lunes, 31 de julio de 2023

Semana poselectoral

 



                     “El político que no resuelve los problemas se convierte en un problema…”.

 

Semana especial la vivida. La gestión del saldo electoral del día 23 ha resultado ser compleja y de variada digestión emocional para cada partido.

La demoscopia he fracasado hasta tal punto que, el denostado Tezanos y el CIS, aún con sus desviaciones de la realidad final, es, tal vez, el que más ha acertado, si a eso se le puede llamar acertar. No conozco los tracking de la última semana de campaña, pero sería bueno saberlos para ver cómo han influido aspectos de interés que afloraron en esos días finales tan movidos, si bien a la vista del acierto demoscópico cabría cuestionarse el propio valor del tracking. La resiliencia de Sánchez y la actitud del PP convencido de su éxito, dieron al traste con las previsiones… ya se sabe, la teoría de las expectativas hace que un éxito se convierta en fracaso o en una vivencia insatisfactoria equiparable al mismo.

Hay momentos puntuales que, bajo mi criterio, han sido determinantes. Entre ellos el cara a cara del debate de los dos principales candidatos a la presidencia. La técnica utilizada por Feijóo, con el ”Galope de Gish” dejó casi cao a Sánchez, pero se ha de reconocer que este hombre es un verdadero “animal político”, como ya demostró en las elecciones a Secretario General del PSOE tras ser defenestrado por sus correligionarios. Ese primer debate llevó a Feijóo y los suyos a sentirse seguros de su victoria, al amparo de los estudios demoscópicos, y descuidaron los flancos.

Ver a Sánchez grogui, en el primer asalto tras el envite del gallego, llevaba al PP a un sentimiento de alegría y satisfacción. Pero tenía cierto riesgo, sobre todo cuando en la moviola se observa el conjunto de argucias y artificios que sustentaron el discurso de Feijóo. Creo que esa situación movilizó más a la izquierda, que vio las acusaciones vertidas como una agresión irracional y fullera.

Por otro lado, al no dar más opción a otro debate podría entenderse como una forma de huir de él para evitar se mostrara las contradicciones y falacias del primero. De eso, bajo mi modesto entender, se encargó Silvia Intxaurrondo, cuando puso de manifiesto algunas falsedades vertidas en el debate, por no decir mentiras, de Feijóo sobre el incremento de las pensiones o el expediente judicial del caso Pegasus, entre otras, en la entrevista en TVE. En este momento se revirtió la acusación de mentiroso que se había ejercido sobre Sánchez desde el comienzo de la propia legislatura y fue a parar al terreno de Feijóo, que no supo contrarrestar esta percepción. Luego afloró la vieja amistad con Dorado y la foto del barco que, al no estar suficientemente explicada, puso en duda la credibilidad del candidato gallego, y otras cuestiones arrojadizas que fueron surgiendo.

Se habló poco, en la campaña, de lo importante para el ciudadano, de la gestión económica habida, de los programas presentados, de la forma de atajar la pandemia del COVID19, de la guerra de Ucrania, de la evolución del empleo, de los ERTEs, etc. O sea, de la crítica razonable a los resultados de la gestión del Gobierno, de la proyección de futuro hacia el progreso social y la economía sostenida y, cómo no, la justa redistribución de los recursos y el coste de la vida; que, con todas las observaciones pertinentes, cabría darle una nota aceptable… En todo caso, cabía haber asistido a un debate claro entre dos tendencias o formas de gestión, la enmarcada en las teorías Neoliberales y la “Keynesiana” Socialdemocracia…

Pero volviendo a la estrategia, a ello hay que sumar otros aspectos, que creo valoró hábilmente Sánchez como elemento decisivo a la hora de convocar las elecciones. Me refiero a la necesidad del PP de negociar con VOX, tras los resultados electorales de las municipales, para acceder al poder. VOX impuso su línea argumental doblando el brazo, incluso, a la candidata del PP en Extremadura, señora Guardiola. Las políticas de VOX, que dieron como resultado la censura de obras de arte, la negación de la violencia machista, la irrupción en cargo de especial relevancia de personajes de dudosa competencia y actitud democrática para ejercerlos, pudieron influir más de lo deseado y calculado por el PP. Tal vez, bastantes votantes de centro que estaban indecisos, se volcaron a la izquierda ante esta situación, digamos, amenazante.

Existe también un aspecto a considerar que ha sido de especial importancia; me refiero a la no participación de Ciudadanos en la contienda electoral, con lo que la mayoría de sus votantes, o no votaron o lo hicieron por PP y, en menor medida, por el PSOE. De haberse presentado el porcentaje del voto que hubieran alcanzado sería, prácticamente, detraído de los resultados de Feijóo, siendo votos perdidos, dejándole a la par o por debajo del propio PSOE, dado que solo les separaron unos 330.000 votos.

Por otro lado, ya centrados en las formas, se ha venido demonizando a Sánchez desde el inicio de la legislatura que, como ya he comentado, ha creado un clima irrespirable, donde el insulto y la descalificación se han impuesto a la razón argumental de cualquier programa, cultivando actitudes irreconciliables que, junto a lo ya mencionado, ha ubicado al PP en una posición muy crítica respecto a las alianzas posibles con otros grupos parlamentarios o partidos. Resultado: El PP solo puede pactar con VOX, lo que le deja en evidencia y en una incómoda posición para ejercer el acuerdo, que es la madre de la acción democrática.

Esto lleva a la paradoja de acabar pidiendo al PSOE su apoyo para cumplir el programa del PP, o sea auparlo al Gobierno, que incluía la derogación del “Sanchismo”. Es una situación irracional pedirle a Sánchez que se haga un harakiri político para dar vida al contrincante… sobre todo considerando que mientras se pide esto desde el balcón de Génova, las bases del PP, gritan: “Que te vote Txapote”, incluso, gritos de apoyo a Ayuso delante de la cara de su líder visiblemente incómodo.

Pero el resultado final es incuestionable. El PP ha ganado las elecciones por mayoría simple. ¿De qué sirve eso?, pues de nada si no se tiene capacidad de negociar con otros el número necesario de apoyos para la investidura.  Y en esas estamos.

Nuestro sistema democrático, o sea nuestra Constitución, es garantista y defensora del pensamiento libre de todos y cada uno de los ciudadanos del país, para defender aquello que mejor interpreten, incluso la propia modificación de la Constitución ejercida por los cauces previstos en la misma.

Esta situación tan paradójica, donde se juega quién gobierna el Estado, deja en manos de un partido, que quiere romperlo, la orientación del mismo. Curiosamente un partido de derechas, como JuntsxCat, tiene la llave para decidir si gobierna el PP la derecha o el PSOE la izquierda.

La Cataluña de hoy no es la misma de la del 2017, cuando se aplicó el 155, a la vista están los resultados electorales.  PSOE ha arrasado y Sumar tras ellos, los otros, por debajo de Sumar, son la minoría… ello merece una serena reflexión. Actualmente el Gobierno catalán está sometido al orden constitucional, aunque sea a regañadientes, y las negociaciones que puedan plantear con los partidos que optan a gobernar, sea PP o PSOE, saben que no pueden saltarse ese orden. A partir de ahí, ellos sabrán que les es más provechoso.

De momento le toca al PP intentar formar gobierno, lo que a mi entender es incuestionable, dado que es el partido más votado y, ya se sabe lo que pasó con Arrimadas en Cataluña. Hay que arriesgarse para dar la cara y la talla en la defensa de su proyecto político… otra cosa es que consiga o no los apoyos necesarios, dejando la “papeleta” al segundo partido más votado, o sea el PSOE, de no conseguirlo. En todo caso, es importante aclarar que nuestra democracia no es presidencialista como la francesa, por ejemplo, sino parlamentaria como la inglesa, y es el Parlamento el que elige al Presidente y no directamente los votantes, sino sus representantes. Lo otro es marear la perdiz y cuestionar el dictado de la propia Constitución. Si fuera presidencialista habría segunda vuelta con los dos candidatos más votados.

Un último apunte. Si nuestros políticos tuvieran una visión compartida de Estado, es decir que el país, su gobernabilidad y la resolución de sus problemas es lo prioritario, deberían tomar el toro por los cuernos, haciendo un análisis correcto de la historia y de la diversidad de nuestra sociedad, para concluir como integrar un proyecto político compartido donde no sea la independencia el referente sino la articulación de la “interdependencia” dentro de esa diversidad. Pero eso es otro tema que requiere un texto, incluso, más amplio que este.

Feliz verano y disfruten ustedes de este maravilloso lugar donde habitamos… Nosotros hemos cumplido votando, a ellos les corresponde interpretar nuestra voluntad y obrar en consecuencia.

2 comentarios:

stella dijo...

Buenas noches Antonio, he vuelto hace un par de años al blog, hoy mrtando los poemas de los primeros años encuentro un comentsrio tuyo procurando contacyar conmigo para un encuentro poetído ....lo siento muchisimo, hay muchos de los amigos de entonces que tienen el blog imactivo, afortunadamente te encuentro, hoy solo paso a saludar, mañana entraré para leer el relato que has escrito
Me alegra saludarte
Un abrazo

Antonio dijo...

Buenas noches. Encantado de saludarte. Parece que el facebook está deplazando a los blog por su inmediatez y versatilidad, pero sigo escribiendo, de cuando en cuando, en este blog, eso hace que lo visite de tarde en tarde t no lea los ocmentarios a su tiempo.
Siempres serás bien recibida aquí.
Un abrazo y sigo a tu disposición.

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