La expresión sentido común describe las creencias o
proposiciones que benefician a la mayoría de una sociedad.
A la vista de esta proposición cabe preguntarse quién, o
quiénes, deben llevar a término los asuntos de la sociedad con ese sentido
común. La respuesta lógica debe ser: Los políticos y las políticas sociales que
beneficien a la mayoría. Para ello se le pregunta a la ciudadanía mediante el
voto, para que los políticos hagan la lectura adecuada y comprendiendo lo que
el pueblo desea, obrando en consecuencia.
Tras las elecciones del
27S en Cataluña y del 20D en España, tengo la impresión de que nuestros
políticos siguen intentando dilucidar y comprender lo que el pueblo, en su
sentido común, ha dicho. Se siguen preguntando
a estas alturas: ¿Pero qué narices ha dicho el pueblo? Para interpretar o hacer
ese diagnóstico solo hay que usar el mismo sentido común que ha usado el pueblo
reivindicando su conveniencia con la diversidad y pluralidad propias de la
democracia. Es decir, con una visión holística, que abarque a todos y cada uno
de los posicionamientos que se han manifestado y apoyado mediante el voto de forma masiva. Eso es lo
que han dicho las urnas.
Pero habría que preguntarse: ¿El sentido común de
los partidos es compatible con el de la sociedad? ¿No está mediatizado por los
propios intereses de grupo en contraposición a los otros grupos que integran
esa sociedad, pero que tienen otra visión de las cosas? ¿Cabe, pues, aceptar que
los partidos políticos tienen sentido común, o ese sentido esta contrapuesto al
común sentido de la ciudadanía y del propio Estado? Tal vez, los partidos, no
tengan sentido común…
Los que no somos de ningún partido, aunque,
lógicamente, tengamos ideología política, tenemos la posibilidad de hacer un
análisis más aséptico de la situación sin estar mediatizado por las estrategias
y el seguidismo partidista. Haciendo, pues, uso de ese hipotético sentido común
que me otorgo, me atrevería a plantear algunas cuestiones de especial
trascendencia:
1. El resultado electoral ha dejado manifiesta la diversidad de
posicionamientos sociales y políticos de nuestra sociedad, sin otorgar a nadie
la mayoría suficiente para que obvie el planteamiento de los demás, cosa, a mi
entender, loable.
2. Se ha llegado al mismo a través de un proceso de deterioro político que
ha mostrado la conveniencia de introducir cambios importantes en la estructura
democrática que garantice un mejor funcionamiento de la misma, a la vista de la
incompetencia para dar respuesta a los problemas reales de la ciudadanía por
parte de los gobernantes y legisladores.
3. La estructura de convivencia que se construyó en la transición
posfranquista, es decir, la Constitución vigente, ha sido superada por las
demandas de una nueva generación que no está condicionada por aquellos escenarios,
tiempos e intereses, ya que fue pensada como un compromiso transitorio hacia la
democracia real para que el franquismo, sintiéndose seguro, diera paso a una
nueva etapa.
4. La nueva generación, de la que forma parte el mismo Felipe VI, al menos
en sentido temporal, demanda un nuevo marco relacional propio. Juan Carlos ya
cumplió con su cometido con mayor o menor acierto según qué casos, ahora
estamos en otro tiempo histórico.
5. El salto de una dictadura a una democracia no se consigue por
birlibirloque, sino por un proceso de concienciación, educación y formación
ciudadana que lleve a la implantación de los principios democráticos y a la
actitud y conducta de un pueblo que los siente como suyos.
6. Después de cuarenta años ese proceso se debe haber realizado en mayor o
menor medida, por lo que se reivindica un nivel más elevado en el ejerció
democrático.
7. Por otro lado, una dictadura, o una monarquía en su esencia histórica,
entiende la patria como un territorio y al ciudadano como súbdito; mientras una
democracia la concibe como un lugar donde se convive bajo la voluntad de los
pueblos, de la gente soberana, que quiere compartir a gusto y por mutuo
beneficio los espacios de convivencia.
Para mí, siguiendo con ese sentido común y haciendo
una lectura de las elecciones, hemos de sacar varias conclusiones para que el
político de turno comprenda qué es lo que le pide el pueblo:
1. La opinión pública está muy polarizada y es su obligación conseguir
articular la forma para canalizar tantas inquietudes sin llegar a rupturas
traumáticas, sino a nuevos consensos.
2. El nuevo escenario requiere nuevas soluciones y nuevos enfoques para
una nueva generación.
3. La idea de España y de los pueblos que la conforman debe ser revisada
desde un espíritu democrático real.
4. Desde la perspectiva de la soberanía popular se ha de dar una respuesta
clara al conflicto territorial. No puede haber un referéndum de
autodeterminación sin una Ley de Claridad que establezca los condicionantes del
proceso, y esa ley ha de ser consensuada.
5. Antes de darse el proceso de referéndum para una autodeterminación se
ha de articular un procedimiento de análisis y solución de la problemática que
está rompiendo la convivencia para ofrecer una alternativa convivencial válida.
6. Para salir del atolladero de forma definitiva y con proyección para
otros cuarenta años, que afecten a esta generación, se requiere un proceso que
dé soluciones a los problemas reales modificando la Constitución actual para
adaptarla a las nuevas demandas de interdependencia y, cómo no, de mayor
democracia representativa.
7. No es de recibo que un diputado del PP valga 58.665 votos, mientras uno
de IU requiera 461.566. O que en Madrid se necesiten 100.000 votos, mientras
que en Soria sean solo 26.100, para obtener un acta de diputado.
8. Una sociedad en progreso no es una sociedad en confrontación, sino en
sinergias que aglutinen los esfuerzos y motivaciones en un objetivo común que
se ha de pactar y convenir.
Por tanto, formen el parlamento, hagan un gobierno
de transición con la misión primordial de evaluar y modificar la carta magna y
sometan a referéndum el nuevo texto para crear estabilidad otros cuarenta años.
Debatan con mente abierta, y sabedores de que si ustedes no se entienden el
pueblo tampoco se entenderá y la crispación se generalizará a través de la
intolerancia, la descalificación y el conflicto, en muchos casos, orquestados
por ustedes.
CONCLUYENDO:
Hablen, entiéndanse con el mensaje que les hemos
dado los españoles. Si España no resuelve sus problemas será porque son unos
incompetentes como políticos. Queremos cambios, erradicar la corrupción, mayor
justicia social, más transparencia; que el Estado trabaje para la ciudadanía
antes que para grupos de poder; que dejen sus privilegios, sus prebendas y
puertas giratorias, su nepotismo partidista y empiecen a pensar en el bien
desde el sentido común… queremos vivir en paz y con justicia social, si ustedes no
comparten esas inquietudes o no quieren,
apártense y den paso a otros que nos entiendan y comprendan, que sepan leer y
reconocer la voluntad de la gente.
6 comentarios:
MÁS CLARO, AGUA, DE LA QUE BEBO Y COMPARTO CONTIGO TOTALMENTE.
Gracias, Tomás, por tu comentario. Esperemos que alguien más tenga gana de beber y beba de ese agua.
¡Qué tus deseos que son de muchos más, se cumplan!
Gobernar con sentido común, debatiendo, dialogando y
llegando a consensos para bien de todos los españoles y no de unos pocos,
es un sueño que puede, si se pone empeño, realizarse.
Un abrazo, ¡Feliz 2016!
Ojalá los gobiernos entiendan qué es el sentido común y lo pongan en práctica.
Un abrazo y feliz año
Comparto tus puntos de vista, pero bien sabes que dialogar, escuchar al rival, pactar, no es una cualidad nacional; aquí no hemos tenido una educación democrática que nos capacite para compartir proyectos ajenos aunque tengan puntos comunes con los de los rivales.
En Cataluña, un referéndum sería la forma de conocer , no de suponer, lo que quieren los catalanes, pero no creo que deba proponerse como prioridad, tal como se empecina algún partido, sino después de abrir un debate sobre lo que la independencia significa y sus consecuencias. Hacerlo en estos momentos, no sería un voto racional sino emocional, perturbados por las campañas electorales y los lavados de cerebro debido a la retórica política engañosa.
Tengo dudas de si este referéndum debe ser vinculante o una consulta para saber la voluntad mayoritaria y minoritaria de la comunidad para obrar de una forma adecuada mediante leyes que recojan este sentir.
Un buen tema para debatir.
Saludos.
Fanny comparto tu reflexión a nivel general. Creo que se puede hacer un referendum, incluso vinculante, desde el respeto a la soberanía popular, pero antes, el dilema es la garantía democrática, pues en este caso se ha jugado con los sentimientos, desde esa especie de encaje de bolillos que lleva al fraude democrático haciendo de unas elecciones autonómicas un referendum, cuando todos sabemos que eso es absurdo al carecer de garantías democráticas, y no se ha hecho una campaña racional para proporcionar a la ciudadanía todos los elementos necesarios para definir su voto. Hay, en uno y otro lado demasiada gente movida por emociones.
Por otro lado digo en el punto 5 de las conclusiones:
Antes de darse el proceso de referéndum para una autodeterminación se ha de articular un procedimiento de análisis y solución de la problemática que está rompiendo la convivencia para ofrecer una alternativa convivencial válida, Esa es la primera que se ha de someter a referendum, la solución pactada el conflicto.
Saludos
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