El Reichsteg |
Tras
colgar algunas fotos en mi muro de facebook, he recibido la petición, por parte
de amigos y amigas que nos acompañaron al viaje, para que cuelgue más, sin
llegar a las más de mil que he hecho, por lo que me permito crear un álbum en
facebook con algunas que abarquen el conjunto del viaje, desde la salida hasta
el regreso, y dejar este relato en mi blog, enlazado desde el muro del
Facebook, con algunas anotaciones sobre el propio viaje y referencia a los
lugares visitados para una mejor ubicación de la foto.
El
viaje a Berlín se realizó del 3 al 7 de junio a través de la agencia Ivaliz, de
la mano del amigo Antonio Serón. Salida desde Málaga con Vueling y conexión en
Barcelona para volar a Berlín. A mí siempre me gustó viajar en la ventanilla
para tener desde arriba una perspectiva inmejorable de la superficie terráquea
y constatar el milagro de la ciencia, que permite convertirnos en aves y, a través de los artefactos voladores que el ser humano ha creado, surcar los
cielos y jugar con las nubes al amparo de los vientos; tal vez sea una
frustración infantil o una megalomanía oculta que pretende comprender, desde mi
tendencia holística, al conjunto y el entorno para contextualizar la nimiedad
del ser humano desde su unicidad.
Plaza Sonny |
Vuelo
agradable con vista aérea de una Barcelona cuadriculada, en forma de tableta de
chocolate, a la que Cerdá dio su impronta singular en el ensanche. Los Alpes
nevados, con un Montblanc identificable desde el avión, que transitó por los
cielos de Suiza mostrando sus lagos y ciudades ribereñas, que ya visitamos hace
un par de años, cosa que facilitó su identificación. La llegada a Berlín sin
incidentes, si bien el tiempo, acostumbrados a nuestra estabilidad, nos
resultó impredecible dado que era un continuo juego entre nubes, sol y agua,
aunque la temperatura no dejó nunca de ser agradable.
Tres
días completos, descontando los de ida y vuelta, nos permitieron visitar la
ciudad de la mano de guías cualificados de habla hispana. Mañanas programadas
de intensa actividad, comida y alguna otra visita por la tarde, para luego
descansar o disponer de tiempo libre para que cada cual obrara en plena
libertad hasta la temprana hora de la cena. Ya se sabe que en Europa Central la
cena es tempranera y no como aquí que cenamos a las tantas. El hotel Holliday
inn excelente, aunque de habitaciones no muy holgadas, cerca de Alexanderplatz.
Buen referente, para no perderse, era la torre de comunicaciones Fernsehturm
(el pirulí berlinés), que con sus 368 metros de altura es visible desde
cualquier lugar de la ciudad.
La
visita panorámica nocturna nos fue descubriendo imágenes cargadas de luz y de
contrastes. No es Berlín una ciudad iluminada a la usanza mediterránea, por lo
que, comparativamente, se observa un déficit lumínico que se puede justificar
en la evitación del derroche energético con todas sus implicaciones. No
obstante, impresiona la cúpula de la sinagoga, la puerta de Brandenburgo, el
centro Sonny construido en la zona abandonada o neutral existente entre los dos
berlines de la posguerra, el Reichstag, la catedral evangélica, el memorial del
holocausto, etc. Visto todo ello de noche te incita a visitarlos de día para
observarlos en todo su esplendor desde la claridad.
Como
puntos más relevantes visitamos la isla de los museos, donde no pudimos ver,
lamentablemente, el Altar de Pérgamo dado que siguen las obras de
acondicionamiento del edificio para dar cobertura adecuada a su grandiosidad,
pero sí la sorprendente Puerta de Istar de la antigua Babilonia o la puerta del
Mercado de Mileto. No es menos impresionante la esfinge de Nefertiti, de una
belleza sin par y perfección inusitada, donde se aprecian los rasgos faciales
con total precisión en la faz de una bella mujer como, al parecer, fue ella (la
foto que os pongo es sacada de internet, pues allí es imposible hacer fotos de
esa imagen al estar totalmente prohibido). Por tanto, restos arqueológicos que
dan testimonio del antiguo Egipto, de la cultura babilónica y las obras del gran
Nabucodonosor II, de la Grecia clásica y de otras muchas culturas y etapas de
la historia que requieren bastante más tiempo para ser vistos con detalle.
Puerta de Brandenburgo |
Ya
cerca de la Isla de los Museos, encontraremos un conjunto escultórico, de considerables
dimensiones, en memoria a Carlos Marx y Engels, justo al lado del muelle para
darnos un paseo en barco por los canales que rodean parte de la ciudad al
estilo parisino.
La
puerta de Brandenburgo, de día tiene otro aspecto y la gente se agolpa, no solo
para verla, sino como lugar de encuentro, en este caso, para ver y disfrutar
unos fastos deportivos de diversos grupos de jóvenes, por lo que, dado el atentado
que se había producido en Londres, se tomaron medidas extraordinarias de
control, lo que nos impidió transitar libremente por la zona.
Hay
otro lugar que nos impresionaron, sobre todo al poder visitar su interior, dado
que Antonio Serón había conseguido el permiso para todo el grupo, eso sí solo
vimos la cúpula diseñada por Norman Foster para su reconstrucción tras la
unificación alemana. Estoy hablando del Reichstag o parlamento alemán. Habéis
de saber que el edifico fue construido entre 1884 y 1894 por el arquitecto Paul
Wallot en un estilo neorrenacentista. En 1933 fue víctima de un incendio
provocado cuya autoría no llegó a esclarecerse del todo, aunque se sospecha
como responsables a los nazis, que consideraban que no era necesario un
parlamento democrático. No obstante, acusaron al comunista holandés Marinus van
der Lubbe, por lo que fue condenado y decapitado posteriormente. Sin embargo,
pronto se empezó a dudar de que fuese el verdadero culpable. El caso continuó
durante años después de su muerte, y en 2007, Van der Lubbe fue finalmente
absuelto de los cargos e indultado. Se dice que el
incendio fue ordenado por Hermann Göring, ministro del gobierno nazi y
presidente del Reichstag. La verdad es que este incendio benefició enormemente
al partido nazi, que acababa de llegar al poder. Hitler culpó a los comunistas,
declaró el estado de emergencia y ordenó la detención y encarcelamiento de los
miembros de la oposición en todo el país, usándolo como casus belli contra los
comunistas al acusarlos de terrorismo… ya se sabe como son algunos belicosos
gobernantes que buscan o provocan agresiones contra sí mismos para usarlas como
declaración de guerra al enemigo. Al final de la Segunda Guerra Mundial,
durante la Batalla de Berlín, fue escenario de cruentos combates y resultó
seriamente dañado.
Lo
sorprendente de esta construcción mutilada es cómo se ha rehabilitado conjugando
el modernismo arquitectónico y tecnología punta para conseguir un edificio
funcional donde ubicar un parlamento moderno. La cúpula de acero y cristal,
está formada por espejos y espacios lumínicos que aprovechan la luz natural
para iluminar el interior, donde los parlamentarios realizan su actividad.
Aparte de ello ofrece al visitante el espectáculo de una panorámica circular
que abarca a toda la ciudad, por lo que se pueden apreciar sus edificaciones,
avenidas, monumentos sobresalientes, parques, jardines y bosques periféricos y
la propia Cancillería, donde habita la señora Merkel como canciller del
gobierno.
El
parque Tiergarten acoge a un inmenso bosque ajardinado en el que campan a sus
anchas multitud de pequeños animales en libertad; donde la gente se permite
tomar el sol desnudos (ya sabemos el espíritu naturista de muchos alemanes) y
donde encontramos algunos de los monumentos importantes conmemorativos de la
grandeza del imperio alemán previo a la Primera Guerra Mundial, como la columna
de la Victoria (Siegessäule) o el monumento a Bismarck-Nationaldenkmal
y otras construcciones muy influenciadas por los aliados, dado que esta parte
quedó en su lado. Por esta zona se localiza el palacio de Bellevue donde habita el presidente de la república y el pabellón
americano que fue regalado a Alemania, al que apodan la sonrisa de Cartel, la
silla de montar o la ostra preñada, dada su peculiar forma. Encontraremos
también el gran zoológico de Berlín y no muy lejos localizamos el palacio de
Charlottenburg, construido a finales del siglo XVII, que debe su nombre a Sofía
Carlota de Hannover, segunda esposa de Federico I, que se proclamó primer rey de Prusia allá por
1701. El palacio fue destruido por los bombardeos y en su reconstrucción se ha
intentado la máxima fidelidad, aunque la ausencia de documentación sobre
determinados frescos y obras no lo ha permitido en su totalidad.
A
lo largo de la visita en autocar por las diversas calles y plazas de la ciudad
se pueden ver interesantes construcciones y edificios oficiales, iglesias, etc.
como el Budesrat o Consejo Federal que representa a los 16 estados federados de
Alemania; la universidad de Humboldt por donde pasaron importantes científicos
e intelectuales como Hegel, Karl Marx, el gran cirujano Johann Friedrich y el
propio Albert Einstein, con un cómputo total de 29 premios Nobel. Frente a
ella, en la antigua plaza de la Ópera, hoy Bebelplatz, se encuentra la
Biblioteca; en esa plaza los nazis quemaron multitud de libros de los autores
proscritos por su ideología el 10 de mayo de 1933. En su memoria, subterráneas
y bajo cristales, se observan unas estanterías vacías, sin libros, a modo de
denuncia por tamaña agresión al mundo de las letras, la filosofía y la ciencia.
Algunas de las imágenes más impactantes como testimonio de los desastres de la
II Guerra Mundial la podemos encontrar en el memorial de Holocausto, que te deja
con una sensación de desasosiego, tristeza y el corazón encogido al recordar la
barbarie de unos sujetos que se dejaron llevar por la ideología nazi; o la
torre de la Iglesia neorrománica Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, construida
bajo el mandato del Káiser Guillermo II, que quedó destrozada por las bombas de
los ataques aliados durante la II Guerra Mundial, aparentando su torre una
muela cariada. Actualmente, esta torre se mantiene como testimonio de los
efectos de los bombardeos.
Resalta,
si acaso, la adusta, sobria y fría construcción de la Alemania comunista (RDA)
con una arquitectura neoclásica y ornamental, de grandes fachadas y entradas
porticadas con columnas y patios interiores.
Eran los edificios catalogados como palacios para el pueblo, donde
habitaban, básicamente, las élites del partido y el funcionariado, sobre todo
en la avenida Karl-Marx, donde algunos hablan de fósiles faraónicos comunistas
para referirse a esas monumentales construcciones. Con la Avenida Karl-Marx se
reproducía, en una sobriedad megalómana, el atractivo de una zona comercial
capitalista en clara competencia con el Berlín de los aliados. Los bloques
faraónicos, de hasta 13 pisos, eran propios de la grandeza de Moscú en una
avenida más indicada para desfiles militares y conmemoraciones que pensados
para el tráfico, y eso es lo que despierta en tu interior cuando la ves, una
regresión al pasado de la guerra fría con la idea de los grandes desfiles y las
exhibiciones de poder al que solo le falta un arco del triunfo a modo romano. Por
otro lado era habitual una ornamentación exaltando al mundo del trabajo, con
representación de diferentes actividades laborales en consonancia con su
ideología, tal como se puede ver en un friso del antiguo ayuntamiento rojo, al
que ya me he referido, o en un edifico próximo a la Alexanderplatz del que
capté unas imágenes.
Ahora
bien, las residencias más comunes eran bloques de pisos de reducidas
dimensiones, construidas mayoritariamente mediante un proceso de prefabricación
y montaje posterior en obra, algo similar a los edificios que se construyeron
en Bellvitge (Hospitalet de Llobregat) y otras ciudades europeas, en los años
60 y 70. El sistema de prefabricados tuvo mucho éxito en esos tiempos para
construir viviendas sociales, de unos 60 metros cuadrados, y dar cobertura a
los flujos migratorios tan intensos. En el caso de Berlín se siguen viendo,
como es lógico, este tipo de viviendas, aunque las fachadas han sido tratadas
para darles un toque de distinción singular, si bien la línea arquitectónica es
inapelable.
La
visita a Potsdam fue también bastante interesante. El puente de los espías,
donde se producía el intercambio de los mismos entre los aliados y los soviéticos;
el palacio Cecilienhof, donde se firma el tratado de Potsdam entre los aliados
para repartirse las zonas de influencia en la Alemania derrotada, el palacio y
jardines de Sanssouci (que se puede traducir por: sin preocupaciones) construido en 1745-1747 como lugar de ocio y retiro del
rey Federido el Grande, los lagos y los bosques de la zona y la propia ciudad
de Potsdam con sus calles residenciales, su iglesia católica y otra puerta de Brandenburgo
propia. Tiendas, bares y lugares de ocio hacen del lugar zona residencial para
una vida tranquila y sosegada, con bonitos palacetes y construcciones que se
han ido recuperando con la unificación alemana.
Jardines del Palacio Sanssouci |
La
vuelta, de nuevo vía Barcelona, se dio sin incidencias significativas, salvo el
celo de la policía en los controles del aeropuerto tras el ataque terrorista a
Londres, pero sin mayores consecuencias. Vuelo sobre Suiza de nuevo, con vistas
a sus montañas y lagos y una muy especial a Ginebra que apareció con total
nitidez a orillas del lago Lemán, con un caudaloso Ródano y vistas de diversas
ciudades francesas hasta la aparición del golfo de León, la bahía de Rosas y la
costa catalana que nos condujo a Barcelona. Un par de horas allá para tomar
café y hacer pasar el tiempo, y vuelta a Málaga, pero, en esta ocasión, me tocó
pasillo y no pude gozar de las vistas de mi pueblo y el embalse de Iznajar. Al
final, nubes y agua en Berlín, sol y calor en Málaga… pero como la casa de uno
no hay nada mejor.
Bueno,
dejo aquí mi relato, aunque material para comentar hay para rato, pero no debo
desvelar demasiado y dejar que vosotros por propia iniciativa vayáis a vivirlo
y visitarlo…
Volviendo. Ginebra desde el aire |
2 comentarios:
Fenomenal, ya no tengo que ir.
Celebro haberte ahorrado un viaje. Me debes una caña, al menos, jajaja. Besos
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