Tras
la muerte, a los 103 años, del poeta chileno Nicanor Parra, hermano de la
cantante Violeta Parra, premio Cervantes y también Reina Sofía de poesía iberoamericana,
además de otros galardones y reconocimientos,
he indagado algo sombre su trayectoria y sobre la “antipoesía” que él promovió.
El
prefijo anti no es la primera vez que condiciona algo mi vida, pues en la etapa
que me dediqué a la salud mental anduve en contacto con las teorías de la “antipsiquiatría”.
Fueron momentos especiales, donde unas nuevas concepciones de la psiquiatría
ponían en entredicho las teorías y tratamientos clásicos, al amparo de la
movida de contenido social y político que se daba en la transición; con ello se
identificaba, al denominado paciente, como un síntoma de la patología social
que lo había generado y etiquetado como tal para hacer de él un chivo expiatorio
de los males de una sociedad enferma. Por tanto se debía retornar a su lugar,
integrarlo, con sus características singulares, en la sociedad que lo parió,
sacándolo del manicomio. A partir de aquí venía un debate que confrontaba a la
sociedad con su realidad generadora de las llamadas patologías clínicas y de
los etiquetados que arrojaban al paciente a la marginación. En estas
circunstancias y durante 10 años anduve implicado en una reforma que, con sus
errores y aciertos, hicieron cambiar la dinámica de asistencia sanitaria en el mundo
de la psiquiatría, integrando esta patología en el sistema nacional de salud
como una enfermedad más a tratar. Si bien el camino es largo y no concluyó aún,
al seguir existiendo cierta marginalidad de la locura, se consiguió un
importante paso al despertar la conciencia profesional y social y otorgar al “paciente psiquiátrico” otro
rango en una sociedad más abierta y menos marginadora.
Esta
breve descripción sobre otra teoría que se define con el prefijo “anti” puede
que condicione mi visión de la “antipoesía”, pero creo que hay rasgos comunes
entre ambas cuestiones desde su significancia refutadora y rompedora del sistema
clásico en los dos mundos. Creo que ambas comparten esta intencionalidad
rompedora, con su idea revolucionaria de cambio para establecer vías alternativas
de expresión y/o análisis del problema.
La
“antipoesía” trasgrede y rompe normas más allá del propio verso blanco o rima
libre, aflorando sentires y emociones descritas, casi desde la vulgaridad, con
esa concepción iconoclasta, entendiéndola como la negación y rechazo a la
autoridad de maestros, normas y modelos. De aquí que Nicanor Parra, atacara o
cuestionara a grandes poetas de trascendencia universal, ya que la “antipoesía”
es más directa, coloquial y provista de dichos populares, y se opuso a la
imperante en su país a mediados del siglo XX, encabezada fundamentalmente por
Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Pablo de Rokha. Bajo mi opinión, esta
tendencia no está exenta de rechazo y, en cierto sentido de mofa o ridiculización,
hacia lo clásico, retomando formas expresivas rayanas en lo vulgar y cotidiano de
la vida social.
Por
tanto, al igual que la “antipsiquiatría”, es rompedora, innovadora,
revolucionaria y cultiva la fluidez desde la expresión popular en su sentido
más amplio. En todo caso, ¿es necesario romper y denostar la existente para
cambiar? Como requisito de desarrollo y maduración, siempre es necesario
competir con el poder de lo antiguo hasta relevarlo o conquistarle la parcela
que se pretende, en función de la capacidad homeostática del sistema o de la
apertura de mente y de la membrana protectora que envuelve al grupo en el
poder. Es muy normal tener que competir y pelear con quien ocupa o define el
poder y los espacios de modelos imperantes, para encontrar el propio.
¿Es
poesía la “antipoesía”? Por definición no debería serlo ya que en el propio
nombre lleva implícito el rechazo a ese concepto. Pero al tratarse de oposición
o rechazo a la autoridad de maestros, normas y modelos que conforman la poesía
en su sentido clásico y actual, cabe pensar que lo que pretende es buscar su
lugar en el mundo poético como otra concepción expresiva de la lírica,
rompiéndola y llevándola a la expresividad vulgar y popular, creando espacios
asequibles al pueblo llano, y desprendiendo la poesía de la tutela exclusiva de
las élites. En todo caso, el recurso a la ironía es, prácticamente, una
constante y la necesidad de libertad absoluta para expresarse es incuestionable,
sin ella no habría “antipoesía” dada su trasgresión de la norma como su esencia
misma. Nicanor Parra defendió que la poesía estaba en las cosas inmediatas, en
la tierra, en el aire, en la oralidad perdida. Sólo había que encontrarla y
bajarla al suelo, donde despliega por sí misma sus muchas razones.
En
este sentido, para un mejor contacto y conocimiento, transcribo unos ¿habría
que decir “antiversos”? de su “antipoema”: Canción para pasar el sombrero,
donde un mendigo canta sus males para pedir la limosna.
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Compadézcanse
de este pobre cornudo
no
dispongo de otra forma de ingresos.
Ahora
que voy a decir una cosa por otra
sufro
de una enfermedad incurable
contraída
en la más tierna infancia:
tengo
todo el lado derecho paralizado
me
puedo morir en cualquier momento.
Mi
enfermedad se llama encefalitis letárgica.
Para
colmo de males
acaban
de operarme de la vesícula
si
les parece les muestro la cicatriz.
Ay!…
No tengo paz en ninguna parte
para
qué voy a decir una cosa por otra
los
pelusas del barrio me persiguen tirándome piedras
hay
que ser bien caído del catre
para
reírse de un pobre viejo zarrapastroso
que
no tiene ni donde caerse muerto.
Si
mi querido abuelo estuviera vivo
yo
no tendría que andar pidiendo limosna
¡otro
gallo muy diferente me cantaría!
Dicho
sea de paso tengo que juntar diecisiete dólares
antes
que me venga el ataque
para
pagar mi dosis de heroína
a buen
entendedor pocas palabras
si
no me dan por la buena
van
a tener que darme por la mala
para
qué vamos a decir una cosa por otra
yo
soy bien hombrecito en mis cosas
arriba
las manos maricones de mierda
vamos
saltando o les saco la chucha!
(De
su libro: El último apaga la luz. Obra Selecta)
Este poema o “antipoema” es de una contundencia tremenda. Refleja la
situación de un mendigo que hace un repaso a los males que le han llevado a
mendigar, y los va expresando de forma descarada, insolente y grosera. Es por
tanto una de las realidades sociales que nos encontramos en esa sociedad
cargada de injusticia y marginalidad y que vamos viendo en el día a día. He presenciado
en más de una ocasión al pedigüeño que relata los males que arrastra y le
llevan a pedir, mas cuando no se le da nada insulta, incluso, amenaza al que le
negó la ayuda.
Concluyo que, para mí, los elementos identificadores de la “antipoesía”
son: la ironía, innovación, ruptura, burla a los poderes políticos y
religiosos, vulgaridad expresiva, disidencia social, trasgresión de la norma…
siendo más directa y coloquial, exenta de rima y métrica aunque no de ritmo, además de otros que posiblemente le podamos
adosar.
Dejo este enlace a YouTube donde se recita el poema trascrito en parte, con un fondo de canto gregoriano: Canción
para pasar el sombrero.
6 comentarios:
Una gran pérdida, pero quedan sus versos. Me gusta mucho su poesía.
Salud, Luis Antonio.
Le yendo esta soberbia clases, Antonio, haces
que me replantee lo que para mi hasta ahora
no había considerado "poesía".
Besos
Ne alegro Myriam. Yo no lo conocía en profundidad pero al ir investigando algo sobre su obra me salió esta reflexión. Me ha dado la sensación de que la antipoesía es llevar la poesía a la filosofía popular arrebatándosela a las élites.
Besos
Gracias, Fanny, esa poesía rompedora acaba socializando la poesía desde el punto más popular posible, en la temática y expresión.
Salud
Ha sido un placer poder sentir a este poeta para mi desconocido. Y con tu permiso lo pongo en mi foro... Me ha llegado a lo mas profundo del alma porque ya el corazón esta cansado de tanta miseria humana. Un abrazo. y Gracias por este regalo... Eso tiene de bueno el vivir años algunos en la mas completa miseria, pro este es el premio que algunos alcanzamos... descubrir cosas muy hermosas y leyendas que son tan actuales que me da escalofriar ver que vuelve la realidad a nuestra tierra.
Antonio
Pues celebro, Antonio Molina, que te haya gustado. Yo no conocía su obra y solo lo había oído de referencia, pero esta reflexión y homenaje a su trayectoria merece la pena hacerla.
Saludos
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