viernes, 26 de julio de 2019

LA EXTRAÑEZA QUE EXTRAÑA A PROPIOS Y EXTRAÑOS



¿Cómo me han de extrañar a mí estas cosas que tanto extrañan, si la extrañeza que a vosotros os deja extrañados a mí ya no me extraña? (permítanme este juego en redundancia). 

Lo extraño sería que un gobierno, con acuerdo solo de sillones, no fuera una jaula de grillos montada por extraños entre sí. Solo cabe, de una vez, hacer un programa claro, conciso y estructurado para ser viable y, a la vez, ser controlable, monitorizado para hacer su seguimiento. Eso es lo único que sería políticamente honrado al ofrecer a la gente un compromiso detallado y firmado para ser cumplido. Luego, quien sea el encargado de llevarlo a efecto es lo de menos, salvo que ese alguien pretenda que su ego se eleve por los aires hasta llegar a los lugares más recónditos del país para mayor honor y gloria suya. De eso, nuestros políticos saben muchos, los egos están por las nubes y la gloria, en el partido, solo se consigue con el éxito en la escalada del poder externo.

Mas, hete aquí que no quieren esos compromisos comprometedores que les atan las manos, esos programas. Tal vez entienda que gobernar es hacer lo que les salga de “salva sea la parte” en cada caso, cuando, en democracia, gobernar es cumplir los programas y compromisos que se adquieren con los votantes, que, al fin y al cabo, son los verdaderos gobernantes que delegan en el político su soberanía… ¿no era así? Perdonen tanta redundancias, pero un programa programado es la mejor programación para un gobierno de progreso.

Mi extrañeza se dio en un extraño momento en que ERC y Bildu (también al PNV que ya, de por sí, es bastante sensato mientras goce los históricos favores de su reino), llamaron a la cordura a los litigantes de Podemos y PSOE. Patética situación en que dos “enemigos de España”, parafraseando a la ultraderecha y Cs. (que ya empiezan a parecer lo mismo, soltando el lastre de los verdaderamente centrados, hoy se fue del partido Francisco de la Torre con una demoledora carta a Rivera denunciando que ha dejado el centro para irse al extremo) pedían entendimiento por el bien de la propia España. Visión sorprendente de estadistas inesperados, catalogados de rompedores de la patria, temiendo, previsiblemente, el gobierno intransigente de la santa trinidad de VOX, Ciudadanos y el Partido Popular.

Permitidme un inciso: Qué curioso, el número 155 está dominando España, adquiriendo un protagonismo inusitado: 155 son los votos de la derecha extensa para frustrar la investidura de Sánchez, 155 las razones de JxCat para no apoyarlo, 155 el sortilegio para acabar con los independentistas según el triunvirato. Un número mágico que acaba en 5, que rima con… hinco.

Y ya no sé si me extraña o no el novedoso discurso de Rufián, rompiendo su dinámica del pasado cargada de histrionismo, y centrándose más en reclamar una política de izquierdas que resuelva problemas de la gente de a pie. Nunca entendí como un partido que se llama de izquierdas, en este caso ERC, tuvo el estómago suficiente para aliarse con Convergencia (además de la CUP) como nacionalismos que chocan con la propia ideología de la izquierda universal.  Sorpresa inusitada me causó cuando confesó públicamente que a él no le había robado España (recuérdese el viejo discurso trasnochado de España nos roba), sino los Rato, Pujol, Millet y demás. Bienvenidos sean volviendo a identificar el enemigo verdadero del pueblo catalán, a los lladres (ladrones) que comparte con España. Parece que ya vamos volviendo al camino del encuentro. ERC vuelve su cara a la izquierda y puede que empiece a ver a los suyos, a la gente del pueblo, sin fronteras, unidas por un común objetivo, que es la justicia social.

¿Y ahora qué? Sánchez fracasado en el intento, Iglesias herido en su ego por el rechazo, los otros pidiendo acuerdos, mientras siguen en la tele los debates, para fijar el relato de los hechos, sin asumir nadie la culpa, sin tratar, con la dedicación que requieren, los problemas de gobierno y el programa que los solucione.

El voto negativo de la señora Montero, en la primera sesión, para mí fue un error tremendo de táctica y de fondo. Nunca un partido de Izquierdas debe dar un NO a otro, de la misma ala, rechazando su programa; en todo caso inhibirse con su abstención y, al no identificarse con ese programa, dejar que ellos lo defiendan o pacten con otros, luego, según con quien y lo que pacte, que voten NO. Ahí, Izquierda Unida, mucho más madura, supo poner los límites, igual que los puso en la Rioja. No hubo razón para votar un NO, habiendo posibilidades de negociación, salvo que ese NO fueran por despecho del león herido o una carga irracional, no recomendable, de testosterona. Un partido de izquierdas, votando junto a la derecha más reaccionaria, contra otro de izquierdas con el que está negociando, es un escándalo político y cierra muchas puertas al entendimiento. Una foto que queda para la historia, que le será echada en cara como arma arrojadiza en el debate.

La izquierda no aprende, las ideologías y el libre pensamiento, aunque se verbalicen con plena libertad, se han de gestionar desde la sensatez y, también, desde el pragmatismo, desde la razón y el buen juicio, respetando a los aliados potenciales, pues si surgen y fomentan las desconfianzas mejor apaga y vámonos. Sánchez no se fía y cree que Iglesias le montará un gobierno paralelo. Iglesias dice que tampoco se fía de él y ha de estar en el gobierno para controlarlo; dos argumentos asimilables de una misma idea que confirma la mutua desconfianza. Sánchez lo rechaza e Iglesias se siente herido, cómo no, y delega en sus huestes la batalla, que ya advierten que vetar a Iglesias es vetar a Unidas Podemos. En ese momento entendí que el fracaso ya se vislumbraba por la esquina. Iglesias contundente le dijo a Sánchez que si no pactaban con ellos no gobernaría nunca; mesiánica profecía en tono amenazante que siembra más ira en el contrincante. La escalada soterrada, la lucha subliminal, se veía en las caras, en las posturas, en los ojos y la faz que se mostraba tensa. Estaba claro, aquello solo lo podía arreglar un milagro de la Virgen de Lurdes, pero ¿cómo iba a aparecer la Virgen, si ellos no creen en ella (ni yo tampoco, claro), ni le rezan?

El PSOE tiene 123 diputados, UP tiene 42, faltan algunos para la mayoría en primera votación, pero en la segunda, trabajando algo a otros partidos, salen las cuentas. Con estos mimbres se ha de construir la canasta. Hay diferencias que mejor aparcarlas y donde no hay consenso mejor dejarlo para otro momento; lo importante es definir acuerdos, convergencias, sinergias… en suma programa de gobierno sin imponer al otro, hacerlo todo por consenso, que ya estaba medio construido al fraguar los presupuestos que fueron rechazados por los independistas. Generar confianza para no tener que perder demasiado tiempo pendiente del “amigo” o colega de gobierno, por si te la pega en cuanto te des la vuelta, y así poder dedicarse a resolver los problemas reales de la ciudadanía. La lucha entre la izquierda es un viejo testimonio a lo largo de la historia. Socialistas y comunistas se enfrentaron casi siempre por liderar ese campo en Europa. ¿No aprenderán nunca a resolver los problemas con consenso?

Ayer puse en mi muro de Facebook una frase lapidaria que dice: "La insólita guerra entre la izquierda, sigue tras la victoria, hasta perder la batalla". Así es, hasta cuando han conseguido la victoria se enfrentan entre ellos perdiendo la batalla del encuentro. Luego, si se descuidan, perderán la guerra y acabará volviendo la derecha derrotada, que ya reunifica sus huestes para el contraataque. VOX sigue cabalgando en su corcel medieval para entrar en combate por el flanco derecho, Cs. cubre el flanco izquierdo con parte de sus huestes en retirada y desacuerdo, y el PP, con Casado malherido, cubiertos sus flancos, se ubica en el centro del combate sanando las heridas a cubierto. Cuidado, señores y señoras de la izquierda, si hay batalla, pues mientras ustedes discuten si son galgos o podencos, ellos ya tienen conformado un gran ejército.


QUÉ EXTRAÑO ES TODO ESTO QUE PARECÍA NO EXTRAÑARME.





miércoles, 17 de julio de 2019

Cómo salir del laberinto.



Cuán difícil es mantener el sentido común, la sensatez y la mente clara, ante los avatares a que el mundo político nos viene sometiendo. Una infinidad de discursos cargados de argumentación, en uno u otro sentido, nos atosiga e intoxica el pensamiento y la racionalidad que requiere el momento. En todo caso, dado que no podemos tomar decisiones determinantes para una solución adecuada de las desavenencias entre los grupos políticos y, a veces descaradamente, entre sus líderes, que donde dije digo ahora digo Diego, solo nos queda el ejercicio mental de intentar comprende lo que dicen, leyendo entre líneas, para poder hacernos una idea de la realidad que nos envuelve en un mar de confusiones.

La derecha ya ha hablado y, en algún caso, parece que no quiere hablar más, como el señor Rivera, craso error desde mi punto de vista que atenta contra el buen ejercicio de la democracia. Siguen, las llamadas tres derechas, con el viaje en plena discusión sobre el lugar que se ocupa en el vehículo. Ciudadanos, el que no quiere hablar con Sánchez, solo quiere hablar con el PP, con nadie más (vaya forma de ejercer la política), pero quiere que el trabajo de consenso con VOX se lo haga el PP, tal vez para mostrar que entre VOX y PP no hay mucha diferencia, lo que le permitiría ocupar un lugar del espectro político más de centra-derecha, dejando a los populares escorado a la derecha, pero, en el fondo, yendo de la mano en las políticas de gobierno; o sea, como la Santísima Trinidad, que Dios es uno y trino, es decir, es una unidad conformada por tres personas divinas relacionadas entre sí: el PP (padre, fundador de la derecha española actual), VOX (el mesiánico hijo que quiere llevarnos al pasado como reserva espiritual de Europa) y Cs. (que pretende ser el Espíritu Santo con su defensa del Neoliberalismo). Lo curioso es que quieren sacrificar a ese hijo dejándolo al margen o escondiéndolo en el maletero del vehículo, pensando que aún no es mayor de edad o que no es presentable por algún tipo de tara… El problema, sobre todo para Cs, es cuando VOX les muestra su DNI de persona mayor avalado por sus votantes y exige sus derechos de representación.

En todo caso, el grupo de Cs, da la sensación que, para evitar se hable de sus incongruencias, anda provocando conflictos al amparo de reivindicar derechos, que, sin ser cuestionables, parece que no vienen a cuento, al entrar en una manifestación a la que cuestionaba su propio manifiesto como causa de reivindicación de la marcha, siendo el caso del desfile LGTBI. Determinadas lecturas podrían llevar a concluir que se busca el conflicto para justificar la segregación en base a las diferencias que no se manifiestan, pero que están latentes, demonizando a aquellos que parecía defender Cs. El feminismo, al que la derecha alude como radical, es contrarrestado por una nueva idea de feminismo al que acaban llamando “Feminismo liberal”. Solo falta que tomen el concepto de VOX aludiendo a “feminazi”. Todo se andará, llegado el caso…

En la izquierda se da otra guerra o circunstancia. Ganó con amplitud Sánchez, vencedor de la batalla de las Navas de Tolosa andaluza (perdone señor Ortega que use esta comparación tan suya), donde derrotó a la sultana Susana y se apoderó del reino. Ahora, tras su manual de resistencia ante el aparato socialista, ha conseguido la sumisión de todos los rebeldes porque, como ya se sabe, el poder aglutina, reúne, asocia… Ese poder de 123 escaños, que es mayoría relativa, no es suficiente y, aunque haya sido refrendado por el encargo real de formar gobierno, ha de buscar apoyos, o neutralizar rechazos para llegar a la investidura. Soy de los que creen que al señor Sánchez, cómo no, le gustaría formar un gobierno monocolor y evitar el grano en el trasero que sería Iglesias en el consejo de ministros y su tendencia al debate pertinaz que cuestione su liderazgo. Ya lo dije antes y sigo manteniéndolo: dos gallos en el mismo corral solo traen disputas por el dominio del patio, aunque Iglesias le prometa fidelidad y respeto, Sánchez no se fía dada la historia y las divergencias no resueltas.

Hablar de Iglesias es hablar de los desacuerdos y conflictos surgidos en Unidos Podemos, (ahora Unidas Podemos); la pérdida de votos y escaños en las últimas elecciones generales, autonómicas y locales, el desmoronamiento de algunas alianzas con la periferia, la marcha de Íñigo Errejón y la aparición de su partido en Madrid con posible proyección nacional, y las de Carolina Bescansa, Luis Alegre, Tania González, con un Monedero ausente en las estructuras del partido pero influyente desde bastidores, dejan a Iglesias como único representante de los fundadores del grupo. No olvidemos la crítica desde el sur con Teresa Rodríguez a la cabeza y Kichi, otro tándem conyugal a la usanza de Iglesias y Montero, que siempre crea sospechas, al menos para mí, al estilo Aznar – Botella. Hay un grupo que no sabemos por dónde acabará saliendo. Me refiero a los integrantes de la Izquierda Unida de Alberto Garzón, que conforman un viejo partido con dinámica propia. Lo de la Rioja, apoyando al PSOE el concejal de IU y bloqueando la de UP, puede ser un síntoma a considerar, aunque sea muy aislado e incomprensible el caso.

Por otro lado tenemos un independentismo catalán que ya está claramente en divergencia. Bajo mi modesta opinión, el señor Torra, mea fuera de tiesto, como dicen en mi tierra, y la sombra de la nada se cierne sobre su cabeza. Por un lado Puigdemont, huido de la justicia española, al que no le salen las cosas fuera de casa como él querría y se ve sin el arrope exterior que pretendía, sigue ejerciendo su influencia en Torra; por otro la vieja Convergencia, de la mano de Mas y Cía., ya va tomando posiciones para la nueva batalla que se avecina, donde se volverá, sin renunciar a la vieja aspiración de independencia, a los cauces que establece la Constitución, tan denostada por ellos.  

ERC, que debe estar muy cabreada por la huida de Puigdemont y el sacrificio de su honrado líder (lo de honrado líder no lo digo con sarcasmo, sino porque así lo creo en comparación con el otro) Oriol Yunqueras sometido a prisión, ya habla otro idioma que, salvando las diferencias, permite el sosiego requerido para digerir la situación a nivel general. Por otro lado, el PNV sigue mostrando su sobriedad y disposición a entenderse con quienes no cuestionen lo que ya tienen. Hay otro ramillete de partidos de menor peso que aunque pueden ser un buen auxilio para Sánchez, no representan nada sin el apoyo de Unidas Podemos o la abstención de parte de la derecha.

En estas circunstancias, con una derecha consciente de sus limitaciones a nivel nacional, centrada en resolver las diferencias para gobernar en sus feudos históricos, sabedora de que hay una lucha subterránea por liderar ese espacio y que Rivera y Casado, más que aliados de conveniencia hoy, son rivales en ese segmento ideológico y político mañana, dejan a Sánchez que se rompa la cabeza intentando aglutinar apoyos para su investidura (más adelante pactarán con él para sacar ciertas leyes de su interés adelante, si es que no vamos a nuevas elecciones). De momento les interesa que Sánchez se estrelle, que se vea obligado a negociar con los innombrables, con los independentistas que atentan contra España, con los representantes del poder venezolano, con Podemos, aunque ellos signifique riesgos y cesiones, ya se sabe… “mientras peor mejor para nosotros”, decía alguien de ellos y Valls lo recordaba en su alegato para apoyar a Colau antes que a Maragall. He ahí el dilema, empujarles al abismo para luego decir que se han caído y culparles de ello.

Por otro lado, la izquierda se enfrenta a la desconfianza, casi paranoide, que siempre tuvo entre ellos. Sánchez no olvida lo pasado y piensa, arriesgadamente, que, al igual que con Susana, ganará la partida final. Se siente con el poder otorgado al responsable de formar gobierno y entiende que es su derecho de elegir a sus compañeros de cama, pero olvida que no suma y que a los otros, si quiere que lo cubran, ha de ceder algunas prendas. Sabe que con Podemos no llega a cubrir necesidades, que necesita alguien más y que, al igual que con los medicamentes, hay incompatibilidades que condicionan las cosas. Por tanto, anda intentando dar lo menos posible a sus eventuales aliados (a los independentistas ya les niega la sal estableciendo líneas rojas) y fraguar un gobierno de manos sueltas, bajo la amenaza real de que “o esto o nuevas elecciones”. Pero las nuevas elecciones las carga el diablo y el resultado es imprevisible, aunque el CIS, y otras encuestas, le den más ganador aún que en el pasado, pero el apoyo que ahora tiene se vería diezmado por el hartazgo de su propio electorado y la evidencia de su incapacidad para negociar y acordar con la mayoría que ostenta. No debe olvidar que su mayoría es relativa y comportarse como tal.

Para Iglesias estos puede ser el canto del cisne. Rodeado de críticas, fracasado el proyecto inicial de “sorpassar” a los socialistas, huidos en combate muchos de sus camaradas ante su liderazgo impositivo, con partidos alternativos brotando en su trigal, tal vez con una Izquierda Unidad cuestionando su integración en el grupo y con la losa del recuerdo de su no apoyo en el pasado al PSOE dejando gobernar a la derecha de Rajoy, solo le queda ostentar un protagonismo personal que le dignifique y de solidez ante los suyos, para no caer en el abismo de la indiferencia, cuando no de la sustitución (pero cuidado que esa actitud puede elevar su ego por las nubes y ser más dura la caída). Difícil lo tiene ante esta tesitura. Si se radicaliza con Sánchez puede entar en la catalogación de extremista, si se somete, incluso formando parte del consejo de ministros, puede dar la sensación de sucumbir al PSOE y ejercer de alter ego. Sabe que no puede imponer, a quien es encargado de formar gobierno, su propio gobierno, que solo le queda negociar para evitar la catástrofe y el desencanto del electorado en general que vieron a las nuevas fuerzas políticas aflorar como una solución y no como un problema. Ahora toca la toma de decisiones desde el análisis racional de los resultados y las circunstancias que de ello se derivan. Un líder, un estadista solvente e inteligente, es aquel que sabe tomar las decisiones en cada momento, priorizando resultados, en función de las contingencias que aparecen. La ofuscación es contraria a la inteligencia y la capacidad de negociación y consecución de los mejores resultados es propio de un buen líder. Tal vez, ahora, no le interese a Iglesias entrar en el gobierno, sino ejercer su papel de líder aliado, pero diferenciado, que defiende y controla, desde la bancada del Congreso, la ejecución de lo pactado, hasta recomponer su situación personal en Podemos.

En esta situación no es cuestión de puestos en el consejo de ministros, sino de programa pactado y comprometido para toda la legislatura. Creo que es un error garrafal no hablar de acuerdos programáticos, de fijar políticas de consenso, de establecer medidas a tomar para mejorar la vida del ciudadano, de establecer compromisos en áreas de especial sensibilidad social como el empleo, la sanidad, la educación, la igualdad de derechos, la dependencia, las pensiones, la libertad y cohesión social, etc. Este es el campo de negociación. No importa que esté Iglesias o no, lo importante es dónde puede ser más eficaz para hacer cumplir esos acuerdos, en el supuesto de que los haya.

Por tanto, acuerdo programático entre PSOE, Podemos, PNV y otras fuerzas que puedan hacer valer sus votos para investir a Sánchez como presidente. Negociación a calzón bajado, para que no haya malas interpretaciones y malentendidos, hasta conseguir definir un programa común que pueda ser asumido por todos los que participan. Con ese programa que forme Sánchez su gobierno con algunas condiciones razonables en su estructura que se acuerden en el proceso de negociación, que no dejan de ser secundarias bajo mi punto de vista o, al menos, de segundo orden. Por eso no entiendo la consulta de Iglesias a los militantes de Podemos sin haber pactado nada, para solo pedirles que se definan sobre una de las posibles soluciones hipotéticas y radicalmente diferentes sin considerar la posibilidad de otras intermedias que pueden resultar de una negociación en marcha. Lo malo es que las respuestas, salvo que sea solo para que Iglesias se blinde ante un no acuerdo o esgrimir un tono de amenaza o férrea posición intransigente, sirve, pues, para atarle las manos, atrapado en una dicotomía extrema sin considerar los espacios intermedios… Yo no la hubiera hecho, pero doctores tiene la Iglesia, mas no sé si contará entre ellos con San Pedro (Sánchez) y San Pablo (Iglesias). En todo caso, a uno, le queda solo esperar que la cordura, si es que existe y no son los egos y las ansias de poder los que dominan la situación, se imponga y entiendan lo que decimos los votantes.

Cada vez, esta situación política, se parezca más al laberinto del Minotauro. Dédalo (que son ellos) ha construido un laberinto de donde es difícil salir, para que Minos encierre al Minotauro (la vieja dictadura) y ahora están atrapados en su propia creación. Solo saldrán con imaginación y arrojo, como hizo Dédalo junto a su hijo Ícaro, creando unas alas de cera para salir volando y escapar del encierro. Mas solo cabrá el éxito si lo hace con prudencia y no caen en la tentación de volar tan alto que el sol derrita las alas (como le pasó a Ícaro) y los arroje al mar pereciendo ahogados en sus profundidades.

PRUDENCIA, IMAGINACIÓN, SOSIEGO Y ACTITUD CONSTRUCTIVA PARA SALIR DEL LABERINTO, ESO ES LO QUE PIDO Y DESEO…



jueves, 11 de julio de 2019

EL RAMAJE DE LOS ÁRBOLES (Metáfora)



Cuesta comprender los entramados y entresijos que mueven la política y a los partidos que la ejercen con permiso del votante. Todo está bloqueado o, al menos, eso parece. Además, atentando contra el espíritu de la democracia, se habla de líneas rojas que excluyen y apartan a otros partidos cuya legalidad es incuestionable para el tribunal constitucional. Entiendo que no se quiera pactar con quien no se es afín o pretenda alterar el sistema de forma unilateral, pero de ahí a demonizar a un partido hay un trecho. Si un partido tiene representación es porque los ciudadanos han decidido dársela en el libre ejercicio de su voluntad soberana. Quien desprecia o demoniza a un partido lo hace con todos sus votantes. Otra cosa, insisto, es que esté en las antípodas ideológicas de uno y, ya de entrada, se sepa que es imposible el acercamiento.

El batiburrillo que tenemos sobre el escenario político, es complicado entenderlo, pero quiero compartir con mis amigos la reflexión y el esquema comparativo que me ha generado el pensamiento para comprender mejor cómo están las cosas. Lo haré mediante un símil que da mayor consistencia a la explicación que me vengo dando:

En un principio había dos árboles frondosos de ramaje complejo cargado de diversidad, incluso, entre sus ramas. Por un lado el árbol centenario del PSOE con sus diferentes tendencias. Frente a él, otro surgido de semillas variadas que estaban latentes en la tierra y que vino a conjugar las ideologías de derechas con el espíritu del pasado régimen. Otro árbol, cargado también de historia reciente, pervivía mal nutrido por el sistema de riego, pues representaba la ideología comunista denostada por el viejo régimen y catalogados de totalitarios, aunque hubiera sido injertado con el brote del eurocomunismo. Acababa el siglo con tres árboles, uno que aglutinaba a toda la derecha, incluida la transmutada desde el franquismo, al que llamaron PP; otro, injertado por Felipe González, había modificado su concepción ideológica abandonando el marxismo para hacerse socialdemócrata y ser aceptado por el poder capitalista como agente gestor de los intereses generales del sistema, llamado PSOE; el tercero, llamado “Izquierda Unida” (IU), cargado de ideología marxista y marcado por la lucha social de mediados del siglo pasado, reivindicaba para sí el espacio ideológico que abandonaba el PSOE, pero a duras penas se conseguía mantener por sus luchas internas, tan propias de la izquierda.

El primero y el segundo, se fueron repartiendo el gobierno a la usanza de Cánovas y Sagasta, del bipartidismo anglosajón. Este sistema de alternancia dio como resultado un alto índice de corrupción en ambos grupos (PP y PSOE). Ello originó un general descontento que detonó el 15M en las calles del país. Afloró Podemos, y después Ciudadanos, trayendo promesas de aire fresco para limpiar la atmósfera política, perversamente emponzoñada por las emanaciones putrefactas de la corrupción amparada en el rodillo de las mayorías. IU, tras seguir su camino en solitario, decide acoplarse a Podemos, lo que marca al movimiento nacido del 15M, que al absorberlo se va influenciando del espacio que otrora ocupara IU, pero dando como resultado la no suma de votos, el conflicto interno en los comunistas y desajustes en la nueva estructura.

Ahora, lo que parecía que podía ser una solución se ha convertido en un problema. Si era difícil poner de acuerdo a dos, imaginad lo que es poner de acuerdo a cinco, sobre todo con la aparición de VOX, que viene cargado de nostalgias del pasado y sus estructuras y esquemas funcionales. Al final, tras darle vueltas y más vueltas, se van decantando cada cual para su lugar de origen o de identificación, potenciando los bloques de derecha vs izquierda.

Y es natural. Veamos cómo y de dónde surgen cada partido nuevo, según mi subjetivo razonamiento:

El PSOE, por viejo, tiene raíces muy ancladas y expandidas por el subsuelo, al igual que IU. El brote de Podemos surge en un espacio intermedio entre PSOE e IU, aflorando una de sus raíces comunes que germina en contacto con el aire, e intenta reconducir la izquierda en una nueva dimensión orientada a la utopía marxista que el PSOE ya abandonó, pero de dónde surgió en su día. Es, por tanto, un nuevo árbol surgido de la semilla de la izquierda, a la que los socialistas renunciaron e IU no supo o pudo cultivar. Claro que las tierras de cultivo del campo capitalista no son adecuadas para que crezcan semillas que lo cuestionen y tiende a identificarlas como malas hierbas que hay que erradicar. El PSOE reconvertido en socialdemocracia sí que es aceptado y viable para el cultivo en ese campo.

Pero ¿y de la derecha qué? El árbol de la derecha, representado en el PP, es frondoso por estar injertado de innumerable ramas variadas (liberales, conservadores, democristianos, herederos de la ideología franquista, etc.) se mantuvo fuerte, como un roble, durante mucho tiempo, mientras era alimentado por el sistema, incluso con caja B, hasta que empezó a pudrirse por la corrupción.

De la base de su tronco, junto a su pie, como si de una vareta de olivo se tratara, surgió Ciudadanos con la intención de crecer libre e independiente, con la frescura que todo brote aporta, para suplir al viejo árbol enfermo e, incluso, ejercer de árbitro o bisagra que recondujera la situación hacia la regeneración. Mas, he aquí, que del gran árbol de la derecha se desgajó una rama, acusándolo de cobarde (derechita cobarde) reivindicando los viejos principios desde el descontento que mostraban los integrantes herederos de la ideología franquista. El viejo árbol se resintió tanto, que le puso a huevo al otro árbol (PSOE) el dominio del gobierno, por lo que la rama desgajada y el nuevo brote cuan varilla de olivo, decidieron cerrar el paso a la izquierda.

En estas circunstancias Cs, partido que reivindica el ideal neoliberal, rechaza, incongruentemente, la negociación con VOX mientras exige su apoyo, por lo que plantea que él bebe y suma con el tronco del PP, con quien solo ha de pactar, mientras exige a este que haga entrar en razones a VOX con quien mantiene vasos leñosos por donde comparten la savia de ambos, o sea su rama desgajada, y con quien sostiene contactos sin pudor. Esa falta de conciencia sobre la propia identidad o de la actitud que ahora se defiende, bloquea a Cs. mostrándolo inconsecuente y obligándolo a explicar lo inexplicable. Cs. insiste en que VOX forma parte del árbol del PP y no del suyo, por lo que es el PP el que ha de lidiar con él y someterlo, obviando a Cs. Situación confusa, pues VOX insiste en que es un árbol independiente y sus votos son tan válidos como los de los demás y, además, necesarios para que gobiernen los otros dos partidos, por lo que exige un trato igualitario.

En estas circunstancias, con un PSOE que quiere gobernar solo con la colaboración de Podemos, sin dejarle demasiada relevancia en el gobierno; con un Podemos en descomposición por las fracturas internas y la marcha de la mayoría de sus fundadores, que necesita, sí o sí, un bocado que llevarse a la boca para neutralizar su crisis; con una amenaza de nuevas elecciones (cosa que no entendería le pueblo) y la posible irrupción del partido de Errejón en el segmento electoral de Podemos, solo cabe esperar o una claudicación de Podemos o una explosión que nos lleve a nuevas elecciones, de resultados inciertos aunque el CIS diga que gana el PSOE.

El asunto de la derecha no es menos complicado. VOX y Cs. son agua y aceite a primera vista, pero seguro que pueden empaparse en el pan que representa el PP y juntarse allá para hablar, lo que quiere decir que sin pactar entre ellos podrán llegar a acuerdos a través del PP, aunque tengan que tomar más de un café en el más puro sentido irónico. El árbol matriz sigue siendo el PP.

A todo esto, la opción clásica de recurrir a la periferia para sostener el gobierno se ha difuminado al pasar estos de nacionalistas integrados en el Estado a independentistas críticos con el mismo, lo que lleva a los partidos, llamados constitucionalistas, a huir de ellos como apestados para que no se les acuse de apoyar la ruptura de España.

Mientras tanto aquí estamos, apurando plazos, sin saber qué viene y con los problemas del ciudadano en el alero esperando que alguien les dé soluciones. O acaso es:
  • ¿Una guerra de egos?
  • ¿Un choque de trenes entre líderes enrocados?
  • ¿Desconfianzas entre ellos por sus deslealtades pasadas?
  • ¿O está detrás la lucha por el liderazgo del espacio compartido?


Malos políticos tenemos si no son capaces de llegar a acuerdos para resolver los problemas, si en lugar de resolverlos los crean, sin no saben jugar al pacto en el ejercicio de la democracia y forjar alianzas que permitan el gobierno. Si eso es así, no se resuelve con elecciones nuevas, sino con el cambio de actitud de los políticos o de los propios políticos para que otros menos enrocados sean capaces de alcanzar acuerdos leyendo justamente el resultado electoral. Mientras tanto solo nos queda esperar pacientemente a que se decidan, gestionando nuestro propio desencanto, mientras esos árboles echan ramas adecuadas para producir el fruto que se les pide. La gestión de la democracia se hace mediante consenso, acercamiento y racional entendimiento, a ver si se enteran. 

Me embarga el estupor ante los hechos

  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...