miércoles, 9 de mayo de 2012

Bienvenu monsieur Hollande



Hace unos días que quiero escribir algo sobre las importantes elecciones que se han producido en la vecina Francia. Importantes porque ya sabemos como funciona ese invento de la UE. Nos hemos sometidos a su dictado económico, a su moneda única y a sus consecuencias. Hemos perdido democracia, se nos ha arrebatado la posibilidad de decidir sobre nuestra economía y quedamos al amparo de las decisiones de otros más poderosos. Europa no es como pudiera parecer una hermandad de comunión de intereses, sino un ente donde domina el acaudalado y doblega al otro a base de poder económico. Los alemanes eligen a su gobierno, pero nosotros no podemos opinar, aunque, luego, eso gobierno nos gobierne a nosotros también de una u otra forma. El poder alemán lo gestiona la señora Merkel, apellido que suena a mercado, aunque no lo signifique en alemán, y nos andan sometiendo a los dictados del mismo.

No nos engañemos. Ya sabemos por donde van los tiros y las posibilidades mínimas que se tienen, para reconducir la situación, si no hay una verdadera oposición a la política neoliberal que sustenta esta señora, poco adepta a los pepinos españoles. En el fondo estamos atrapados en una situación de difícil salida no traumática. Bajo mi punto de vista, sin romper el sistema, hay dos salidas bien diferenciadas basadas en el tratamiento del sistema capitalista y de mercado: La neoliberal fundamentada en el liberalismo económico, dejar hacer (laissez faire) de Adams Smiht (Ver) y Milton Friedman (ver), que lo cimientan todo en el mercado, sometiendo a la propia política a sus reglas, con lo que dejan fuera de juego la verdadera democracia, en tanto las decisiones del mercado están por encima de las decisiones políticas y el Estado solo debería velar por dejar libertad y facilitar las normas para que dicho mercado actuara a sus anchas en una libre competencia de dudosa moralidad. Para ello, el Estado ha de ser mínimo, sin competencias en la gestión de recursos, dejando esa actividad a los mercados y las empresas que los conforman.

Por otro lado esta la política económica del modelo keynesiano - Keynne (Ver) – que entiende a los Estados como motores y reguladores de la economía. Si un Estado invierte en producir algo, ese algo genera el recurso económico que costó producir ese elemento, lo que hace la circulación del dinero que soportó el gasto para producirlo.  La justificación económica para actuar de esta manera, parte sobre todo, del efecto multiplicador que se produce ante un incremento en la demanda agregada. Por tanto, como decía, el Estado asume el papel de motor de la economía mediante un proceso de inversión productiva que, valorando el coste de oportunidad, permite un mayor crecimiento del patrimonio público a la vez que, al calentar la economía, arrastra la actividad privada y dinamiza las inversiones. Para ello es lógico un control de los recursos financieros y su reorientación a la financiación de proyectos productivos eficientes. La deuda pública, siendo importante, es un instrumento de crecimiento que genera recursos económicos a medio plazo, y que la amortizan por una mayor actividad económica y de crecimiento. El Estado, así, crece en infraestructuras y patrimonio, hasta implicarse más en la actividad de servicios que cumplimenten los derechos constitucionales y faciliten el desarrollo del país.

Pero si el Estado somos todos y lo gestionamos a través del voto, con mayor o menor acierto en la elección de los gobernantes, nuestro interés debería estar en tener un Estado fuerte, poderoso, controlador de los recursos básicos, capaz de redistribuir las plusvalías y ganancias que se generaran a través de la actividad económica y de controlar la ética y moral empresarial, yugular las injusticias distributivas entre salarios y capital y velar por el cumplimiento de los derechos y deberes que afectan a la ciudadanía. O sea, con un gobierno enfocado al bien general, al común, y relegando a segundo lugar los intereses personales o de grupos de poder económico.

En resumen: En el primer caso procurarán un Estado débil, desarrollando sus competencias legislativas orientadas a dar libertad de acción a los grupos empresariales y económicos, lo que genera estrategias de ingeniería financiera y políticas discriminatorias basadas en intereses de grupo y organizaciones que dominen y controlen el mercado. Esto conlleva asfixiar al Estado protector del ciudadano, el Estado del Bienestar, y dejar en manos privadas la cobertura de los servicios reconocidos en las constituciones, a los que debería tener derecho la ciudadanía por ley, mermando el concepto de solidaridad social. Es decir: ciudadano con más recursos económicos, más acceso a los servicios; ciudadano más pobre, más marginado de los mismos… Es la ley del mercado!!! Esta es la idea neoliberal, la que defienden los magnates que están ganando la guerra en esta crisis y sus ideologías afines, que andan en la mayoría de los gobiernos europeos, como es el caso Sra. Merkel y su extinto, políticamente hablando, amigo Sarkozy. Recortar para morir, para eliminar, para vender luego a bajo precio y pagar la deuda pública y dejar al Estado anoréxico, esquelético, con la función de recaudar impuestos para pagar los servicios a que están obligados y que provean las empresas. Este es el modelo que defiende la derecha en su concepción neoconservadora. No gastar más de lo que se ingresa implica enfriar la economía y entrar en el círculo de “reducir inversión implica reducir crecimiento y con ello reducir ingresos” entrando en le tobogán del déficit público.

En este sentido, las políticas de ajuste, llamadas de equilibrio presupuestario, enfrían la economía hasta bloquear el crecimiento, entrando en una espiral de recesión e involución, dejando el mecanismo regulador en manos del propio mercado y del capital que lo maneja. Mercado laboral, de finanzas, se salud, de educación, de servicios, etc. Así, la ley de la oferta y la demanda, debidamente manipulada, hará que el salario baje ante el paro, se especule con los dineros, se limite la asistencia sanitaria, se complique el acceso a la educación, se recorten los servicios…

Si bien esa es la idea de la teoría clásica de Smiht y, posteriormente de Friedman, Keynes la refuta planteando otro sistema de desarrollo amparado en la acción dinamizadora de los Estados. En este sentido, recorte y crecimiento no se dan la mano, no es muy compatible la idea de ajuste presupuestario con la creación de riqueza y, por ende, una mayor actividad productiva que genere empleo y caliente la economía, sin entrar en la demencial espiral del globo inmobiliario que hemos padecido. Por tanto, aun a riesgo de incrementar el déficit público, al menos de momento, es imprescindible una política económica expansionista, de inversión y crecimiento, bajo el objetivo de crear una estructura industrial y productiva enfocada al desarrollo sostenible, aunque para ello fuese necesario recurrir a la devaluación monetaria. Ahora bien, si el Estado invierte grande cantidades de dinero en sanear la banca y esta, a su vez, no hace fluir ese dinero apoyando la inversión, estamos ante el principio del fin, alimentando a la zorra que se acabará comiendo a las gallinas…

Entiendo, pues, que la política económica de corte social tiene más que ver con la idea keinesiana que con la teoría clásica y, tal vez, sea una de las pocas tendencias que puedan asumir los partidos de izquierdas sin romper la baraja. Por otro lado, creo que es importante hacer un Estado fuerte, con dominio sobre los recursos básicos que sustentan el buen funcionamiento del país y dotarse de poder para garantizar la viabilidad de los designios del pueblo soberano a través del desarrollo de la democracia real y no de la pantomima que estamos viviendo de la mano del histrionismo político que nos ha tocado vivir.

En este sentido, como posible oponente a la señora Merkel y defensor de una alternativa más realista y dinamizadora de la economía, habrá que darle la bienvenida al señor Hollande. Tal vez el señor de los recortes de los viernes encuentre, en el fondo, una alianza con su oponente ideológico gobernando el país vecino… Lo que son las cosas!!! A ver si Hollande pone en su sitio a la Merkel y el cumplimiento del déficit se relaja, salvando el culo de nuestro presidente y sus incumplimientos programáticos, aunque ande echando balones fuera con lo de la herencia, como si ellos no hubieran gobernado la mayoría de las autonomías.

Eso sí, nada de esto tendrá sentido si no se hace una política de austeridad, empezando por los políticos y su derroche, por los gastos superfluos y por la desmedida usura de las empresas, sobre todo la banca que, como en el caso Bankia, vuelven a cargar sus arcas del erario público y premian a sus jefes en huída con ingentes cantidades de dinero en concepto de no sé que artimaña.

Por tanto, señor Hollande, como se canta en los estadios, A POR ELLOS!!! Si se atreve y no nos defrauda, nosotros no hemos perdido la esperanza… 

8 comentarios:

Txema dijo...

Tal y como dije en mi blog sobre este asunto, merkel nos lleva directamente al desastre.

Y repito, no sólo un desastre económico, sino una involución democrática terrible.

Estamos en la antesala de los fascismos del siglo XXI.

saludos

Antonio dijo...

Txema, comparto tu opinión... No sé si al fascismo clásico, o más bien a la dictadura de los mercados, que es otra forma tan mala como la otra, en tanto existe un componente mafioso dentro de su funcionamiento.
Un saludo

Darío dijo...

Que ese discurso maravilloso de Hollande se haga materia entre las gentes. Que no decaiga, que no dejemos de sonreír, que volvamos a la utopía, que empecemos a cantar en los estadios. Un abrazo.

Roberto R Bravo dijo...

Excelente explicación, Antonio: breve, directa, sin complicaciones innecesarias y con lenguaje claro. Y es que, en realidad, así de claras son las cosas.
Un saludo.

Antonio dijo...

Joven Cuervo, creo que a la Merkel solo le puede parar otro país importante de la UE como es Francia o los propios alemanes con sus votos si es que han aprendido la lección.
Un abrazo

Antonio dijo...

Gracias, Roberto.
Un saludo

Rita dijo...

Muy claro lo que has escrito y coincide con otras opiniones que van en la misma dirección y yo me pregunto, si tantos sabemos que vamos en el camino equivocado y que el buen camino es otro, porque seguimos en la pasividad? te pareceré ilusa y en cierto modo infantil pero... es lógico que la gente siga aceptando una fatalidad impuesta sin hacer nada?
no se como contestarme

emejota dijo...

Antonio, me gusta mucho y lo quiero leer deleitándome, volveré cuando esté tranquilita. Hasta luego.

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