Hay momentos en que uno se siente
en plena abstracción, en que se percibe la nimiedad del ser humano, su
insoportable levedad, como diría Kundera, y se aprecia la vida desde la perspectiva
cósmica, desde la inmensidad del universo donde se conjuran el sol y la tierra
para crear vida. El 20 de marzo se inició la primavera. Estoy en Roquetas. Empieza
a amanecer.
Sentado a orillas de un mar en calma,
cuyas aguas se balancean al ritmo de la brisa, que va acariciando sutilmente las
mejillas para despertarte suavemente de los sueños, para cambiar tu fantasía
onírica por la bella realidad del amanecer incipiente, se produce una extraña y
placentera situación de fusión, de simbiosis, entre tú y ese cosmos que nos dio
la vida, que nos alimenta el cuerpo y nutre el espíritu con la energía cósmica
que emana del firmamento infinito.
Entonces solo queda dejarse llevar
por los sentires, por aquello que despierta en tu alma tanta maravilla y permitir
que fluya el verso y la poesía como medio de expresión de esa belleza. La
poesía es la forma bella de decir lo obvio, de expresar, desde lo sublime, la
pura realidad de la naturaleza.
Parafraseo a Rabindranath Tagore y
hago mía su frase: “La poesía es el eco de la melodía del universo en el
corazón de los humanos”. Entonces,
rendido ante el espectáculo del alba, surgió este poema:
Nace la
primavera
La primavera amanece
la brisa de la mar
estrena melodía
mientras el sol
amagado tras las nubes
rompe la sombra de la noche.
Cargado el viento
de mil notas musicales
acaricia mis sentidos,
su perfume
en céfira montura
promete flores de azahar
que danzan suavemente
al ritmo del amor.
Un nuevo hálito
penetra por mis ojos
quebrando desventuras
que trajo el otoño fenecido.
Hoy, todo es más bello
se conjuraron las almas
del cosmos infinito
para salvar la beldad,
para recordar al hombre
su lábil existencia,
que el utópico horizonte
no es más que la conjunción
entre el éter celestial
y un mar de intenso azul
preñado por la vida.
No, no muere el universo
pues tiene
en su eterno esplendor
la clave de la vida,
la esencia del espíritu
que lleva hasta el mañana.
Me entrego a mis sentidos
y busco la simbiosis
con este nuevo mundo
que gesta mi esperanza,
toca mi piel el alma de su aliento
siento sosegado sus suspiros
bailan mis ojos con su luz
descubre mi olfato su caricia
mientras mi boca se llena
del dulzor primaveral
de mil estambres
fecundando el fruto del mañana.
Y yo,
llevado por tan tierna melodía
me entrego al sueño de mi fantasía
donde todo renace y resucita
donde mi mano tendida
juega con el cosmos
buscando la verdad
que da la savia del árbol de la vida.
Autor: Antonio Porras Cabrera
Roquetas de Mar (20/03/2014)
9 comentarios:
Mol be
Muy bello, Antonio. El universo tiene todas las claves, de él emanan todos los por qués, pero no nos permite alacanzarlas todas para que sea más interesante la búsqueda :-) Un abrazo primaveral!
Hermoso poema... Nace la primavera, nacen versos de flores, de mil amores en tu poema.
La primavera es un renacer a la vida.
Abrazos fraternos de MA.
El blog de MA.
Campanillero, como se te nota tu estancia en Cataluña, jejeje. A ver si nos vemos ahora que el catalán anda por aquí.
Gracias Ana, el universo las tiene pero nosotros pretendemos, dentro de nuestro orgullo, dominar las cosas sin saber que el cosmos es mucho más poderosos que nosotros.
Un beso
Gracias, MA. La primavera no altera solo la sangre sino todo lo que conduce a la vida. Un beso
Enhorabuena Antonio.... por ese optimismo primaveral... Te vamos a extrañar en Mallorca!
Un abrazo!
Marcelo
Gracias Doble visión. Lastimosamente no estaré en Mallorca. Ya se sabe, las fechas de los diversos intereses acaban coincidiendo y se ha de priorizar, no solo por uno, sino por los demás.
Un abrazo y gracias por tu comentario.
Hermoso poema, Antonio.
Feliz, feliz primavera y que sigas siempre escribiendo poesía.
Besos y abrazos
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