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La Opinión de Málaga, publicado el 03 AGO 2024 7:00
Tengas juicios y los ganes...
La política se mete en la justicia, pero la justicia
se mete cada vez más en la política, como dejan en evidencia los
acontecimientos que estamos viviendo
Existe una maldición, algunos la
identifican como gitana, que alude a esa frase y que se recoge en el refranero
español: “Tengas juicios y los ganes”. Según el Centro Virtual Cervantes: “Se
refiere a las cuantiosas pérdidas que puede acarrear un pleito tanto si se gana
como si no, pues, aunque resulte favorable la sentencia, lo habitual es que no
se quede en uno solo, con el consiguiente gasto, que en ocasiones acarrea la
ruina”.
Pero no solo hablamos
de la cuestión económica sino de la moral, ética y del deterioro que sufre el
prestigio del encausado. De todos es sabido que cualquier juicio, en el caso de
personas de fama y si son políticos aún más, por el cúmulo de “enemigos” que le
rodean, conlleva la pena de telediario; o sea, la imagen difundida del paseíllo
del denunciado o investigado para declarar ante el juez y de la publicación en
prensa y demás medios, incluidas las RR. SS., de todo lo referente al caso y
sus interpretaciones tendenciosas. Una de las víctimas primera y más
importantes fue Demetrio Madrid, Presidente de Castilla León, al que nunca se
le reparó el daño causado allá por 1986 por una falsa imputación, al que se le
absolvió de todos los cargos en 1989.
Esto nos podría
aclarar el porqué determinados partidos, y los medios afines, recurren a esta
técnica para denigrar al contrincante, descalificarlo y eliminarlo o
neutralizarlo. Se les ve el plumero cuando, al escuchar su discurso, observamos
cómo emiten sentencias de culpabilidad encubierta, sembrando sospechas y dudas,
obviando el derecho a la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo
contrario, que tiene todo ciudadano, donde no caben las investigaciones
prospectivas. Eso sí, cualquier partido y sus medios afines, tienden a ver la
paja en el ojo ajeno y negar la viga en el suyo.
Hablamos en democracia
de los tres pilares, que son independientes entre sí, al menos en apariencia,
como son: el legislativo (donde reside la soberanía popular), el ejecutivo y el
judicial. Esa independencia no es cristalina y sobre todo en los últimos
tiempos. Se ve cómo se ha politizado cada vez más la justicia, llegando a
bloquearse el CGPJ durante 5 años para mantener una mayoría no ajustada a
derecho que beneficiaba al PP. La política se mete en la justicia, pero la
justicia se mete cada vez más en la política, como dejan en evidencia los
acontecimientos que estamos viviendo, con la intención de condicionarla
mediante vasos comunicantes de carácter ideológico.
En la “política
judicial” están apareciendo cosas raras, aunque siempre hubo sospechas sobre
determinadas conductas según quién y cómo se dictan los autos. Uno, que no es
experto en la materia, anda dando vueltas al coco para intentar comprender lo
incomprensible, a caballo de las opiniones que va escuchando de expertos en el
tema, sean jueces de reconocido prestigio o no, tertulianos y periodistas, o
sujetos sospechosos de venalidad por andar claramente defendiendo posiciones
con escasa e inconsistente argumentación. En todo caso, a los tertulianos y
adláteres, se les ve el plumero partidista por mucho que pretendan esconderlo.
Estamos sometidos a un
bombardeo continuo de ideas, argumentaciones interesadas, actos que solo crean
confusión, desencuentro y confrontación, cuando no odio. Las noticias, en
muchos casos, no solo no se someten a la validación, sino que escapan a la
priorización en función de lo socialmente sustancial, ajustándose a lo que
importa al interesado. Por poner algún ejemplo, hemos soslayado al caso Koldo,
el caso pareja de Ayuso, o el uso de la llamada policía patriótica y actos de
espiar y algunos otros casos que salpican y jalona el camino de nuestra
democracia, donde los que más tienen que callar son los que más gritan para
desviar nuestra propia atención hacia donde ellos pretenden... Ahora, al
aparecer, lo más importante es el caso Begoña Gómez, lo que muestra claramente
una tendencia a seguir con el acoso al marido, al que ya han demonizado tanto
que lo presentan como la antidemocracia. No importa su gestión positiva en
determinados campos de la economía, el progreso, el empleo, el incremento del
SMI, etc. de eso no se habla, solo de lo malo, que también lo hay, por
supuesto. Lo importante aquí es aplicarle la pena de telediario…
Hace tiempo que los
políticos perdieron el juicio, o lo que es lo mismo el sentido común y la razón
argumental, al manipular y tergiversar la realidad con la pretensión de arrimar
el ascua a su sardina. Esta pérdida del juicio se pretende trasvasar a la ciudadanía
y, al parecer, lo están consiguiendo, pues cada vez es más manifiesta la
confrontación y el desencuentro entre nosotros, los votantes que hemos
renunciado a la razón para someternos al dogma que mueve al hooligan, que suele
ser el pensamiento enquistado resistentes a la argumentación lógica.
El político ha
renunciado a su sagrado deber, que es el solucionar problemas desde la sinergia
y ha pasado al ejercicio de la imposición y de la política filibustera, que
como usted sabrá alude al obstruccionismo parlamentario, que pretende lograr
que el gobierno no gobierne para echarlo y conseguir tomar el poder. Si el
país, mientras tanto, queda hecho unos zorros, o se consigue implantar un
relato que lo parezca, mejor que mejor, más fácil nos lo ponen para levantarlo,
como decía el ministro Montoro.
Estamos en un mundo de
vértigo y locura, donde, al parecer, se está perdiendo el juicio, empezando por
la política. Pero si la justicia, que ha de velar por mantenerlo en su justa
medida, también acaba perdiendo el juicio, bajo el influjo ideológico y
político, solo quedará esperar que el ciudadano no enloquezca y mantenga el
sentido común; o sea, la cordura, ante los ataques y las escenificaciones
teatrales, donde el juicio se muestre en el ejercicio de la soberanía popular
mediante la argumentación y el voto. Si perdemos el sosiego y entramos en la
locura acabaremos a tortazos, si no a balazos, que es lo peor.
Cuesta mantener la
mente fría ante tanto cinismo y despropósito, ante tanta manipulación e
intentos de abducción. Ahora nuestro juicio es enjuiciar los hechos desde la
libertad de pensamiento para discernir sobre la verdad, pero… “tengas pleitos y
los ganes”; o sea, que la maldición del refrán ya se cierne sobre todos
nosotros, aunque no perdamos el juicio. Yo ya, desde hace tiempo, procuro tener
a mano mi cedazo para cerner la verdad, pero es tan difícil…
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