jueves, 26 de marzo de 2009

Gracias Sílice


En un principio estas reflexiones estaban dedicadas, exclusivamente, como respuesta al comentario de Sílice en mi escrito Sawabona del pasado 23, pero he decidido, por su extensión y la dimensión argumental, exponerlo en el blog dándole entidad propia y buscando una mejor accesibilidad al mismo por parte de los visitantes. Espero, pues, que no le importe las referencias que hago a su participación, a sus observaciones y a la expresión afectiva que conlleva.


Una vez más, amiga Inma, tu comentario cierne mi mente y en ese proceso de tamizado del razonamiento me obliga a desmenuzar las ideas que sustentan mis argumentaciones, cosa que agradezco enormemente. Ello hace posible, no solo que revise mis planteamientos, sino que los consolide y estructure, que me aclare y vislumbre más objetivamente la verdad, siempre relativa, que sustenta mis creencias.


El pasado 4 de febrero, mi 58 cumpleaños, colgué un relato titulado: ¡Vaya día que llevo! en cuyo último párrafo dice: “…Y llega uno a pensar que no le da miedo estar solo, no tienes tanta dependencia de otros, eres más autosuficiente que antes… y ves un peligro que contaré luego…” El peligro a que me refería es ese que tú identificas perfectamente, la no necesidad del otro como complemento a algo que requieras y, en consecuencia, la obligación de redefinir la relación en otra línea, en apoyarse en otras vinculaciones que la sustenten. Pero la gran cuestión es si estamos suficientemente maduros para enfrentarnos a ese cambio inequívoco, que nos trae la evolución social, y si seremos capaces de gestionarlo exitosamente.


Yo, en mi proceso de razonamiento, supongo que en consonancia con la mayoría de la gente, lo establezco con meridiana claridad, lo asumo e identifico, incluso me siento capaz de comprender e identificar los elementos que se tendrán que redefinir, que modificar, para esta gestión exitosa; pero en la práctica no es tan fácil, no estoy solo, tengo que compartir el análisis con mi pareja y existen, como es lógico, visiones divergentes de muchas cuestiones que implican negociación y toda negociación conlleva pérdidas y ganancias que se han de valorar para facilitar el ajuste. Existe otro problema añadido que es el “troquelado” que nuestro sistema educativo nos realizó en la infancia, los esquemas sobre conductas, principios y valores que se introyectaron y hacen de Pepito Grillo; al igual que la acomodación a determinadas situaciones, la creación de hábitos de relación e interacción familiar y los bienes materiales que en ese proceso negociador pueden quedar tocados. Esos siguen estando ahí, solidificados como una roca, a la que hay que ir diluyendo con la lluvia constante de la reflexión, la argumentación y la elaboración de nuevos pensamientos que den respuestas razonables y razonadas a la evolución social, al proceso de cambio en el que estamos inmersos, sin que te causen conflictos internos, que es el mayor y más complejo de los conflictos. Digo esto porque el conflicto interno es las antípodas de la felicidad. Una situación insostenible donde la disonancia cognitiva puede incidir, cuando no acabar, con nuestra propia salud y equilibrio mental. Por eso sostengo que el flujo evolutivo es conveniente que sea lento y pausado, acompasado y acomodado a las características de cada uno. Que permita ir digiriendo los cambios de forma no traumática para evitar esos conflictos internos y externos a los que me he referido.


En esta línea, los tres escritos que colgué en Enero, habían versado sobre este asunto, pero en especial “Relación objetiva Vs. relación objetal”, que ya habrás leído. Después seguí reflexionando sobre el tema y colgué “Ajuste de roles en la pareja” el 20 de febrero, y este que estamos comentando de Sawabona. Estos son los que sustentan mis planteamientos actuales sobre el tema, aunque a lo largo de mi blog se vislumbra, cuando no se aprecia con total claridad, mi posición vital con relación el proceso evolutivo que estamos viviendo y su complejidad. No obstante, me he sentado frente a la ventana que me abres y he iniciado un proceso de ampliación sobre estas reflexiones, que ahora cuelgo, y continuará como es natural.

Un abrazo y como siempre, gracias por hacer de musa, motivadora, estímulo o como quieras llamarlo, para mis reflexiones.

1 comentario:

Alhucema dijo...

Bueno, ser musa me gusta...

Un abrazo

El derecho a opinar

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