domingo, 30 de mayo de 2010

Asertividad




Hace algún tiempo que quiero colgar algo referente al concepto de asertividad. Ciertamente no solemos ser asertivos en la mayoría de los casos, pues estamos atados por los modos y formas convencionales de comunicación, cargados de miedos y prejuicios que nos condicionan. Pero me parece importante tomar conciencia de que, mediante la asertividad, podremos comunicarnos mejor y más productivamente. Nuestras emociones necesitan ser gestionadas en el proceso de comunicación desde la inteligencia emocional hacia el fin que se pretende.

Para clarificar el concepto y dar una visión más operativa de ella he pululado por diversos lugares, tanto de Internet como bibliografía particular, con la intención de compartir algunas apreciaciones que espero sean de provecho y del agrado del lector visitante. Yo me identifico con estos planteamientos, aunque no siempre los ejerza, en el convencimiento de que es una técnica comunicacional muy madura y sensata, que ayuda a crecer intelectualmente y facilita la convivencia y el diálogo constructivo.

Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad (o no asertividad). Suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos.

Es una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia.

Por tanto, la asertividad es aquel estilo de comunicación abierto a las opiniones ajenas, dándoles la misma importancia que a las propias. Parte del respeto hacia los demás y hacia uno mismo, planteando con seguridad y confianza lo que se quiere, aceptando que la postura de los demás no tiene por qué coincidir con la propia y evitando los conflictos de forma directa, abierta y honesta.

¿Por qué la asertividad?

La asertividad permite decir lo que uno piensa y actuar en consecuencia, haciendo lo que se considera más apropiado para uno mismo, defendiendo los propios derechos, intereses o necesidades sin agredir u ofender a nadie, ni permitir ser agredido u ofendido y evitando situaciones que causen ansiedad.

La asertividad es una actitud intermedia entre una actitud pasiva o inhibida y otra actitud agresiva frente a otras personas, que además de reflejarse en el lenguaje hablado se manifiesta en el lenguaje no verbal, como en la postura corporal, en los ademanes o gestos del cuerpo, en la expresión facial, y en la voz. Una persona asertiva suele ser tolerante, acepta los errores, propone soluciones factibles sin ira, se encuentra segura de sí misma y frena pacíficamente a las personas que les atacan verbalmente.

La asertividad impide que seamos manipulados por los demás en cualquier aspecto y es un factor decisivo en la conservación y el aumento de nuestra autoestima, además de valorar y respetar a los demás recíprocamente.

Derechos asertivos

La asertividad parte de la idea de que todo ser humano tiene ciertos derechos:

1. Derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
2. En ocasiones, derecho a ser el primero.
3. Derecho a equivocarse y a hacerse responsable de sus propios errores.
4. Derecho a tener sus propios valores, opiniones y creencias.
5. Derecho a tener sus propias necesidades y que éstas sean tan importantes como las de los demás.
6. Derecho a experimentar y a expresar los propios sentimientos y emociones, haciéndose responsable de ellos.
7. Derecho a cambiar de opinión, idea o línea de acción.
8. Derecho a protestar cuando se es tratado de una manera injusta.
9. Derecho a cambiar lo que no nos es satisfactorio.
10. Derecho a detenerse y pensar antes de actuar.
11. Derecho a pedir lo que se quiere.
12. Derecho a ser independiente.
13. Derecho a superarse, aun superando a los demás.
14. Derecho a que se le reconozca un trabajo bien hecho.
15. Derecho a decidir qué hacer con el propio cuerpo, tiempo y propiedades.
16. Derecho a hacer menos de lo que humanamente se es capaz de hacer.
17. Derecho a ignorar los consejos de los demás.
18. Derecho a rechazar peticiones sin sentirse culpable o egoísta.
19. Derecho a estar solo aun cuando otras personas deseen nuestra compañía.
20. Derecho a no justificarse ante los demás.
21. Derecho a decidir si uno quiere o no responsabilizarse de los problemas de otros.
22. Derecho a no anticiparse a las necesidades y deseos de los demás.
23. Derecho a no estar pendiente de la buena voluntad de los demás.
24. Derecho a elegir entre responder o no hacerlo.
25. Derecho a sentir y expresar el dolor.
26. Derecho a hablar sobre un problema con la persona implicada y, en los casos límite en los que los derechos de cada uno no estén del todo claros, llegar a un compromiso viable.
27. Derecho a no comportarse de forma asertiva o socialmente hábil.
28. Derecho a hacer cualquier cosa mientras no se violen los derechos de otra persona.
29. Derecho a tener derechos.
30. Derecho a renunciar o a hacer uso de estos derechos.

Receta-ideario para ganar asertividad

1. Puedo cambiar mi modo de pensar. Tengo derecho a cometer errores porque la pauta ENSAYO-ERROR está inscrita en mi biología (rectificar es de sabios).
2. Veo la realidad según mis propios matices semánticos. No hay fracasos sino resultados. No hay obstáculos sino oportunidades. El miedo es lo que segrega mi cerebro cuando no decido o cuando no resuelvo un problema.
3. Vigilo PRIORIZAR MIS OBJETIVOS sin enredarme en lo accesorio, gozando el aquí y el ahora sin referencias al pasado (culpas) ni al futuro (preocupaciones).
4. Afirmo mis deseos o sentimientos, en vez de manipular a otros. Decido por mí mismo lo más posible, porque trato de no delegar mis asuntos en manos de otros. Primero centro todo y luego priorizo cada cosa.
5. Celebro cuanto hago, siento o pienso, sin consumirme por lo que me falta. Me contento con el MÁS O MENOS, en lugar del "todo o nada". (La vida es lo que te pasa mientras estas ocupado haciendo otros planes - J.W.Lennon).
6. Soy el único juez de mí mismo. Hacer que me respeten es más importante que gustar. Nutro mi autoestima con autoaceptación consciente, sentimientos equilibrados y trabajo diligente..
7. Resuelvo en vez de postergar. Confío en mis capacidades. No me lamento ni rebajo mi empeño, sino que actúo de inmediato sin mirar atrás. Si me atasco, REDEFINO el marco y veo el "diferente" paisaje de posibilidades.
8. "Un hombre sólo posee aquello que no puede perder en un naufragio" (proverbio hindú). Poseo lo mínimo para poseerme lo máximo. No poseo a nadie ni me posee nadie.
9. Convierto todo en mi vida, cada circunstancia, revés o problema, en oportunidad para crecer y aprender. Busco equilibrar mi conciencia, mis sentimientos y mis pulsiones.
10. Todas las filosofías y casi todas las religiones aportan coordenadas para situar el camino vital, con sentido y significación. En casi todos los casos, estas coordenadas son LA VERDAD Y EL AMOR. En este sentido, ser asertivo es ser virtuoso.

Que aproveche la receta.

jueves, 27 de mayo de 2010

El cura de mi pueblo




De nuevo con vosotros. Han sido unos días en los que la actividad programada me ha impedido visitar vuestros blogs y dejar entradas en este, salvo la del tema de la conferencia del Aula de mayores. Ahora vuelvo a mi actividad normal.

En estos días han ocurrido muchas cosas en nuestro país dignas de tratar, pero yo hoy quiero compartir con vosotros un hecho que me ha sublevado por su contenido y forma; si bien no soy creyente, ni practico religión alguna, me siento solidario socialmente con todos los conciudadanos que puedan sufrir la influencia o atropellos de las religiones.

Hace unos días una amiga me notificó que el cura de mi pueblo, Cuevas de San Marcos, le había negado la comunión a una señora mayor (en torno a los 70 años), de fe contrastada a lo largo de su vida, por convivir en su casa con un señor. Al parecer lo hizo públicamente, en la misma iglesia y delante de todos los asistentes, si la información que tengo es cierta. Es de imaginar el sentimiento que embargó a la referida señora. Ella que acudía con asiduidad a la iglesia, que era creyente y entendía la espiritualidad desde el amor, se ve sorprendida por el rechazo del cura por, precisamente, practicar ese amor que dice divulgar la religión.

Y es que a uno cada día le cuesta entender y comprender los actos de las jerarquías eclesiásticas, cada vez más lejos de la gran base social de los creyentes. Sorprende que sigan aferrados a la maldad del sexo, cuando su Dios lo puso ahí para practicarlo como forma de expresión de amor y no para reproducirse como hacen los animales cuando afloran las feromonas. Rechazan cualquier forma de expresión amorosa que no sea la que ellos dicen, entiéndase amor entre iguales de género, rechazan el uso del preservativo como profiláctico permitiendo la difusión de enfermedades y muerte, también el amor libre como expresión afectiva entre dos personas adultas, mayores y responsables, rechazan todo aquello que no cuente con su beneplácito anacrónico y obsoleto, de ideas trasnochadas, que solo pretenden el control del feligrés a través de su sumisión a los principios, muchas veces arbitrarios, que van imponiendo.

No quiero ir más lejos en mi análisis crítico a esta iglesia que no condena su propia pederastia hasta que se acorralada, que se permite entrar en el mundo de las finanzas especulando con el dinero de los impositores de su caja “Cajasur” hasta dejarla en bancarrota, sin olvidar las andadas del Monseñor Marcinkus, sí el señor Paul Casimir Marcinkus y el banco Ambrosiano (tecleen en Google su nombre y verán lo que encuentran), que flirteó con las ideologías totalitarias y asesinas del pasado siglo, cuando no las llevó bajo palio, que interviene e intervino a lo largo de la historia en los asuntos de este mundo, cuando proclama que su reino es del otro.

Esta iglesia, amigos, perdió su legitimidad moral en el legado de Cristo, cuando se alió con el poder en tiempos de Constantino. Desde entonces cohabita con él, duerme en el mismo lecho de injusticia y desigualdad amparándolo y protegiéndolo en una simbiosis benefactora para ambas partes. Desde entonces se hizo avaladora ideológica de esa injusticia, a la que soportó al amparo de ejercer la caridad con los más pobres. Me gustaría saber qué haría Cristo con ellos si volviera a su templo y viera lo que hacen.

Pero lo que más sorprende es que un cura, soltero, célibe, que ha renunciado al amor más grande que se puede ejercer, como es el que lleva a la proyección de otras vidas mediante la procreación como mandato bíblico; que debió frustrar y reprimir cualquier intento o afloración de enamoramiento, o deseo carnal hacia otra persona; que soportó, sin condenarlas, las actuaciones pecaminosas de sus colegas, referidas a las diferentes expresiones de la sexualidad (léase provocación y aprovechamiento de adúlteras, relaciones homosexuales, encuentros pasionales clandestinos con resultado de hijas o hijos ilegítimos, pederastia y otras maldades semejantes, en muchos casos delictivas); este tipo de sujeto, digo, no sea capaz de comprender que a determinadas edades la soledad abre puertas al amor sano para transitar en la última etapa de la vida, ese amor busca alianzas benefactoras para las dos partes y crea las últimas ilusiones de la vida llegando al final en compañía. Qué ceguera la suya. Intentar privar a una señora mayor de sus últimas ilusiones, hacerla sufrir y padecer la disonancia cognitiva que reprensada el conflicto entre su creencia alienante y su necesidad vital de amor y compañía, someterla a la humillación pública por enamorarse o convivir con otra persona de distinto sexo… Porque puede que esa convivencia sea asexuada y, entonces… ¿cuál sería el problema? Qué estupidez soberana se le puede ocurrir a un sujeto que antepone la norma de la ceremonia religiosa al propio amor, como si el fin fuese la ceremonia en lugar del amor. Hoy, que están defendiendo la comunicación directa con Dios, que puedes confesar con Él, puesto que es Él el que todo lo sabe, no se percata de que su Dios ya le dio permiso al nacer para relacionarse con los demás, para sentir emociones, para ejercer el amor por mandato divino sin tener que someterse a las arbitrariedades de sujetos terrenales. Si fuera un caso de amor entre mayores, manifestado ante Dios, cómo puede este ser terrenal ir contra la expresión de amor que creó su Dios.

Cada vez me siento más lejos de ellos. Mi corta vida de seminarista y mi tiempo formativo en los Jesuitas me ha llevado a ser muy crítico con la iglesia actual y con su historia, a perder la llamada fe y entender las religiones como algo alienante. Solo me sentí identificado con la idea de la teología de la liberación. Tal vez, como librepensador de concepción laicista, tenga una forma más aséptica de verla, que respete su idiosincrasia, pero cuando surgen estas cosas uno grita y clama al cielo por la repercusión social que tienen. Esto es eso, un grito de repulsa y rechazo social al hecho que denuncio.

Eso sí, permítanme algunos apuntes bibliográficos para contrarrestar su tremenda influencia doctrinal a lo largo de la historia, donde acallaron, etiquetándolos de herejes, todo lo que iba contra ellos, toda crítica argumentada que les ponía en evidencia, como siguen haciendo ahora. Reclamo y defiendo el derecho de todos a informarse y sacar las propias consecuencias libremente, haciendo uso de su capacidad de juicio, de sus raciocinio y discernimiento. Leámoslos, pues, pero como adultos, mayores y con criterio.

Para tener otra visión me permito sugerir al lector:
Biografía no autorizada del Vaticano. De Santiago Camacho. Un interesante repaso a los entresijos del Vaticano y sus finanzas
La puta de Babilonia. De Fernando Vallejo. Un paseo por la historia dando datos precisos de sus desmanes, corrupciones y delitos.
La vida sexual del clero. De Pepe Rodríguez. Acopio de algunos casos contrastados sobre las prácticas y engañifas sexuales del clero.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Aula de mayores


Excepcionalmente me voy a permitir usar este blog para otra actividad distinta a la inicial, aunque también quepa hacerlo. Se trata de poner a disposición de los asistentes al Curso de Mayores de la Universidad de Málaga, el tema de mi conferencia del día 19 de mayo, para que puedan tener acceso a su lectura de forma inmediata, dado que no se ha publicado en el libro, como complemento a mi exposición en el aula.

Pido, pues, disculpas a mis amigos y amigas lectores habituales, a los que aprovecho para darle las gracias por haber llegado a los 100 seguidores, hecho que he de agradecer al joven portugués Victor Bento, de Porto, que ha cumplido el centenar. Así mismo, ruego disculpéis los pocos y cortos comentarios que fui colgando en vuestros blogs durante esto días, pues la actividad de preparación de esta y otras dos conferencias que tengo en este mes me han detraído demasiado tiempo. En todo caso, os ofrezco la posibilidad de acceder el tema de la conferencia referida, que incluye parte de algunas entradas que, en su día, colgué en este blog. Volveré a mis planteamientos normales en la próxima entrada.

Un saludo afectuoso

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El proceso evolutivo de la interrelación social. Relación objetiva vs. objetal y ajuste de roles en la pareja.

Prof. Antonio Porras Cabrera.

Introducción

La presente conferencia no tiene por objeto establecer o dar a conocer principios científicos o conclusiones ex cátedra. El propio título deja entrever la temática y su previsible evolución. Ante cualquier exposición uno debe considerar el auditorio y cual es su interés especial, dentro del programa que se haya establecido. Es obvio que los asistentes a esta Aula de Mayores tienen unas características singulares dentro del mundo universitario. Su edad y, por consiguiente, su bagaje vital les otorgan amplia experiencia en la escuela de la vida, en la universidad del conocimiento popular. Esos conocimientos no reglados, forman parte del la propia confrontación y el afrontamiento de las vicisitudes que, a cada cual, le otorgó su propio devenir a lo largo de su historia.

Es cierto que, al ser cada uno un sujeto singular modulado por la propia experiencia, pueden existir algunos desajustes o divergencias en el análisis evolutivo del entorno y de los contextos, que han ido sosteniendo y amparando los múltiples cambios que pudieran haberse dado en nuestra sociedad. Los principios, valores y creencias que atesora cada sujeto hacen que su enfoque o visión pueda ser diferente, así como su propio análisis de los hechos. Eso forma parte de la interpretación de los acontecimientos. Pero es incuestionable que determinados sucesos han sido categóricos en el proceso evolutivo y que es conveniente conocerlos y darles su importancia real y trascendencia.


Los cambios generacionales

A lo largo de la historia han surgido sistemáticamente los conflictos generacionales. Los jóvenes eran incomprendidos por los mayores, exigiéndoseles la cordura, responsabilidad, sensatez y juicio propios del adulto. A los mayores se nos suele olvidar que también fuimos jóvenes y que nuestras travesuras y transgresiones tenían el mismo calado que las criticadas ahora en los jóvenes.

Ciertamente, el joven necesita la confrontación para crecer, para tomar conciencia de su propio poder y elevar su grado de autoestima e independencia. La vida es un reto continuo al que se ha de responder para seguir creciendo. Es imprescindible la confrontación y el afrontamiento de estos retos para el desarrollo humano. Es un proceso de educación y formación que les va ubicando en la sociedad mediante la socialización, que viene a ser la introyección de las normas, actitudes y conductas socialmente aceptadas.

Los padres y mayores, en general, crean resistencias a ese proceso y siempre suelen ver al hijo o la hija como niño o niña sin percatarse de su desarrollo… ¿Será resistencia a reconocerse mayores? El hecho es que el desarrollo de la etapa de pubertad suele llevar acompañado un proceso de negociación, a veces muy duro y cargado de conflictos, que desemboque en la independencia bajo el reconocimiento, por parte de los padres, de las capacidades de los hijos para dirigir su propia vida. De la gestión de este proceso se derivará el contrato intergeneracional, que defina las relaciones futuras. Por tanto, es la buena gestión del conflicto la que garantiza la cohesión del sistema familiar y social.

Por poner un símil, imaginemos un padre que lleva de la mano al hijo, va delante abriendo caminos, protegiéndole e indicándole como circular por la vida. Le enseña e integra en el mundo social que le rodea. Paulatinamente le va acercando a su nivel, para que tome más protagonismo y llegada la pubertad y posterior juventud ya le tiene a su altura, comparte con él las decisiones, le hace partícipe de ellas y le va dando protagonismo tuteladamente hasta la adultez. Llegado este momento, los padres pasan a la parte de atrás, observan la evolución y le ofrecen su apoyo pero respetando su independencia, su capacidad de criterio y sus decisiones respecto a lo que le afecta. En este momento el hijo ya es adulto, capaz y formado para dirigir su vida y para tomar protagonismo a un mayor nivel en la relación familiar. Acabarán siendo los hijos los que ayuden a los padres en su estadio final, cuando su autonomía o capacidad de respuesta vital se disminuya llevándolos a la dependencia.

Pero es evidente que el conflicto intergeneracional es una constante a lo largo de la historia, como ya decía. He aquí algunas frases, a modo de ejemplo, que vienen a demostrarlo:
1. "Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos". Sócrates. (470 a. C. - 399 a. C.).
2. "Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país, si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible". Hesíodo, poeta de la antigua Grecia ( 720 A .C.)
3. "Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos". Un sacerdote ( 2.000 A .C.)
4. "Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura". Escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia.
5. "Los jóvenes de hoy no parecen tener respeto alguno por el pasado ni esperanza alguna para el porvenir". Hipócrates. (460 a. C. - 370 a. C.)
6. "Los viejos desconfían de la juventud porque han sido jóvenes".
Shakespeare. (1564 -1616)

Señoras y Señores: ¿Están ustedes de acuerdo en que es esto lo que está pasando? La cosa siempre ha sido así...

Podemos concluir que la sociedad es dinámica, con cambios continuos mediante los que se va adaptando a las nuevas tecnologías, ideas y pensamientos, que determinan otras formas de relación entre sus miembros. La juventud es el motor del cambio, la madurez debe ser la parte que dé cordura y sensatez sin bloquearlo, pues la nueva etapa es de los jóvenes, de ellos es el futuro. En cada generación hay un reto. El nuestro fue la transición, el de nuestros padres el conflicto de la guerra, el de nuestros hijos las nuevas tecnologías y la globalización. Cada juventud pretende construir su futuro, el dar sentido de continuidad a un proyecto social es la base del entendimiento entre las generaciones. Eso forma parte del mundo de las ideas


El proceso evolutivo a lo largo de la segunda mitad del XX

No deja de ser curioso y, en cierta medida, paradójico, que el gran progreso de nuestra civilización durante el siglo pasado venga de un conflicto bélico. La segunda guerra mundial significó la aceleración de los procesos de investigación en tecnología bélica que luego dieron pie al desarrollo social en tiempos de paz.

Por otra parte, la confrontación de tres grandes ideologías, como son el sistema comunista, el nazismo y el capitalismo de las democracias occidentales, produce y condiciona una situación de tensión entre los vencedores (comunismo y capitalismo) que se manifiesta en la llamada “Guerra fría”, continuando con el desarrollo de la investigación armamentística y su aplicación posterior a la vida civil.

En Europa, aparte del mundo comunista caído con el muro de Berlín, se mantienen dos dictaduras identificadas ideológicamente con los perdedores, como son España y Portugal. Durante la posguerra se crea el embrión de la Unión Europea en la que se insertan los países europeos de la alianza occidental. Quedando fuera la península ibérica, hasta la desintegración de las dictaduras salazarista y franquista.

La desaparición definitiva de la URSS aleja el nubarrón de la guerra y abre otras posibilidades de relación internacional, que luego condiciona el conflicto de oriente medio y la antigua Mesopotamia y Persia.

En todo caso, cabe destacar la aparición del Estado del Bienestar que se fragua en Europa y que mejora considerablemente la vida de la ciudadanía europea, su desarrollo social y económico y la fusión de intereses comunes con la eliminación de fronteras, tanto a nivel arancelario como de intercambio humano. Esto ha hecho que el flujo ideológico también se diera, apoyado y potenciado por los medios de comunicación y que los pueblos se acercaran en su concepción de un espacio común de convivencia.

La globalización, sin embargo, ha resultado poco o nada humanista, puesto que se ha fraguado desde los intereses comerciales y no pretendiendo el homogéneo desarrollo humano. La crítica básica a este proceso se basa en haber dejado de lado los intereses del colectivo social y la pretensión de equilibrio y justicia universal, para centrarse en la consecución de beneficios de las grandes empresas. No se ha pretendido, pues, crear un estado mundial, donde las fronteras se diluyeran, sino que se objetivó un inmenso mercado sin aranceles y de libre comercio y flujo de mercancías, pero no de personas, derechos y leyes comunes que llevaran a compartir un mismo sistema político y de derecho.


El tránsito democrático en España

Podemos definirnos como la generación del tránsito. Tránsito político, desde la dictadura a la democracia. Tránsito económico, desde la miseria a la abundancia. Tránsito migratorio, desde la emigración a la inmigración. Tránsito industrial, desde el subdesarrollo al desarrollo. Tránsito social, desde la desigualdad a la igualdad de género. Tránsito educativo, desde el analfabetismo a la universidad.

En ese tránsito se han modificado muchas cosas: la dinámica familiar, el rol social de los miembros de la familia, marido y mujer. El papel de los hijos, de trabajar para los padres a trabajar para los hijos.

He aquí algunas frases sacadas de la ideología que se transmitía en la etapa predemocrática, sobre todo dirigidas a la mujer y a su actitud sumisa al varón a través de la Sección Femenina:

"Nosotros, los subordinados, no tenemos más misión que obedecer. Debemos obedecer sin discutir. Quien manda, sabe lo que hace y por qué lo hace. Es más difícil obedecer que mandar. El que obedece no se equivoca nunca". (HSR. Así quiero ser. El niño del Nuevo Estado. 1944)

"Las mujeres nunca descubren nada; les falta desde luego el talento creador, reservado por Dios para las inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho". (Pilar, discurso de 1942)

"A través de toda la vida, la función de la mujer es servir. Cuando Dios hizo al primer hombre pensó "no es bueno que el hombre esté sólo". Y formó a la mujer para su ayuda y compañía, y para que sirviera de madre. La primera idea de Dios fue el "hombre". Pensó en la mujer después, como un complemento necesario, esto es, como algo útil". (Formación del Espíritu Nacional, 1962).

"La vida de toda mujer, aunque ella quiera simular -o disimular- no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse. La dependencia voluntaria, la ofrenda de todos los deseos y las ilusiones, es el estado más hermoso, porque es la absorción de todos los malos gérmenes- vanidad, egoísmo y frivolidades- por el amor". (agosto, 1944).

"La mujer sensual tiene los ojos hundidos, las mejillas descoloridas, las orejas transparentes, apuntada la barbilla, seca la boca, sudorosas las manos, quebrado el talle, inseguro el paso y triste todo su ser". (Agosto, 1945).

Algunas otras perlas: "Si tu marido te pide prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes", "Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que haya podido experimentar".

Eso sí, su libro de cocina es una obra maestra de pragmatismo culinario. Si en algo contribuyeron a la sociedad española fue en mejorar nuestro nivel gastronómico.

Con la muerte de Franco se produce un cambio radical en España. La transición es un proceso complejo, de negociación entre los partidos políticos y fuerzas sociales, que desemboca en un sistema democrático mediante un parlamento constituyente, que elabora la Constitución de 1978 aún vigente.

Presento algunos hitos históricos que han determinado ese cambio:
• La caída del Arias Navarro.
• El nombramiento de Suárez como Presidente del Gobierno.
• Las elecciones constituyentes del 76.
• La propia Constitución del 78.
• El intento de golpe de Estado del 23F.
• El primer gobierno socialista del 82.
• El referendum de la OTAN.
• La entrada en la Comunidad Económica Europea.
• Los Juegos Olímpicos y la Expo del 92.
• El declive socialista.
• La llegada al poder del PP en 1996.
• El 11S en Nueva York y las guerras de Afganistán e Irak.
• El 11M en Madrid.
• Las elecciones del 14M y el acceso de nuevo al gobierno de los socialistas.
• La gran crisis financiera del 2008 producto de la especulación y mala gestión de las entidades financieras y los créditos. Hipotecas Surprime.

En los últimos años hemos asistido a un gran cambio en España. Las infraestructuras, la asistencia sanitaria, el sistema educativo, el desarrollo industrial y todo un conjunto de hechos evolutivos que han llevado a un mejor nivel de vida, a una renta per cápita mayor, que nos ha situado a nivel europeo. El influjo del desarrollo europeo se fue fraguando con la apertura de fronteras, los intercambios de estudiantes, la exportación de técnicos, el flujo de capitales, la inclusión en proyectos de investigación y desarrollo comunes, etc.


Relación objetiva vs. Objetal

Creo recordar que Carlos Castilla del Pino, en unas de sus obras (posiblemente “Un estudio sobre la depresión”) plasmaba una visión dicotómica sobre las relaciones humanas, donde diferenciaba la relación objetiva de la objetal.

En este mundo, la competitividad nos lleva al poder a través del TENER o poseer; no del SER, de la autorrealización, de la inteligencia y el conocimiento. Por tanto, ejerce más poder el que más tiene, posiblemente el más egoísta, con menos escrúpulos y valores sociales.

Querer tiene la acepción del deseo por necesitar una cosa, es pues una relación objetal, pretendemos un objeto que nos satisfaga esa necesidad. Deseamos y queremos el objeto que nos satisface, pensando en nuestra propia felicidad básicamente. No pensamos en el amor; que tiene otra interpretación basada en la relación objetiva; es decir, sabemos que nos relacionamos con otro ser que tiene su propia proyección y que nosotros podemos ayudarle, si así lo estima, en su desarrollo personal, a la vez que él nos enriquece a nosotros. En este libre intercambio de emociones, experiencias, vivencias y, en suma, de vida crecemos ambos. Dejemos el querer para las cosas materiales y usemos el amor para las personas.

En la relación objetal manipulamos al otro para que sea como nosotros necesitamos que sea o, al menos, lo intentamos, por lo que la convivencia se convierte en una negociación continua, en un intento de conseguir que el otro se adapta a nuestras necesidades en lugar de desarrollarse libremente y enriquecernos con ese desarrollo personal, libre y autónomo.

La relación de pareja es una de las más perversas, en este sentido, cuando se enfocan al querer en lugar de al amar. Mi marido, mi mujer, mi… lo que sea, es posesivo. Lo posesivo implica “beneficiarse de…” y lleva a lo objetal. Por desgracia, históricamente, se nos ha enseñado en la dependencia, se nos han cortado las alas de la libertad, se nos ha frustrado a través de principios y conductas de componente religioso y social, se nos ha orientado en el servir a los demás miopemente. Se sirve mejor a los demás siendo más libre y buscando el propio desarrollo, que se ofrece como fuente donde beban los otros. La educación en el compromiso social y la responsabilidad garantizan esa eficacia. La siembra de estos principios, de compromiso social, permite el desarrollo de la sociedad.

Encontrar con quien compartir la vida y que tenga tu misma orientación en el respeto al desarrollo personal y común a la vez, es complicado, pero necesario para crecer. El problema se da en el proceso de crecimiento, en cómo se gestiona el día a día para que este sea compartido, en cómo volar sin estorbarse el uno al otro, en cómo ayudarse y darse la mano para pasar los obstáculos. La herramienta es el diálogo, hablar el mismo idioma, comprenderse mutuamente y usar la asertividad constatando que el mensaje que se quiere emitir es bien entendido y comprendido. La comunicación es la herramienta, el vehículo, que usamos para cohesionar las posiciones, para acercarnos y trasvasarnos los conocimientos, las ideas y las reflexiones que nos permitan ese crecimiento; es el soporte alimentario que nos aporta la energía necesaria para evolucionar.

Como digo en muchas ocasiones, el arte de comunicar está en hablar el idioma del que escucha. En el proceso evolutivo el leguaje se modifica, se condiciona y sufre mutación al amparo de nuestras vivencias, emociones y sentimientos, que le dotan o recubren de un contenido analógico o no verbal. Esa comunicación no verbal, que escapa a la lógica del léxico y de la estructuración gramatical, es una continua fuente de expresión de los sentimientos verdaderos, que no siempre son bien interpretados por el receptor y, en otros casos, camuflados por la parte emisora cuando le interesa controlarlos. Por tanto, cuando existe una relación objetiva la franqueza está por encima de cualquier cuestión, puesto que lo que se pretende es el desarrollo de ambas partes bajo el respeto mutuo, lo que lleva a valorar y comprender cualquier posicionamiento, sentimiento o emoción de la otra persona; el camino del entendimiento en pareja está expedito. Pero cuando la relación es objetal se da un contexto morboso y existe una tendencia a esconder los sentimientos liberalizadores para evitar el conflicto, para que la incomprensión y la discordia no se adueñen de la situación.

En este tipo de relación perversa y posesiva (objetal) pretendemos que el objeto (el otro) sea el que nos interesa, intentamos modelarlo a nuestra conveniencia y para ello usamos cuantas artimañas consideremos necesarias, incluyendo el chantaje emocional, el premio y castigo a través de dar o no aquello que tenemos y que le pueda interesar al otro, incluido el sexo. Y esto… ¿No parece más un intercambio comercial de objetos o partes de los mismos? Si a ello le sumamos la famosa sociedad de gananciales encontraremos el nexo que mantiene unidas a una gran cantidad de parejas, pero en una relación meramente objetal. En todo caso, se recurre habitualmente al recordatorio de las bases del contrato con el que se fraguó la pareja; o sea, “tu ya no eres el/la que eras, tú has cambiado” sin entender que la vida es un proceso continuo de cambio y de evolución.


Ajuste de roles en la pareja

Antiguamente existía una gran complementariedad funcional entre los cónyuges, aunque no podemos negar que se fundamentaba en una relación asimétrica, donde el hombre ostentaba el poder oficialmente y la mujer estaba sometida a sus directrices. Se mantiene un contrato de roles o de funciones. Las normas sociales, aunque injustas, establecían las conductas de cada uno y las dependencias. Lo cierto es que la mujer reinaba en la casa y el hombre en la calle; es decir, el gobierno de la familia, aunque pareciera lo contrario, lo llevaba la mujer, mientras que el hombre aportaba, por lo general, los recursos económicos para sustentarla, sin obviar las aportaciones de la mujer con sus trabajos fuera del hogar. Habitualmente, la mujer fue superior al hombre en capacidad para sustentar la casa y educar a los hijos. Su función nutriente, protectora y educadora se elevaba hasta el propio marido. Si bien, el hombre mantenía que en su casa mandaba él, se solía apostillar “cuando no está mi mujer”. Por tanto la mujer daba solidez funcional a la casa, mientras el marido mantenía cierto prestigio social en la familia.

El hecho es que se producía una interdependencia que forjaba lazos de gran solidez entre los cónyuges. Esto no quiere decir que fueran ideales, más bien al contrario. El hombre era una nulidad en las labores de la casa; no lavaba, fregaba, cocinaba, compraba, cosía, planchaba, etc. ya que esa función era propia de la mujer. Era su oficio trabajar en la calle, aportar el dinero, defender el buen nombre de su familia y dar la cara como máximo responsable del núcleo familiar, aportando la seguridad necesaria para el crecimiento de sus hijos. Esta concepción arcaica de la dinámica familiar se va diluyendo conforme el sistema democrático se impone y la lucha feminista se va acercando a sus objetivos reivindicativos de igualdad de género.

Hasta esos momentos las rupturas matrimoniales y el divorcio eran, prácticamente, inexistentes o muy bajos. ¿Qué iba a hacer una mujer separada? Estaba marginada, mal vista y socialmente denostada, con una economía en precario y sin recursos, a la par que los “buitres” la buscaran como objeto fácil de sus deseos sexuales, al no estar “protegida” como propiedad de otro macho. El hombre separado, por lo general, era una nulidad en las tareas referentes a sus propios cuidados; no dominaba las labores del hogar y, si lo hacía, estaba mal visto. No era concebible un hombre cocinando, lavando, fregando o planchando… eran “mariconadas” propias de afeminados. Por tanto, en la relación, aunque no hubiese amor, había una dependencia que aferraba el vínculo. Yo te doy, tú me das, y si no nos queremos qué más da… “nos aguantaremos”. Si tú cumples con tu cometido, aunque ni siquiera hablemos, todo irá bien. Pero si no cumples, aunque en la casa no sea sostenible la convivencia, mantendremos la relación de cara al exterior dentro de la norma, con santa resignación; o lo que es lo mismo, también “nos aguantaremos”.

El sexo, entre la pareja, obedecía más a una necesidad fisiológica, más centrada en el hombre, o de reproducción, que a la búsqueda fantasiosa del pecaminoso placer, dándose un alto nivel de casos de anorgasmia en las mujeres. El hombre solía visitar prostíbulos donde buscaba las más sibilinas formas de placer sexual a través de las profesionales, o bien mantenía una querida en muchos casos. Anecdóticamente se comenta que preguntado un sujeto sobre las causas que le llevaban a visitar esos antros teniendo una mujer, contestó: “Mi señora es una señora como Dios manda y no voy a pedirle que me haga esas guarradas, para eso están las putas”. Muchas mujeres, conociendo estos hechos los justificaban o consentían en base a la “hombría” de su marido.

Difíciles tiempos aquellos en que, en muchos casos, solo el rol definido y encapsulado, de cada uno de los miembros de la pareja, era el garante de su mantenimiento en una relación de interdependencia. El mundo de la mujer y el del hombre eran distintos. Las cosas de uno y otra no se mezclaban, había “cosas de mujeres” y “cosas de hombres”. El campo de desarrollo personal no era común, por tanto no existía un flujo del crecimiento entre ambos. Dicho de otro modo, por lo general, no se daba una relación nutriente en lo referente al desarrollo personal. La comunicación era básicamente sobre aspectos funcionales, familiares y sociales. Tu a lo tuyo, yo a lo mía y los dos juntos tiramos para adelante. La cultura judeo-cristiana siempre fijó los roles bien diferenciados. También es cierto que la gran explosión del referido desarrollo personal se ha dado recientemente, por lo que el proceso evolutivo en este sentido era muy pobre y los sujetos solían tener un corto recorrido en esta materia a lo largo de su vida. Por tanto, las premisas conductuales que se dieron en el contrato matrimonial eran sostenibles en el tiempo, lo que evitaba los conflictos propios de los cambios personales. Argumentaciones como “tú ya no eres el mismo” y “tú has cambiado” eran armas arrojadizas en las discusiones matrimoniales, como si ello implicara el no cumplimiento de un contrato vitalicio; o lo que es lo mismo, estaba aceptado que, llegados a la adultez, la evolución, cambio de conductas, convicciones o la propia concepción de la relación familiar y social no debía evolucionar hacia otras esferas o planteamientos.

¿Qué ha cambiado? En un proceso lento, cuajado de dificultades y trabas, se ha ido desarrollando otra cultura relacional entre la pareja. La mujer ha reivindicado un mayor protagonismo y lo ha conseguido reincorporándose al mundo laboral de forma brillante. Pero en el hogar siguen muchas asignaturas pendientes, bien por el “escaqueo” del hombre, bien porque ella no quiera ceder la dirección y organización ante la incapacidad del compañero o bien por el arraigo de la responsabilidad del rol familiar clásico u otras causas singulares. En estas circunstancia solemos encontrarnos: Mujer que trabaja y lleva la casa de forma más o menos indirecta y hombre que trabaja y “ayuda” a la esposa bajo su dirección, pero desorientado ante esa pérdida o redefinición del rol de marido.

Bajo mi punto de vista ha ocurrido algo de especial importancia, como es el igualarse en las funciones y responsabilidades inherentes a la estructura familiar; pero sobre todo el entrar ambos en el campo de la autosuficiencia, dónde la dependencia ya no tiene tanto peso específico en el vínculo de la relación. En una pareja actual ambos asumen roles muy aproximados, ambos trabajan, cocinan, limpian, compran, ponen la lavadora, etc. En suma, aquella situación de disociación funcional, con roles diferentes y definidos, no tiene sentido. Por tanto, el lazo de la relación ha dejado de fundamentarse en la dependencia y complementariedad funcional y ha pasado a consolidarse por la voluntad de mantenerlo. El “nos aguantaremos” no cabe en este marco. Cuando las cosas no funcionan, cuando el amor ha desaparecido, cuando el desarrollo personal choca con la intolerancia del otro, cuando la evolución es divergente y ambos se convierten en lastre o freno para la evolución personal del otro, y cuando la comunicación, como instrumento de entendimiento y aproximación, se ha roto o no es operativa, hay una puerta abierta menos traumática que en épocas pasadas, pues los dos son más autosuficientes y capaces de afrontar una nueva situación de independencia. Del “nos aguantamos” pasamos al “que te aguante tu madre”.

Pero, claro, no todo es tan fácil. Existen otros elementos que se han ido fraguando a lo largo de la relación que no son afectivos directos, pero sí compartidos. Los hijos, los bienes, las familias, los amigos, condicionan la relación y conforman una argamasa que debe ser considerada ante cualquier ruptura; los hijos, de forma prioritaria, son un punto de proyección afectiva común, donde confluyen las emociones de ambos con especial trascendencia. Esto explica que en conflictos de excepcional virulencia, donde el objetivo prioritario de los cónyuges es el hacer daño al otro, se usen los hijos como arma arrojadiza, estableciendo estrategias enfocadas a realizar ese daño sin pensar en la afectación que pudiera producir en los propios hijos; es una dolorosa miopía. Los bienes comunes son otro elemento de especial relevancia; su reparto causa grandes conflictos, pues es lógico que cada uno pretenda mantener la máxima capacidad económica y preservar los objetos para su uso personal. La lógica y la racionalidad choca con el egoísmo y solo en el caso de personalidades maduras, se suele conseguir un acuerdo justo en el reparto de los bienes materiales. Por tanto, la valoración de la influencia que cada uno de estos factores tenga en la argamasa que une a la pareja, y su posible dilución, determinará la viabilidad del proceso de separación.

Finalmente, podemos convenir en que la autosuficiencia, adornada del desarrollo personal cercano a la madurez, es garante de que la relación que se establece es más objetiva que objetal, que la vinculación se mantiene en base a querencias y sentimientos más libres y que el entendimiento se realiza desde una perspectiva más igualitaria, menos chantajista e impositiva. A la par reivindicamos un mayor respeto a nuestros planteamientos, nuestros deseos y proyecto personal de desarrollo y exigimos que ese respeto se plasme en la libertad propia para llevarlo a término. La evolución individual es incuestionable y, lógicamente, puede ser divergente. La comunicación y el diálogo forman parte de esa herramienta para fraguar un entendimiento, una aproximación a la vía de desarrollo común y compartido en el proceso evolutivo de ambos, siempre que se dé una actitud de mente abierta. En este caso, la comprensión de la diferencia no tiene que llevar a la divergencia, sino a la complementariedad; es decir, somos diferentes, lo que nos permite tener una visión más amplia de la vida; lo importante es saber conjugar esas visiones para, mediante el proceso de diálogo y comunicación, poder enriquecer nuestras ideas y llevarnos a un crecimiento personal. La cuestión es si sabemos o no establecer ese diálogo, esa comunicación efectiva, si nos hemos desprendido de la rémora de los roles del pasado y si hemos introyectado nuevas formas de entendimiento rompiendo los esquemas clásicos de dependencia o situaciones asimétricas en la relación de género. De no ser así, de representar un lastre cualquiera de los cónyuges, se pasa al “que te aguante tu madre”.


viernes, 14 de mayo de 2010

Quiero saber la verdad




El asunto de la memoria histórica sigue levantando ampollas en la derecha española. Continúan sosteniendo que eso produce enfrentamiento entre el pueblo, que reabre heridas y despierta el odio entre la gente. Es curioso que unos sujetos que se hacen llamar demócratas, que dicen ser cristianos y seguir las enseñanzas de su dios, sean tan irrespetuosos con esas enseñanzas y manipulen el asunto con tanto descaro, pues ahora no se trata de levantar o abrir heridas, sino de sellar, cicatrizar y zanjar la historia.

España tiene un cáncer histórico que condiciona la convivencia entre sus ciudadanos. No querría remontarme a como se fragua este Estado con los Reyes Católicos; ni a la guerra de sucesión con el conflicto entre las Españas y la abolición de fueros mediante el decreto de nueva planta; ni a la frustrada revolución de los liberales seguidores de las ideas francesas, que se pliegan al totalitarismo Fernandino con la década ominosa, cargada de terror, ejecuciones y sometimiento al “Vivan las caenas”; o a otros muchos hechos históricos, o levantamientos, que se dieron en esta patria común, para someter al pueblo a los poderes clásicos y trasnochados que lo fueron gobernando. Pero sí, hay algo más reciente que está condicionando la vida y el proceso democrático, el entendimiento entre los pueblos de esa España diversa y polifacética, que forma el puzzle del Estado. Ese puzzle que se encajó siempre forzadamente, que no se permitió nunca entrelazar sus piezas libremente, desde la voluntad de los pueblos, sino desde la imposición del poder. La última fue la guerra civil, el conflicto entre las dos ideas de España, entre la que pretendía imponer un sistema democrático, basado en la II Repúbica, en contraposición al impositivo y dictatorial que conlleva la monarquía clásica.

Ya sabemos como terminó todo. Algunos incluso lo recordamos de forma más directa. Una idea fascista prevaleció sobre la democrática y se impuso a lo largo de casi 40 años en el gobierno de España. En Europa se derrotó esa idea y se relegó y condenó por perversa, antidemocrática y criminal… Se desarmó y condenó a sus actores y se sembró el cultivo al espíritu democrático. Posicionarse como demócrata implicaba la condena al fascismo. Sin embargo se mantuvo y toleró un régimen fascista en España, aunque no se le diera marchamo democrático para poder entrar en la Comunidad Europea.

Cuarenta años de formación franquista en las escuelas implica que algo de esa siembra ha de fructificar. Por lo que en España hay un importante colectivo de hijos ideológicos del antiguo régimen, hijos que votan y, lógicamente, eligen a quien mejor le convenza. Lo curioso es que se asignan la etiqueta de demócratas, pero no pasan la prueba del algodón, que como he dicho antes consiste en posicionarse como tal y condenar la idea fascista o nacionalsocialista. Y uno se pregunta, si el PP no condena y enjuicia al régimen franquista, oponiéndose a la clarificación de sus crímenes de lesa humanidad, ¿no se está identificando con ese régimen, como aglutinador de sus hijos ideológicos? ¿Cómo van a permitir que se juzgue a sus padres políticos? Si es así se entiende que cualquier intento de juzgar al franquismo puede ser interpretado como juzgarles ideológicamente a ellos, entonces se arremete contra quien lo haga como si fuera una agresión propia. Por tanto, el haber convivido y permitido que el fascismo español perviviera, ha producido una generación que, en lugar de estar en disposición de cerrar heridas, ha fracturado más la sociedad.

Ciertamente, la historia la escriben los vencedores y sus cronistas. La palabra vuela y lo escrito permanece. Si no se retoman los hechos históricos reciente de esta España nuestra, la historia puede no ser justa con los vencidos, con el pueblo idealista que quiso ser libre y fue sometido una vez más. A ver si resulta que el calificativo de héroes se van a adjudicar a los asesinos y el de asesinos a las víctimas.

No se ha de pretender más que dejar las cosas en su sitio, que la historia diga la verdad de los hechos y que los muertos de las cunetas y de las fosas comunes sean enterrados y honrados como se merecen, no solo por ser sujetos que dieron la vida por sus ideas en la mayoría de los casos, sino por darles el mismo trato que se les ha dado a los otros contendientes y por merecerlo desde el punto de vista humano y, si me apuran, cristiano. También hay una cuenta pendiente con los hijos robados y dados en adopción.

No soporto el cinismo de los sujetos que aplauden y avalan la beatificación y santificación de sus llamados “mártires” religiosos, mientras niegan el pan y la sal a los que fueron muertos por los de su bando. Ellos, a los suyos, los tienen es sus iglesias fotografiados como mártires, los honraron durante cuarenta años y los trataron como héroes, los otros siguen en las cunetas. Me parece una conducta reprobable, nada cristiana, como dicen ser muchos de ellos, y, en todo caso, clarificante de su posición ideológica de apoyo al fascismo que determinó el régimen.

Aquí quedan retratados. Por sus obras los conoceréis. Se me cae la cara de vergüenza ajena cuando escucho a la señora Aguirre su discurso en el parlamento madrileño defendiendo el levantamiento militar del 36, acusando a la república del propio conflicto, con un absoluto desprecio al sistema democrático que se instauró con ella.

Pero no solo quedan retratados por eso, sino por su propio desprecio a la diversidad del pueblo español; por su tendenciosidad al intentar imponer sus principios desde su propia convicción religiosa, obviando la aconfesionalidad del Estado, que ya debería definirse como laico; por su falta de visión estadista dejando que la crisis vaya corroyendo el sistema y les de el gobierno en bandeja; por tener sus intereses en las multinacionales y no alinearse con los del propio pueblos español, etc. etc…. Pero, sobretodo, por seguir defendiendo al franquismo y negar el derecho de las víctimas, defendiendo a los “manos manchadas” de sangre bajo el descaro de llamarse “manos limpias”, de acometer contra un juez que se planteó pedir y hacer justicia.

Es repugnantemente despreciable ver, cuando un pueblo dice haber madurado, como en estos momentos un conjunto importante de sujetos, continúa con una posición defensora de un régimen fascista y se atreven a llamarse demócratas. No puede ser demócrata quien justifica a los que impusieron las ideas por las armas, a los que reprimieron el pensamiento contrario, a los de la idea única, a los que ejercieron el dictado sin consideración, a los que atropellaron los derechos humanos, a los que pisaron las urnas, a los que se niegan a reconocer el derecho al honor de quien luchó por sus ideas y/o fue fusilado y arrojado a la cuneta.

Lo más sorprendente es que la religión, con su halo de cristianismo, teóricamente defensora de la paz, la verdad, la caridad y la justicia, el perdón y no se cuantas cosas más, manifieste su hipocresía y se dedique a santificar a los suyos, o mejor dicho, a los que estuvieron en el bando franquista, pues a los suyos del otro bando los siguen repudiando, y obvien el derecho que tienen los demás. Si esto es ser cristiano, que venga su dios y lo vea.

Concluyo que ser demócrata pasa por condenar todas las dictaduras y exigir que se haga justicia con los afectados por ellas. Esa es la prueba del algodón. Si el PP y otros no condenan al franquismo y bloquean el enjuiciamiento de sus actos de lesa humanidad, están demostrando ser antidemócratas y cómplices ideológicos de esos actos.

Las heridas infectadas y necrosadas solo se curan con un friedrich, que consiste en la eliminación del tejido esfacelado o necrótico de la herida, que no permite su cicatrización. De esta forma se facilita que sus bordes, ya limpios, puedan unirse cerrando la herida definitivamente. Aquí hay que hacer un friedrich histórico para dejar al descubierto la verdad de nuestra historia reciente, para que las generaciones venideras sean capaces de comprender y aprender de ello, evitando se vuelva a dar esa situación tan deplorable.

De momento lo siento por el cirujano Garzón, al que no le dejan hacer el friedrich, y quieren quitarle el título de médico. Hoy le han apartado de su puesto. Veremos a ver que determinan el señor juez del supremo. Pero, en todo caso, el derecho a la verdad lo deben reclamar las generaciones engañadas y nosotros ayudar a que no les tomen el pelo. No queremos que nuestra historia personal y generacional sea manipulada.

Queridos chicos y chicas, el drama de las Pantojas, los asuntos de las Belenes y no se cuantas más merodeantes de la tele, son nimiedades comparado con el sufrimiento de la generación anterior; la que ha permitido que gocemos todos de este bienestar con su lucha. Merece la pena que los honremos y exijamos la verdad, nada más que la verdad de esa historia. En todo caso, vosotros, desde el desapasionamiento y la neutralidad, mirad y buscad, exigid que se os diga esa verdad y no se os tome el pelo por parte de nadie. La historia escrita hasta ahora la escribieron los vencedores, demos pábulo a los vencidos.







lunes, 10 de mayo de 2010

Los prejuicios


Hace unos días andaba leyendo el libro de Eduardo Punset, titulado “El alma está en el cerebro” cuando me topé con la frase: “Puede que a usted le resulte doloroso, pero debemos darle una mala noticia: está usted lleno de prejuicios”. Frené en seco.

Pues sí que era una mala noticia. Yo pensaba que no, que no tenía demasiados prejuicios, que mantenía mi asepsia analítica y que no me dejaba influir por nada. Pero, craso error, mirando en mi interior fui desgranando gran cantidad de prejuicios. Estos se habían instalado en mi menta a lo largo de mi existencia. Mi infancia se fraguó con muchos prejuicios. Allí me definieron lo malo y lo bueno, sin darme mayores explicaciones… solo porque sí. Quienes eran los buenos y quienes eran los malos. La religión mía era la verdadera y las demás formaban parte de la herejía y del error. Nosotros éramos la reserva espiritual de Europa… por el imperio hacia Dios… éramos una unidad de destino en lo universal…

También estaban mis propias experiencias vitales, mis alegrías y frustraciones, mis amores y desengaños, mis miedos y osadías, mis inseguridades y fortalezas, mis vivencias, en suma, que habían fraguado mi personalidad y forma de ver la vida a través de mis aprendizajes, de mis emociones e interacciones con el medio. El impacto de cada experiencia se había ido almacenando en mi interior. Había catalogado el hecho hasta sacar conclusiones y herramientas para generalizarlo a situaciones similares del futuro. Se estaban fraguando los prejuicios.

Luego se fueron instalando los tópicos y los estereotipos. Como eran los andaluces, los catalanes, los madrileños, vascos y gallegos… Como eran los negros, los chinos, los rusos, los americanos, los alemanes y los italianos… Como eran las mujeres, los hombres y los homosexuales… Como eran los abogados, los médicos y los ingenieros… Como eran los de derechas, de izquierdas, rojos y azules…

Entonces me percaté de que para hacer un grupo uniforme, una clase determinada de algo, necesitaba una imagen, una idea, que definiera esa clase y que pudiera generalizarla a todos los miembros y poder clasificarlos. Una vez en ese grupo empezaba a adornarlos de virtudes o defectos, de conductas y actitudes, que iba, erróneamente, generalizando. Y, como su propio nombre indica, me hacia un juicio previo sobre las personas en función de su pertenencia a ese grupo, que automáticamente lo ubicaba en un lugar, con sus conductas y actitudes, en función de ello. Pobre gente, es posible que fueran todo lo contrario, pero al ser de esa clase yo les asignaba cierta dosis de ella y establecía unas expectativas respecto a su conducta y valores.

Entonces concluí que Punset tenía razón. Yo era un jodido sujeto cargado de prejuicios. Pero… ¿Que hacer? Soy consciente de que los grupos tienen una microcultura, de que hay muchos valores y principios que comparten, como ha quedado demostrado por innumerables estudios científicos. Pero, también, que los sujetos maduros, con personalidad, tienen su propia forma de enfocar la vida y no se someten tan fácilmente al estereotipo de su grupo. Tal vez por eso, desde entonces, soy muy escéptico con estas generalizaciones sobre andaluces y catalanes (hablo de estos dos por haber vivido en las dos comunidades durante bastante tiempo), sobre negros y blancos, sobre rusos y americanos, sobre mujeres y hombres. Los prejuicios son los que llevan a la confrontación irracional, al desencuentro por el bloqueo fantasioso de la relación y por asignar una determinada forma o prototipo de sujeto a cada grupo, cuando en realidad somos más iguales de lo que nos parece. En todo caso, entender la diversidad como un componente atractivo, como una manifestación más del sujeto según el entorno, su contexto y su cultura, es un valor constructivo de los seres humanos. El crear un prejuicio, una idea enquistada, encapsulada, resistente a la influencia de la evidencia externa, es renunciar al entendimiento y a la voluntad de comprender al mundo.

Creo, que para superar esa posición he de borrar, si puedo, ese prejuicio y entrar con mente abierta ante una nueva situación, no etiquetar a nadie y esperar a que el otro me vaya dando datos para crearme una opinión al respecto, aunque sea consciente de que el ser humano necesita una hipótesis inicial para todo, de que fraguas expectativas inmediatas, pero ha de ser un hipótesis abierta totalmente, dispuesta a ser modificada en aras de una mejor comprensión del otro y controlar la incidencia que, la teoría de las expectativas, pueda determinar en mayor o menor grado.

Por tanto, quiero erradicar, lo más posible, los juicios previos o prejuicios y hacer los postjuicios, o juicios posteriores al conocimiento anticipado. No sé, puede que así vaya borrando y tumbando barreras que, muchas veces, complican el entendimiento entre la gente…

jueves, 6 de mayo de 2010

Estamos perdiendo la guerra



Cada vez anda uno más preocupado, no por la crisis económica, sino por cómo se va a resolver, entendiendo en ese cómo su solución y la repercusión final o resultado. No es por tanto los pasos que se den sino a dónde nos llevarán esos pasos. O tal vez, el problema son los pasos y su orientación.

El sistema neoliberal está descubriendo a su enemigo en el propio Estado. Empiezan a entender que los estados son rémoras o cargas al desarrollo económico de las multinacionales y de los poderes financieros. El dinero es el motor del mundo y, por ende, quien lo tiene es el dueño. Los gobiernos y los parlamentos, que son los que legislan, tienen que ser neutralizados o sometidos y hacer lo mejor para los intereses del capital.

Se enfrenta, pues, dos posiciones. Por un lado el gobierno democrático elegido por el pueblo y, en teoría, para el pueblo, propio de las democracias occidentales, cuya función es la equidad, la justicia social, el reparto adecuado del crecimiento, la vigilancia de los excesos, el respeto a los derechos humanos, potenciar el acuerdo, la negociación y el encuentro entre las partes… En suma, la gestión y administración del Estado y la convivencia en una sociedad donde el objetivo sea el bien común y no el de unos pocos solamente.

Por otro lado, el capital ha expandido sus tentáculos por todo el mundo. Se ha adueñado del dinero controlando la banca, la bolsa, las empresas, los medios de comunicación y, al abrigo de la libertad de expresión, los manipulan en su propio beneficio. Tiene el poder y la capacidad de controlar la gasolina que mueve el motor. Si quiere ahogar una economía solo tiene que cortar el grifo, ponerle pegas o subir el precio. Pero como para parecer justos hay que actuar según el contexto, crean contextos forzando las cosas, especulan contra países y, con sus sistemas de evaluación les ponen categorías a su solvencia, en función de parámetros que ellos mismos van provocando en mayor o menor medida. Es decir, que con su capacidad inversora y de reactivación económica, pueden poner de rodillas al gobierno que fuere de cualquier país de clase media. En todo caso, su objetivo final es hacer del Estado un cliente, que les vaya pasando el dinero del contribuyente, para prestar los servicios que las constituciones definen como derechos del ciudadano. Para ello tienen que poner en los gobiernos a los suyos, a los que comulgan con esos planteamientos, o conseguir que los otros se dobleguen…

Puede que sea un pesimista, que no entienda mucho de economía, que la visión del bosque no me deje ver los árboles; pero también creo que ellos miran sus árboles importándoles un bledo el bosque, que se cargarán el bosque siempre que crezcan sus árboles, sus empresas, y que sus árboles van creciendo hasta ocupar todos los terrenos que tiene el bosque. Eso es la globalización como la están concibiendo ellos. La gente les importa un pimiento y se hacen guerras sin valorar la muerte, pero sí el fruto económico de las mismas, gastando cuidado de controlar el flujo del voto de una engañifa democrática sostenida bajo principios del sistema neoliberal.

Pues esta guerra la estamos perdiendo. Ellos la iniciaron con la crisis financiera. Debieron valorar su poder y entendieron que al final, al crear la crisis se creaba una oportunidad para reafirma ese poder y consolidar las estructuras neoliberales, poniendo contra las cuerdas a los gobernantes y estableciendo un supraestado, que sometiera a los gobiernos, basado en las organizaciones económicas y empresariales. Ahora el FMI, las agencias evaluadoras, las organizaciones empresariales, tienen la llave de la inversión y la creación de empleo, pues son quienes controlan el flujo económico crediticio, y los gobiernos deben asumir la solución a la crisis que a ellos les interesa, la que les fortalece, y merma el poder de los propios gobiernos.

Hubo un momento en que el reto daba la oportunidad de cambiar las estructuras financieras hacia los intereses de los pueblos; de dar a los gobiernos más protagonismo en la solución de la crisis; de mostrar que la democracia existía de verdad y no era un instrumento al servicio del poder económico; de poner contra las cuerdas a la banca y el capital y realzar los aspectos más humanos de una estructura social anticrisis, que recondujera la situación hacia una mayor justicia social de componente universal, con principios y valores solidarios, de desarrollo sostenido, de sumisión de la empresa a los intereses de la comunidad y no de esta a aquella, de someterse al gobierno elegido por los pueblos y no al de los consejos de administración de las mutinacionales. Estaban tocados por lo que habían hecho y a la espera de ver cómo reaccionaban los gobiernos. Pero estos no tuvieron agallas y se sometieron al dictado del patrón. Entonces, ante el terror del crack, les ayudaron a neutralizar su propia crisis, volvieron a inyectarle dinero en los bolsillos y hacerlos solventes, sumiendo a la sociedad en otra crisis peor, evidenciando que el capital seguía siendo el motor depredador que había sido hasta ahora, pero ahora con más protagonismo y poder.

Se ha creado un nuevo caldo de cultivo donde el rico va lanzado a ser más rico y el pobre más pobre, donde el poder del dinero traspasa fronteras y se adueña de todo, sin importarle el valor humano. Dentro de poco tendremos una clase dominante de gente con acceso a todo y una inmensa clase media-baja que estará sometida a la producción y esclava de las empresas que cubran sus necesidades sanitarias, educacionales, de pensión y seguridad en general. El papel del Estado habrá sucumbido ante el poder succionador de las empresas que convierten los derechos en material vendible, en mercancía, con lo que dejan de ser derechos para ser objetos de venta.

Ellos se refortalecieron, rehicieron su bolsa y tras el esfuerzo de los gobiernos para afrontar la crisis, emitiendo deuda pública, los atraparon cuando fueron a pedir dinero a quienes habían protagonizado la propia crisis…. ¡Qué paradoja! Mordieron la mano que les dio de comer, en cuanto comieron.

Para colmo y a modo de escarmiento, especularon y viendo las dificultades griegas, se abalanzaron sobre ella como buitres a carroña y, a modo de escarmiento, la hicieron naufragar. Esto para que aprendan. Ahora apriétense los machos los demás, que si no se hace lo que se dice desde los organismos internacionales que protegen el sistema, el próximo en caer puede ser usted… ¿Me ha comprendido?

Y aquí andamos, acobardados, con la espada de Damocles sobre la cabeza, esperando, a ver si al final se imponen los criterios de la derecha para salir de la crisis y volver al buen camino, que es la elevación de los beneficios del señor capital y a esperar que caiga algo de su mesa abundante para poder recogerlo. No se preocupen del resto del mundo, salven su culo que es lo importante… al fin y al cabo nuestro Estado es lo nuestro y los demás que arreen. Las sirenas de la derecha nos cantan las bondades del sistema y las políticas a seguir para salir de la crisis, los poderes económicos le avalan y al final, ante el temor a la crisis y la banca rota, acabaremos apoyando las políticas antisociales que nos plantean.

Creo que andamos atrapados entre subir a un tren que no nos gusta a donde va o dejarlo pasar y quedar fuera del desarrollo tecnológico, industrial y financiero. Este tren va a mucha velocidad, si bajamos deberemos montarnos en el burro y seguir caminando. Eso sí con mucha dignidad y cargados de humanismo… Pero puede que haya otra vía, que al menos les frene, la de la concienciación y la beligerancia pedagógica para hacer pensar a la gente, para que comprendan que los valores humanos se están perdiendo o alterando, y rechazar una dependencia cultural de unos principios que sustentan una carrera hacia el abismo de la deshumanización y la discriminación, que potencia la explotación, por parte de una minoría, sobre la mayoría del mundo. Tengo miedo… pero seguiré montado en este tren intentando reconducirlo.

Me embarga el estupor ante los hechos

  Opinión | TRIBUNA Antonio Porras Cabrera Profesor jubilado de la UMA Publicado en La Opinión de Málaga el 10 FEB 2024 7:00  ======...