sábado, 15 de junio de 2019

Albert (Rivera) Marx, o la parte contratante de la primera parte.



Ya se sabe que el humor es un sano ejercicio y, especialmente, sirve para sublimar frustraciones acaecidas por las imposiciones o hechos incontrolables que nos llevan al desencanto. Con Franco se reía mejor, decían algunos. Tal vez porque no se podía rechistar ni argumentar contra él y los suyos y una forma de romper esa losa era ridiculizar al culpable.

Pero, yendo al grano, en todo contrato a dos deben quedar claras las cláusulas del mismo. Mas cuando el contrato es a dos, y otro ausente, que forma parte de la parte contratante de la segunda parte, ejerciendo como parte contratante de la tercera parte, pero hablando por la boca de la parte contratante de la segunda, la cosa se complica para entender a la parte contratante de la primera parte. (El lector avezado ya sabrá a quienes me refiero con las partes contratantes, pero por si acaso, aclaro: Parte contratante de la primera parte = Ciudadanos; parte contratante de la segunda parte: PP; parte contratante de la tercera parte que habla por boca de la parte contratante de la segunda parte = VOX).

Ahora, con esta iniciativa incoherente de contrato, podemos (con minúscula, o sea verbo y no sustantivo) hablar y plasmar la estupefacción que nos causan los políticos, algunos más que otros. Sobre todo detectar los grados de cinismo, egoísmo partidista, cainismo, nepotismo, incongruencia, maledicencia, falaz engañifa, mercadeo de sillones para bien asentar el culo, y un amplio etc. que atenta al buen ejercicio  de la democracia, por falta de principios democráticos en los propios partidos políticos que dicen defenderla. 

Uno de los sujetos que más está descentrando el rosario argumental de sus principios teóricos es Ciudadanos y su líder Rivera junto a su musa Arrimadas. Sus teóricos acuerdos con el PP, incomprensibles dada su posición de intento descarado para sorpassarlo, chocan con la lógica más elemental. Es evidente que, ese PP corrupto al que quiere sorpassar con el discurso de la regeneración, tiene otro hijo ideológico en VOX, al que no va a dejar e intentará hacerlo volver al redil de la familia para tener más fuerza, aunque sea aceptando su emancipación ideológica, y al que quiere representar en la negociación del contrato con Cs. Pero, como ya decía en otra entrada anterior, en el fondo, Ciudadanos también es hijo ideológico del PP, por lo que se ve obligado a entenderse con él para no renunciar a la familia, plantando cara al vecino con el que anduvo flirteando, de puerta a puerta, para ver donde se domiciliaba en su momento de ruptura con papá.

Es aquí donde aflora el discurso errático de Cs que se puede traducir en esos contratos legendarios de Groucho Marx, con la parte contratante de la primera parte y los cambios que se pueden hacer del contrato, eliminando clausulas y texto en función de otra frase, que quedó para la historia de la inconsistencia ideológica, como es: “Estos son mis principios; si no le gustan tengo otros”. Ciudadanos divaga y empieza a hacer aguas por doquier. Tal vez el barco tenga alguna vía de agua bajo la línea de flotación, que a primera vista no se observa, pero que es percibida por los expertos buceadores de la política. En todo caso, al ciudadano medio le cuesta comprender sus solapados acuerdos con VOX y su negativa a apoyar al PSOE, aunque sea con la abstención, empujándolo a acuerdos con el independentismo al que tanto denuestan.

Mientras, en esa especie de camarote de los hermanos Marx, se sigue dando un tumultuoso alboroto y vocinglería que no deja oír las esencias de los discursos, pero que, subliminalmente, dan pie a exquisitas (en sentido humorístico) interpretaciones rayanas en el más puro humor de lo absurdo. Vayan, pues, con cuidado, porque la siembra de incongruencias da por fruto seguro la risa y el desapego a caballo del ridículo. 

A veces, la ceguera del resplandor inmediato nos impide ver la verdad. Luego, cuando alguien, que observa desde más lejos, te advierte de su visión, acabas desmontando la opinión que, desde esa proximidad, se fue fraguando. Europa, con su amigo Macron a la cabeza, contradice sus actos y amenaza con romper con ellos; algunos, como Miguel Ángel Berzal, de Pozuelo de Alarcón, se va dando un portazo mientras dice: “Me voy con viento fresco. Ciudadanos es un timo político”; o Le Monde, que evidencia y ridiculiza a Ciudadanos por sus pactos con la ultraderecha, comentando: «Ya no engaña a nadie».

De todas formas, no es necesario recurrir a estas fuentes, solo con tener un pensamiento propio y una mínima y aséptica capacidad de análisis, se puede llegar a conclusiones interesantes, como la incoherencia de sus demandas y discursos, de lo que es y representa el señor Rivera en ese grupo mesiánico que vino a regenerar la política y que acaba atrapado en las garras de la degeneración que iba a corregir.

La parte contratante de la primera parte, tal vez acabe siendo la parte contratante de la última parte en las próximas elecciones, si no es capaz de encontrar su espacio, aquel que dijo representar y con el que se ubicó ideológicamente en la Europa liberal. En todo caso, el espacio de cualquier partido serio, sea el que sea, nunca debe ser el camarote de los hermanos Marx, dejando la proclama de “Más madera, es la guerra” en su aventura del oeste americano. Los ciudadanos votamos este pluripartidismo, buscamos la coherencia y el sano contraste para, al albur de la diversidad, poder dar cabida a las diferentes visiones y tendencias de una España diversa, sin tapujos y dentro de una concordia, que permita la convivencia ciudadana, sin sembrar odios y rechazos, entre la gente humanamente sencilla. Creo que no lo han entendido. No lo han entendido porque ellos no leen lo que decimos nosotros, sino que interpretan aquello que les interesa para mantener la tensión y el conflicto que aporte votos en el debate de las soluciones a través de una manipulación emocional.



miércoles, 12 de junio de 2019

Rivera se ha descentrado… ¿y los demás?



Se nota la tensión que maneja Rivera, su cara seria, inexpresiva, descortés incluso, controlando la libre expresión de sentimientos, de fastidio contenido. Todo ello, si lo analizamos desde una mínima composición psicológica, denota un conflicto interno de narices, una inseguridad, a la par que frustración, que bloquea el normal desarrollo del razonamiento. Tal vez esté preso de promesas contra la izquierda y sobrepasado por promesas a derecha; es decir de seguir manteniendo el veto al PSOE y verse obligado a levantar el otro veto (si es que lo hubo en algún momento) a VOX.

Las cuentas no le salen ni a él ni a los españoles que buscan el sentido de Estado. Uno  no puede evitar la sensación de que miente, de que está atrapado en una pura hipocresía donde su confuso discurso se contradice hasta dejarlo en evidencia:

1.     Solicita apoyar a la lista más votada cuando es la de la derecha, y rechazarla cuando es la de la izquierda.
2.     Negarse a entenderse con la izquierda democrática de Sánchez y abrir su puerta a la ultraderecha de VOX.
3.     Negar la evidencia de las reuniones con VOX para los pactos a tres de las derechas, con apoyos explícitos a esa formación para ocupar sillones, mientras se plasma con rotundidad en los medios el hecho de esas reuniones.
4.     Exigir que no pacte el PSOE con los independentistas mientras los aboca a ello al negarle, incluso, la abstención para que puedan gobernar si el apoyo de estos, con la consiguiente pérdida de su visión de Estado.
5.     Argumentar su apoyo el PP en Andalucía, incluso de la mano de VOX, por la necesidad del cambio, tras tantos años, para airear y limpiar las instituciones y negarse a hacer lo mismo en otras comunidades como Madrid, Castilla-León, Murcia, etc. que huelen a podrido tanto o más que la andaluza
6.     Haberse presentado como una alternativa limpia a la política de bloques y ahora apoyar exclusivamente al PP, sumándose al bloque que antes quería romper.
7.  Y el colmo, defender la presencia de VOX en la mesa de la Asamblea de Madrid por proporcionalidad de votos, dejando fuera a Más Madrid que tiene más votos y diputados que VOX, al igual que pasó en Andalucía. No es, pues, su razón la representatividad proporcional, sino el acuerdo, pactado y ocultado, con VOX para copar el poder.

Todo ello y algunas cosas más que no escapan al buen observador, dejan de manifiesto su disonancia cognitiva (tal como la definió el propio Festinger), su conflicto interno a la hora  de compaginar credos y posturas, compromisos y juego de cintura para adaptarse al medio, a  la contingencia del momento, para resolver problemas y no ayudar a mantenerlos y potenciarlos.

Rivera está atrapado. Atrapado por su propia fantasía, por su ambición enfocada a liderar la derecha ya fracasada, por su renuncia al centro, por su ubicación en la derecha formando parte de la trinidad que se ha generado con el PP y VOX, donde se da una sola derecha verdadera manifestada en tres derechas diferentes que la conforman. Tenía Ciudadanos la oportunidad de definirse, de reafirmarse como ente diferente para ocupar el centro y poder ejercer su justiciera limpieza de la corrupción, que tanto ha defendido y que le llevó, según decía y ahora dudamos, a apoyar a un PP con decenas de casos judiciales abiertos por corrupción, de la mano de VOX, para echar a Susana con la que había pactado un legislatura antes sin taparse la nariz. Claro que no se le cayeron los anillos para apoyar a un Rajoy en su gobierno, cuando había afirmado por activa y por pasiva que no lo haría. Ahora con qué cara apoya al PP madrileño o al murciano, por no decir el Castellano-leones; o con qué cara niega la abstención a Sánchez. Incongruencia política, difícilmente explicable a un pueblo crítico y sensato, que solo cuela ante los hooligans incondicionales.

El señor Rivera, está atrapado, junto con sus acólitos más fervorosos, como la señora Arrimadas, por un discurso de campaña electoral que debe ser, sin duda, revisado y adaptado a los propios resultados de las urnas, tal como ya le indican sus "colegas" Valls, Garicano y otros. Puede que pague caro sus errores, su sumisión a la derecha, su incongruencia con los pactos, su negativa a seguir los consejos de sus correligionarios europeos, su pérdida de identidad como grupo independiente, su asunción de veleta naranja como lo definió el propio VOX, con el que ahora pacta, dándole la razón por sus derivas, aunque sea solo hacia la derecha.

A veces pienso, amigo lector, que nos fue engañando y que lo que realmente oculta es su espíritu de la España intolerante, del sentir José Antoniano del Prime de Rivera (Rivera, Rivera), del rechazo a lo diferente, a la diversidad enriquecedora, a la que le niega el pan y la sal, en lugar de desarmarla en su argumento rupturista abriendo y potenciando la concordia que fijó la propia Constitución.

No, no está bien vista la jugada. No se puede cerrar la puerta a alguien para que salga por la ventana y luego acusarlo de salir por ella, cuando lo que pretendía era salir por la puerta que le cerró el propio acusador. Si así lo hace, hasta el ciudadano de menor inteligencia se percatará de la jugada y le podrá decir que es el culpable, pues sabiendo que no hay alternativa viable y facilitarle  la investidura, lo dejó a los pies de los caballos para que fueran otros a salvarlos. Abandonó el centro, se lo entregó a Sánchez, se sometió al PP jugando al poder con los de VOX, y el votante pensará que para ese viaje no se necesitaban alforjas. En la próxima elección se plantearán si no es mejor votar directamente al PP y volver a los dos bloques.

Tiene un discurso bizarro, yo diría que excesivamente vehemente, tanto que raya en lo irracional y en la falacia demagógica con la bajada de impuestos, que afectan mayoritariamente a los más ricos y van desmontando el Estado del bienestar para entregarlo al libre mercado. Me permito recordarles, que la función correctora del Estado se enfoca a la justa distribución del crecimiento, a la preservación de los derechos ciudadanos que la propia Constitución ampara, a su dedicación al servicio de la ciudadanía en general para que crezca y mejore su calidad de vida biopsicosocial, al control del más fuerte para evitar que atropelle a los demás, a la justicia social.

Concluyo que, bajo mi modesta opinión y a la vista de mi análisis personal de la comunicación no verbal de su expresión facial y postural, Rivera está atrapado, con un conflicto interno propio de una disonancia cognitiva que muestra la no franqueza, profundamente fastidiado por haber rozado con la punta de los dedos el liderazgo de la derecha y no haberlo logrado. Pero a la vez, empieza a sentirse huérfano de padres por desobediencia a la banca, al IBEX 35, a sus hermanos europeos que le aconsejaron, directa o indirectamente, rechazar a VOX y no poner líneas rojas al PSOE en estas circunstancias. ¿Perderá el empuje del viento en las velas de su barca al navegar por mares turbulentos de falsas ideas democráticas? Puede que le falte la inteligente talla de líder.

A Casado se le vio contento en su entrevista con Sánchez, tras el disgusto mayúsculo del batacazo electoral en las generales. Parece que el fantasma del sorpasso se esfuma con las municipales y se encontró relajado y feliz, tal vez por el hecho de ser el último recibido, otorgándosele así el papel de representante de la oposición. Los pactos, al igual que ocurrió en Andalucía, pueden paliar la hecatombe de las elecciones generales y salvar su cabeza. Sigue teniendo en su equipo algunas posturas excesivamente beligerantes como la de Teodoro Egea, con discurso rayano en los campos de VOX, que requieren mayor moderación para mostrar una posición de Estado. En su entronamiento, la aparición de Aznar con su trasnochado discurso de padre protector de Casado, fue un hándicap que le llevó derivando a la derecha y al fracaso. Aznar ya no es lo que era y tiene la marca indeleble de sus actos de gobierno. Ahora, intentando centrarse Casado, refrenó su ímpetu a la vista de los resultados. Le vio las orejas al lobo, le salvó la campana de las municipales, y busca nuevo espacio, aunque sea expresivo, para reafirmarse. Algunos barones no se fían y sostienen un sutil tutelaje para que el partido no se vaya a la debacle en todos sus sentidos, incluido el económico. En todo caso, Casado no deja de ser un novel líder, carente de experiencia propia, que se ha conformado en aprendizajes vicarios a través de sus admirados modelos. 

Pablo Iglesias, anda algo perdido, expectante y confuso. El lastre de pasadas decisiones le puede estar condicionando, al igual que la pérdida de poder representativo. Le crecieron los enanos, permítaseme el símil, y le complicaron la jugada con su retroceso. Son muchos los problemas y muchos los errores de cálculo, muchas las incongruencias y las confrontaciones internas... ya está solo con relación a los fundadores, todos se fueron marchando por una u otra causa. Está atrapado en un dilema múltiple: no tiene fuerza para exigir a Sánchez, al no sumar la mayoría con ellos solos, los grupos periféricos se han dispersado y, con ello, perdido importantes cuotas de poder, salvo “Kichi” en Cádiz, que, por cierto, le es crítico… y Sánchez argumenta que según la implicación de Podemos en el gobierno le negarán el apoyo otros, que con ellos solos no suma.

No quiere el futuro presidente meter en su gobierno a sujetos que le puedan plantar cara, cosa lógica si quiere estabilidad. Iglesias lo sabe, pero también sabe, que si no cobra una buena pieza en esta cacería, pueden estar contados sus días como jefe de su grupo. La propuesta de Sánchez a la portuguesa, es decir con un programa pactado, pero sin ministros de Podemos, puede ser una buena solución a esos temores pero una mala salida para Iglesias. He ahí el tira y afloja… ¿se puede permitir Iglesias dejar caer de nuevo un gobierno de PSOE, e ir a nuevas elecciones, cuando tiene 123 diputados, sin pagar un alto precio por ello? ¿Después del batacazo electoral, qué pasaría si no puede ofrecer ningún trofeo a sus bases? ¿Se convertiría en una fuerza más residual, al estilo IU a la que ha fagocitado? El futuro de Podemos, para mí, sigue siendo un enigma.

Pero qué decir de Sánchez. He de convenir en que está en su mejor momento; puede que por una carambola, por una indecisión de Rajoy, que no dimitió a punto y cedió a Santamaría la llave del Gobierno, lo que hizo prosperar una moción de censura rayando más en el rechazo al propio Rajoy que apoyando a Sánchez. Pedro recoge el fruto de su manual de resistencia. Se vio bamboleado, defenestrado por los suyos, y la suerte le sonrió al final con su apabullante triunfo en las primarias contra los asaltantes, derrotando a la candidata del herido aparato. Su tiempo de gobierno, ante la descomposición de un PP en luchas fratricidas que dejó heridas incurables (Soraya, Cospedal, etc.), le ha reafirmado ante la gente, Europa y el mundo, de ahí su triunfo. No se mostró aguerrido, agresivo, sino tolerante y talentoso, y tal vez temeroso, sabiendo salvar los muebles ante el huracán de las elecciones generales. Con una derecha derechizada hasta extremos no vistos antes; con un Ciudadanos ubicado ya en esa derecha sin tapujos, con una izquierda diezmada en sus conflictos y esperanzada en subirse al corro del triunfo de su mano, solo había que dejar salir las contradicciones del rival. Acusado de pactar con los independentistas jugó con la baza del no apoyo de estos a sus presupuestos, lo que demostraba lo contrario al dejar caer a su gobierno y adelantar elecciones. Por otro lado, el caso andaluz sirvió para despertar a los votantes de izquierda queriendo cerrar el paso a VOX y buscar moderación en los discursos políticos, que se mostraban excesivamente pendencieros. Los ciudadanos, en su mayoría, hartos ya de tanta confrontación, vieron con agrado la postura del diálogo y rechazaron la acusación de traición, imputada por Casado, por haber hablado con los independentistas, pues a ningún pensante racional se le escapa que el alma de la democracia es, precisamente, el ejercicio del diálogo. Los hados le han sido propicios por estas y otras razones y puede que, a poco que sepa hacer las cosas bien, se convierta, incluso, en el líder europeo de la socialdemocracia… y eso, a España, le interesa con la que está cayendo.

De VOX se puede hablar y poco. Es el hijo pródigo del PP, que se ha ido por una pelea doméstica y ahora quiere, desde la independencia de los padres, establecer una nueva relación de familia. Llama a la puerta de la cosa pública y espera que sus padres le abran protegiéndolo y apoyándolo para sumar la fuerza de los dos. Claro está que hay conflicto generacional entre ambos, incluso insultos en la pelea (que si derechita cobarde, que si eso no me lo dices a la cara, que si son de extrema derecha, o de derecha extrema o de no sé qué…) pero, al final, todo queda en casa. El hijo mayor del PP, que para mí es ciudadanos, también anda a la gresca con el hijo pródigo y no le quiere perdonar su deriva, ni siquiera quiere hablarle, pero en el fondo, a través de papá o en la cocina, podrán reprocharse y hablar, hasta llegar a entenderse los tres de la casa grande.

Nota final:
La objetividad de este artículo está totalmente sujeta a mi subjetividad y, por ende, condicionada por las ideas que me despierta un análisis de la situación con el propio sesgo de mi visión de la realidad social, con base en mis conocimientos existenciales, académicos y profesionales. Por tanto se enmarca en la libre expresión de un pensamiento propio con el que se puede estar, o no, de acuerdo,  pero que responde a una reflexión sosegada que pretende la asepsia y la lógica racional en mi discurso.

miércoles, 5 de junio de 2019

El dilema de Ciudadanos



Tal vez deberían preguntarse para qué nació Cs y dónde quieren llegar. ¿Es su objetivo hacer de bisagra y evitar gobiernos donde esté la extrema izquierda, como ellos dicen a Podemos, o la extrema derecha? ¿Acaso, se pretende “sorpasar” al PP y ocupar su lugar volviendo al bipartidismo de bloques? ¿Se aclaran con su identificación ideológica? ¿Son centro, izquierda, derecha o están a caballo, sobre el caballete que bate las aguas a uno u otro lado?

Estén donde estén, es imprescindible se definan de una vez, porque puede ser que acaben en nada, absorbidos por la derecha de Casado tras el fracaso del “sorpasso”. Si su voto sirve para entronizar políticas de extrema derecha de la mano de Vox, mal asunto, para ese viaje no se necesitaban alforjas, solo había que votar al PP.

Ahora, si quieren tomar protagonismo propio, si pretenden diferenciarse de la derecha reivindicando el papel que se adjudicaron en su día (aunque no se sabe muy bien pues han pasado de un lado a otro cual veleta naranja, como les dicen los de Vox)  ubicándose en el centro en plan herederos de la UCD de Adolfo Suarez, o ¿tal vez era el centro izquierda rayando en la socialdemocracia?... no, no, puede que fuera el centro derecha de los liberales como decía la señora Aguirre en su PP madrileño… bueno, no sé, tampoco sé muy bien si lo saben ellos. Ya sé, neoliberales de pura cepa, de mercado sin control, de el pez grande se come al chico para crecer, de que gane el mejor y al pobre desgraciado que le den… ¡Sooo!, paro aquí, vaya a que me esté equivocando y no sea como digo… vuelvo  a la duda existencial de este CS.

Es cierto que el contexto los condiciona, que la problemática catalana los sobrepasa, y que su defensa de la Constitución puede caer en la inconstitucionalidad, recortando o bloqueando derechos constitucionales de otros. El caso de su pretensión de acabar con los derechos forales puede ser un ejemplo, por no volver al tan traído y llevado tema de los catalanes.

Cuesta creer que le haga un cordón sanitario a una formación como el PSOE, partido democrático y el único existente de los padres de la Constitución (resalto que el PP, entonces AP, participó en ello y se rompió por el abandono de militantes afines al franquismo) no dejándole más salida que apoyarse en otras fuerzas que a Cs no les gustan. Sin embargo, anda jugando al gato y al ratón para disimular la alianza con Vox, que añora el franquismo, y que pretende cargarse la propia Constitución (a ellas les va más el Fuero de los españoles). En esta tesitura, sus amos ya le han dicho que mire al PSOE, que es, teóricamente, el más cercano a su posición, para controlar su deriva a la izquierda,  y que deje al engendro diabólico de la extrema derecha que andan sembrando los seguidores de Trump en Europa, al amparo de los viejos movimientos de Le Pen y Cia. de la mano del exasesor del propio Trump, Steve Bannon, con su “The Movement”, donde se cuestionan derechos conseguido en el ejercicio de la democracia en Europa y los propios derecho humanos con relación a los migrantes, que se tiran al mar para llegar al paraíso que se les ha vendido en la metrópolis de las viejas colonias de donde proceden. A Vox se le acusa, interpretando su discurso, de machistas, xenófobos, misóginos, homófobos, etc. herederos ideológicos del viejo régimen, a donde nos quieren llevar a la grupa del caballo de la reconquista (no sé si partiendo de las Navas de Tolosa, de la toma de Granada o de la contienda civil del 36-39). Puede que el secreto inconfesable de Rivera sea la España ideal del Primo de Rivera y todo queda en familia, eliminando la diversidad del Estado… espero equivocarme.

En todo caso es importante que se separe del PP, que establezca las líneas que definen las diferencias y que las haga evidentes, mediante la desconexión de Casado y, sobre todo, de Vox, llegando a acuerdos de gobernabilidad en los lugares donde pueda “pillar cacho” (perdón por la expresión) es decir, donde pueda gobernar y mostrar su capacidad para ello, aprendiendo de cara a las próximas elecciones. Antes de ir con Vox, debería plantearse ir con el PSOE sin tener al PP en medio, que lo único que pretende es su eliminación, como oponente en el campo de  la derecha, fagocitándolo.

El dilema es bien sencillo: O se va con el PP de Casado y su hijo disidente Vox, y lo degluten, o se va con el PSOE, con quien también tiene frontera política, negociando un buen acuerdo para tocar poder. Lo curioso es que habiendo pactado en Andalucía con Susana Díaz, salga ahora con escrúpulos a la izquierda. Tal vez fue una maniobra para limpiar su imagen de derecha, no sé sabe bien ubicada dónde.

Puede que al final, le pase algo parecido a lo que le está ocurriendo a Podemos, que se deshilache el proyecto por no saber conducirlo (lo que le encantaría al PP, igual que está disfrutando el PSOE con la evolución de Podemos), a través de disidencias que no tardarán mucho en aflorar, pues ya se ven los brotes verdes en Garicano, Manuel Vall y otros con respecto a los pactos. La figura de Rivera, pienso, está en declive o, al menos, cuestionada en determinadas esferas del partido, por su imprecisión y bamboleo, pero también por su incapacidad de tomar decisiones contingenciales, es decir en función de las contingencias que van apareciendo tras analizar los resultados de las elecciones y la interpretación razonada de sus resultados.

No soy de los que defienden la figura de Rivera, me produce cierta desazón su rigidez expresiva, su agresividad en los debates; la lectura de su faz y movimientos, sus ojos, su rictus, su mirada, no me generaron confianza y lo veo carente del sosiego y sensatez, del llamado “seny” en su tierra catalana, que requiere, bajo mi modesto punto de vista, un político en democracia. Lo digo, también, porque no es de recibo que ponga como condición, para pactar con otro, la desafección a la línea del propio partido, que renuncien al liderazgo de Sánchez y apoyen el 155, como si eso fuera posible conseguirlo de esa manera. Es una falta de respeto al contrincante y una mala forma de entender la política de acuerdos y captación de socios a través del transfuguismo, como se ha visto con casos del PP y del PSOE antes de las elecciones generales.

En política hay cosas que no se pueden decir, y si se dicen son difícilmente sostenibles desde la concepción democrática, como es no hablar con los otros, aunque sea solo para conocer lo que dicen, o demonizando el diálogo que es la propia esencia de la democracia. Hay que hablar con todos y pactar con quienes se avengan a establecer la concordia y el encuentro en un proyecto común para superar momentos difíciles como el que estamos pasando.

Finalmente, todo demócrata ha de tener en cuenta que los representantes del pueblo, sean del partido que sean, están en el Congreso por derecho propio y al amparo de la Constitución. Respetarlos a ellos es respetar a la parte del pueblo que representan, y España no es ninguno de los representantes en exclusiva, sino el conjunto de ellos.

Para concluir, señores de Ciudadanos, si ustedes han colaborado para echar de Andalucía a Susana y al PSOE enarbolando como idea que ha de entrar aire fresco en las instituciones tras tantos años, hagan los mismo en otros lugares donde sigue oliendo a podrido por la corrupción y el nepotismo, como son Madrid, Castilla León, Murcia, etc…. se lo agradeceremos todos los españoles que queremos una España limpia con aire puro en sus instituciones, de lo contrario podremos pensar que ustedes están para tomar el poder y seguir con las andadas o incluiros en la fiesta de la bacanal política, siguiendo con la dinámica establecida.




Me embarga el estupor ante los hechos

  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...