Opinión | Tribuna
Publicado
en el diario La Opinión de Málaga, el día 20 DIC 2025 7:01
Enlace: https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2025/12/20/navidad-paz-guerra-124976341.html
En este
mundo terrible, las guerras se hacen y deshacen a capricho e interés de los
poderosos
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| Paz y guerra. / l.o. |
Si eres pacifista lucha por la paz; pero si eres egoísta lucha aún más por la paz, porque la guerra puede llegar a tu casa y entonces ya será tarde.
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En estas fechas deberían fluir
bellas palabras, versos, poemas de amor y solidaridad, canciones navideñas y
villancicos que alabaran la figura y venida del Redentor. Deberíamos sentirnos
felices de ver lo buenos que somos y las buenas intenciones que tenemos para el
próximo año. Pero… el Redentor no nos redimió, fracasó en su empeño, y cada año
seguimos demostrándole su error, el de su confianza en el ser humano, donde
hasta los creyentes, sean de la religión que sean, se convierten a veces en
violentos para defender su credo.
Desde hace más de 2000 años, en las
religiones, convivió la bondad de muchos de sus fieles con la maldad de otros,
de los tolerantes con los dogmáticos intransigentes, de los mesiánicos
soberbios con los humildes y mansos. No sé si esto de la Navidad es
cuestión de vivirlo desde un credo. Deberíamos usarla para frenar nuestra
alocada carrera y, aprovechando el fin de año hacer, como todas las organizaciones,
un balance, una reflexión profunda de cómo desarrollamos el proyecto que nos
planteamos el año anterior... ¡MEDITAR! esa palabra ausente de nuestra vida,
escasa si acaso, que deberíamos usar todos los días al menos durante unos
minutos.
Promesas olvidadas
Pero puede que hayamos suspendido
el examen, que es lo más seguro, que las promesas quedaran en el olvido, por lo
que una vez más hay que tener conciencia de nuestra iniquidad como especie
humana y, desde el pensamiento libre y analítico, volver a retomar la lucha
para instaurar la paz y tantos otros buenos deseos, que vamos manifestando por
estas fechas y quedan en el olvido nada más pasar el Rubicón del fin de año.
Podemos cantar villancicos, alegrarnos por la venida del Mesías de los
Cristianos, sumergirnos en ese mar de compras en el que se ha convertido este
invento y lanzar a los cuatro vientos nuestros mejores deseos limpiando nuestra
conciencia con ello. Borrón y cuenta nueva, a empezar de nuevo, porque ahora,
de cara al próximo año, seremos mejores… Falaz argumento de una mente que solo
busca el equilibrio de sus conflictos internos para lavar su conciencia.
Pero seguirán las guerras y la
muerte a nuestra puerta y le negaremos el pan al que llama a ella huyendo del
horror y la violencia. Nuestra paranoia nos confundirá el justo pensamiento y
veremos, en el hambriento y necesitado, un integrista terrorista en potencia
del que no nos podemos fiar. Le cerraremos la puerta para que no nos quite o
use lo que es nuestro y lo dejaremos a la intemperie. Las viejas ideas de un
populismo nacionalista totalitario y excluyente, al estilo fascista o nazi, van
impregnando a Europa del rechazo al refugiado bajo la miopía del egoísmo.
Las guerras están lejos, se ven en
la tele como una de tantas películas que se ruedan en marcos artificiales. Pero
estas son reales, el llanto del niño le sale del alma, la sangre le brota, sus
miembros destrozados son irreparables, su muerte en los brazos del padre es
irremediable. El escenario es real y la guerra, ese maldito jinete del
apocalipsis, salta de un pueblo a otro a capricho de unos señores, que ven la
película desde sus despachos, que contrabalancean cómo va el negocio, si
pierden o ganan. Hoy dan tiros allí y mañana allá, al otro podrá ser aquí. Si
eres pacifista lucha por la paz; pero si eres egoísta lucha también por la paz,
porque la guerra puede llegar a tu casa en cualquier momento y entonces ya será
tarde.
La guerra, instrumento del poder
En este mundo terrible, las guerras
se hacen y deshacen a capricho e interés de los poderosos, de políticas
geoestratégicas que permitan el dominio de los pueblos y su sumisión a las
grandes potencias. Cada vez queda más patente que la vida y el sufrimiento de
la gente no importa. Los responsables de esas guerras consideran el padecimiento
humano, la muerte y el dolor de los inocentes, como un efecto colateral ante su
irrefrenable espíritu de conquista y dominio; como algo que se ha de pagar para
conseguir sus objetivos. Pero es algo que pagan otros por ellos. La población
civil puede ser sacrificada en el altar del miedo, del horror, que les lleve a
sucumbir, a rendirse ante la desgracia y el mal que se les causa, donde el
soldado que mata y muere es un mero peón manipulado, a veces ideologizado desde
la alienación, para que ejerza de tropa e instrumento en el gran teatro de la
guerra beneficiosa para las Corporaciones Internacionales.
Los Estados belicosos y los líderes
obscenos y miserables que desprecian la vida ajena usan las armas cuando no son
capaces de usar la palabra para el entendimiento. A este beneficio se suman
aquellos que desprecian el respeto y tolerancia a los demás y, en su
deshumanización, arrasan con todo hasta conseguir sus inconfesables objetivos,
que no son el bien y la democracia de los pueblos, sino el dominio del mercado
y de los recursos naturales.
Tal vez lo suyo sea la violencia
porque solo con la violencia pueden arrebatar el poder y predominio de los
otros, sostenido por las armas, para ocuparlo ellos y caiga quien caiga. Es el
dominio desde el miedo, desde el temor. Se ha de ser temeroso del señor, del
que manda, del que nos protege y nos dirige. Está en las escrituras el concepto
del “Temor de Dios” como reconocimiento por sus obras, y a ello pretenden
tender los tiranos y dictadores; es la ética del amo y del esclavo de
Nietzsche… Así ha sido siempre y así será si no revertimos el proceso y
cambiamos esta cultura del odio, de la violencia, del desencuentro, del robo de
recursos y la eterna explotación del hombre por el hombre, del rico sobre el
pobre, del fuerte sobre el débil, del malo y soberbio sobre el manso…
Me gustaría otro cantar
A mí me gustaría cantar bellos
poemas hoy, versos de paz y alegría, de felicidad y esperanza. Qué lindo
resultaría cantar al amor, a la justicia, al ser humano humanista y solidario.
Cuanto me gustaría escribir versos de empatía y de respeto a la diversidad, a
la tolerancia y a la libertad. Incluso versos de corte religioso con los
angelitos que van a Belén, el pesebre, la mula y el buey y otras lindezas
navideñas, aunque yo sea agnóstico.
Pero mis musas se han ido y esos
versos no afloran, porque la sangre y el llanto del mundo, simbolizados
en Gaza, Ucrania o Sudán, sellan mi boca. Solo surge un poema de dolor y
llanto que, incontenible, va gritando a los cuatro vientos lo que está pasando.
Tal vez en Navidad lo más oportuno sea pensar en qué mundo estamos creando, en
que todos somos mundo y la única forma de cambiarlo es ir cambiando nosotros.
Otro día cantare las alegrías de la Navidad, hoy canto el sufrimiento de la guerra
porque las musas de lo bello, de la felicidad, me han abandonado dejándome este
cantar:
Las musas se fueron, / puede que se
fueran al ver este infierno. / Me dejaron solo sin verbo ni verso / con mente
aturdida por tanto tormento. / Huyen de las bombas presas de su miedo / que la
negra parca siembra sin remedio.
Los versos no fluyen ni encuentran
aliento, / callan ante el llanto del niño indefenso, / se ahogan en sangre, en
dolor y espanto / de la pobre gente que atraparon ellos. / Ellos, los que tiran
bombas, / los que van matando sin remordimiento.
Y en cada despacho de los mundos
libres / juegan a su juego / como siempre ha sido / al viejo negocio de ganar
dinero.
Las musas se han ido / y yo lo
comprendo, / porque hasta las musas / pueden sentir miedo.
Ojalá vuelvan las musas cargadas de
bonhomía para cantar al ser humano desde la bondad y la empatía. ¡FELIZ
NAVIDAD!... en paz y armonía, dentro de lo posible.


1 comentario:
Buen artículo y buen trabajo! Me encanta como escribes y la arenga a la que llegas. Gracias y saludos!
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