domingo, 24 de enero de 2010

La línea roja del sexo (I) (Contextualizando)





Llevo un tiempo meditando sobre la línea roja que han ido colocando los homófobos y defensores del poder del macho a lo largo de la historia, para diferenciar el sexo masculino y femenino. Aprovechando que Geni ha colgado un post en su blog bajo el título “Homofobia escolar” (lo podéis ver en: http://llampsitrons-crepiq.blogspot.com/2010/01/homofobia-escolar.html) he retomado el tema y me gustaría exponer algunas consideraciones sobre el asunto. Entiéndase que no soy experto en el asunto de la sexualidad humana, aunque sí leído, por lo que el análisis no lo planteo desde esta perspectiva, sino desde el proceso de la evolución social (tampoco soy antropólogo, sino psicólogo social y, sobretodo, librepensador), en suma desde mi propio enfoque, desde mi ventana, con todas las reservas que ello pueda representar.

En primer lugar cabe entender que dentro del concepto de ser humano se incluye tanto al hombre como a la mujer. Parece obvio, pero es conveniente recordarlo. Es decir el ser humano, en su esencia, como tal, es asexuado. Eso no quiere decir que el sexo no tenga influencia en el sistema de relación, sino más bien que no debería ser tan determinante, salvo en lo relativo a su función principal, con todas las connotaciones que conlleva. La represión de la sexualidad y los condicionantes que presenta, son elementos suficientemente complejos para tratarlos aparte y no perdernos aquí en mayores disquisiciones.

La sexualidad es la base intrínseca para el desarrollo y perpetuación de la especie. Es la clave de la reproducción, el instrumento que garantiza la preservación. La realidad es que, en una situación ideal, ambos sexos deberían conjugarse armónicamente asumiendo cada cual su papel reproductor, asignado por la naturaleza. Estaríamos hablando de una sociedad donde sus valores fueran más humanos, donde prevaleciera la evolución de la especie, a nivel general, sobre los intereses particulares de los que se adueñan del poder del grupo.

Pero nuestra sociedad se fraguó en la injusticia, la desigualdad, la violencia y la guerra. Los bienes los creaban la buena gente y los violentos los tomaban por la fuerza, la coacción y la amenaza, cuando no la eliminación física del oponente. El botín de guerra era un elemento de movilización para llevarla a término. La riqueza y su ostentación fue pareja al poder. Por tanto, era la fuerza del “sufrido y aguerrido” combatiente la que se imponía.

El placer sexual era tomado como un botín más en premio al triunfo. La mujer era un objeto de deseo y no vista en términos de igualdad. Todo ello se enmarca en las consecuencias del acto sexual; el hombre disfruta y vase contento, sin secuelas, mientras la mujer queda embarazada, con la carga del hijo. Por tanto, para el hombre el placer sexual es libre de compromiso, mientras para la mujer significa comprometerse en un proyecto de vida nueva. La mujer, como objeto del deseo y del placer, era violentada, usando su cuerpo para el disfrute en contra de su voluntad, por la fuerza, que era una de las cualidades o esencias del macho.

Por otro lado, siguiendo la idea de Engels, la propiedad privada se fragua y necesita de un Estado con sus leyes para prevalecer y trascender de padres a hijos. De aquí surge la necesidad de mantener a la mujer sometida a su esposo, para garantizar que los hijos concebidos por esta sean engendrados por el marido, por el dueño del legado. Su rol se establece desde la subordinación y la debilidad frente a la fuerza y el poder masculino. El modelo familiar encaja en este objetivo, el hombre busca los recursos y la mujer cuida de la casa y los nutrientes familiares, incluso forma a los hijos en la cultura de su pueblo.



Otra cuestión a considerar es que, biológicamente, la función reproductora del hombre acaba en la eyaculación, mientras que la mujer requiere de nueve meses más para dar a luz un hijo. Las guerras fueron diezmando al grupo masculino por los muertos en combate y era imprescindible la reproducción para mantener al grupo competitivo con el entorno. Ello llevó, en muchos casos, a la poligamia. Un solo hombre, en nueve meses, podía fecundar a cuantas mujeres quisiera, mientras que la mujer requería ese periodo de gestación, como ya he comentado. La fábrica estaba ubicada en la mujer (perdón por la expresión tan instrumental). Por tanto, la mujer tenía una doble función, la de dar placer y la de gestar. Era una relación objetal, es decir entendida como un objeto o instrumento. De aquí la necesidad de la sumisión y control de la mujer por parte del macho.

Por otro lado, la sensibilidad, la ternura, la afectividad, se asocia a lo femenino; mientras que la fortaleza, firmeza, dureza, fuerza, musculatura, brutalidad y violencia se asocia al género masculino, cuya característica principal está fundamentada en los valores guerreros y en su capacidad de gestión del grupo, en contraposición a los valores maternales, protectores y nutrientes del rol femenino. Se fraguan los términos sexo fuerte para el hombre y sexo débil para la mujer… ¡Qué ilusos!

Pero eso no es así. En todo caso se impone por la fuerza y la coacción. Las conductas sexuales, o de género, se establecen en consonancia con esta filosofía del desarrollo grupal y del poder, de la cultura de ese pueblo. Entonces se establecen las líneas que separan ambos sexos en cuanto a esas conductas, cómo debe actuar un prototipo de hombre y de mujer. Cualquier incursión en las conductas del otro género era considerada una trasgresión y, por ende, una deshonra. Se van creando dos mundos paralelos, perfectamente delimitados y estancos, donde no se puede traspasar la línea divisoria sin entrar en conflicto social o de reputación.

Para ello se ha sacrificado el conocimiento y potenciación de las emociones y sentimientos que, emanando de nuestro interior, no eran compatibles con la norma. Había, pues, que reprimirlos. Es decir, que un hombre no podía mostrarse sensible y exponer su parte femenina sin entrar en conflicto o ser catalogado como homosexual, salvo en los casos que se entendiera expresión artística, poética o musical, que aceptaba este tipo de expresión. Lo mismo ocurría con la mujer, pero en sentido inverso. Se amputó al hombre su parte femenina y a la mujer su parte masculina.

Aludía antes a la cultura de los pueblo. Esta cultura se enlaza con las convicciones religiosas, que son, al fin y al cabo, los grandes pilares de los valores y principios que sustenta esa sociedad. La religión instaura y ampara estas diferenciaciones. Es más, las consolida mediante el dogma y el propio concepto de creación. La Biblia estable que Dios creó a Adán y después, de una de sus costillas, sacó a Eva, dado que estaba solo y aburrido, para que le acompañara y se reprodujera. Claro, yo de pequeño, al amparo de esta versión, entendía el discurso en el que el hombre era superior a la mujer y, a la vez, su dueño, puesto que había salido de su propia costilla para ponerla a su servicio.

Este conglomerado de ideas, formas de entender la vida y las relaciones humanas y de grupo, persiste a lo largo del tiempo en nuestra sociedad. Es más, existen grupos de sujetos que son adeptos a estos principios, bien a través de los planteamientos religiosos, de los políticos o de los filosóficos. En todo caso, entiendo, que defienden un inmovilismo ventajoso para ellos o, al menos, de pereza intelectual o de incapacidad de ir más allá en sus razonamientos. Por tanto, la homofobia está servida como propuesta educacional.

Someto a la consideración del lector los conceptos de querer y amar. Yo ubico al verbo querer dentro de la satisfacción de una necesidad, de un deseo, enfocándolo hacia un objeto determinado que instrumentaliza su complacencia. La sexualidad es una necesidad fisiológica aceptada y definida por los expertos como incuestionable, por lo que responde a un deseo innato con base reproductiva. La pasión, el ardor y la fogosidad propia de la sexualidad es un claro exponente de ello. Suele estar enfocado casi siempre hacia el sexo contrario, pero la satisfacción sexual no se canaliza necesaria y exclusivamente hacia sexo contrario, sobretodo en lo referente al placer. Podemos encontrar placer en muy diversos objetos y sujetos, desde la autosatisfacción, hasta las fantasías más peregrinas..

El amor, por el contrario, es más objetivo, menos centrado en la satisfacción personal. Es un elemento sublime de la relación humana y no suele implicar posesión, sino respeto a la individualidad y desprendimiento. El amor pretende la realización del otro, la admiración de la belleza, la sorpresa y encantamiento que se siente ante lo excelso, respetando su individualidad, su idiosincrasia e independencia. Existe una identificación con la otra persona, por lo que cualquier cuestión buena para ella lo es para nosotros.

Ambas cosas suelen acompasarse en la relación de pareja, si bien, en un principio, el querer se superpone al amor, después se va cambiando el orden, prevaleciendo el amor sobre el querer, cuando todo evoluciona positivamente. Sin embargo, en la amistad predomina el amor, en la relación con los hijos y los padres también. Mientras más necesidad se tenga del otro más se establece el querer y más nos alejamos del amor desprendido. Mientras más se necesite al otro más se tiende a su control posesivo, si bien la sinrazón puede hacernos caer en la dependencia del otro, del objeto de deseo y, por ende, convertirnos en sumisos ante él o ella; en dominados

El amor también significa caricias, contacto y connivencia. Es esa química que se siente ante y con la otra persona. Por tanto, cuando amas a alguien, sea tu hijo, tu madre o tu amigo o amiga, sientes la necesidad de abrazarlo, de tocarlo y besarlo. Y, claro, como el amor no tiene sexo, ese sentimiento se puede dar hacia las personas del propio sexo. Entonces llegan los homófonos, los machistas e integristas de la tradición más anacrónica y catalogan esta situación, de expresión afectiva, como anómala, perversa y patológica. Pobre gente. Su mente cerrada les ha llevados a no comprender la esencia del ser humano y pretenden encapsularlo en unas normas obsoletas y represoras que maten parte de su ser.

No querría pasar el tema sin hacer alusión a otro aspecto. Me refiero al de la disonancia cuerpo-sexo. El cuerpo humano no desarrolla la sexualidad hasta la pubertad, aunque esté dotado, anatómicamente, de unos órganos sexuales determinados. Quiero decir con ello, que existen sujetos sexualmente contrarios a su fisionomía, lo que les crea un importante y significativo conflicto consigo mismos y con la sociedad. Son hombres atrapados en cuerpos de mujeres o mujeres atrapadas en cuerpos de hombres. Por suerte, hoy se están resolviendo con la llamada “Cirugia de Reasignación Sexual”.

Por tanto, entiendo, que un sujeto se identifica con unas vivencias y actitudes emocionales asociadas a un género, generalmente coincidente con su presencia física, con su cuerpo. Pero no tiene por qué ser siempre así, pudiendo producirse el desajuste que lleva a la expresión de la homosexualidad, que no ha de desembocar forzosamente a la cirugía de reasignación sexual, manteniendo su propia anatomía intacta.

La realidad es que determinadas mentes enfermas, consideraron a la homosexualidad como una enfermedad y siguen en sus trece muchos sujetos de sexualidad dudosa, amparados en el ejercicio del celibato o de la idea del más puro machismo.

Sé que el tema es amplio y complejo, que requiere mayor reflexión y análisis, que nos quedamos cortos, con lagunas y ausencias argumentales significativas. Pero una entrada de un blog no puede convertirse en un tratado sobre la concepción social de la sexualidad y su influencia en las relaciones humanas y de poder, ni tampoco lo pretendo. En todo caso es la expresión de unas ideas personales que se plasman para contrastarlas dentro de “mis cosas”. La función de lo expuesto hasta ahora es solo contextualizar el problema. a través del análisis del proceso evolutivo de nuestra sociedad, con mayor o menor acierto, con el ánimo de sacar las conclusiones que expondré en el siguiente post.

40 comentarios:

Mar dijo...

Una exposición con mucha miga pero todas ciertas, me ha encantado esta entrada!!

como bien dices la responsabilidad de los hijos recaia sobre la mujer, creo que sigue asi la cosa a dia de hoy, son contados los padres que aceptan esta responsabilidad, y doy gracias que cada dia son más.

En estos momentos estoy luchando por un hijo que la sociedad se ha empeñado en que este en la calle, me gustaria tener tu opinión con respecto a este tema ya que estoy buscando una solución, alguien que me diga haz esto o esto otro, espero no importunarte, te doy las gracias de antemano.

http://www.esferasdeluz.es/gentepato/

Besitossssssss

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola Antonio:

He leído con detenimiento tus reflexiones y estoy de acuerdo contigo en lo fundamental. Tal vez podría exponer mis puntos de vista diferentes, que no contrarios, desde mi visión del mundo, que ya sabes que está marcada por las concepciones metafísicas y filosóficas orientales.
Pero como te decía, me parece que tienes mucha razón en todo lo que nos planteas. Creo que tus ideas cada vez irán ganando más y más espacio en la sociedad y favorecerán las relaciones entre los seres humanos y la comprensión de nosotros mismos en un tema tan complejo como el de la sexualidad.
Me gustaría luego exponerte mis ideas al respecto para que las consideres, pero eso será más adelante, pues necesito tiempo para ello. Un abrazo:
Tadeo

Camino a Gaia dijo...

Excelente entrada.
Yo lo resumiría diciendo que mientras el ser humano presenta un dimorfismo sexual de origen genético, las diferencias de comportamiento o de desarrollo de las capacidades mentales tienen un marcado componente cultural. Hay evidencias palmarias: Hasta hace no muchos años, cuando las tareas asignadas a la mujer tradicionalmente estaban remuneradas se recurría al varón para llevarlas a cabo. Así que la mayor parte de cocineros, barrenderos, modistos incluso poetas, eran y aún siguen siendo, sobre todo varones.
Aún así, hombres y mujeres somos diferentes en muchos aspectos. Pero para la visión "machista" este término es ambiguo, porque en esa visión se busca determinar quién es superior y quién es inferior, como si la vida conyugal o personal fuera una extensión de la estructura militar y hubiera de determinarse quien se ha de supeditar a quién.

Myriam dijo...

Me gusta tu enfoque y espero entonces tus conclusiones.


Un abrazo

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Me lo imprimo Toñin para leerlo en el bus tranquilamente...
buena semana

Antonio dijo...

Hola Mar. Visité tu página, leí la historia del caso de tu hijo y te dejé un comentario con alguna orientación, dentro de mis limitados conocimientos del tema. Un caso parecido al de tu hijo se ha dado en mi entorno familiar y la madre, también separada, lo pasó fatal. Tengo otro caso que se está resolviendo bien y he quedado en conseguir más información sobre centros o asociaciones que puedan ayudarte.
Un saludo

Antonio dijo...

Gracias Tadeo. Para mí será un placer conocer tus ideas al respecto, cuando estimes conveniente.
Un saludo afectuoso

Antonio dijo...

Gracias Camino a Gaia, por tu comentario. La vida conyugal, como tú dices, conlleva lucha por el poder dentro de la pareja y establecer las diferencias, las sumisiones y condicionantes de la relación desde el dominio de uno sobre otro es una cuestión que está al orden del día.
Un saludo afectuoso

Antonio dijo...

Hola Myr. Mis conclusiones están prácticamente preparadas, pero no las colgaré hasta pulirlas un poco. De todas formas contar con tu visión es importante, pues creo que eres una autoridad, como sexóloga, en el tema en comparación con mi pobre conocimiento sobre la sexualidad.
Un abrazo

Antonio dijo...

Lo siento Mª Ángeles, reconozco mi verborrea y regodeo en el discurso, a veces reiterativo. Escribo demasiadas páginas para expresar lo que otros hacen en poco espacio. Tal vez yo sea más sincrético e intente compaginar demasiadas teorías o planteamientos.
Que tengas un buen lunes prolongable toda la semana

Mar dijo...

Antonio paso a darte las gracias por tu aportación, he llamado por teléfono al centro y Saúl tiene el perfil que piden, en media hora tengo que llamar otra vez para hablar con la trabajadora social, muchísimas gracias, creo que ya sabes lo que esto significa para mí, pero más para Saúl...Un rayito de LUZ.

Besitossssssss

Lola Mariné dijo...

Antonio, te expresas tan bien que no me queda nada que decir, salvo que es una entrada magnifica.
Saludos.

Antonio dijo...

Mar, me alegro y espero que todo se vaya resolviendo por tu bien y el de tu hijo. Ya sabes donde me tienes y si prefieres una vía más confidencial la tienes en mi e-mail de esto blog: apcblog@gmail.com
Besos.

Antonio dijo...

Gracias Lola, por tu comentario. Viniendo de una pluma tan experta como la tuya es un verdadero placer.
Un beso

MRB dijo...

Siempre expones temas interesantes Antonio. Es de resaltar que tus ideas siempre prenden mi atención de una manera particular. Lo haces muy bien, muy claro y directo.
Un abrazo y sigue adelante con estos temas, de interés para todos.

Peter Pantoja Santiago dijo...

...Aqunque nos neguemos a nosotros mismos que cambiariamos cosas relvantes en la vida que nos rodea, no podemos, porque ahora mismo cambiaria a cada politico de mi tierra y de muchas naciones y votaria porque fueses quien dirigieras sus riendas para que aprendieran a regir sus propios destino con reflexiones con tanta verdad y con tanta claridad.

Enfocas más claridad que cualquier faro, ciertamente lo que carecen muchas personas que supuestamente son "lideres" en nuestras sociedades actuales.

Excelente, pienso que aún hay mucho más por exponer en este tema, mucho más y de seguro lo expondrás.

Un abrazo desde Puerto Rico.

Peter

Ana Márquez dijo...

Jeje, cuando he leído lo de "la sensibilidad, la ternura, la afectividad, se asocia a lo femenino"... me he acordado de alguna vacaburra que conozco, de esas que miden dos por dos metros y que de una jostia pueden mandar a Saturno al tipo chiquitillo y con bigote que les cuelga del brazo, jajaja :-D Ternura, jijiji. Apuesto a q tú conoces a algún espécimen like this.

Bien ejplicoteao, niño. Un besazo.

Antonio dijo...

Gracias Shanty. Yo abro mi ventana para invitar a mirar por ella a quien quiera hacerlo. Son mis pensamientos y mis razonamientos fraguados en la experiencia y mi propio discernimiento y quiero compartirlo, no creo que debamos ser tan egoístas de reservárnoslos por muy descabellados que sean… ya los valorarán los demás.
Un abrazo afectuoso

Antonio dijo...

Amigo Peter, el problema de nuestra sociedad, controlada por los poderosos y dueños del dinero, es que solo se escucha a los que les interesa a ellos, para eso son los dueños de los medios de comunicación. A nosotros nos dejan estos campos de comunicación tan insignificantes e intrascendentes. Yo estoy convencido de que existen gran cantidad de librepensadores brillantísimos, pero no tienen acceso a comunicar al gran público, sino a los colectivos motivados y receptivos. De todas formas es luchar contra un gigante, aunque gotita a gotita se lleva el vaso.
Gracias por tu comentario reconfortante y un abrazo

Antonio dijo...

Pues sí, Ana, yo conozco a alguna tía que me asusta, pues me podría dar un guantazo y romperme la cara, sin embargo, son gente encantadora. También alguno sujeto que va cargado de sensibilidad, que llora fácilmente, y exhibe unas maneras afeminadas, pero con una carga humana muy superior a los brutos prepotentes que se esconden en la hombría.
Muchos besossss.
Por cierto, esa nueva imagen tuya que has colocado es muy seductora, jejeje...

Belkis dijo...

Excelente conceptualización de las diferencias sexuales que nos han marcado, con las que hemos crecido y están tan arraigadas entre unos y otros. Yo creo en la igualdad, cooperación, aportación, creo en los puentes que nos unan más que en los muros que nos separen. Sé que no es fácil ir contracorriente, pero espero que algún día las cosas cambiarán. Un abrazo muy grande Antonio

Recomenzar dijo...

Muy buen texto te encontre en el blog de maria y ahora te sigo

Ciberculturalia dijo...

Estoy con Lola, querido Antonio. Cada una de tus entradas son una pequeña y magistral tesis sobre el tema en cuestión. De acuerdo en tu profunda e interesante reflexión.
Por eso vengo a estas horas tan intempestivas. Cuando estoy con la cabeza ya descansada y preparada para no perderme ninguno de tus análisis.
Un beso

m.eugènia creus-piqué dijo...

Antonio lo has descrito perfectamente,no tengo nada que añadir y gracias por nombrarme.Un beso.

Antonio dijo...

Hola Belkis. Gracias por tu comentario. Efectivamente no es fácil ir contracorriente, es más yo creo que casi imposible. Pero lo importante debería ser cambiar el sentido de la corriente y llevarla en su justo sentido. La sociedad ha ido mucho tiempo contra la corriente lógica de la vida y sigue yendo. Por eso creo que hay tanta injusticia y falta de conciencia social.
Un abrazo

Antonio dijo...

Recomenzar (Mucha), es un placer recibirte en esta casa virtual que siempre estará abierta a tus comentarios.
Un abrazo

Antonio dijo...

Carmen, eres muy amable y me satisface lo que dices. Mi pretensión es compartir mis reflexiones y beber de las demás, por eso te visito, junto a otros muchos, que me llenan con sus razonamientos.
Un beso

Antonio dijo...

Gracias, Geni. Sí, tu post fue el detonante de esta reflexión que ya estaba en marcha elucubrativa.
Un beso

MarianGardi dijo...

Antonio, buen tema de debate has elegido en esta entrada.
Para hablar de los sexos deberíamos remontarnos al principio de los tiempos.

En toda esa trayectoria, mi memoria me dice que los hábitos se arraigan en el cerebelo y que al sexo femenino la maternidad les limita mas que al masculino, esto es evidente.

En consecuencia esta limitación o prolongación de la maternidad, nos hace ser como somos las mujeres, antes protectoras que guerreras, aunque para defender nuestro territorio también sabemos luchar.

De esta necesidad de proteger a la camada y buscar refugio y amparo, vinieron muchos abusos por parte del sexo masculino y la mujer quedo relegada a su camada, como maquina sexual de satisfacción y reproducción.

Los tiempos cambian y con ellos los sexos, ahora somos iguales en apariencias y en derechos, pero muy distintos por dentro, la mujer y el hombre son dos especies diferentes en pensamiento y sentimiento.

Un abrazo

María dijo...

Antonio:

Siempre que vengo a tu blog aprendo, me gusta el enfoque que das a tus escritos.

Las conductas van cambiándose y adaptándose a los tiempos modernos, y hoy la mujer ya no es una persona dominada ni sumisa al hombre, sino decidida y emprendedora.

Un beso.

Abuela Ciber dijo...

Muy interesante la forma de exponer el tema.

Cariños

Antonio dijo...

Amiga Marian. La filogénesis es incuestionable. A través de la historia se han fraguado conductas y emociones, que han sido potenciadas por el poder del macho y su control social. Salvo las conductas e impulsos derivados del rol fisiológico de la maternidad, que es mucho, las otra son, por lo general, impuestas y aprendidas dentro de la cultura de la sociedad donde se desarrolla el la mujer y el hombre.
Solo hace falta ver cómo ha cambiado el rol, la mentalidad y los derechos de la mujer en los últimos 50 años en nuestro país. Ahí podemos ver, en parte, las conductas derivadas del rol reproductor y de las del rol social.
Un abrazo y gracias por tu visita y comentario

Antonio dijo...

Cierto, María. Las conductas que se impusieron por una sociedad más o menos justa, pueden cambiarse cuando cambia la filosofía y la cultura de esa sociedad. Eso es una evidencia que se está demostrando hoy día. La lucha por la igualdad está dando sus frutos.
Un beso

Antonio dijo...

Gracias Abu. Leí con interés el poema de Victor Hugo que colgaste en tu blog y es un ejemplo del diseño de lo femenino y lo masculino en el planteamiento clásico de los roles.
Cariños

Cris Gª. Barreto dijo...

Es obvio que los hombre y las mujeres son diferentes. Esto no significa que unos sean mejores que otros sino que, sencillamente, son diferentes. Hace tiempo que los científicos, los antropólogos y sociobiólogos lo saben. Los hombres no deberían nunca mentir a una mujer... Las mujeres hablan tanto y los hombres tan poco; los hombre quieren sexo y las mujeres quieren amor... Y muchas cosas más que nunca hemos entendido sobre las relaciones entre hombres y mujeres.
Pero no hable en términos generales.
Tu genial comentario, magnífico, daría para muchas horas de escritura. Pero no deseo abusar de tu espacio.

Con toda mi admiración,
tu amiga Cris.
Besos.

escribes conmigo dijo...

Anotnio:
Esto esta poniéndose muy interesante
así que leeré, la segunda parte.
Me gusta la forma en que vas desarrollando el tema y.. a ver que mas nos traes en la segunda parte.

hasta pronto mario

Antonio dijo...

Cris, gracias por tu comentario y aportación. Ciertamente somos diferentes. El umbral de la diferencia depende mucho de las culturas y de los principios y valores que la sostienen. Yo pienso que existen dos tipos bien distintos de diferencias, las propias y derivadas del sexo reproductor y las de rol, establecidas a través de los tiempos por la propia cultura de esa sociedad, si bien ambas están relacionadas.
Estoy contigo en que el asunto daría para muchas horas de escritura, lo que quiere decir que es un tema en revisión y debate, sobretodo enmarcado en el proceso evolutivo que nos afecta.
Besos, mi querida amiga.

Antonio dijo...

Mario, gracias por tu visita. Allí te espero.
Un saludo

carmen jiménez dijo...

Sin duda ya estoy esperando la segunda entrada. O debería decir "estamos" porque es un lujo que tantas personas lean tus cosas. Ni qué decir tiene que haces una exposición magnífica, planteando un tema de eterna actualidad, contextualizándolo, como bien dices, en un marco histórico que pone de manifiesto cuando menos, la reflexión. Cierto que no se puede hacer un tratado en una entrada de blog, quizá debas cambiar de formato. De momento es un placer poder encontrar pensamientos que te hagan confiar en el verdadero "ser humano".
¿Nos vemos en Bilbao?
Un abrazo.

Antonio dijo...

Gracis por tu comentario, Carmen. Lamentablemente no iré a Bilbao. Ando demasiado liado y dentro de poco me marcho a EE. UU. No se puede tener todo...
Un beso

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