La democracia implica el valor de expresar lo que se
piensa, sabedor de que la soberanía está en el pueblo, pero cuando el votante
de ese pueblo tiene miedo de perder beneficios, cuando se actúa bajo coacción
de los jefes o de los líderes que inducen y exigen nuestro propio voto, la
democracia queda descafeinada, anulada, por un sentimiento de pesebrismo o
clientelismo político donde el voto va unido a prebendas. Solo nos queda la esperanza de que eso sea remendado por el llamado voto oculto, para vencer el miedo...
En estos días se habla mucho de la movilización que
desde el aparato y las viejas glorias del PSOE se viene haciendo en beneficio
de Susana Díaz, profeta mesiánica para unos y golpista cuartelera para otros.
Los cierto es que, a la vista de lo ocurrido en los últimos tiempos, un manto
de sospecha se cierne sobre el partido, su gestora y los llamados barones, que
son los jefes y mandatarios que ocupan el poder y la responsabilidad de gestión
del complejo sistema del partido, tras el asalto al mismo mediante estrategias “refinadas”
que, en algún caso, fueron groseras. Hay quien vio un golpe de estado, ¿o
deberíamos llamarlo de partido?, en la maniobra que apeó a Pedro Sánchez del
poder. Una vez más se sospecha que el partido es controlado y dirigido, entre
bambalinas, por el propio aparato, obviando el sentir de las bases. Felipe, el
jarrón chino que todo el mundo sabe dónde está colocado, en un acto sospechoso
con su entrevista en la SER, dio el pistoletazo para desbancar a Sánchez allá
por octubre pasado. Fue la “Grândola, Vila Morena”, del 25 de abril en la
revolución de los claves portuguesa. Su apuesta fue clara, ya que su evolución
desde un socialismo que cuestionó el marxismo, hasta un neoliberalismo de
puertas giratorias, dejaba en crisis ideológica a un PSOE marxista fundado por
Pablo Iglesias en el XIX. El desconcierto en aquellos momentos llevó a la
confrontación con los sindicatos, a políticas de implantación del mercado con
sus privatizaciones, a la descomposición ideológica a través de un llamado
ajuste a la realidad, donde se pasó del NO a la entrada en la OTAN, al OTAN de
entrada NO. Esa ambigüedad se mantuve en el tiempo hasta la disgregación de la
idea fundacional del partido. Llevando al electorado a una catarsis forzada que
dejó muchas dudas entre los propios afiliados.
Felipe y su guardia pretoriana del anterior siglo
(el XX) son reminiscencias de un pasado que mostró una transición desde una
izquierda humanista y comprometida con la ciudadanía a un centro, casi derecha,
neoliberal, comprometido con el mundo empresarial y el mercado antes que con la
ciudadanía, al entender que se ha de consolidar la economía empresarial para
que fluya el bienestar al ciudadano; o lo que es lo mismo, llenar la mesa del
señor para que las sobras o migajas caigan al plato del servidor.
En esa tesitura se ha descompuesto el PSOE, se ha
fragmentado, atomizado, aglutinando gente desde una derecha casi neofranquista,
con un centro indefinido ideológicamente y una izquierda confusa y desorientada
que se ve atrapada entre en el doble mensaje de sus siglas con su ideología
inicial y una realidad actual que están en otra dimensión. Claro que todo esto
se enmarca en una tendencia, o intento, de poner en marcha una especie de espíritu
del 12 de febrero (recordad ese concepto de los tiempos del posfranquismo, en tiempos
de Arias Navarro) pero bajo el manto del neoliberalismo en lugar del tardofranquismo.
En cierto sentido es lo que se pretendía con el 23F. Ese PSOE que aglutina una
ideología derechona, un centro descafeinado ideológicamente y una izquierda
confusa, o se rearma ideológicamente o será pasto de las llamas en una combustión
provocada por la intraconfrontación en su esencia incompatible.
Hay síntomas terribles de regresión al pasado para
domesticar al ciudadano y ponerlo a los pies de los caballos del mercado. La
crisis así lo manifiesta y para eso fue creada. La Europa de la postguerra,
defensora del pueblo llano, el que derramó su sangre en cruentas batallas,
dignificó a ese pueblo garantizando unos derechos que son ahora cuestionados,
cuando la política neoliberal americana pasa como un rodillo por el mundo capitalista,
cuando la URRS ha sido desmantelada y no hay riesgo de que el enemigo gane la
batalla y nos desmonte el chiringuito. Acojonar a la ciudadanía, asustarlos con
un futuro incierto, con el terrorismo, con la pobreza y la miseria, con los
populismos malvados, con la ruptura del sistema por los antisistema, como si
esa ruptura no estuviera ya planificada por el propio sistema en un acto
antisistema de suicidio o reconversión para pasar a otra situación o Nuevo Orden
Mudial. Quieren otro mundo donde el Estado del Bienestar esté sometido al
mercado, donde el poder de ese Estado sea limitado y todo se sojuzgue a las
leyes de ese mercado, dejando la solidaridad y la concepción humanista de esos
Estados en la nada.
He ahí el dilema de la ciudadanía. O nos acercamos
al egoísmo de un nacionalismo aislacionistas tipo Trump donde solo se piensa en
los nuestros a través de la economía, o seguimos con una ideología humanista donde
el ser humano es el protagonista, desde la vieja concepción revolucionaria
donde caben los marxismos y el propio cristianismo en su esencia inicial.
Pero volviendo al tema, el PSOE está en la
encrucijada entre una Susana heredera y un Sánchez reconvertido hacia la
izquierda. ¿Podrá encontrar su nueva línea o estará condenado a lo residual? En
estos momentos de confusión, de desorientación política y social, de falta de
implicación en la política de la ciudadanía por hartazgo y desilusión, todo es
imprevisible, todo es posibles y todo es preocupante.
La izquierda huérfana, que ya definí en su día,
sigue huérfana, sin partido con que identificarse, sin nadie que lidere un
proyecto sólido ideológicamente y con posibilidades reales de llevarlo a cabo
mediante estrategias claras y concisas que calen en el pueblo. Entre el PSOE de Susana
con sus viejos amigos y el Podemos de Iglesias, hay un vacío, un hueco, por
donde va cayendo un reguero de votos de gente con una ideología huérfana de líderes,
que solo sirve para consolidar a un PP soberbio y déspota, incapaz de
reconducir su putrefacta corrupción al no temer por su permanencia en el poder.
Esta guerra, porque es una guerra de intereses como
todas las guerras, está en marcha. Es una guerra de ideas y de programas, de valores
sociales y de estructuras organizacionales para gestionar el mundo, donde los
medios manipulan las actitudes y las opiniones y, mediante la engañifa, se confunden
los intereses de los grupos de poder con los del pueblo llano. Ahora más que nunca
debemos implicarnos en la política, en la elección de nuestros gobernantes para
que no nos lleven donde no queremos, para establecer una ética limpia, de rechazo
a la corrupción y al choriceo de los que usan el poder en propio beneficio,
para sentar las bases de un futuro de lealtad y limpieza en el ejercicio de la política,
para perfilar un mañana enfocado al servicio de la ciudadanía y no del mundo
mercantil (primero la gente, después el mercado) si no lo hacemos nos habremos
merecido lo que nos venga…
Estará el PSOE en esa nueva dinámica, o seguirá en
el tobogán del ostracismo alejado de los intereses de la ciudadanía y al lado
de las grandes y poderosas corporaciones que nos llevan a ese futuro incierto,
donde el poder lo ejercerán ellas y los Estados serán meros recaudadores y
gestores de los limitados intereses y derechos de una ciudadanía decadente y sin
influencia.
2 comentarios:
"Ahora más que nunca debemos implicarnos en la política, en la elección de nuestros gobernantes para que no nos lleven donde no queremos, para establecer una ética limpia, de rechazo a la corrupción y al choriceo de los que usan el poder en propio beneficio, para sentar las bases de un futuro de lealtad y limpieza en el ejercicio de la política, para perfilar un mañana enfocado al servicio de la ciudadanía y no del mundo mercantil... "
Yo creo que actualmente sólo Podemos ofrece esa posibilidad; otra cosa es que los poderes fácticos se lo permitan.
Un placer leerte Antonio. Tus artículos son interesantísimos. Un abrazo.
Pues eso es, amigo Juan. Que no sabemos si dejaran hacer a alguien lo que ellos no quieren que se haga. Lo controlan todo y, sobre todo, los medios están a su servicio para crear y manipular opinión.
Un abrazo
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