La Banca siempre gana, hasta cuando pierde... |
Hoy, como casi cada día, ha vuelto
a pedirnos dinero la señora trastornada. Sí, se acerca y demanda algo, luego,
si no le das, se va con indiferencia pero de forma alocada. Después, el pobre
hombre de raza negra que se cobija en el hueco que dejó Bankia en la puerta de
su cerrado local, seguía apático, como ido, pensando en sus cosas, triste e
inexpresivo. Más allá una chica rumana demandaba limosna a la puerta del
supermercado. El esquizofrénico habitual, seguía con su retahíla inescrutable,
con su verbo extraño que no sabes si es otro idioma o algo de su propia
invención, con su especial tocado de semblanza indú. Había más gente
desahuciada por la vida, gente sin techo y sin recursos, gente que nació o acabó en la nada. Pablo, el amigo que
tomaba la cerveza conmigo, me dijo: ¿Has visto lo seria y triste que parece la gente
que va por la calle? Es cierto, no se veía a nadie con una sonrisa en la cara,
salvo alguna que hablaba sola, o mejor dicho, que lo hacía por esos inventos
telefónicos que te permiten contactar con la gente e ir hablando por la vía
pública, como si estuvieras desvariando.
El pobre siempre pierde, hasta que esto cambie... |
Yo, que ando leyendo el libro de
Jesús Carrasco, titulado “Intemperie”, que tiene, lo que vulgarmente se dice,
mandanga, sufrí un cortocircuito mental. La lastimosa vida de miseria del
chiquillo y el pastor, las injusticias del alguacil, las maldades de los otros
seres humanos que los rodean, me habían parecido una fantasía, un recurso del
escritor para hacer el drama más intenso y captar la atención del lector. Pero,
si miraba en derredor tenía ante mis ojos esa misma desgracia, esa misma
injusticia que se inventa el autor de la novela. Estos sujetos, que yo andaba
viendo, no vivían en un campo desierto, con escasa agua y ropa, rodeados de
cabras, a caballo de un burro y con un perro servil a su lado, aunque existía
una gran similitud entre las vivencias de los novelados y las de los sujetos
reales que me rodeaban.
Dejé el libro y empecé a pensar. La
vergüenza de pertenecer a ese mundo injusto afloró en mi pensamiento. Yo era
parte de los privilegiados por la suerte. Digo por la suerte porque nunca me
faltó trabajo y, por ende, el pan, el agua, la ropa y el cobijo. Viví una vida
dentro del sistema, al que serví y en el que me entronqué para bien y para mal.
Colaboré en la creación de injusticias, si bien fue inconscientemente, y no
luché lo suficiente para proteger a mis semejantes, a los que fueron cayendo en
desgracia, de los actos injustos que les llevaron a la miseria.
Es verdad… ¿Para qué sirve un
Estado, un país, una patria, una sociedad donde todos pagamos los impuestos y
elegimos a los políticos y gobernantes para que creen leyes justas y nos
gobiernen con equidad? ¿De qué sirve una sociedad si no es para garantizar a
sus componentes que, cuando las cosas les vayan mal, a ellos no les faltará lo
básico para su subsistencia? ¿Habrá que recurrir a la caridad, que no deja de
ser un acto de poder y soberbia de quien tiene, al otorgarle las migajas de su
mesa al otro? ¿Ayuda la caridad a perpetuar la injusticia con su acción
paliativa y limpiadora de las conciencias de los que tienen algo? ¿No sería más
justo y razonable luchar por garantizar el derecho a la vida digna de todo ser
nacido que integre esa sociedad? Y en todo caso, ¿qué es la vida digna? ¿Dónde
están los límites que definen hasta dónde y cuanto se ha de ayudar el indefenso
y marginado?
Son muchas preguntas, y más que
surgen en cuanto uno se mete en el lógico razonamiento de la vida. El hombre
primitivo no tenía tierra propia, ni agua, ni nada, solo recursos para procurar
su sustento. La tierra le daba el fruto, el agua manaba de las fuentes, los
árboles les proporcionaban leña, y cobijo las cuevas, cuando no las chozas.
Luego llegó la evolución que tiene mucho que ver con la codicia y el poder, con
el dominio de la tierra por parte de unos cuantos y el sometimiento de los
otros por medio del control de esos recursos que antes le permitían
sobrevivir. Y esa es la historia,
amigos. Lo que la naturaleza le otorga al ser humano libremente, acaba siendo
dominado por unos y, mediante la coacción del poder de la fuerza, desheredan a
los otros.
La tierra ya tiene dueño, los frutos
de la misma están dominados al ser propiedad particular, el agua no está
accesible en las ciudades en su sentido amplio pues la controla EMASA, las
chozas no se pueden fabricar en el entorno urbano pues toda vivienda ha de
someterse a las condiciones establecidas, por tanto, los sujetos sin techo
están condenados a no tener casa, ni agua, ni alimento, ni los servicios
elementales de higiene y salubridad. En
todo caso, se les puede dar una limosna, un lavado de cara y cuerpo en un
albergue, que deberán dejar en un tiempo delimitado, el suficiente para lavar nuestra conciencias social.
Mientras se vuelca toda la energía
en evitar que la banca se hunda, que la economía se caiga, buscando que las
empresas ganen dinero para crear empleo, aunque sea precario (mejor dicho, todo
se hace para caer en el abismo y hacer que la gente, antes de estar sin techo,
se someta a la precariedad laboral mientras se llenan los bolsillos las grandes
empresas). El mundo que era del hombre, del ser humano y de todas las especies
que lo pueblan, ya es de ellos. Solo tienes derecho a vivir dignamente si les
sirves a ellos, si te sometes a las condiciones de mercado que ellos imponen…
es el neoliberalismo. El Estado ha dejado de ser un ente protector y
garantizador de los derechos del hombre y de su vida digan, para someterse a los
intereses de los grupos de poder. Nosotros, si fuéramos valientes, deberíamos
dejar la caridad, que institucionaliza la pobreza, y salir a dar bocados y
desenmascarar a esos tiranos que nos pretenden arrinconar como esclavos de un
mañana cargado de injusticia.
Pero claro, ellos necesitan los
pobres. Los pobres son el ejemplo, el contrabalanceo, de cómo acabarás si no te
sometes. Los ricos, que surgen como por encanto en un mundo de oportunidades al
estilo americano, es la otra parte de la balanza… a ello podrás llegar si eres
“bueno” y cumples con las reglas de la competencia que, por otro lado, se basa
en la codicia y avaricia extraída de los más bajos instintos del ser humano. No
ha de importarte si, en el camino, tienes que pisar a tus semejantes, si has de
pasar por encima de su cadáver. Al fin y al cabo quien no tiene el valor de
luchar no merece vivir… Sentencia guerrera, anclada en el espíritu más
beligerante de la historia, con la que se fue forjando el poder y las
diferencias sociales.
Tal vez por eso, cuando la gente
necesita los escenarios corruptos, fraude y mafia para enriquecerse, también
necesita el contrapeso de la miseria a la vista, para justificar su impresentable
conducta como forma de huída heroica de la debacle, de la pobreza y el fracaso.
¡Sálvese el que pueda! Exclamación muy propia de la insolidaridad de los seres
humanos, que centran sus actitudes en el egoísmo conservador de sus privilegios
y su poder.
Por tanto, mi buen amigo pobretón, marginado
y miserable, no vengas a fastidiar la pacífica vida del opulento, pues acabará
descalificándote como incapaz e inútil, que se ha buscado su destino por su mala
cabeza o su ineptitud para afrontar la vida. En el fondo, al amparo de esta
educación competitiva que nos van troquelando con la tele y sus monsergas, con
la competitividad desbordante, con el estrés y el influjo insensible a la
idiosincrasia de cada cual, es normal que surjan sujetos inconmovibles y
déspotas, insolidarios, fríos e inhumanos, que ante tu presencia se crezcan y
se sientan superiores, pues el gradiente que hay entre tu pobreza y su
opulencia es más tonificante para ellos mientras más grande sea.
¿Qué mundo estamos creando para nuestros
hijos? Antes, hasta el más desalmado sujeto
empresario tenía su corazoncito, su conciencia y su límite, ya que su prestigio
y aceptación social se basaba en sus conductas de bondad caritativa que buscaba
la limpieza de su alma y el reconocimiento de los demás. Ahora, las empresas no
tienen alma, no están sujetas a parámetros de bondad y aceptación por parte de
los demás, no son sujetos tangibles a los que se les pueda imputar malas artes.
Son frías y calculadoras, su valor se mide en beneficios económicos y no en
valor social. Los hombres se esconden detrás de las sociedades para ejecutar sus
malévolos objetivos. El banco desfalca y siguen los sujetos responsables y desfalcadores
atrincherados tras su muro. No han ejecutado el crimen las personas, sino la sociedad
anónima. Mientras hunden la economía, roban al ciudadano, explotan al empleado
de a pie y se aprovechan de los incautos impositores, sus magnates y directivos
siguen cobrando sueldos inconmensurables, dietas, pensiones vitalicias, etc.
Es fácil hacerse rico si estás
donde has de estar, si vienes de donde has de venir, si bailas inteligentemente
la danza que ellos marcan… Pero si eres de una abstracción baja, si no eres
sumiso, si tienes escrúpulos y conciencia social, si tus valores frenan sus
intereses, entonces amigo, estás perdido, tu límite es claro y el techo de la
losa que te colocarán encima será un obstáculo insalvable.
¿Qué habrán hecho las personas que
hoy observé para merecer lo que tienen? Con esa duda subí a casa, con ella me
puse a escribir y con ella sigo… Aunque ahora tengo más claro que este mundo es
cada vez más injusto y que los políticos y gobiernos no están para servir al
ciudadano, a las personas, sino a los intereses del gran capital, de los suyos,
los que les dan el dinero, los corrompen, los compran y les hacen que
traicionen a su pueblo. Ellos prometan una cosa y luego hacen otra echando la
culpa a los demás para salvar el pellejo y seguir gobernando, para no perder
votos… “La culpa es de Zapatero…” famosa frase que pasará a los anales de la historia,
como podría haber sido: La culpa fue del chachachá. Qué más da, si lo
importante es poner la culpa en el tejado de otro y que el pueblo bobo se lo
trague…
10 comentarios:
Es dificil de digerir e inhumano a su vez,creo que este pensamiento deberia de comentarse en.. no se ,un foro de empresarios o un pulpìto donde el parroco de turno se tire una hora contandonos lo bello que es vivir y se le olvide lo complicado que es sobre-vivir.
Despues de leer con calma este escrito acabo haciendome la misma pregunta ?COMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUI¿realmente yo creo que somos una pais rico en recursos naturales y.....cuando veo tirar fruta por que el mercado marca su precio es cuando me digo a mi mismo ¡¡ algo marcha mal ¡¡voy a parme aqui por que mi nivel cultural no da para mas .Gracias por ser tan humano,que pena que no haya mas personas que sean como usted.
Gracias, Pintura, por el comentario y por el calificativo. Por desgracia, a veces, el concepto humano y la acción que debería corresponder,no se corresponden. Por eso digo que habría que salir a dar bocados y desenmascararlos, pero nos falta valor.
Un saludo
Una vez más siento vergüenza de la gentuza que nos representa.
Hace falta darle un vuelco a todo esto, el problema es que todos de una forma u otra estamos sentados en nuestro sofá cómodamente.
A la espera ¿ de que ?
Con los años pasados y con una pension medio digna la mente da mucho de si y mas si caminas con los pies en el suelo y la mente clara para darte cuenta el giro que este pais a dado y el sufrimiento humano de los que estan a tu lado sin trabajo.El dolor se acentua mas cuando piensas en los hijos y nietos en general,? que sera de ellos ¿por que esto no tiene visos de mejorar ni a corto ni a largo plazo.Miedo me da del despertar de este pueblo aletargado por la desidia y el abandono.
Pedro Javier, el vuelco está en tomar conciencia de que se ha de poner en el gobierno y en el parlamento a gente que sepa y pretenda anteponer al ser humano ante el dinero y la codicia de los grupos de poder. Solo tenemos le voto, que es algo, y la capacidad de convencer a los demás de cual es la forma de cambiar esto.
Un abrazo
saulpozo, este gobierno y cualquiera que vaya defendiendo la política social de ideología neoliberal, prefiere reforzar el interés de la banca y del mundo empresarial antes que facilitar una vida digna a la ciudadanía, tanto con pensiones como con servicios que garanticen los derechos constitucionales de salud, educación, vivienda digna, etc.
No es gente del pueblo, del votante engañado, sino de quienes les han comprado antes de salir de la política para formar parte de su entramado empresarial.
Un saludo
Nadie entiende como puede ser que un país donde nos están machacando y condenando al hambre, estemos felizmente cómodos, instalados en la paz social más vergonzosa, en un clima de mansedumbre sumiso. Yo mismo, como veo y vivo la triste realidad (de momento de los demás), trato de encajar el puzle mental que supone ver miseria, hambre, paro, desahucios, corrupción, injusticia con una infumable paz social. A veces cuesta, a uno mismo, comprenderlo.
La conclusión a la que he llegado, tras mucho exprimir mi mente, para hacer un análisis de este circo, es que la degradación moral, en muchos aspectos, nos ha llevado hasta aquí. A mi entender, de esa degradación moral solo cabe la palabra miedo popular.
Un abrazo.
Josep, como me recuerda lo que dices a los versos de Bertolt Brecht.
"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Será que hasta que no nos quiten nuestra propia casa, nuestra libertad y nuestro destino, no nos daremos cuenta de que había que haberles parado los pies a tiempo.
Un abrazo
Totalmente de acuerdo con lo que dices, Antonio. A pesar de la tristeza que transmite el texto, a mi me ha producido el placer de una prosa agradable. Un abrazo.
Julio Verne se adelanto, vio como sería nuestra sociedad actual, "Paris en el siglo xx"
Saludos
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