Yo no te conocía, salvo por los medios de
comunicación, por internet y sus redes sociales. Sabía de ti por esa lucha que
planteaste, ese reto con cierto descaro propio de la juventud, a la siempre
amenazante parca. Todos tenemos esa guerra perdida y lo sabemos, pero también sabemos
que nuestro ser se fragua en un campo de batalla donde el enemigo, que intuimos
triunfador, nos irá permitiendo sentir la vida hasta el propio momento de su éxito,
cuando nos segará con su guadaña de este huerto, donde se nos vino a sembrar
para crecer y morir, haciéndonos notar esa nimiedad que somos, a pesar de
nuestro orgullo y soberbia tan propia de los seres humanos. Todo tiene su tiempo
y es justo que a cada cual se le de ese tiempo que el dios Cronos le otorga
para lidiar con la parca, para burlarla y engañarla, hasta que nos gane el
combate final. Eso sí, el final tiene sentido cuando ya hemos crecido,
aprendido, procreado y dejado justo testimonio de nuestra existencia y
trascendencia, que, en cierto sentido, es una forma de burlarla, pues nos morimos cuando queda de nosotros un testimonio de vida, cuando tras nuestra partida
dejamos un legado, a modo de notario, que da fe de nuestra existencia pasada.
A veces y a traición, la parca no respeta nuestro
tiempo y, urdiendo mil engaños o trapisondas, con sus artimañas, nos tiende celadas
para arrebatarnos de este infausto mundo, robarnos nuestro tiempo y llevarnos a
Hades de la mano de extraños Carontes que, en su barca, nos trasladen al inframundo
donde habita. A ti, amigo ausente de cuerpo y presente de espíritu, te envió a
un Caronte singular, que enmascarado en la Leucemia, quiso aprisionarte en sus
garras, subirte en su barca y diluirte en los brazos de Hades, ese dios mitológico
hijo de Cronos y de Rea que reina en el inframundo, mientras sus hermanos Zeus
lo hace en los cielos y Poseidón en los mares.
Pero no se percató de que eras un rebelde, de que
querías bailar en los cielos de Zeus y navegar en los mares de Poseidón, junto
a tu Marbella querida. Te infravaloró
sabedor que el poder del inframundo es omnímodo y que al final todo acaba allí
mediante el eterno contrato existencial que firma el ser humano cuando nace. La
Leucemia entró en tu vida queriendo rescindir ese contrato, como suele hacer a
su antojo en tantos casos. No supo, en el tuyo, con quien se la jugaba y en
lugar de encontrar a un joven sumiso y resignado, se topó con un luchador, con
alguien que le exigía su tiempo, que injustamente querían arrebatarle.
Le plantaste cara, sí. En plan amenazante procuraste
burlarla y dejar escuela para que otros la burlaran. Aliado con la medicina
buscaste soluciones que desarmaran a la parca, que le privaran de su pérfida
guadaña. En un acto sobrehumano comprendiste que a la muerte, aunque no se le
pueda vencer definitivamente, se le puede pedir y arrebatar el derecho que tenemos
a vivir hasta que el dios Cronos nos lleve a la senectud que da la sabiduría de
lo vivido, hasta recorrer el camino que nos llene de vida en un tránsito enriquecedor
que nos haga dignos de una muerte sosegada, al amparo del cansancio y la fatiga
de los cuerpos que fueron soportando tanto avatares en el tránsito. La muerte,
aunque nunca le encontremos sentido, lo tiene por agotamiento, por haber
transitado el camino de la vida en todo su recorrido experimental y haber acumulado
y desarrollado nuestro saber dejando testimonio de nuestra existencia.
Luchar contra un espíritu joven, marcado por las
ansias de la vida, no le es fácil ni a la parca. Te revolviste como una fiera
acorralada por la injusticia del cazador asesino, y te rebelaste contra sus
designios. Es más, sabedor del riesgo que conlleva la batalla, formaste un
ejército de afectados y amenazados de leucemia y, en un clamor solidario,
pediste a la gente su ayuda para acometer la lucha y ganar la batalla o, al
menos, ayudar a que otros la pudieran ganar si tu caías en el combate.
Hoy, a esta hora, deben estar dando sepultura a tus
restos. Tu cuerpo ha muerto. Las células de tu organismo, tocadas por el
pérfido veneno de tu cáncer, han claudicado y no darán soporte ya a ese espíritu
de lucha que mostraste, la parca ha vencido y Caronte en su tétrica barca, te
hace cruzar el río hacia el inframundo lejos de los cielos celestes que iluminaron
tus ojos y de los mares azules que te embelesaron con sus olas y brisas cargadas
de perfume marinero. Caronte está contento, cobrará su moneda y te entregará al
insaciable Hades como símbolo de su poder sobre la vida.
Él, Caronte, en su terquedad y obtusa mente, no comprende
que solo lleva la nada en su bajel, que tú no has muerto, que solo te has
desprendido de lo material que soportaba tu esencia y te has quedado libre en
los pensamientos y el recuerdo de la gente. Miles y miles de ciudadanos se han
aliado contigo, se han hecho donantes de vida mediante sus médulas, para que la
batalla, que tú perdiste ahora, se convierta en la victoria de una guerra de
cara al futuro. Un ejército de gente se ha implicado en esa lucha y los otros
afectados, los que deberán batirse en primera fila en el futuro, podrán contar
con más recursos para afrontar esa batalla y poder ganarla. Tu fuerza, tu
decisión y combatividad han sembrado escuela y estarás presente en todos y cada
uno de los luchadores, de los que se rebelan contra la injusticia de un dios
que no respeta el contrato existencial y pretende yugular el proyecto de vida
al que todo ser humano tiene su derecho.
Tal vez tu batalla y tu guerra, aunque la hayas
perdido, te ha convertido en un dios menor que, desde ese poder acumulado en la
experiencia vivida y la solidaridad y apoyo recibido del conjunto de la
ciudadanía, sea la que te otorgue la capacidad de enfrentarte a ese otro dios
del inframundo que no respeta el tránsito sosegado y constructivo del ser
humano por el largo camino de la vida. Tú, pequeño dios, no has muerto, vives
en la memoria de los vivos como ejemplo de tesón y lucha contra el sino inmisericorde
que nos amenaza a caballo del cáncer, de la enfermedad y la miseria. Tu fuerza
ha estado en aglutinar la energía de los demás, en establecer sinergias que confluyan
en la batalla definitiva contra la injusticia de la temprana muerte.
Descansa en paz, que en tu lucha hay relevos para
coger esa antorcha del derecho a la vida contra lo injusto de la prematura muerte.
Autor: Antonio Porras Cabrera
Psicólogo y enfermero, profesor jubilado de la UMA
3 comentarios:
DAR MÉDULA-DAR VIDA
Escucho tu voz -No te rindas-
-dar vida… vivir la vida-
Eran tus mensajes, mientras con un hilo
de voz, nos empujas amar, abrazarnos
a querernos por encima de todos los egoísmos
que arrastramos en nuestras vidas.
Médula Ósea, apenas unos mililitros de sangre
pueden salvar vidas como las tuyas,
mientras en mis venas ese tejido conectivo
líquido y sólidos…
El cielo hoy llora la teoría grecorromana
de los cuatro humores, y está: colérico, melancólico,
sanguíneo y flemático…
flemático delante de tanto despropósito
por tu ausencia Pablo Raez.
Colérico el cielo se cuadra delante de las estrellas
esperando una cuadriga de salva y honores
en tu llegada.
Melancólico el sol se oculta en este bosques
de despropósito y lluvia acida.
Flores sanguinas doblan sus pétalos,
en mitad de un conjuro de predicciones
de las cuales tú eras todo sonrisa.
Dar médula, dar vida… dar…
Así fuiste Pablo, así eres y serás: Amor,
abrazos, besos, vida.
26.2.2017
Carmen Hernández Rey
©® autora extremeña
todos los derechos de autora
Antonio, no tengo ninguna palabra nueva para ofrecer, tu lo has dicho todo y como siempre muy bien. Dar las gracias a Pablo, no me cabe ninguna duda que su lucha ha despertado y despertará muchas más conciencias acerca de la donación de Médula Osea. En el 2003 me hicieron el primer transplante en el Clínic, hubo un rechazo y en el 2004 me hicieron el segundo. Tengo que decir que como principio en la aféresis todo el recuento de células se dividió en tres partes, para que una fuese como donante (después de curarla) A los 6 años del segundo trasplante el Mieloma se presentó de nuevo, y a partir de entonces siempre me he prestado voluntariamente para Nuevas Terápias. A veces no han funcionado conmigo y enseguida me han retirado de aquella terápia.
Te cuento esto para que veas que estoy bastante involucrado en este tema porque además hace años que colaboro con la Fundación Carreras. Antonio, una preguntas si eres tan amable.
Porque con lo fácil que es ser donante de Médula no se consiguen resultados por parte de las Autoridades?
Ahora no, pero hubo un tiempo que a través del blog empecé a difundir este tema pero no para España sino en Argentina y Méjico. En Argentina tenia la ayuda de Isabel D'Mayo, y el Méjico a una chica que tenia un Linfoma no hopkins (afortunadamente a través de un trasplante hace años de está curada) Solo nosotros con nuestros blogs conseguimos más de más de 100 personas se hicieran donates. Yo mismo entregaba los datos a la Fundació Carreras.
No quiero alargar mucho este comentario, solo insistir que se hace muy poco para conseguir donantes. Y más contando que es muy posible que una persona que se haya hecho donante nunca lo será porque no será complatible con nadie. Es 1 entre 40.000, es complicado.
Muchas gracias por todo.
Y a Pablo donde esté darle mi agradecimiente eterno. EPD
Un abrazo.
Yo creo, amigo Josep, que hay mucha gente dispuesta para ser donante, de lo contrario no se entendería la respuesta que ha tenido la llamada de Pablo y cómo se han multiplicado esos donantes. Tal vez, respondiendo a tu pregunta, los gobiernos y responsables de la sanidad no se hayan volcado en explicar el nulo riesgo y las muchas ventajas que tiene ser donante. No es como donar un riñón u órgano, que puede crear cierta resistencia en algunos, sino más cercano al donante de sangre que de órganos.
Eso creo yo..
Un abrazo y suerte tambien en tu lucha
Publicar un comentario