domingo, 5 de septiembre de 2010

Viaje a EE. UU. (VI) (Cataratas Niágara)



En la visita a New York fue la obra del hombre la que me sorprendió e impresionó. En esta otra el arrebato lo produjo la obra de la naturaleza. Acostumbrado al sur de España, cálido y seco en su interior, deficitario de agua en muchas ocasiones, quedé prendado de aquel descomunal flujo acuático, que, atronando en ruido ensordecedor, te obnubila y transporta a otra dimensión.

El viaje, largo desde West Chester, unas 7 horas en coche, requirió de algunas paradas. Una en Hersheys, con su Chocolate World, una fábrica de chocolate de solera con exposición y proyecciones audiovisuales en plan tridimensional, con efectos especiales, donde no acabamos mojados gracias a los impermeables que nos entregaron, pero nos sometieron a las inclemencias del tiempo, frío, nieve, rafting, agua, viento… De no ser por querer sentir una aventura virtual, pensaría que es uno masoquista.

La llegada a Niágara fue ya entrada la tarde, casi en el ocaso y con gran cansancio a cuestas. Solo una vuelta para cenar algo y ver la ciudad iluminada y cargada de atracciones.

El día 9 amaneció nublado, con niebla y lluvia fina, tipo chirimiri vasco u orballo gallego, esa llovizna que va calando por venganza al desprecio que se le hace… Ello no impidió visitar las
cataratas, por el lado canadiense, en un barco que hacía el circuito por el río, provistos de impermeables, para evitar mojarse al acercarnos en demasía al choque estruendoso del agua en cascada con una superficie oleada, que cargaba la atmósfera de gotas de agua caladera. Buen paseo. Luego la visita a los túneles y demás atracciones.

Para conocer la bravura del río no desplazamos a los rápidos de Whirlpool, donde pudimos observarlos desde el teleférico, llamado del español, al haber sido construido por el ingeniero español Leonardo Torres Quevedo, inaugurado en 1916. Vista increíble. Un torrente de agua brava atacando al recodo para girar en un ángulo de unos 45 grados. Si hay caída, salvación imposible. Eso sí, había una excursión en una barco o lancha especial que se permitía retar al torrente y los recodos, como se puede ver en una de las fotos.

Por la noche teníamos reservada la cena en el restaurante de la torre Skylon. Con su comedor giratorio, nos permitimos una cena con unas vistas panorámicas del entorno indescriptibles. La puesta de sol acompañó y poco a poco se fueron iluminando las calles de la ciudad y las propias cataratas, hasta ofrecer otro espectáculo singular, que acabó en fuegos artificiales.

El día siguiente amaneció nítido y con una excelente visibilidad. Lástima que no fuera ayer. Pero en el paseo que nos dimos por la ciudad, antes de marcharnos, para visitar los jardines anejos a las cataratas, pudimos disfrutar de otra visión más limpia, propia de un día claro y soleado. En las fotos se pueden apreciar las diferencias. Jardines, agua, río, luz, verdor y frescura, en un contexto paradisiaco… En un ejemplo de alianza con la naturaleza, un sujeto, sentado al pie de un árbol, daba de comer a los pájaros que se posaban en sus manos, mientras una ardilla tomaba los frutos que le ofrecía y marchaba a ocultarlos cerca, en su despensa particular… Esa imagen quedó como colofón a la vista… ¿Cuál pudiera haber sido mejor que esta?

A la vuelta pasamos y paramos a visitar el parque de Watkins Glen,
Cornell University, la casa donde vivió Richard en Ithaca, y comimos, creo recordar, al pie de Cayuga Lake, uno de los lagos en forma de dedo, que presenta una visión desde el aire simulando los dedos de una mano, junto a los lagos vecinos.

Me sorprendió la frondosidad de los bosques y mi fantasía me llevó a estas tierras hace años, cuando los indios eran sus únicos habitantes y dueños organizados en la
confederación iroquesa de las tribus seneca, cayuga, oneida, onondaga y mohawk. La sensación de fusión con la naturaleza, del mundo animal en connivencia con ella, del equilibrio de un sistema ecológico donde el hombre ama la tierra y la santifica como madre y protectora, me arrebató el pensamiento. Mi fantasía me puede llevar a errar y dotarlos de un espíritu de fusión natural que igual no lo era, pero, en todo caso, me permito la licencia y pongo enlaces para quien quiera documentarse al respecto con mayor precisión. Por otro lado, la civilización ha cambiado todo, pero no ha respetado mucho, salvo excepciones. Me hubiera gustado conocer ese otro mundo del pasado, cuando el oso, el caballo, el búfalo, el alce… pastaban libremente, cuando la naturaleza y el hombre se fusionaban en un solo objetivo de supervivencia simbiótica. Pero los europeos no fuimos un ejemplo para ello, sino más bien al contrario, arrasamos, por lo general, con todo lo que se puso a nuestro paso y usurpamos la propiedad ajena sin escrúpulo alguno, hasta someterlo todo a nuestra voluntad y espíritu explotador y materialismo miope. Al menso le quedó el reconocimiento, por el Congreso de los EE. UU., de la llamada “Soberanía tribal” como independencia y respeto a su historia ancestral, y como descarga de la conciencia de los colonos que, con sus balas y agresión, los diezmaron hasta casi su aniquilación. Que Manitú sea benévolo con nosotros… A mí me castigó con una flebitis que me condicionó la vuelta y el resto del viaje, digo yo…aunque no crea en los dioses de la pradera.





17 comentarios:

Ana dijo...

Es que es para prendarse de esta maravilla....

emejota dijo...

Resulta curioso pero por más que he bordeado el lugar nunca llegué a acercarme hasta las catarata de Niagara, me tuve que conformar con la antigua película de la Monroe.
Entiendo que te chocara la frondosidad del paisaje extrapolando hacia el pasado, cuando el Gran Cañón del Colorado era verde y poblado por tribus autóctonas.
Espero que te encuentres aliviado de la flebitis, que tanto fastidia. Un abrazo.

emejota dijo...

Resulta curioso pero por más que he bordeado el lugar nunca llegué a acercarme hasta las catarata de Niagara, me tuve que conformar con la antigua película de la Monroe.
Entiendo que te chocara la frondosidad del paisaje extrapolando hacia el pasado, cuando el Gran Cañón del Colorado era verde y poblado por tribus autóctonas.
Espero que te encuentres aliviado de la flebitis, que tanto fastidia. Un abrazo.

emejota dijo...

Me olvida, guau, menudas fotos estupendas sacaste.

RGAlmazán dijo...

No conozco las cataratas, pero desde el cine americano las tengo mitificadas. Tu relato me las ha acercado más.

Salud y República

Eastriver dijo...

jeje, la flebitis, sí, un castigo de los dioses, pero un castigo menor... No conozco las cataratas pero me han dicho lo mismo que tú: que son impresionantes. Y esa meditación sobre el paso del hombre y sus desastres la hice yo en Central Park (que decías que te quedaste con ganas de dar un sosegado paseo): allí, viendo cómo era la gran manzana antes de los rascacielos, pensé justamente eso... e imaginé que todo volvía a cómo había sido quinientos años atrás. Un abrazo y gracias por crónicas tan amenas.

Peter Pantoja Santiago dijo...

...Mucho más por ver Antonio, con pausa y sin prisa, disftutandoce cada momento y cada lugar, recargando pilas y aprendiendo en cada nuevo viaje!!

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Magníficas fotos, Antonio, ¡qué gozada de viaje!
Mucho ha cambiado el paisaje desde que se hizo famoso con la Marilin Monroe. Es eso y poco más lo que conocía de Niágara. Gracias por compartir tus visiones. Un abrazo

Lola Mariné dijo...

Como ya se ha comentado, para mi esta visita tambien es una asignatura pendiente desde que vi la mítica película.
SAludos.

MarianGardi dijo...

Que bellos comentarios, tu agudeza visual y mental no se perdió un detalle, ¡felicidades!

Yo fui a las cataratas de Iguazú hace años y es lo mas sorprendente que he visto jamás.

Un abrazo

Antonio dijo...

Gracias amigos y amigas por vuestra visita y comentario. Es un placer poder compartir con vosotros este viaje, aunque sea virtualmente. Ya me gustaría a mí que en alguna ocasión nos pudieramos ver todos juntos en un viaje como este o similar.
Las próximas cataratas a vistar me gustaría que fueran las de Iguazú, como las vio Marian.

Un abrazo a todos y todas

ARO dijo...

He disfrutado, leyéndote, de tu viaje. Espectacular. Las cataratas del Niágara deben ser impresionantes, es uno de los sitios del mundo que me gustaría ver. Un saludo.

Myriam dijo...

Me diviertí mucho en la del NIagara cuando estuve, pero la del IGuaz{u son mucho más imponentes. Yo las visité varias veces. Te encantarán, no dejes de visitarlas si lo tienes pensado.

Besos

Antonio dijo...

Arabos, a mí me dejaron bastante impresionado. Es una experiencia aconsejable. Por cierto, había bastantes españoles por allí...

Antonio dijo...

Myriam, lo intentaré. Siempre me atrojo esa visita, pero el tiempo y el dinero nos obliga a priorizar.
Besos

Ciberculturalia dijo...

Estoy poniéndome al día en la blogosfera y me leeré con detenimiento tu estupendo viaje a las Cataratas de Niagara y todas tus crónicas del viaje a EEUU.

Un beso de otra viajera empedernida

Antonio dijo...

Bienvenida, Carmen, de tu viaje quiteño a Ecuador. Ya sigo tu crónica y la de Rafa y me regocijo con las fotos estupendas que colocáis.
Un beso

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