miércoles, 8 de mayo de 2013

Un triste final en Bangladesh



Imagen tomada de internet
He mantenido un penoso silencio en mi blog sobre la triste, lamentable y criminal catástrofe de Bangladesh. A día de hoy van 622 muerte en el más terrible accidente laboral de la historia industrial, según La Tribuna de hoy mismo. El arquitecto, Masood Reza,  que en su día diseñó el edificio, al que se le añadieron más pisos posteriormente, dice que estaba calculado para centro comercial y no para uso industrial. El ingeniero consultor, Abdur Razzak Khan, refiere, una vez producido el desplome, que ya había comentado que debería evacuarse el centro ante la aparición de grietas en su estructura. El propietario, Mohamed Sohel Rana, dijo, a pesar de que la propia policía había emitido una orden de desalojo, que el edifico era seguro, haciendo caso omiso, por lo que los gerentes de la empresas ubicadas en el mismo, obligaron a los trabajadores a seguir en la tarea, obviando las grietas. Consecuencia: Cientos de muertes y heridos, una debacle, una catástrofe humana y social.  

¿Detrás de todo esto qué es lo que hay? Pues mire usted, está la globalización… En una de mis entradas anteriores, hablando del tema, comenté que el sistema capitalista había hecho una conexión de vasos comunicantes en las economías de los países, mediante la cual el flujo económico de los países ricos iba a los más pobres mediante la compra de sus productos manufacturados, pero que ellos había colocado una espita en la tubería y abrían a su antojo la misma para quedarse con el dinero que fluía por el conducto. Es decir, como la producción del tercer mundo es mucho más barata que la del primer mundo, fabricamos en los países subdesarrollados a precio de allá y vendemos en los desarrollados a precio de acá. Diferencia, 20 a 1, con lo que me enriquezco en 19 cada vez que vendo. ¿Qué le importa a El Corte Inglés, Mango, o la madre que los parió, cómo se produce? Por poner un ejemplo salido en la prensa. Lo que quieren es buena calidad y a bajo precio. La calidad relativa se palia con precios más bajos. Uno entiende que así es como afloran las grandes fortunas en tan poco tiempo y cómo, las multinacionales, juegan con la explotación, la inseguridad y la deshumanización de la producción en ese mundo olvidado de Dios, al que parece le haya tocado la lotería con esas trampas mortales, como son esas fábricas sin control en países de laxa legislación laboral, cuando no inexistente.

La vileza del mercado libre, de esta tendencia a magnificarlo que tiene el neoliberalismo, acaba de esta forma. El mercado y el dinero no tienen corazón, tampoco sentido de la justicia. Solo quieren más y más. Es un monstruo insaciable que proporciona pingües beneficios a unos cuantos que observan, dirigen y planifican desde el despacho de un gran rascacielos, mientras el niño, la mujer y el hombre son exprimidos al máximo sin la menor consideración. Cuenta con lacayos avariciosos, cargados de codicia, que les hacen de agentes en esos países para que ellos queden con sus conciencias limpias. Digo conciencias por decir algo, ya que lo que realmente les importa es la opinión que pueda desprenderse de sus actos y que acaben señalándolos como los malos de la película y, consecuentemente,  no tangan ventas sus productos. Mientras todo se quede en cárcel para el señor Sohel Rana, todo irá bien, tienen muchas más ranas para experimentar.  

Hemos creado un monstruo con esto de la globalización, sí señor. La injusticia y la explotación se han instaurado en el otro lado del mundo. Los mafiosos y ricachones se incrementa por momentos de la mano de las multinacionales occidentales. China ha dejado de ser un país comunista para convertirse en un país de corrupción y explotación. India y aledaños, tres cuartos de lo mismo, y así tantos y tantos… La globalización ha conseguido la ruptura de fronteras para el mercado, pero manteniéndolas en lo referente a derechos laborales, a leyes que humanicen la producción y el trabajo. Se ha dado carta blanca para que se mueva el dinero, para que corra por esos vasos comunicantes y poder interceptarlo en el tránsito. Mientras tanto, las conciencias siguen sucias, los derechos humanos y de los niños son pisoteados, las condiciones de producción son terribles y, en esos países, no cabe la protesta que se reprime a golpe de fusta y tiros.

¿Hacia dónde vamos? De seguir así al caos. A descapitalizar a los Estados occidentales, a capitalizar a las empresas multinacionales y a seguir teniendo en la más absoluta de las miserias a los ciudadanos productores de los países subdesarrollados. El discurso que mantiene la empresa es bien claro: ¡Hay que bajar los costes, hay que bajar los costes, hay que ser competitivo…! ¿Competitivos con quién? ¿Con los países donde el salario está por los suelos? ¿Quiere decir que para ser competitivo hay que bajar los salarios hasta la miseria? ¿Quiere decir que hemos de renunciar al Estado del Bienestar y someternos a la explotación que se practica en otros lugares del mundo, en lo que a producción industrial se refiere? ¿No sería más lógico, necesario y justo subir y dignificar los salarios y el trabajo de los otros?

Están bloqueando el humanismo, el desarrollo de las personas, usándolas como mulos de carga, como instrumentos productivos. Estamos retrocediendo y en lugar de llevar el desarrollo a los otros países de una forma clara, se fragua una regresión a estadios de la revolución industrial, cuando el trabajador era el esclavo de la empresa.  

Todo ello es porque el Estado está siendo acorralado por el mundo del mercado, por la empresa y el mundo financiero, esos que produjeron la  crisis, sabedores que no les dejarían caer y podría torpedear la línea de flotación del Estado para hacerse ellos con el poder total, mediante el juego de las finanzas. El Estado, que es el garante de los derechos de la ciudadanía, de la justa distribución del crecimiento económico, ha caído en la trampa. Salvó y alimentó al monstruo que lo devorará… el mundo del dinero. Debió nacionalizar la banca y meter en la cárcel a los responsables de la crisis, pero salieron reforzados. Ello, para mí, solo tiene una explicación: Los gobernantes elegidos por nosotros son caballos de troya, que sirven al capital, que les promete pingües beneficios y excelentes puestos de trabajo cuando dejen la política como pago a sus fechorías y a la entrega del patrimonio social a esos desalmados. El problema es que las reglas del juego que hacen los legisladores les son beneficiosas y el capitalismo salvaje sigue arrasando, con sobres, con prebendas, con chantajes, con compras de voluntades, con corrupción, etc. ¡Y nosotros con estos pelos! ¿Es que no podría existir un sistema productivo humanista, aunque fuese un capitalismo humanista? Claro, para eso el Estado debería ser un agente de ley, de justicia, que garantizara esos principios y no estos otros de explotación y expolio.

Once días hace del desastre de Bangladesh. Once días que vengo pensando en el tema y hoy, al fin, he decidido decir lo que pienso, cuando la reflexión pausada se ha impuesto a las emociones, cuando la razón afloró, una vez modulados los sentimientos.



10 comentarios:

emejota dijo...

Triste, desgraciado e inútil, porque dudo mucho que ciertos personajes que mueven los hijos de nuestra realidad valoren per se la vida de los desgraciados obligados por las circunstancias de su hado (nacimiento) a no poder dejar de ser mano de obra barata.
Todos tenían familias, emociones, planes, en fin, eran jóvenes.
Este es el mundo que ha propiciado la tan manida sociedad de consumo; tarde o temprano pagaremos por ello pero con otros cuerpos, con nuestras generaciones futuras.
Luego que no se quejen, las balanzas son ciegas y sordas. Bs. familiar.

emejota dijo...

Perdón quería decir "los HILOS de nuestra realidad"

luna llena dijo...

No hay palabras... este mundo que hemos creado o que consentimos es de locos, la vida de los pobres no vale nada.¿Donde está la declaración de los derechos humanos? ¿Porque no hay justicia, para los pobres de la Tierra? Sí, son preguntas estúpidas todos conocemos la respuesta, pero ¿Como nos enfrentamos a los dueños de las Multinacionales? luego tienes que aguantar eso de que "La justicia es igual para todos"
Un abrazo.

Modesto Reina dijo...

Lamentablemente, Antonio, no me queda más remedio que coincidir contigo. Y lo peor, sabes que dentro de lo posible, intento mantener un equilibrio entre la razón y el monstruo descerebrado que está instalado en el pensamiento del capital y sus "adlateres". Pero tambien te digo ( me duele cada persona, que es manipulada y explotada sin su consentimiento ), es el PECADO elevado al infinito por excelencia, seguro que no quedará impune este hecho. Me preocupa, y no quiero extenderme demasiado, que todavía, la maquinaría de manipular y romper voluntades de estos "monstruos", pueda afectar la sensibilidad de la mayoría de las personas que quieren vivir y respirar. No vamos al caos, ya estamos intentando salir de él, y seguro que se conseguirá. Un abrazo, amigo Antonio.

Antonio dijo...

El pobre sigue siendo la carne de cañón en la batalla del enriquecimiento del rico, amiga Emejota.
Besoss

Antonio dijo...

Los derechos humanos, en determiandos lugares, solo son usados para los intereses de los grupos de poder. EE. UU. los exigía a China antes de convertirse esta un mundo pseudocapitalista, ahora no. El pobre es una herramienta y sobran millones de ellos.
Un abrazo amiga Luna llena

Antonio dijo...

Terrible espiral, María A. Marín. Bajo los escombros hay cadáveres incontables, pero no el del Sr. Rana y sus secuaces, tampoco están los de los especuladores y negociantes que solo les interesa su dinero y los bajos precios que han de pagar por productos que luego venden a precio de oro. Puta vida de mierda para tantos y cuánta riqueza para tan poco...
Saludos

Antonio dijo...

Amigo Modesto, el capital tienes sus razones y las sabes aplicar, su lógica es aplastante... lo malo es que son carentes de ética, de moral y humanismo, que están orientadas a conseguir beneficios económicos y no al desarrollo de la gente, sino a su sumisión a los intereses particulares del poder, que han conseguido a lo largo de los siglos en la imposición de su clase sobre la inmensa mayoría del mundo.
Un abrazo

Josep dijo...

Amigo Antonio, y no solo soy yo que compro en el Corte Inglés, Zara o Mango. Y los futbolistas que hacen publicidad de un balón o unas zapatillas que ha fabricado un niño pobre. Un niño pobre, sabiendolo y no lo denuncian. Y quizás cuando era pequeño este mismo futbolista estaba en una mina o una fabrica parecida a esta.

No hay perdón.
Un abrazo.

Antonio dijo...

Tienes toda la razón, amigo Josep
Una brazo

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