Como ya sabréis, se ha producido en Madrid una
multitudinaria manifestación contra le ley Gallardón sobre el aborto. Legislar
no siempre es fácil, ni justo y, casi siempre, es partidista. Lo importante es
saber donde están los límites de dominio del legislador y dónde los derechos de
los afectados, para salvaguardar esos derechos. El legislador ha de legislar
para el ciudadano, que ha de ser el elemento clave que defina esa legislación, respetando
la autonomía y soberanía de cada cual en aquellos aspectos que le son privativos,
de índole personal y de conciencia propia. Los ciudadanos de un país son
aquellos que lo integran, que constan en su registro civil, que viven y
mantienen la nacionalidad que representa ese Estado. Los no nacidos no son
ciudadanos, sino proyectos al amparo de una madre que es la última y única responsable
de ese proceso o proyecto.
El otro día me preguntó una persona: ¿Tú estás a
favor o en contra del aborto? Le respondí que ni a favor ni en contra, que eso
era como decirme si estaba a favor de que ella se quedara embarazada o no, de
que se comprara una casa o no. Eso son cuestiones que le afectan únicamente a
los interesados. Le insistí en que hay cosas que son de índole exclusivamente
personal y que nadie tiene derecho a coartar o condicionar esa libertad de
decisión. Entiendo que es un acto de conciencia, una decisión compleja que la
ha de tomar la persona afectada, en tanto valore la trascendencia que tenga ese
proceso en su propia vida. La decisión de abortar o no, por tanto, es de
exclusiva competencia de la embarazada, bajo mi modesta opinión.
Abortar es definido por la RAE de lengua, en su 6ª
acepción y en su sentido más genérico, como: “Interrumpir, frustrar el desarrollo de un plan o
proceso”. Ya he comentado en otras ocasiones que el “proceso” del embarazo se
establece, con todas sus consecuencias, como exclusivamente dependiente del
organismo o cuerpo de la gestante, que es quien lo alimenta, tolera, cuida y
desarrolla, por tanto ha de ser su voluntad la base que justifique la alimentación
y el sostén de ese proceso y su finalización.
Bajo mi
punto de vista, existen algunas variables que condicionan la decisión y que
afectan al otro miembro que voluntariamente fecundó ese embrión. Me refiero al
padre. Cuando ha habido un acuerdo entre ambos para engendrar un hijo común se
ha establecido un contrato que obliga a las partes a desarrollar ese proceso,
si bien sigue teniendo más poder la decisión de la madre ante la aparición de
circunstancias que puedan modificar el contexto inicial. Es decir, si surge una
enfermedad, si hay alguna alteración que modifique esa circunstancia inicial, o
si se produce un cambio en la relación de pareja que lleva a la ruptura, amén
de otros casos específicos según el tipo e idiosincrasia de esa relación, pues,
en el fondo, cada pareja mantiene unos acuerdos tácitos que definen el modelo
relacional.
Por tanto,
la gestación o no de hijos, es de la exclusiva competencia de la mujer, con esa
variable que he nominado. Pertenece a su privacidad hasta el propio momento en
que es viable el feto y puede subsistir, como ente autónomo, fuera de la madre,
que es cuando toma su entidad autónoma., En este instante, cualquiera persona
capacitada podría asumir la crianza del nuevo ser que ya tiene reconocimiento
social y debe gozar de la protección del Estado. Puesto que es viable por sí
mismo con el soporte que la sociedad le ha de garantizar a cualquier ciudadano de
pleno derecho, hecho que se sustenta en la individualidad vital de sujeto.
Hay otras variables
de contenido social, donde cada individuo acepta incorporarse a un grupo y
cumplir las normas que emanan de ese grupo. Me refiero a aquellos que se
integran en clubes, asociaciones, partidos, religiones, etc. Cada grupo tienes
sus normas y cada uno de sus miembros ha de estar sometido a ellas; de lo
contrario debería abandonar el grupo donde voluntariamente ha entrado. Pongamos
por caso la religión. Una religión no se impone, nadie ha de someterse a sus
valores, credos y dogmas si no es por propia voluntad y fe. Aunque la historia
esté plena de hechos donde la religión se ha impuesto por cojones (perdonen la
expresión). Cuando el hombre tiende a desarrollar su intelecto, su capacidad
pensante y su libre discernimiento, solo cabe darle la libertad de asociarse a
aquellos grupos artificiales o naturales que se puedan adecuar a su ideología,
fe o credo. Entonces sí que han de someterse a sus normas, a lo que vayan
estableciendo sus autoridades o pastores religiosos. Aunque también cabe
mantenerse libres, pensando y razonando por su cuenta en función de los
estímulos que le vengan del exterior y su capacidad de análisis de los avatares
que se dan en su entorno. El resto de la
ciudadanía no ha de estar sometido a esa norma. Por tanto, cuando habla un
clérigo, sea de la religión que sea, solo lo hace para sus creyentes y nunca
debe buscar imponer sus opiniones a los no creyentes. Es más, la vida de un
sujeto, con su credo a cuestas, le enfrenta a momentos de tentación y de confrontación
con la realidad y el pecado; luego, ante Dios, cuando llegue su juicio, acabará
dando cuentas de sus obras. Hasta el mismo Cristo se sometió a la tentación en
su retiro en el desierto para salir reforzado al vencerla.
Es aquí donde está la clave de la convivencia entre
la gente, entre la ciudadanía diversa, que tiene diferentes puntos de vista,
distintas ideologías, desiguales concepciones y credos. La función del Estado,
de los gobernantes, es fraguar un escenario para todos, por lo que han de saber
qué es lo que afecta al colectivo social en su sentido más amplio, o sea, a la
ciudadanía que componen el mismo Estado, y cuáles son las cuestiones propias de
cada agrupación, secta, religión o club que integre a grupos de ciudadanos
afines.
Por tanto, la cuestión no está en si estás de
acuerdo o no con el aborto, sino si defiendes la libertad de cada cual para
tomar sus propias decisiones sin someterse a la tiranía de un sistema de gobierno
que te dicte qué es lo que has de hacer hasta con tu propio cuerpo, con tu
familia, con tus propiedades y valores más intrínsecos. No, el gobierno ha de
legislar para los seres nacidos, para los ciudadanos, no para los proyectos de
cada cual que no tengan trascendencia en la vida social y comunitaria hasta después
del nacimiento. Si acabamos sometiéndonos a las injerencias de un gobierno en
estas decisiones, acabaremos sometidos a sus caprichos, incluso penalizarán la
masturbación y el pecado con la cárcel. Estamos en una sociedad laica, con gobiernos
aconfesionales, no sumisos a los
principios dogmáticos de las religiones y de los credos; por tanto el límite de
la ley está en aquellos aspectos que regulan la convivencia entres los
ciudadanos, no en las cuestiones que afecta a la intimidad y privacidad de cada
cual, sea su tendencia sexual, sus valores e ideologías políticas, sus credos
religiosos, el uso personal de su propio cuerpo, o su libre pensamiento. El
Estado está para servir al ciudadano, no para someterlo explotarlo y adoctrinarlo
irracionalmente a un credo. La madurez del ser humano lleva intrínseca la
capacidad de discernir y la exigencia de una responsabilidad social en conducta
y respeto a los demás sin renunciar a su idiosincrasia, a sus propios preceptos
y valores siempre que se desenvuelvan en los principios y derechos humanos. El
deber de un Estado y su gobierno es facilitar esa evolución de la ciudadanía
hacia la madurez, hacia la libertad y la capacidad de decidir libremente desde
la responsabilidad y el compromiso social, respetando ese ejercicio de la libertad
suprema y soberana que otorga una verdadera democracia desde la igualdad.
Las religiones hablan para sus creyentes. Podrán opinar
sobre todo lo que estimen, pero nunca exigir que se haga aquello que ellos
creen justa para su credo, pasando por encima de los otros credos. Si creen en
Dios, dejen que el mundo se convierta en un campo de pruebas para los
creyentes, en una compendio de tentaciones que les haga más santos, más limpios
una vez superadas estas tentaciones. Si usted es creyente, no aborte, que se
condenará al fuego eterno o tendrá que confesarse y cumplir la penitencia…
menos mal que tiene ese componenda para limpiar su mente, al fin y al cabo, ser
creyente y gozar del privilegio de la confesión es una excelente solución para
limpiar la conciencia y empezar de nuevo. Ya sabe, vaya a Londres, pague si tiene
dinero y confiésese, así tendrá su problema resuelto…
Finalmente, queridos amigos y amigas, es lamentable
que esta estirpe de politicuchos de tres al cuarto, se ande preocupando de
recortar un derecho natural como es el de disponer del propio cuerpo, y dejen
que la humanidad se muera de hambre, que la guerra campe a sus anchas, que se
exporte material de destrucción y muerte, que la enfermedad y el dolor arrase,
que la miseria se adueñe del mundo, que la pena de muerte se siga ejercitando,
que se mate en función de no sé qué principios y valores humanos que esconden
interese espurios. Y lo que es peor, que los propios ciudadanos del país que
gobiernan están en el paro, sin recursos para subsistir dignamente, sin una cobertura
adecuada de los derechos, que la propia constitución, que dicen defender, les
reconoce. Hay dos mundos en esta sociedad. Por un lado está el que ostenta el
poder, que se siente con la capacidad de hacer y deshacer, por la gracia de
Dios y de las urnas, sin importarles lo que piensen, digan o hagan los
ciudadanos, que han de ser sumisos y siervos del sistema. Por otro estamos
nosotros, los de a pie, los que sufrimos sus incompetencias, sus corrupciones,
sus elitismos y aprovechamiento del uso
del poder, su nepotismo y su cinismo directo o en diferido.
Yo no he ido a la manifestación en Madrid. Solo
puedo decir lo que pienso al amparo del derecho que me asiste a expresar mi
pensamiento, que no deja de ser una opinión personal, una convicción fraguada a
lo largo de mi vida y de mi propia evolución racional como ser pensante. Creo
que tengo el deber, la obligación, de compartir con mis conciudadanos ese pensamiento
para que cada cual forme el suyo propio, pero en ningún caso creo que debamos
someternos a la influencia dictatorial e irracional de otras mentes que
descalifican las nuestra y confunden el valor social hasta invadir el campo de competencia
personal.
Por tanto, hoy, yo estaba con la gente que reivindica
el derecho a disponer de su propio cuerpo, sin esclavizarlo y someterlo al
capricho del legislador anacrónico y dictatorial que, casi siempre, suele
coincidir con un planteamiento machista, que entiende a la mujer como
patrimonio del hombre para usarla como campo de cultivo de su descendencia. Estamos en un país indecente, donde se penaliza el aborto mientras no se facilita la crianza de los hijos...
9 comentarios:
Hola Antonio:
También me sumo y estoy con el corazón en la marea. Igualmente he manifestado mi opinión en FB y en mi blog o en los que comento.
Es aberrante e indigna, como dices, cuando el gobierno legisla, debe ser para todos y no para interés de un grupo determinado.
Y lo peor de todo que para mi esta , además de ser una ataque contra la libertad de la mujer a decidir sobre su cuerpo, es una maniobra de distracción estratégica para que la Población estés ocupada con ésto y no reclame al Gobierno: transparencia (ergo que no sea corrupto) y eficiencia (ergo que se ocupe de Salud y Educación que los ha tirado por la borda, las jubilaciones, los desahucios, la gente que no tiene que comer y demás).
Si esta ley se promulga me temo que proliferarán los abortos ilegales con riesgo sanitario para la mujer.
Un abrazo
Como siempre llenando los escritos de contenido sin salirte de esa linea que tanto le caracteriza,una pregunta ,? no le interesa la politica ¿ si asi fuera tendria en mi un admirador y un voto.
Espero que le vaya de fabula,un saludo con toda mi admiracion
Excelente texto. te felicito.
Sí, suscribo tu excelente artículo, sólo añadiría que debería tener asistencia sanitaria y no buscarla fuera. Y curiosamente, estos aprendices de politicos y maestros de la corrupción, están intentando entretener y desviar al pueblo llano de los temas principales que le acucian. Ya puestos, podían iniciar el proceso de beatificación de Luis Aragones,¡ que casta más infame de gobernantes nos ha caido encima !. Que los dioses no se olviden de proteguer a los más desfavorecidos. Un abrazo , amigo.
Precisamente hace una semana tuvimos un grupo de personas un debate sobre el aborto donde intenté plasmar lo que tú dices tan bien. Les pasaré la dirección de tu blog para que entiendan lo que yo intenté con menos fortuna.
Un abrazo.
P.D. Intentaré estar esta noche contigo.
En este país (EEUU), el aborto no era legal hasta 1973. Por eso la gente buscaba abortos ilegales, lo cual resultó en muchos muertos por falta de sanidad, por falta de habilidad de la persona haciendo el aborto, etc. Cada año en el aniversario del pasaje de la ley, un grupo se junta para manifestar en su contra. Menos mal que hasta ahora los políticos no los han hecho mucho caso...
Mis queridos amigos y amigas, Myriam, Pintura, Antonio, Modesto, Sergio y Richard. Ya conocéis mi pensar sobre el tema. Pero es un asunto que, o se trata con sutileza para desmontar dogmas y consignas, o se entra en disputas entre sordos.
El asunto, bajo mi ponto de vista, sigue estando en el respeto a los demás. En respetar los derechos de la mujer, que es la más implicada en el caso y no ir de quijotes haciendo que los demás hagan lo que nos limpie la conciencia a nosotros para sentirnos buenos ética y moralmente.
Esta sociedad está enferma. Quiere influir en los demás para que solucionen sus problemas personales e íntimos y no somos capaces de mirar en nuestro interior para ver qué es lo que debemos hacer para mejorar la sociedad el libertad y responsabilidad.
Cada cual tiene que gestionar su vida y su intimidad sin interferencias delirantes de mesias que tiene podrida el alma.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.
Es curioso, cuando uno lee el evangelio no encuentra ninguna referencia al aborto o la homosexualidad. Sin embargo, la hipocresía es posiblemente el defecto moral mas condenado. No es extraño, peor que cometer un error, es hacerlo pasar por bueno.
De todas formas, el interés por el aborto, el suicidio o la homosexualidad, es la ostentación por parte de la religión del derecho sobre la vida y el individuo. Cuando la Iglesia habla de moral, ya sabemos que no lo hará sobre justicia social.
Un saludo
Camino, firmo en su totalidad lo que dices.
Un saludo
Publicar un comentario