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En ese equilibrio y relación con el cosmos se da la
trascendencia, a la que muchos buscaron la viabilidad a través de las
religiones o de la proyección cósmica del hombre. Siempre anduvimos buscando
esa razón, esa ley cargada de misterio y misticismo que lo explicara todo, siempre
buscamos soluciones, más o menos sencillas, a la eterna pregunta existencial.
Este año, en estas fechas, yo quiero romper una
lanza por esa otra visión que permita armonizar al ser humano con el universo
que nos soporta, con el mundo y su gente, con la convivencia como elemento de
sostenibilidad de la vida en común, entre lo unitario y lo colectivo. Por eso
recurro al antropocosmos de René Schwaller, al hombre de Vitruvio y al dibujo
de Leonardo da Vinci como soporte del deseo de equilibrio entre la gente, entre
el hombre y el cosmos. Mis deseos los fundamento en principios, actitudes y
conductas que faciliten esa convivencia en paz para que el ser humano pueda dedicarse
a su propio desarrollo, a su autorrealzación, sin sumisión a poderes
interesados y encorsetadores que lo esclavicen y enfrente a los demás. La suma
libre y comprometida de los seres humanos es la garantía de la evolución de la
especie.
René Schwaller de Lubicz en su obra maestra El
Templo del Hombre, fruto de una larga investigación del Egipto faraónico,
encontró en el templo de Luxor la representación de un hombre, el Antropocosmos,
el hombre universal o arquetípico, cuya figura fue completada de manera
idealizada en las diversas construcciones del templo, donde también encontró
iterado la proporción áurea, phi, φ. De aquí bebió el arquitecto Vitruvio (que
le da nombre al dibujo de da Vinci) para establecer las proporciones de la
figura humana bien formada, entendiendo que el hombre es la medida de todas las
cosas… el Antropocosmos representado en Luxor.
La privilegiada inteligencia de Leonardo da Vinci
plasmó en estas medidas la cuadratura del círculo, consiguiendo representar en
una misma figura humana, sometida a esas proporciones, un círculo y un cuadrado
de la misma superficie, un equilibrio entre lo imposible como algo posible, tal
como puede verse en el dibujo “davinciano”. Por ello, el hombre de Vitruvio de
Da Vinci, es tan significativo, un verdadero emblema de una forma de
pensamiento que conjuga ideas filosóficas, matemáticas y alquímicas y se
inscribe dentro de una mentalidad analógica. Como expresó John Mitchell:
"Hombre, templo y cosmos eran vistos idénticos, y bajo este entendimiento
se erigió toda la filosofía y la ciencia del mundo antiguo".
Como ya he dicho, este año quiero tomarlo como
soporte de mis pretensiones, para desear a mis amigos ese equilibrio, no solo
físico, sino mental, que permita sentirse una proyección del universo que
habitamos, armonía del cosmos interior y astral, que proyecte la paz y los
sentimientos que expongo. Tal vez, como vengo insistiendo, el hombre encuentre
la verdad a través de su nimiedad cósmica, siendo una representación, en sí
mismo, del cosmos y las leyes que lo rigen.
En torno a la figura plasmo mis deseos. En el centro
identifico el año, pero coloco dos estrellas que determinan la vida y el
progreso de la persona y la sociedad: Una en la frente, a modo de tercer ojo
asociado al despertar de la conciencia, vinculado al conocimiento profundo de
uno mismo, a lo intrínsecamente espiritual, a la esencia inefable de cada ser
humano. También lo vinculo al cerebro, donde habita la razón que nos lleva al
conocimiento de la ciencia, junto a la fantasía intuitiva, que nos hace
utópicos, aflorando la creatividad, donde se ubica la racionalidad del ser
humano y su discernimiento, pero también las emociones y sentires que soportan
nuestros impulsos y voluntades. Otra estrella en el sexo, que mueve la creación
de la vida para perpetuar la especie, que transmite los mensajes genéticos que
van consolidando el desarrollo del ser humano, que condiciona y enmarca la
relaciones de la necesidad, el deseo y el amor para llevarnos a la
trascendencia. En el centro, dejo al descubierto el ombligo del hombre, que es el
ombligo del mundo, por donde se va introduciendo el nutriente que permite al
feto su alimento hasta formar al ser humano, la conexión entre la nada cósmica
y lo material que soporta la vida.
Finalmente, cada deseo tiene su explicación
conformando un todo que, bajo mi modesta opinión, enmarca las esencias de las
relaciones humanas y su crecimiento solidario. Por tanto, amigos y amigas,
estos son mis deseos para todos vosotros…
1.
PAZ: Para poder dedicarte a crecer sin tener que emplear tu tiempo en defenderte de las
agresiones.
2.
SALUD: Que
te otorgue la energía necesaria para afrontar los retos de la vida.
3.
ALEGRÍA: Para
compartir con tus amigos la sonrisa que da inicio a la felicidad.
4. FELICIDAD: Para que sientas la plenitud
y la esencia de las pequeñas cosas.
5.
EMPATÍA: Para
comprender a los demás sin juzgarlos.
6.
IGUALDAD:
Para que sientas a los seres humanos desde el respeto a la diversidad.
7.
CREATIVIDAD: Para que desarrolles la espiral de tus potencialidades y la ofrezcas a los
demás.
8.
SOLIDARIDAD:
Para que no te olvides de los que sufren la injusticia, la explotación y la
miseria.
9.
INOCENCIA:
Para fundamentar la afabilidad y sencillez que te lleve a la bonhomía.
10.
SERENIDAD:
Para reflexionar y elaborar el juicio de la sabiduría.
11.
RESPETO: Para
saber dónde poner los límites de los propio y lo ajeno.
12.
DIÁLOGO: Para
que transmitas tus ideas y te nutras de las de los demás.
13. AMISTAD Y AMOR: Para que sientas la
hermosura de amar y ser amado.
14.
ILUMINACIÓN:
Para que tu mente razone sabiamente y comprenda la esencia de la vida.
15.
LIBERTAD
RESPONSABLE: Para que tengas la tuya y respetes la de los demás.
16. JUSTICIA DISTRIBUTIVA: Para que los recursos de la madre tierra garanticen la vida digna de cada ser humano.
17.
PROGRESO
Y DESARROLLO PERSONAL: Para cumplir todos tus buenos objetivos.
18.
FORTALEZA:
Para que puedas conseguir tus propósitos con constancia y asertividad.
19.
SENTIDO
COMÚN, porque otro mundo es posible y podemos conseguirlo.
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