Cuán
difícil es pensar libremente hoy, cómo escapar a las influencias manipuladoras,
a las mentiras y medias verdades para centrarse en la verdad, o cómo sortear los
influjos de estereotipos, de prejuicios y tópico, o las influencias solidarias
de cálidas y fraternales amistades que condicionan ese librepensar. Tal vez deberíamos
comprender que la verdad no existe, o hay tantas como personas. Por lo que reencontrarse
con la verdad propia, con la congruencia personal desde el sentimiento humanista
universal, de mente abierta, desde la sensatez y el sentido común desprovisto
de los aspectos emocionales que la nublan, sea lo más aconsejable. La gran
verdad se construye confluyendo las pequeñas, o parciales, verdades de cada
individuo.
Hoy,
más que nunca, la gente adulta, madura psicológicamente, sensata y racional,
con criterio razonable y un discernimiento clarividente, que permita el
análisis holístico de la situación en todas sus dimensiones, debe aflorar para neutralizar
una deriva que, a caballo del sinsentido y la alienación, nos lleve a la
debacle. Para ello, desvestidos de las emociones, volando en ala delta sobre la
cordillera, observando todas las partes de la montaña, podamos otear el cauce
de los ríos y los caminos por donde debemos transitar para llegar al entendimiento.
Desde arriba, alejado de influencias manipuladoras, puede que, al sentirnos más
libres, seamos más críticos con todo, incluso con nosotros mismos, y podamos
llegar al encuentro, o al compromiso de convivencia, dentro de esa diversidad que
siempre, por suerte y para bien, debe existir, sin encerrarnos en nuestra
parcela.
La
sensatez y el buen juicio se alejan de los enrocamientos, de las
intransigencias y de los dogmas irrefutables. Convivir, democráticamente,
conlleva respeto a la diversidad, no imponer nada y moverse en un marco normativo
consensuado de entendimiento flexible, para poder adaptarlo a cada momento
histórico sin romper la convivencia. No se trata de la independencia, sino de
articular la interdependencia en este mundo global.
Estamos
en un momento crítico, donde los extremismos, los intransigentes, se están adueñando
del campo de debate, que esperemos no sea de batalla, camino del precipicio. Debemos
estar alerta para que, en cuanto aparezcan las orejas del lobo fascista que
anda aullando ahí afuera, en el frío invierno de la confrontación,
neutralizarlo… ese fascismo que puede aflorar en cualquiera de las partes.
Sabemos por experiencia de la historia reciente que el nacionalismo sembró el
fascismo en Europa y España y nos llevó a una guerra mundial y, en nuestro caso,
a un conflicto fratricida hace ahora 81 años. Las vivencias del pasado deben
ser rememoradas para aprender de las viejas experiencias y evitar el llanto y
el dolor de lo irreparable.
Pero,
lo que es peor, cuando aflora la sensatez o la crítica a alguna de las posiciones
integristas del combate, se coloca al crítico en el campo de la intransigencia
del contrario. Ya hace tiempo que se inició la batalla. En un principio la
guerra es de los medios de comunicación buscando crear opinión, formar y
conformar las filas y batallones para la batalla dialéctica y ganar la guerra
de la propaganda mediante el influjo y manipulación de los datos, según convenga,
para movilizar a la gente. Hoy se gritaba algo así como “prensa española
manipuladora”, como si la catalana no lo fuera. Si descalificamos a los medios
contrarios los desarmamos y su influjo no tendrá efecto... es una buena y
obligada estrategia. Eso forma parte de la guerra, despojar al enemigo de
credibilidad. Después, si es necesario, cuando parte del pueblo ya está
atrapado en una dinámica de confrontación, en un tobogán imparable del que nadie
pueden bajarse sin ser catalogado de traidor, podrá aflorar la violencia por los
agravios y desagravios habidos, imaginados o exagerados, y este, ofuscado y
beligerante, mostrará su vehemencia hasta en la batalla violenta. Ojalá no
llegue ese momento.
En
estos momentos, si dices que este referéndum no tiene sentido o validez, por no
dar las garantías que debe tener todo referéndum, tal como han dicho algunos
catalanes de prestigio como Serrat, te pueden ubicar en el campo de Rajoy y su
PP, incluso catalogarte, por algunos, de fascista; si dices que el derecho a
decidir desde una concepción de soberanía popular se debería regularizar con una
ley de claridad, te colocan en el mundo de los separatistas y traidores a
España; y si pides aclaraciones sobre eso del derecho a decidir, sobre qué se puede
y se debe decidir, cada cual establece un marco: el constitucional para unos y
rupturista para otros, sin entrar en un verdadero debate donde el decidir sea
una forma de ejercer tu soberanía en los asuntos que te afecta, en función de
la convivencia y de los intereses compartidos con los demás.
Bajo
mi criterio, se empiezan a alzar voces de sensatez, acalladas por los
intransigentes, donde se pretende el sosegado debate de un nuevo marco
relacional, sin ruptura que cause heridas sangrantes en ninguna de las partes. Pero,
para eso, tal vez haya que apartar a los embravecidos contendientes que
acumulan excesivas bravatas y siguen berreando desde sus trincheras. España en
su conjunto, y en especial con Cataluña, deben entenderse. Creo, y no es la primera
vez que lo digo (ya lo dije en mi blog cuando Felipe VI asumió el reinado), que
esta generación requiere hacer su propia transición sosegada, una segunda transición
responsable en base, o no, a la Constitución actual, que se ajuste a una nueva
realidad y que enmarque otros cuarenta años de convivencia. Pero nuestros políticos
no están a la altura. La corrupción, los intereses de partido, la hipocresía y
la deslealtad a sus propios programas y votantes, siguen descalificándolos.
Siéntense
los políticos a hacer política y no a crear problemas, a buscar soluciones democráticas, si es que saben y no están actuando por intereses espurios con sus Gurtel,
sus 3% y sus reformas y recortes, por decir alguno. Hablen en nombre del pueblo
y no lo engañen ni manipulen para llevarlo a la confrontación, al desencuentro,
a la enemistad entre vecinos de toda la vida, a la pérdida de confianza entre
amigos, a la segregación y a la confusión del horizonte humanista y universal
que debe tener presente todo ser humano. Si no saben, que se aparten, que
permitan una etapa de debate político con el objetivo claro de acercar posturas
y revisar el marco convivencial en una nueva transición hacia el encuentro.
Este
conflicto, abanderado por la idea independentista, ha sido alimentado, en gran
medida, por la incompetencia de Rajoy y su prepotente partido que, con parte de
sus bases ancladas en el pasado, estableció la beligerancia buscando votos donde
podía cosecharlos, a sabiendas, al menos eso me parece, que la confrontación
era inevitable, aunque, tal vez, pensando que no se llegaría tan lejos. La
imagen de Rajoy y sus muchachos recogiendo firmas contra el nuevo estatuto de
Cataluña y llevándolo al Constitucional, sigue estando presenta y fue uno de
los desencadenantes de esta situación. Su torpeza manifiesta y la obstinación del
independentismo han bloqueado las salidas. Si se hubiera firmado ahora no estaríamos
viviendo ni hablando de esto.
CONCLUYO:
En Cataluña hay una alta dosis de inteligencia en determinadas esferas. Ahora
se trata de cultivar esa inteligencia para que tome protagonismo en una nueva
etapa donde, bajo mi criterio, deberían pasar el relevo los que han demostrado
su incompetencia y su orientación hacia el desencuentro. Es el tiempo del diálogo
y del reencuentro. Yo así lo siento, por mis 10 años de vivencia en Cataluña, donde
mi casé, por mi familia y mis amistades catalanas, porque Cataluña impregna al
resto de España y el resto de España tiene muchos intereses y lazos con Cataluña
y porque llevo a Cataluña en mi más profunda identidad personal. Allí sigue mi
hermano, mis sobrinos, mis primos, mis amistades antiguas y nuevas, los restos
de parte de mis antepasados y una parte muy importante de mi juventud… Señores,
lleven el asunto con la sensatez y la delicadeza que se requiere para no tener
que arrepentirse de nada… y no olviden que todos somos ciudadanos del mundo, lo
que nos lleva a articular nuestra interdependencia.
6 comentarios:
¡¡¡3 hurras por tu artículo, Antonio!!!
Gracias, Jesús, celebro que compartas mis argumentos.
Así es, se requiere mucha sensatez y madurez
de ambas partes para sentarse a dialogar.
Esperemos que las cosas se resuelvan de la manera
y España no se desmiembre, algo que me daría mucha pena.
Ojalá los políticos leyeran estas reflexiones tuyas
tan ecuánimes y meditadas.
Un abrazo,
( veo que en cuánto a viajes, no paran :-)
Gracias, Myriam. No son tiempos del protagonismo de los sensatos, estamos en el proceso de la confrontación y la manipulación mediática por ambas partes... Tal vez la sensatez solo se deba esperar del pueblo, pero los han rodeado unos y otros y pronto se planteará el conmigo o contra mí. Ya puedes ver que unos centra la idea de democracia en una urna y los otros en la ley, como si se pudieran separar ambas cosas. No es válida la urna si no hay ley y norma que garantice el ejercicio de la democracia.
Ya veremos como acaba esto...
Un abrazo y seguiremos viajando si nos es permitido por la salud y el bolsillo, ambas cosas cada vez más escasas.
Muy sensato. Precisamente, lo que más hace falta ahora. Un abrazo, Antonio
Cierto Prudencio, es siendo lo que más hace falta, es lo que menos abunda en el colectivo, será por eso.
Un abrazo
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