jueves, 8 de agosto de 2024

Habrá otra Hiroshima...

 

Opinión | Tribuna

Antonio Porras Cabrera

Publicado en el diario La Opinión el 07 AGO 2024 7:00

Habrá otra Hiroshima...

Son muchos los que intentan justificar el bombardeo de una ciudad como forma de persuadir al gobierno nipón hacia la rendición

 


Una panorámica de Hiroshima momentos después del ataque. / EP

 

Este 6 de agosto se ha cumplido el 79 aniversario de una de las mayores crueldades que el ser humano perpetró, a lo largo de la historia, de una sola tacada. Lo malo es que tras la debacle con tanta muerte y destrucción, con la desolación y el dolor que causó tal hecatombe, no aprendimos la lección. Seguimos sin tomar nota del pasado, sin asimilar nada, con una muestra de irracionalidad palpable. Y lo que es peor, afloran agoreros y seres ponzoñosos dispuestos a crear el ambiente que permita repetir tanta maldad; para ello siembran y cultivan el odio al diferente, que también es el semejante según con los ojos que se mire.

Son muchos los que intentan justificar el bombardeo de una ciudad, o sea de un lugar donde habita el ciudadano civil, como forma de persuadir al gobierno nipón hacia la rendición. No pudieron dejarla caer en otro lugar donde se ubicaran los verdaderos responsables del conflicto, o sea sus mandos y su ejército, sino que tuvieron que hacerlo sobre un espacio vital poblado de inocentes ciudadanos más o menos implicados en la defensa de su país, al menos con su apoyo moral.

Pero las generaciones no transmiten sentimientos y emociones provocados por las propias vivencias, solo las relatan. El dolor, el miedo, la muerte y la debacle, el vivir tanta desgracia, escapa a la experiencia vicaria que deberían asumir las nuevas generaciones. Estas siguen convirtiendo en héroes a verdaderos asesinos por el mero hecho de haber matado más y mejor que los vencidos. Uno se pregunta: ¿qué falla?, ¿por qué no se aprende del pasado?, ¿por qué las viejas ideologías que ya mostraron su malignidad destructiva, su insolidaridad y perversión social vuelven a arraigar en los nuevos corazones?

Creo que esta sociedad poliédrica, donde se conjugan tan dispares intereses, está condenada a la contienda, hasta que no se delimite el perfil del ser humano que debería poblar la tierra, desde el respeto y libertad para vivir en comunión de intereses mediante principios que permitan señalar el bien y el mal en función de lo que, cada uno, aporte al desarrollo y evolución civilizada de un orden mundial humanista y solidario.

La sociedad sólida, de principios dogmáticos, de credos y valores inalienables, que se nos ha venido imponiendo a lo largo de la historia, ha mostrado claramente sus propias contradicciones para el cultivo de una paz razonada y razonable, donde la libertad responsable del ser humano sea el garante de la misma. Tal vez haya que dar paso a la sociedad líquida, mejorando la idea de Bauman, para que los procesos evolutivos sean asimilables desde la transformación que ella permita y que nos veta férreamente la civilización sólida e irrefutable que hemos heredado del pasado.

Nunca en el mundo hubo mayor comunicación, mayor conocimiento, mejor tecnología y medios para hacer de la sociedad un mundo más coherente y coordinado para ser feliz, para entenderse y cultivar la paz. El problema puede que radique en cuales son los objetivos que se persiguen en el planeta y en la falta coherencia para definirlos; en dónde se pone el principal valor de la existencia… en el ser humano o en el poder y dominio de los recursos, el dinero y el conocimiento. Parece que el valor del ser humano ha pasado a segundo orden en beneficio del mercado y la riqueza material.

No tengo mucha fe en que las cosas cambien. Después de Hiroshima vino Nagasaki, y luego, visto el espectáculo y el resultado, se entró en una carrera armamentística a caballo de la paranoia de líderes y pueblos abducidos por ellos. La paz no se firmó, sino que se atrincheraron en sus puestos en disposición de persuadir al otro de que el mal causado en la contienda sería mucho mayor que el beneficio a obtener… pero eso es subjetivo, como muestra lo ocurrido en otras guerras, como Ucrania o Gaza, sin olvidar las ya enquistadas desde hace tiempo, donde se desarrollan escaladas simétricas de imprevisibles consecuencias.

Pero si hay algo que me preocupa por encima de cualquier otra cosa es la estupidez del ser humano, que se deja arrastrar y abducir por ideas superfluas obviando lo esencial y cayendo en las redes de sujetos perversos movidos por el odio.

Habrá, indudablemente, más guerra, más muertes y destrucción, más crueldad y vileza porque el dios del poder así lo demanda, sediento de sangre y muerte solo pretende sembrar el miedo y conseguir la sumisión. Aunque se diga que las armas son disuasorias, estas se hacen para ser usadas, las bombas para ser lanzadas, y la capacidad destructiva para ser mostrada en un momento dado si ello es necesario, según el laxo criterio de quien manda.

Con ello me viene a la memoria la obra de Fiódor Dostoyevski, Crimen y castigo, y cómo defiende Rodión que es lícito el crimen ejecutado por seres superiores, por líderes y mentes privilegiadas, que lo cometerían para salvar a la sociedad de una situación deleznable, de injusticia, o procurarles una mejor vida. Así somos los seres humanos y así nos va y seguirá yendo generación tras generación.




 

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