé que hay grupos de poder empeñados en la regresión a estadios pasados, con
viejos esquemas de adoctrinamiento de mentes y de almas, que nos llevarán a la
sumisión y a la ausencia del espíritu crítico que construya el progreso. El
poder juega su baza y ejecuta los pasos que le interesan. Usa la engañifa y la
falacia, asusta y amenaza para hacer desistir a los pueblos de sus derechos
elementales y entrega a los grupos de poder afines sus ciudadanos con las manos
atadas por las leyes y las normas. Si el dinero se hace dueño del mundo, el ser
humano será, definitivamente, su esclavo.
Pero
hay otro aspecto más que me gusta en la letra de este himno andaluz. Es ese
sentido de integración en un todo universal, como queda reflejado cuando dice: “Sea
por Andalucía libre, España y la humanidad”. No habla de fronteras, no dice
nada de rechazo, no se opone a la concepción universal del hombre. Entiende que
el ser humano está por encima de los límites impuestos por el poder de los
Estados, de la organización parcelaria en países sometidos al gobierno de unos
pocos. Acepta esa taxonomía sistémica, de menor a mayor en el grado de pertenecía.
Cada uno es un subsistema de otro superior y, a su vez, comprende otros
subsistemas de orden inferior, como forma de articular la interdependencia. En
todo caso el elemento máximo de referencia ha de ser la humanidad. Pero
cuidado, que los gobiernos del mundo han dejado de ser los aliados de la
ciudadanía para convertirse en los lacayos del poderoso sistema económico, solo
hay que ver con espíritu crítico sus falacias, sus manipuleos, sus ataques
entre ellos y sus formas de reconducir y de analizar los problemas y sus
soluciones.
Sea
pues, tengamos el alimento, que mana de la tierra, para nuestros cuerpos;
bebamos el agua de la ciencia y el conocimiento como alimento para nuestras
mentes y concibamos la vida desde esa perspectiva universal que hermana a los
seres humanos en un conjunto universal. Vigilemos, cuidemos y exijamos nuestra
libertad: “SEA POR ANDALUCÍA LIBRE, ESPAÑA Y LA HUMANIDAD”.
2 comentarios:
Como siempre y para no perder su linea ¡¡ impecable y real como la vida misma ¡¡ por que es eso,Vida.
Un saludo afectuoso.
Gracias, amigo Pintor.
Es la vida misma, exactamente. Esa vida que no siempre podemos hacer como queremos y nos viene condicionada por tantas cosas y tanta manipulación por los que pueden hacerlo... los que tienen el poder y la capacidad de dominar los medios.
Un saludo
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