¿Cuál es la más adecuada para la democracia? |
Por
problemas de agenda se me pasó escribir algo sobre la república en un día tan
señalado. Pero eso no impide que lo haga ahora, pues más vale tarde que nunca.
El
14 de abril es un buen día para reflexionar sobre la idea de república en
contraposición a la monarquía. Básicamente por su significado, al ser cuando se
proclamó la segunda república española, que, dadas las circunstancias, no cuajó
en absoluto, sino que denotó un enfrentamiento criminal entre dos tendencias o
ideas de España que vienen divergiendo desde hace siglos y que siguen sin
encontrar el punto de convergencia.
Aparte
de un análisis económico sobre el coste y la eficiencia de una Jefatura de
Estado en la modalidad que fuere y que, parece, a primera vista, bastante más
costoso el sostenimiento de una casa real que una presidencia de república,
aparte de eso, digo, existen otros elementos de trasfondo ideológico y
democrático que pueden ser más determinantes, si cabe, a la hora de decantarse
por una u otra solución, admitiendo como imprescindible, que ya es mucho
admitir, que deba existir la figura de un Jefe de Estado.
Para
mí es evidente que la simbología es importante. La monarquía tiene su
significado, fraguado a través de la historia, cargado de juicios, prejuicios,
tópicos, arbitrariedades y un amplio etc. que mana de una trayectoria histórica
suficientemente contrastada. En todo caso, podemos detraer la clave de su
significado en la palabra soberano,
que según la RAE quiere decir: “Que ejerce o posee la autoridad suprema e
independiente”. El concepto independiente se traduce, en este caso, por
no tener que dar mayores explicaciones a nadie, o le que es lo mismo, hacer de
su capa un sayo, o lo que le salga de los cataplines, eso sí, por ser nombrado
“Rey de España por la gracia de Dios”. Es curioso, amigo lector, las monedas de
Isabel II aparecen con la inscripción de por la gracia de Dios y la
Constitución, mientras que en su hijo y su nieto (los Alfonsos) desaparece lo
de la Constitución y vuelven a reinar por la gracias de Dios.
Existe
otro sujeto que gobierna por la gracia de Dios, un intruso que consigue el
mando por las armas y la sangre derramada, pero es la Gracia de Dios, la que le
otorga el poder al ser el campeón de la cruzada, al salvar la fe y el culto al
ínclito dios que le hizo jefe de los cruzados para eliminar a los enemigos de
la iglesia. A estas alturas supongo que sabrás a quien me refiero… sí, a ese,
al caudillo, el que ponía en las monedas “Francisco Franco Caudillo de España
por la gracia de Dios”. En este sentido podemos desprender otro concepto más
tremendo aún, como es el Absolutismo que tanto se dio en las monarquías
europeas siglos atrás y que nuestro pretérito inmediato nos recuerda con el
llamado caudillo.
Está
claro, pues, que una monarquía tiene un componente hereditario que detrae al
ciudadano la posibilidad de ejercer su elección democrática. En nuestro caso,
amén de lo hereditario de la sangre, existe la herencia del caudillo. En el
asunto de la república implicaría la posibilidad de evaluar la actuación del
Jefe del Estado de forma periódica y decidir si se ajusta o no a los deseos y
objetivos de la ciudadanía, o sea, ejercer la democracia en su forma más
íntegra pues el soberano ya no es el rey, sino el pueblo.
Un
presidente de república corrige ese aspecto y permite su elección siendo
evaluada su actuación de forma periódica, como ya he dicho, lo que deja en
manos del pueblo soberano hasta las más altas decisiones a través de esa
elección. En el caso de las monarquías se suele establecer una censura más
férrea para tratar que la institución quede blindada ante la crítica y no se
desgaste con el tiempo, lo que permite actuaciones, cuanto menos sospechosas,
que puede rayar en lo delictivo, al menos aplicándole la ley de la ciudadanía
común, y al amparo de la opacidad que se le otorga. Esta idea estaría anclada a
la de poder independiente al que aludía anteriormente. El presidente de
gobierno israelí, el alemán o cualquier otro elegido democráticamente ha de
responder ante sus actos, incluso pueden ir a la cárcel.
En
conclusión, la república permite un nivel mayor de democracia al elegir por
sufragio universal al presidente, cosa que no ocurre con las monarquías. Claro
que si hay sujetos políticamente inmaduros que necesitan de un papá rey que les
ordene y guíe, al que adoran y siente como soberano y se identifican, a la vez,
como súbditos suyos, estaremos chocando con un déficit democrático que solo se
salva con la educación ciudadana. En todo caso, para contener a estos, mientras
no se consigue esa madurez democrática, podría ser interesante sostener la
monarquía vaya a que se nos echen de nuevo a la calle fusil en mano
reivindicando el viejo orden y nos agujereen aunque se a los pies... lo digo
con cierta sorna o ironía. Todo esto sin entrar en los dineros, dada la crisis
en la que andamos, pues creo que el coste de una casa real es muy superior a
una presidencia de la república donde el protocolo, el boato y sus componentes
familiares establecen la diferencia.
Claro
que, en el caso de España, últimamente están sucediendo cosas que ponen en jaque
a la monarquía borbónica. No se trata ya de la sospecha velada sobre su
actuación tardía en el 23F
o de legitimación como heredera del franquismo y transgresora de la línea
normal de sucesión, sino de conductas que no pueden ser obviadas, dado que las
mismas son hirientes con determinadas sensibilidades ciudadanas. Sin volver
hacia atrás, ahora nos enfrentamos a varios malos ejemplos para la ciudadanía,
como son la actuación presuntamente delictiva de Urdangarín, el autodisparo de
Froilan en su pie y el lamentable espectáculo de un rey cazando elefantes en
África, cuando las cosas están tan jodidamente mal por estos lares. No sabemos
tampoco si había cumplido con el deber constitucional de tener informado al
presidente del gobierno de su aventura africana, aunque por las declaraciones
de Tomás Gómez, cuando dice: "Debe elegir entre sus responsabilidades
o la abdicación", anda uno con la mosca detrás de la oreja,
pues si ha abandona su puesto de trabajo sin permiso debería ser despedido o
abierto un expediente disciplinario, como se hace ante cualquier trabajador que
se marcha sin permiso a cazar elefantes a África desatendiendo su trabajo, cosa
bastante improbable, no porque el trabajador no quiera hacerlo, sino por el
coste que representa esa correría cazadora.
Lo
curioso es que este incidente se diera el 14 de abril, día de la proclamación
de la segunda república española. Parece que la historia no perdona y dejó en
evidencia, en tan sonado día, a la monarquía. En fin, hoy habría que gritar
¡VIVA LA REPÚBLICA! aunque sea en su sentido más literal o etimológico de la
“res pública" o cosa pública, que también anda en el alero y a punto de
caer por el precipicio si no nos espabilamos…
14 comentarios:
Mejr dicho, imposible. Muy buena reflexión, Antonio. Besos de nuevo tricolores.
Como estoy en tu casa me expreso con total confianza.
Lo primero decirte que por mucha enseñanza inglesa que recibiera nunca entendí el sentido de la monarquía en los tiempos que corren, salvo que su papel ofreciera más ventajas al pueblo, cosa que dudo muy mucho.
Lo segundo es que pensando mal, a sabiendas que el accidente había ocurrido un par de días antes, es probable que alguien desde dentro de la casa del rey esperara a sacarlo a la luz el propio día de la República. ¿Le estarán haciendo la cama los propios del lugar, los que departen con él?
La reina ... a su bola en Grecia....ya ni se molesta en disimular su mal rollito con el marido.... en fin....
Y mejor no sigo, pero ahora me cuadran ciertas cositas referentes a la princesita asturiana, para más señas. No pienses que soy mal pensada, ja,ja, lo soy, resulta mucho más divertido y con el nivel de evolución emocional de nuestro género, desgraciadamente, casi siempre se acierta y de lo contrario uno siempre se lleva sorpresas agradables. Bs. familiar.
Cosas de la vida Antonio....yo leyendo un libro ambientado en la época de la Revolucion Francesa !!!!
Un abrazo dominguero.
Un rey no sirve para nada, queremos ir hacia adelante siendo ciudanis, no subditos, vivimos en una democracia y el rey nos fue impuesto. Habría que hacer un referedun, rey sí o rey no. Se iría al carajo.
Antonio es complicado responder (o intentarlo) en pocas palabras. Correría el riesgo de la simplificación. Pero lo intentaré.
Hay una cuestión muy importante. Existen repúblicas deleznables, como lo fueron Chile con Pinochet, o Argentina con Videla o Corea del Norte hoy.
El asunto, no es por tanto de personas individuales: podría ser el borbón (no es así) un personaje ejemplar, lo que no impediría que fuese un privilegiado, por encima de la Ley, sobre el resto. Esta es una cuestión esencial.
Por tanto, no sólo es la capacidad electiva de la ciudadanía, sino la eliminanción de la condición privilegiada de toda una familia que no es responsable de sus actos ante alguien.
En resumen, pasar de ser súbditos (aunque sea de un campechano) a ser ciudadanos de pleno derecho, sin nadie por encima de la Ley.
saludos
Este sistema nuestro está llegando al final de un ciclo. La monarquía fue aceptada por los españoles como un mal menor para superar una etapa negra marcada por la dictadura. ¿Tiene sentido hoy? Puede, pero parece que los de la familia real se han acostumbrado al cargo vitalicio y cada vez sacan más los pies del tiesto.
De todas maneras me da temblores pensar en presidentes posibles como un tal Berlusconi, un tal Sarkozy o el hombre de la peineta. No sé qué sería peor. Bueno, al menos, a estos se les puede quitar simplemente con no votarles de nuevo.
Un saludo.
Creo que lo plasmas muy bien: no a la monarquía, por una cuestión democrática y racional.
Un saludo.
Gracias, Isolda. Besos desde el espíritu democrático…
Emejota, la franqueza es un valor que se agradece.
Tu comentario interesante y las circunstancias que se van dando respecto a la monarquía también. En todo caso hay un fenómeno curioso, la opacidad de la monarquía se está rompiendo a fuerza de la conducta escandalosa de ciertos miembros de la casa real. Eso permite cuestionarla y entrar en el debate de SÍ o NO a la monarquía. La intuición me dice que la crisis se puede llevar por delante muchas cosas que no sirven…
Un beso de la familia
Abuela Ciber, en España no tuvimos la suerte-desgracia, según del lado que se mire, de tener una revolución francesa, pero no escapamos a su influencia ideológica, lo que hace de España un país en confrontación interna sistemática. La Revolución francesa significó el fin de la predominancia de la clase noble y el auge de la burguesía. Ahora habría que ver cómo ha degenerado cada una de ellas y, posiblemente, ambas son cuestionables.
Un saludo
Ana, comparto la idea que dices de que el pueblo ha de estar formado por ciudadanos soberanos y no ser súbditos de un soberano. En un sistema democrático entiendo que lo importante es tener instituciones que respeten y garanticen esa soberanía del ciudadano y no busquen su subordinación a las clases dominantes.
Amigo Txema, es cierto lo de las repúblicas deleznables, pero planteo a pie de fotos una pregunta que viene a resumir la causa de esta entrada: ¿Cuál es la más adecuada para la democracia? Entendiendo una democracia real, en el buen sentido de la palabra. Por puro procedimiento democrático, por simbología histórica, por la propia estructura de la casa real y sus miembros, etc. una república parece adecuarse más a esta democracia, aunque sigo cuestionando tantas presidencias y magnates en el rollo de la administración pública y la representación de la ciudadanía.
Saludos
Cayetano, es posible que estemos colapsando el sistema, incluso en su parte representativa. Me da miedo que al final el gran capital haga cambios sobre esta base y deje todo lo demás como está, lo que llevaría a cambios de superficiales, peor no de fondo, a lavados de cara para seguir en sus trece.
Es cierto, al menso se les puede quitar con el voto, solo falta que el pueblo abra los ojos y no se deje manipular…
Un saludo
Pues sí, Sergio, esa es la clave. Todo cambio y todo hecho debería ir argumentado de forma convincente y racional, dejando la visceralidad para los infantilismos de inmaduros que, por cierto, andan mucho por ahí.
Un saludo
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