miércoles, 19 de mayo de 2010

Aula de mayores


Excepcionalmente me voy a permitir usar este blog para otra actividad distinta a la inicial, aunque también quepa hacerlo. Se trata de poner a disposición de los asistentes al Curso de Mayores de la Universidad de Málaga, el tema de mi conferencia del día 19 de mayo, para que puedan tener acceso a su lectura de forma inmediata, dado que no se ha publicado en el libro, como complemento a mi exposición en el aula.

Pido, pues, disculpas a mis amigos y amigas lectores habituales, a los que aprovecho para darle las gracias por haber llegado a los 100 seguidores, hecho que he de agradecer al joven portugués Victor Bento, de Porto, que ha cumplido el centenar. Así mismo, ruego disculpéis los pocos y cortos comentarios que fui colgando en vuestros blogs durante esto días, pues la actividad de preparación de esta y otras dos conferencias que tengo en este mes me han detraído demasiado tiempo. En todo caso, os ofrezco la posibilidad de acceder el tema de la conferencia referida, que incluye parte de algunas entradas que, en su día, colgué en este blog. Volveré a mis planteamientos normales en la próxima entrada.

Un saludo afectuoso

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El proceso evolutivo de la interrelación social. Relación objetiva vs. objetal y ajuste de roles en la pareja.

Prof. Antonio Porras Cabrera.

Introducción

La presente conferencia no tiene por objeto establecer o dar a conocer principios científicos o conclusiones ex cátedra. El propio título deja entrever la temática y su previsible evolución. Ante cualquier exposición uno debe considerar el auditorio y cual es su interés especial, dentro del programa que se haya establecido. Es obvio que los asistentes a esta Aula de Mayores tienen unas características singulares dentro del mundo universitario. Su edad y, por consiguiente, su bagaje vital les otorgan amplia experiencia en la escuela de la vida, en la universidad del conocimiento popular. Esos conocimientos no reglados, forman parte del la propia confrontación y el afrontamiento de las vicisitudes que, a cada cual, le otorgó su propio devenir a lo largo de su historia.

Es cierto que, al ser cada uno un sujeto singular modulado por la propia experiencia, pueden existir algunos desajustes o divergencias en el análisis evolutivo del entorno y de los contextos, que han ido sosteniendo y amparando los múltiples cambios que pudieran haberse dado en nuestra sociedad. Los principios, valores y creencias que atesora cada sujeto hacen que su enfoque o visión pueda ser diferente, así como su propio análisis de los hechos. Eso forma parte de la interpretación de los acontecimientos. Pero es incuestionable que determinados sucesos han sido categóricos en el proceso evolutivo y que es conveniente conocerlos y darles su importancia real y trascendencia.


Los cambios generacionales

A lo largo de la historia han surgido sistemáticamente los conflictos generacionales. Los jóvenes eran incomprendidos por los mayores, exigiéndoseles la cordura, responsabilidad, sensatez y juicio propios del adulto. A los mayores se nos suele olvidar que también fuimos jóvenes y que nuestras travesuras y transgresiones tenían el mismo calado que las criticadas ahora en los jóvenes.

Ciertamente, el joven necesita la confrontación para crecer, para tomar conciencia de su propio poder y elevar su grado de autoestima e independencia. La vida es un reto continuo al que se ha de responder para seguir creciendo. Es imprescindible la confrontación y el afrontamiento de estos retos para el desarrollo humano. Es un proceso de educación y formación que les va ubicando en la sociedad mediante la socialización, que viene a ser la introyección de las normas, actitudes y conductas socialmente aceptadas.

Los padres y mayores, en general, crean resistencias a ese proceso y siempre suelen ver al hijo o la hija como niño o niña sin percatarse de su desarrollo… ¿Será resistencia a reconocerse mayores? El hecho es que el desarrollo de la etapa de pubertad suele llevar acompañado un proceso de negociación, a veces muy duro y cargado de conflictos, que desemboque en la independencia bajo el reconocimiento, por parte de los padres, de las capacidades de los hijos para dirigir su propia vida. De la gestión de este proceso se derivará el contrato intergeneracional, que defina las relaciones futuras. Por tanto, es la buena gestión del conflicto la que garantiza la cohesión del sistema familiar y social.

Por poner un símil, imaginemos un padre que lleva de la mano al hijo, va delante abriendo caminos, protegiéndole e indicándole como circular por la vida. Le enseña e integra en el mundo social que le rodea. Paulatinamente le va acercando a su nivel, para que tome más protagonismo y llegada la pubertad y posterior juventud ya le tiene a su altura, comparte con él las decisiones, le hace partícipe de ellas y le va dando protagonismo tuteladamente hasta la adultez. Llegado este momento, los padres pasan a la parte de atrás, observan la evolución y le ofrecen su apoyo pero respetando su independencia, su capacidad de criterio y sus decisiones respecto a lo que le afecta. En este momento el hijo ya es adulto, capaz y formado para dirigir su vida y para tomar protagonismo a un mayor nivel en la relación familiar. Acabarán siendo los hijos los que ayuden a los padres en su estadio final, cuando su autonomía o capacidad de respuesta vital se disminuya llevándolos a la dependencia.

Pero es evidente que el conflicto intergeneracional es una constante a lo largo de la historia, como ya decía. He aquí algunas frases, a modo de ejemplo, que vienen a demostrarlo:
1. "Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos". Sócrates. (470 a. C. - 399 a. C.).
2. "Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país, si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible". Hesíodo, poeta de la antigua Grecia ( 720 A .C.)
3. "Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos". Un sacerdote ( 2.000 A .C.)
4. "Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura". Escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia.
5. "Los jóvenes de hoy no parecen tener respeto alguno por el pasado ni esperanza alguna para el porvenir". Hipócrates. (460 a. C. - 370 a. C.)
6. "Los viejos desconfían de la juventud porque han sido jóvenes".
Shakespeare. (1564 -1616)

Señoras y Señores: ¿Están ustedes de acuerdo en que es esto lo que está pasando? La cosa siempre ha sido así...

Podemos concluir que la sociedad es dinámica, con cambios continuos mediante los que se va adaptando a las nuevas tecnologías, ideas y pensamientos, que determinan otras formas de relación entre sus miembros. La juventud es el motor del cambio, la madurez debe ser la parte que dé cordura y sensatez sin bloquearlo, pues la nueva etapa es de los jóvenes, de ellos es el futuro. En cada generación hay un reto. El nuestro fue la transición, el de nuestros padres el conflicto de la guerra, el de nuestros hijos las nuevas tecnologías y la globalización. Cada juventud pretende construir su futuro, el dar sentido de continuidad a un proyecto social es la base del entendimiento entre las generaciones. Eso forma parte del mundo de las ideas


El proceso evolutivo a lo largo de la segunda mitad del XX

No deja de ser curioso y, en cierta medida, paradójico, que el gran progreso de nuestra civilización durante el siglo pasado venga de un conflicto bélico. La segunda guerra mundial significó la aceleración de los procesos de investigación en tecnología bélica que luego dieron pie al desarrollo social en tiempos de paz.

Por otra parte, la confrontación de tres grandes ideologías, como son el sistema comunista, el nazismo y el capitalismo de las democracias occidentales, produce y condiciona una situación de tensión entre los vencedores (comunismo y capitalismo) que se manifiesta en la llamada “Guerra fría”, continuando con el desarrollo de la investigación armamentística y su aplicación posterior a la vida civil.

En Europa, aparte del mundo comunista caído con el muro de Berlín, se mantienen dos dictaduras identificadas ideológicamente con los perdedores, como son España y Portugal. Durante la posguerra se crea el embrión de la Unión Europea en la que se insertan los países europeos de la alianza occidental. Quedando fuera la península ibérica, hasta la desintegración de las dictaduras salazarista y franquista.

La desaparición definitiva de la URSS aleja el nubarrón de la guerra y abre otras posibilidades de relación internacional, que luego condiciona el conflicto de oriente medio y la antigua Mesopotamia y Persia.

En todo caso, cabe destacar la aparición del Estado del Bienestar que se fragua en Europa y que mejora considerablemente la vida de la ciudadanía europea, su desarrollo social y económico y la fusión de intereses comunes con la eliminación de fronteras, tanto a nivel arancelario como de intercambio humano. Esto ha hecho que el flujo ideológico también se diera, apoyado y potenciado por los medios de comunicación y que los pueblos se acercaran en su concepción de un espacio común de convivencia.

La globalización, sin embargo, ha resultado poco o nada humanista, puesto que se ha fraguado desde los intereses comerciales y no pretendiendo el homogéneo desarrollo humano. La crítica básica a este proceso se basa en haber dejado de lado los intereses del colectivo social y la pretensión de equilibrio y justicia universal, para centrarse en la consecución de beneficios de las grandes empresas. No se ha pretendido, pues, crear un estado mundial, donde las fronteras se diluyeran, sino que se objetivó un inmenso mercado sin aranceles y de libre comercio y flujo de mercancías, pero no de personas, derechos y leyes comunes que llevaran a compartir un mismo sistema político y de derecho.


El tránsito democrático en España

Podemos definirnos como la generación del tránsito. Tránsito político, desde la dictadura a la democracia. Tránsito económico, desde la miseria a la abundancia. Tránsito migratorio, desde la emigración a la inmigración. Tránsito industrial, desde el subdesarrollo al desarrollo. Tránsito social, desde la desigualdad a la igualdad de género. Tránsito educativo, desde el analfabetismo a la universidad.

En ese tránsito se han modificado muchas cosas: la dinámica familiar, el rol social de los miembros de la familia, marido y mujer. El papel de los hijos, de trabajar para los padres a trabajar para los hijos.

He aquí algunas frases sacadas de la ideología que se transmitía en la etapa predemocrática, sobre todo dirigidas a la mujer y a su actitud sumisa al varón a través de la Sección Femenina:

"Nosotros, los subordinados, no tenemos más misión que obedecer. Debemos obedecer sin discutir. Quien manda, sabe lo que hace y por qué lo hace. Es más difícil obedecer que mandar. El que obedece no se equivoca nunca". (HSR. Así quiero ser. El niño del Nuevo Estado. 1944)

"Las mujeres nunca descubren nada; les falta desde luego el talento creador, reservado por Dios para las inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho". (Pilar, discurso de 1942)

"A través de toda la vida, la función de la mujer es servir. Cuando Dios hizo al primer hombre pensó "no es bueno que el hombre esté sólo". Y formó a la mujer para su ayuda y compañía, y para que sirviera de madre. La primera idea de Dios fue el "hombre". Pensó en la mujer después, como un complemento necesario, esto es, como algo útil". (Formación del Espíritu Nacional, 1962).

"La vida de toda mujer, aunque ella quiera simular -o disimular- no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse. La dependencia voluntaria, la ofrenda de todos los deseos y las ilusiones, es el estado más hermoso, porque es la absorción de todos los malos gérmenes- vanidad, egoísmo y frivolidades- por el amor". (agosto, 1944).

"La mujer sensual tiene los ojos hundidos, las mejillas descoloridas, las orejas transparentes, apuntada la barbilla, seca la boca, sudorosas las manos, quebrado el talle, inseguro el paso y triste todo su ser". (Agosto, 1945).

Algunas otras perlas: "Si tu marido te pide prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes", "Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya podido experimentar".

Eso sí, su libro de cocina es una obra maestra de pragmatismo culinario. Si en algo contribuyeron a la sociedad española fue en mejorar nuestro nivel gastronómico.

Con la muerte de Franco se produce un cambio radical en España. La transición es un proceso complejo, de negociación entre los partidos políticos y fuerzas sociales, que desemboca en un sistema democrático mediante un parlamento constituyente, que elabora la Constitución de 1978 aún vigente.

Presento algunos hitos históricos que han determinado ese cambio:
• La caída del Arias Navarro.
• El nombramiento de Suárez como Presidente del Gobierno.
• Las elecciones constituyentes del 76.
• La propia Constitución del 78.
• El intento de golpe de Estado del 23F.
• El primer gobierno socialista del 82.
• El referendum de la OTAN.
• La entrada en la Comunidad Económica Europea.
• Los Juegos Olímpicos y la Expo del 92.
• El declive socialista.
• La llegada al poder del PP en 1996.
• El 11S en Nueva York y las guerras de Afganistán e Irak.
• El 11M en Madrid.
• Las elecciones del 14M y el acceso de nuevo al gobierno de los socialistas.
• La gran crisis financiera del 2008 producto de la especulación y mala gestión de las entidades financieras y los créditos. Hipotecas Surprime.

En los últimos años hemos asistido a un gran cambio en España. Las infraestructuras, la asistencia sanitaria, el sistema educativo, el desarrollo industrial y todo un conjunto de hechos evolutivos que han llevado a un mejor nivel de vida, a una renta per cápita mayor, que nos ha situado a nivel europeo. El influjo del desarrollo europeo se fue fraguando con la apertura de fronteras, los intercambios de estudiantes, la exportación de técnicos, el flujo de capitales, la inclusión en proyectos de investigación y desarrollo comunes, etc.


Relación objetiva vs. Objetal

Creo recordar que Carlos Castilla del Pino, en unas de sus obras (posiblemente “Un estudio sobre la depresión”) plasmaba una visión dicotómica sobre las relaciones humanas, donde diferenciaba la relación objetiva de la objetal.

En este mundo, la competitividad nos lleva al poder a través del TENER o poseer; no del SER, de la autorrealización, de la inteligencia y el conocimiento. Por tanto, ejerce más poder el que más tiene, posiblemente el más egoísta, con menos escrúpulos y valores sociales.

Querer tiene la acepción del deseo por necesitar una cosa, es pues una relación objetal, pretendemos un objeto que nos satisfaga esa necesidad. Deseamos y queremos el objeto que nos satisface, pensando en nuestra propia felicidad básicamente. No pensamos en el amor; que tiene otra interpretación basada en la relación objetiva; es decir, sabemos que nos relacionamos con otro ser que tiene su propia proyección y que nosotros podemos ayudarle, si así lo estima, en su desarrollo personal, a la vez que él nos enriquece a nosotros. En este libre intercambio de emociones, experiencias, vivencias y, en suma, de vida crecemos ambos. Dejemos el querer para las cosas materiales y usemos el amor para las personas.

En la relación objetal manipulamos al otro para que sea como nosotros necesitamos que sea o, al menos, lo intentamos, por lo que la convivencia se convierte en una negociación continua, en un intento de conseguir que el otro se adapta a nuestras necesidades en lugar de desarrollarse libremente y enriquecernos con ese desarrollo personal, libre y autónomo.

La relación de pareja es una de las más perversas, en este sentido, cuando se enfocan al querer en lugar de al amar. Mi marido, mi mujer, mi… lo que sea, es posesivo. Lo posesivo implica “beneficiarse de…” y lleva a lo objetal. Por desgracia, históricamente, se nos ha enseñado en la dependencia, se nos han cortado las alas de la libertad, se nos ha frustrado a través de principios y conductas de componente religioso y social, se nos ha orientado en el servir a los demás miopemente. Se sirve mejor a los demás siendo más libre y buscando el propio desarrollo, que se ofrece como fuente donde beban los otros. La educación en el compromiso social y la responsabilidad garantizan esa eficacia. La siembra de estos principios, de compromiso social, permite el desarrollo de la sociedad.

Encontrar con quien compartir la vida y que tenga tu misma orientación en el respeto al desarrollo personal y común a la vez, es complicado, pero necesario para crecer. El problema se da en el proceso de crecimiento, en cómo se gestiona el día a día para que este sea compartido, en cómo volar sin estorbarse el uno al otro, en cómo ayudarse y darse la mano para pasar los obstáculos. La herramienta es el diálogo, hablar el mismo idioma, comprenderse mutuamente y usar la asertividad constatando que el mensaje que se quiere emitir es bien entendido y comprendido. La comunicación es la herramienta, el vehículo, que usamos para cohesionar las posiciones, para acercarnos y trasvasarnos los conocimientos, las ideas y las reflexiones que nos permitan ese crecimiento; es el soporte alimentario que nos aporta la energía necesaria para evolucionar.

Como digo en muchas ocasiones, el arte de comunicar está en hablar el idioma del que escucha. En el proceso evolutivo el leguaje se modifica, se condiciona y sufre mutación al amparo de nuestras vivencias, emociones y sentimientos, que le dotan o recubren de un contenido analógico o no verbal. Esa comunicación no verbal, que escapa a la lógica del léxico y de la estructuración gramatical, es una continua fuente de expresión de los sentimientos verdaderos, que no siempre son bien interpretados por el receptor y, en otros casos, camuflados por la parte emisora cuando le interesa controlarlos. Por tanto, cuando existe una relación objetiva la franqueza está por encima de cualquier cuestión, puesto que lo que se pretende es el desarrollo de ambas partes bajo el respeto mutuo, lo que lleva a valorar y comprender cualquier posicionamiento, sentimiento o emoción de la otra persona; el camino del entendimiento en pareja está expedito. Pero cuando la relación es objetal se da un contexto morboso y existe una tendencia a esconder los sentimientos liberalizadores para evitar el conflicto, para que la incomprensión y la discordia no se adueñen de la situación.

En este tipo de relación perversa y posesiva (objetal) pretendemos que el objeto (el otro) sea el que nos interesa, intentamos modelarlo a nuestra conveniencia y para ello usamos cuantas artimañas consideremos necesarias, incluyendo el chantaje emocional, el premio y castigo a través de dar o no aquello que tenemos y que le pueda interesar al otro, incluido el sexo. Y esto… ¿No parece más un intercambio comercial de objetos o partes de los mismos? Si a ello le sumamos la famosa sociedad de gananciales encontraremos el nexo que mantiene unidas a una gran cantidad de parejas, pero en una relación meramente objetal. En todo caso, se recurre habitualmente al recordatorio de las bases del contrato con el que se fraguó la pareja; o sea, “tu ya no eres el/la que eras, tú has cambiado” sin entender que la vida es un proceso continuo de cambio y de evolución.


Ajuste de roles en la pareja

Antiguamente existía una gran complementariedad funcional entre los cónyuges, aunque no podemos negar que se fundamentaba en una relación asimétrica, donde el hombre ostentaba el poder oficialmente y la mujer estaba sometida a sus directrices. Se mantiene un contrato de roles o de funciones. Las normas sociales, aunque injustas, establecían las conductas de cada uno y las dependencias. Lo cierto es que la mujer reinaba en la casa y el hombre en la calle; es decir, el gobierno de la familia, aunque pareciera lo contrario, lo llevaba la mujer, mientras que el hombre aportaba, por lo general, los recursos económicos para sustentarla, sin obviar las aportaciones de la mujer con sus trabajos fuera del hogar. Habitualmente, la mujer fue superior al hombre en capacidad para sustentar la casa y educar a los hijos. Su función nutriente, protectora y educadora se elevaba hasta el propio marido. Si bien, el hombre mantenía que en su casa mandaba él, se solía apostillar “cuando no está mi mujer”. Por tanto la mujer daba solidez funcional a la casa, mientras el marido mantenía cierto prestigio social en la familia.

El hecho es que se producía una interdependencia que forjaba lazos de gran solidez entre los cónyuges. Esto no quiere decir que fueran ideales, más bien al contrario. El hombre era una nulidad en las labores de la casa; no lavaba, fregaba, cocinaba, compraba, cosía, planchaba, etc. ya que esa función era propia de la mujer. Era su oficio trabajar en la calle, aportar el dinero, defender el buen nombre de su familia y dar la cara como máximo responsable del núcleo familiar, aportando la seguridad necesaria para el crecimiento de sus hijos. Esta concepción arcaica de la dinámica familiar se va diluyendo conforme el sistema democrático se impone y la lucha feminista se va acercando a sus objetivos reivindicativos de igualdad de género.

Hasta esos momentos las rupturas matrimoniales y el divorcio eran, prácticamente, inexistentes o muy bajos. ¿Qué iba a hacer una mujer separada? Estaba marginada, mal vista y socialmente denostada, con una economía en precario y sin recursos, a la par que los “buitres” la buscaran como objeto fácil de sus deseos sexuales, al no estar “protegida” como propiedad de otro macho. El hombre separado, por lo general, era una nulidad en las tareas referentes a sus propios cuidados; no dominaba las labores del hogar y, si lo hacía, estaba mal visto. No era concebible un hombre cocinando, lavando, fregando o planchando… eran “mariconadas” propias de afeminados. Por tanto, en la relación, aunque no hubiese amor, había una dependencia que aferraba el vínculo. Yo te doy, tú me das, y si no nos queremos qué más da… “nos aguantaremos”. Si tú cumples con tu cometido, aunque ni siquiera hablemos, todo irá bien. Pero si no cumples, aunque en la casa no sea sostenible la convivencia, mantendremos la relación de cara al exterior dentro de la norma, con santa resignación; o lo que es lo mismo, también “nos aguantaremos”.

El sexo, entre la pareja, obedecía más a una necesidad fisiológica, más centrada en el hombre, o de reproducción, que a la búsqueda fantasiosa del pecaminoso placer, dándose un alto nivel de casos de anorgasmia en las mujeres. El hombre solía visitar prostíbulos donde buscaba las más sibilinas formas de placer sexual a través de las profesionales, o bien mantenía una querida en muchos casos. Anecdóticamente se comenta que preguntado un sujeto sobre las causas que le llevaban a visitar esos antros teniendo una mujer, contestó: “Mi señora es una señora como Dios manda y no voy a pedirle que me haga esas guarradas, para eso están las putas”. Muchas mujeres, conociendo estos hechos los justificaban o consentían en base a la “hombría” de su marido.

Difíciles tiempos aquellos en que, en muchos casos, solo el rol definido y encapsulado, de cada uno de los miembros de la pareja, era el garante de su mantenimiento en una relación de interdependencia. El mundo de la mujer y el del hombre eran distintos. Las cosas de uno y otra no se mezclaban, había “cosas de mujeres” y “cosas de hombres”. El campo de desarrollo personal no era común, por tanto no existía un flujo del crecimiento entre ambos. Dicho de otro modo, por lo general, no se daba una relación nutriente en lo referente al desarrollo personal. La comunicación era básicamente sobre aspectos funcionales, familiares y sociales. Tu a lo tuyo, yo a lo mía y los dos juntos tiramos para adelante. La cultura judeo-cristiana siempre fijó los roles bien diferenciados. También es cierto que la gran explosión del referido desarrollo personal se ha dado recientemente, por lo que el proceso evolutivo en este sentido era muy pobre y los sujetos solían tener un corto recorrido en esta materia a lo largo de su vida. Por tanto, las premisas conductuales que se dieron en el contrato matrimonial eran sostenibles en el tiempo, lo que evitaba los conflictos propios de los cambios personales. Argumentaciones como “tú ya no eres el mismo” y “tú has cambiado” eran armas arrojadizas en las discusiones matrimoniales, como si ello implicara el no cumplimiento de un contrato vitalicio; o lo que es lo mismo, estaba aceptado que, llegados a la adultez, la evolución, cambio de conductas, convicciones o la propia concepción de la relación familiar y social no debía evolucionar hacia otras esferas o planteamientos.

¿Qué ha cambiado? En un proceso lento, cuajado de dificultades y trabas, se ha ido desarrollando otra cultura relacional entre la pareja. La mujer ha reivindicado un mayor protagonismo y lo ha conseguido reincorporándose al mundo laboral de forma brillante. Pero en el hogar siguen muchas asignaturas pendientes, bien por el “escaqueo” del hombre, bien porque ella no quiera ceder la dirección y organización ante la incapacidad del compañero o bien por el arraigo de la responsabilidad del rol familiar clásico u otras causas singulares. En estas circunstancia solemos encontrarnos: Mujer que trabaja y lleva la casa de forma más o menos indirecta y hombre que trabaja y “ayuda” a la esposa bajo su dirección, pero desorientado ante esa pérdida o redefinición del rol de marido.

Bajo mi punto de vista ha ocurrido algo de especial importancia, como es el igualarse en las funciones y responsabilidades inherentes a la estructura familiar; pero sobre todo el entrar ambos en el campo de la autosuficiencia, dónde la dependencia ya no tiene tanto peso específico en el vínculo de la relación. En una pareja actual ambos asumen roles muy aproximados, ambos trabajan, cocinan, limpian, compran, ponen la lavadora, etc. En suma, aquella situación de disociación funcional, con roles diferentes y definidos, no tiene sentido. Por tanto, el lazo de la relación ha dejado de fundamentarse en la dependencia y complementariedad funcional y ha pasado a consolidarse por la voluntad de mantenerlo. El “nos aguantaremos” no cabe en este marco. Cuando las cosas no funcionan, cuando el amor ha desaparecido, cuando el desarrollo personal choca con la intolerancia del otro, cuando la evolución es divergente y ambos se convierten en lastre o freno para la evolución personal del otro, y cuando la comunicación, como instrumento de entendimiento y aproximación, se ha roto o no es operativa, hay una puerta abierta menos traumática que en épocas pasadas, pues los dos son más autosuficientes y capaces de afrontar una nueva situación de independencia. Del “nos aguantamos” pasamos al “que te aguante tu madre”.

Pero, claro, no todo es tan fácil. Existen otros elementos que se han ido fraguando a lo largo de la relación que no son afectivos directos, pero sí compartidos. Los hijos, los bienes, las familias, los amigos, condicionan la relación y conforman una argamasa que debe ser considerada ante cualquier ruptura; los hijos, de forma prioritaria, son un punto de proyección afectiva común, donde confluyen las emociones de ambos con especial trascendencia. Esto explica que en conflictos de excepcional virulencia, donde el objetivo prioritario de los cónyuges es el hacer daño al otro, se usen los hijos como arma arrojadiza, estableciendo estrategias enfocadas a realizar ese daño sin pensar en la afectación que pudiera producir en los propios hijos; es una dolorosa miopía. Los bienes comunes son otro elemento de especial relevancia; su reparto causa grandes conflictos, pues es lógico que cada uno pretenda mantener la máxima capacidad económica y preservar los objetos para su uso personal. La lógica y la racionalidad choca con el egoísmo y solo en el caso de personalidades maduras, se suele conseguir un acuerdo justo en el reparto de los bienes materiales. Por tanto, la valoración de la influencia que cada uno de estos factores tenga en la argamasa que une a la pareja, y su posible dilución, determinará la viabilidad del proceso de separación.

Finalmente, podemos convenir en que la autosuficiencia, adornada del desarrollo personal cercano a la madurez, es garante de que la relación que se establece es más objetiva que objetal, que la vinculación se mantiene en base a querencias y sentimientos más libres y que el entendimiento se realiza desde una perspectiva más igualitaria, menos chantajista e impositiva. A la par reivindicamos un mayor respeto a nuestros planteamientos, nuestros deseos y proyecto personal de desarrollo y exigimos que ese respeto se plasme en la libertad propia para llevarlo a término. La evolución individual es incuestionable y, lógicamente, puede ser divergente. La comunicación y el diálogo forman parte de esa herramienta para fraguar un entendimiento, una aproximación a la vía de desarrollo común y compartido en el proceso evolutivo de ambos, siempre que se dé una actitud de mente abierta. En este caso, la comprensión de la diferencia no tiene que llevar a la divergencia, sino a la complementariedad; es decir, somos diferentes, lo que nos permite tener una visión más amplia de la vida; lo importante es saber conjugar esas visiones para, mediante el proceso de diálogo y comunicación, poder enriquecer nuestras ideas y llevarnos a un crecimiento personal. La cuestión es si sabemos o no establecer ese diálogo, esa comunicación efectiva, si nos hemos desprendido de la rémora de los roles del pasado y si hemos introyectado nuevas formas de entendimiento rompiendo los esquemas clásicos de dependencia o situaciones asimétricas en la relación de género. De no ser así, de representar un lastre cualquiera de los cónyuges, se pasa al “que te aguante tu madre”.


24 comentarios:

Peter Pantoja Santiago dijo...

...Esto es lo realmente gratificante de la blogesfera, saber que se crea un contínuo vínculo de respeto y de igualdad de escuchar, atender, llevar esa justa palabra, y sobre todo compartir tantas cosas productivas y gratas como esta para el Aula de mayores, que reafirma también a cada unod e los fieles lectores, así que Gracias por ello.

peter

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

¡Chapeau!

Marian dijo...

Puede sernos de gran utilidad este curso de mayores. Lo leo despacito, gracias!

emejota dijo...

Plas,plas,plas.Aplausos. Has recogido en las palabras justas las circunstancias y la evolución de nuestros tiempos, desde sus orígenes hasta nuestros dias. Un abrazo contento.

mariajesusparadela dijo...

Emejota y yo aplaudimos a rabiar ( será que yo también soy Eme jota)

Felipe Medina dijo...

sólo puede decir que es una entrada ¡excelente!

Saludos

Belkis dijo...

Estupenda disertación Antonio. Tienes todo el permiso para publicar aquí en tu espacio aquello que quieras. Todos aprendemos con ello.
Es un honor seguirte.
Abrazos

Antonio dijo...

Me congratulo enormemente por la aceptación que ha tenido el tema entre mis amigos y amigas lectores habituales. Os agradezco vuestros comentarios que me reafirman. Hoy ha sido la exposición del tema y he de decir que he percibido muy buen aceptación por parte de los asistentes.
La universidad de Málaga tiene en su haber esa preocupación por dar cabida y acceso al mundo universitario a las personas mayores de 55 años que tengan inquietudes por el conocimiento. Es una excelente forma de entrar en la etapa de pre y jubilación y usar el tiempo excedente en la tercera edad para ampliar conocimientos y actualizarse: Creo que es una labor muy loable, de la que felicito a mi amiga Dra. Isabel María Morales como responsable de esta actividad. Yo solo me limito a colaborar, este año, con un par de temas.

Peter, las tecnologías han roto fronteras. ¿Sabremos sacarle el máximo provecho y no dejar que se usen como otra herramienta de alienación?

Gracias, Mariángeles, por lo del sombrero.

Marian, tienes una excelente intención: Leer despacito cualquier cosa. Decía el profesor Tierno Galván que había que leer como beben las gallinas, buche a buche y, entre ellos, mirando al cielo para digerirlos. No sé si las viste alguna vez hacerlo.

Gracias emejota por tu observación.

Creo María Jesús, que somos muchos los emejotas que todavía andamos por esta vida.

Gracias, Felipe, por tu calificativo de excelente.
Saludos.

Belkis, es un placer compartir contigo los conocimientos, en una y otra dirección.
Un abrazo afectuoso

Eastriver dijo...

Dios mío, eres un trabajador incansable... Como MªAngeles también digo Chapeau, porque es cierto.

Antonio dijo...

Gracias, Ramón. Es cuestíón de pensar y escribir, de buscar y compilar con un poco de suerte o acierto.
Un abrazo

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Yo aplaudo con fuerza tu exposición, querido Antonio.
Me ha gustado mucho y convengo con aquél que dijo “es un privilegio venir aquí a aprender de tus conocimientos”.
Referente a la evolución que han experimentado las mujeres en los últimos treinta años, considero que es normal que así sucediera: Durante siglos, han vivido educadas, dominadas y juzgadas por la fuerza de la religión cristiana. A los templos acudían (y acuden) mayoritariamente mujeres creyentes, humildes y buenas personas, a quienes se les bombardeaba con doctrinas como esta del Nuevo Testamento:

1ª Timoteo 2:11-15
"La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia".

Y el marido, apoyado durante siglos por gobiernos y juzgados de hombres, velaba por su estricto cumplimiento.
Con la llegada de la Democracia, esa ley arcaica religiosa se enfrenta al artículo 12 de la Constitución que proclama la igualdad entre los ciudadanos en los diferentes aspectos de sus vidas. En lo referente al matrimonio dice claramente:

Artículo 32.
1.El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.

Por ello, cuando no hay entendimiento ni diálogo, nuestras compañeras de viaje ya no tienen por qué aguantarnos, y, como bien explicas, exclaman: «Que te aguante tu madre»

Un abrazo, amigo, y mis felicitaciones.

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Por error cité el artículo 12 en el texto, quería decir el artículo 32.

Abuela Ciber dijo...

Antonio deseo disfrutes un buen fin de semana!!!

Cariños

Antonio dijo...

Gracias, amigo Juan, por tus palabras que son un estímulo y por tu amplio y acertado comentario, incluida la corrección, que yo también aplaudo.
Un abrazo

Antonio dijo...

Gracias por tu visita, Abu. Yo también te deseo un excelente fin de semana en compañía de tus seres queridos.
Cariños

Ana Márquez dijo...

Ojú, Antoñito, qué largo... A ver si vengo luego que la cosa promete :-) Ahora estoy liada. Un besazo.

Ana Márquez dijo...

Ya estoy aquí. Estupenda disertación sobre las relaciones interpersonales.
A mí lo que me pone los pelos como escarpias es, hablando del rol de la mujer en tiempos pasados, el hecho de que ellas mismas estaban absolutamente convencidas de su inferioridad respecto al varón. Porque una cosa es que el hombre por arrimar el ascua a su sardina "decida" que está por encima, y otra es que la mujer también decida que eso es así aún a sabiendas de lo mucho q la perjudica. Por eso admiro a algunas mujeres del pasado, aquellas reinas de armas tomar (María Tudor, Leonor de Aquitania, incluso la denostada Isabel la Católica) aunque no me guste cómo actuaban en el campo de la política. Me encanta que en tiempos tan terribles para la mujer tuvieran los ovarios de decir "aquí mando yo y tú te callas" :-D me imagino a rey Fernando con las orejillas gachas y la verdad es que me mondo de risa, jaja.

Por cier, que se me viene a las meninjes ahora una vieja canción de la Trinca que igual recuerdas:

"Si hay por un triste colgajo
quien se sienta superior
que lo meta en una urna
con bolitas de alcanfor" XDD

Interesante tu entrada como siempre, Antonio. Un besazo.

fritus dijo...

Antonio, gran entrada y mejores intenciones la que la animan...
Confieso que , por lo que respecta al textop que adjunats, volveré a leerlo con más detenimiento...

ëste que te escribe a los 28 años de edad (muy tarde) se independizó.... hasta entonces vivía en casa de sus padres y tenía tiempo para muchas cosas...allí había unos cajones mágicos dónde la ropa aparecía limpia y planchada...( seguro que estais pensando" será cerdo machista malcriado......"...y ténis toda la razón...darme cuenta de que eso era injusto me llevó unos cuantos años y muchas discusiones de pareja...creo que me he reciclado en un padre responsable y un marido que conoce perfectamente para que sirven los mandos de la lavadora y la ruedecita de regular la temperatura de la plancha y se sabe el camino del tendedero del terrado...pero aún así tomaré buena nota del post.

un abrazo

Antonio dijo...

Querida amiga Ana, cuando se asumen los roles que establecen las culturas puntualmente, cuando el rol es una forma de integración social, es muy difícil escaparse a ello. Mira lo que pasa con las mujeres del mundo musulmán en algunos Estados. Su sumisión puede ser formal o por convicción. Cuando en nuestra España del pasado se indicaba desde todos lados, incluido los púlpitos, cuales eran las conductas y las dependencias en una relación matrimonial, se imponía una forma de entender la vida y esas relaciones. Quien no la cumplía era denostada y marginada o rechazada desde la moral y la ética del sistema. Había que tener mucho valor para ir contracorriente. Por suerte hubo muchas que lo hicieron y hoy recogemos ese fruto.
Un abrazo y gracias por tu comentario.

Antonio dijo...

Gracias Fritus, por tu visita y comentario. Esta entrada, como ya viste, forma parte de los temas que se imparten en un curso para mayores de 55 años establecido por mi universidad de Málaga.
De tu comentario deduzco lo importante que es el proceso evolutivo del ser humano… cómo va creciendo conforme pasan los años y cómo madura y asume un papel mayor de responsabilidad, respeto y consideración hacia los demás. Es el planteamiento que sostengo en el primer párrafo de la introducción sobre el aprendizaje en la universidad de la vida.
De todas formas, para mí, el juego se da en el ajuste de roles. Ese proceso que se mantiene y sustenta a lo largo de la convivencia, dando como resultado un contrato tácito de funciones según el momento y la necesidad de cada cual, versátil y adaptable a esas necesidades y vicisitudes, desde la alianza de una convivencia en paz, amor y armonía.
Un abrazo y bienvenido a esta casa.

Myriam dijo...

¡Felicitaciones por la conferencia, amigo!

Ya de regreso, me apuro a venir a leerte y a darte un abrazo-

Antonio dijo...

¡Myriam! ¡Qué placer volver a encontrarte por estos lares!
Gracias por tus palabras y volvemos a contactar.
Un gran abrazo de retorno

MAMÉ VALDÉS dijo...

Felicidades por tu conferencia y por tu ya 101 seguidor, un saludo.

Antonio dijo...

Gracias, Mamé.
Un saludo afectuoso

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